Wado y los mitos

El día que un hijo de víctimas de la dictadura encabezó un acto del Ejército

 

Wado de Pedro, como ministro del Interior de la Nación, encabezó la semana pasada un acto en el que los máximos oficiales del Ejército Argentino lo escucharon con respeto hablar acerca de la memoria y los roles de esa fuerza militar. Fue en oportunidad del traslado del Archivo General de la Nación (AGN), que funcionará donde estuvo la cárcel de Caseros (Rondeau 2277).

También participó de la ceremonia la directora de Gestión de Fondos Documentales del AGN, Lucila Quieto, hija del montonero Carlos y sobrina de Roberto, co-fundador de la guerrilla FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias). Por supuesto, asimismo asistió el actual responsable político de las Fuerzas Armadas, el ministro de Defensa Jorge Taiana, ex preso político entre 1975 y 1982 en un largo derrotero que incluyó las celdas de Caseros.

A propósito, los diarios porteños de influencia nacional reprodujeron el comunicado oficial sin editorializar más que en los títulos:

  • “Wado de Pedro hizo una enfática reivindicación de las Fuerzas Armadas” (La Nación).
  • “Wado de Pedro convocó a las FFAA a sumarse a la planificación de un proyecto de desarrollo nacional” (Infobae).
  • “‘Wado’ De Pedro llamó a las Fuerzas Armadas a planificar ‘una Argentina que funcione’ con la sociedad” (Perfil).
  • “Wado De Pedro elogió a las Fuerzas Armadas y dijo que ‘son esenciales para el desarrollo del país’” (TN).

TN fue el único medio hegemónico que agregó en su web que era militante de La Cámpora e HIJOS, que sus padres fueron asesinados, y que mencionó que fue secuestrado el día que cayó Fernando de la Rúa.

 

 

 

El hijo de

Entre los militares retirados, el ministro de Defensa siempre fue tratado de “montonero”, con el énfasis despectivo que puede atribuirse a quienes se quedaron en el '75. Según esa mirada, Wado es un hijo de “terroristas”, un reduccionismo que, en cambio, nadie aplica a la descendencia de los represores. Se basan en datos públicos como las fichas del historiador popular Roberto Baschetti: Lucila, nacida en 1953, estudiaba Psicología en la UBA y militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) para ayudar en los barrios carenciados, donde conoció a Enrique de Pedro. Enrique (n. 1950) integraba la conducción regional de la JUP, ligada a Montoneros. El 21 de abril de 1977 fue ultimado a balazos dentro de un taxi, cuando se resistió a un retén policial.

Lucila lo recordaba en una carta a una exiliada: “Era el hombre más hermoso; dulce, cariñoso, alegre (…) Habíamos comenzado a formar una pareja en serio, cosa que nos era difícil, pues siempre es más fácil ser una pareja de compañeros con un hijo que ser una familia montonera; en eso andábamos y ya éramos muy queridos por la gente del barrio donde vivíamos. Con el Pichu era hermosísimo, lo cuidaba, lo bañaba, le daba de comer y jugaba todo el tiempo con él. El Pichu lo oía llegar y ya se empezaba a reír. Como compañero y jefe era justo, humano, flexible, muy reflexivo y con una capacidad muy grande para amar al pueblo”.

 

 

 

 

“Conmovedor” fue el término elegido por Taiana este martes al destacar el reconocimiento al Ejército en el marco del convenio entre ministerios –realizado durante la pandemia de Covid-19, en agosto de 2020, cuando Agustín Rossi dirigía Defensa— para trasladar el archivo: “Se confió en el futuro, pero, por otro lado, se puso en valor la importancia de la historia, de la memoria y de la documentación del pasado, de nuestra historia. Los pueblos que no recuerdan están condenados. La historia y la memoria es donde se forja la identidad, las prioridades y las hermandades para construir un futuro”.

Wado no habló de aquellos militares que, al decir de Martín Balza, deshonraron el uniforme, sino de quienes lo enaltecieron: “El Ejército argentino, las Fuerzas Armadas, pensaron y pusieron el cuerpo en la lucha por la independencia y ahora son las que pensaron una Argentina industrial; son las que pensaron en la independencia económica, la creación de SOMISA, recordemos las políticas del general Perón en materia industrial. El Ejército planificó el desarrollo argentino”.

 

 

 

El mito de la embarazada pone-bombas

Hace años que las usinas negacionistas repiten que Wado es hijo de quien puso la bomba que mató a la hija de Armando Lambruschini, ex jefe de la Armada, en 1978. El apellido de Pedro había aparecido asociado a Lucila Révora en un libro de la ex JUP Marisa Sadi, Montoneros, la resistencia después del final (Nuevos Tiempos, 2004, página 247).

 

 

Desde entonces, cuando el peronismo kirchnerista reivindicó la defensa de los derechos humanos, reverdecieron los discursos reaccionarios –ya negacionistas o críticos de las guerrillas–, aunque siempre evitando recordar que esas luchas setentistas eran contra el capital más concentrado, generador de pobreza.

Esa reacción discursiva se valió del material bibliográfico de varios voceros. El primero fue Juan Bautista Yofre, que en su libro Fuimos todos (2006) publicó:

“Un comando militar secuestró a Carlos A. Squeri (a) “Cali” o “Antonio”, jefe del Primer Grupo de Combate de la Secretaría Militar de la Columna Norte de Montoneros. A través de sus declaraciones se pudo desenredar la madeja y conocer los nombres de los que realizaron el atentado de la calle Pacheco de Melo 1963. Después caerían la teniente primero Lucila Révora de de Pedro (a) ‘Ana’ y Carlos Fassano (a) ‘Negro’ o ‘Raúl’, secretario general de la Zona Capital Federal en un procedimiento en la calle Belén 335.

“También caerían: Francisco Scutari (a) ‘Daniel’, Roberto Lázara (a) ‘Tanga’ o ‘Antonio’, Julia Elena Zavala Rodríguez (a) ‘Carmen’, Alfredo Amílcar Troteiro (a) ‘Ernesto’ y Enrique Basale (a) ‘Raúl’, por atentar contra Lambruschini y su familia. Troteiro y Basale y la mujer de ‘Ernesto’ fueron los que atracaron una poderosa carga explosiva en la medianera del 2° piso de Pacheco de Melo 1959, que detonaron a la 1.40 de la madrugada, presumiendo que toda la familia estaría durmiendo, pero asesinaron a Paula de sólo 15 años, hija del marino, y a la señora Margarita Obarrio de Vila, de 82 años, hiriendo de gravedad al señor Ricardo Álvarez (que un día después fallecería por las importantísimas heridas recibidas). También sufrieron heridas de gravedad otras 10 personas, vecinos y peatones”.

Aun cuando se tomase a Yofre como fuente seria, señala como “los que atracaron la poderosa carga” a Basale, Troteiro y su mujer, a la que no nombra: Martha Elvira Tilger, de 39 años, casi la edad de Troteiro cuando fueron secuestrados el 12 de octubre de 1978 (horas después de que cayera Squeri), y llevados al centro clandestino de detención (CCD) Olimpo. Dejaron cuatro hijos, a los que habían criado en Mercedes junto a otros seis que adoptaron del pueblo.

Francisco Genaro Scutari (30), secretario militar del Ejército Montonero, cayó en una cita el 18 de octubre y amenazó con detonar una granada para que lo acribillaran antes que ser torturado. A Julia Zavala Rodríguez (43), secuestrada el 21 de noviembre en el Olimpo, Julio Simón le aplicó durante toda una tarde 220 voltios en la cabeza.

 

 

Del acto del martes participó la directora de Gestión de Fondos Documentales del AGN, Lucila Quieto, una hija más que no disfrutó de su padre:

 

 

 

 

 

El otro libro es el de Victoria Villarruel, hija del militar Eduardo Marcelo Villarruel, Los otros muertos (escrito con Carlos Manfroni en 2014). Desde entonces, ella se ha sumado a repetir el nombre de Révora asociado al apellido del padre de su hijo como un modo de pegar a Wado con hechos acaecidos cuando él tenía un año.

En el aniversario del hecho, en agosto de 2016, el periodista de La Nación Mariano Obarrio posteó: “Hoy supe que la mamá de Wado de Pedro era montonera y pareja de quien puso la bomba que mató a Margarita Obarrio, mi tía abuela”. Y agregó: “No puedo dejar de preguntarme por qué creíamos que eran idealistas los asesinos”. Los llaman… “jóvenes idealistas” es el otro libro de Villarruel (h).

Al día siguiente, Obarrio detalló que Wado de Pedro “estaba indignado por la publicación mía en Twitter. Le expliqué que no acusaba a su madre, sino que consignaba que había sido pareja de alguien acusado”. Obarrio citó como fuente el libro de Yofre, ex secretario de Inteligencia de Carlos Menem. Wado minimizó esas “versiones del submundo, de la inteligencia militar, que eran disparatadas y que no había nada en la Justicia que pudiera acreditar que ninguno pudiera tener algo que ver en ese atentado”. Obarrio debió aclarar que “voy a seguir buscando información, ahora hasta en lo personal, antes (que) como periodista".

No obstante, Villarruel (h) sigue señalando a Lucila Révora, la pareja de Carlos Fassano: “Muchos lo relacionan con la madre de Wado de Pedro, con lo cual es de suponer que sabía del atentado".

Video en el que Villarruel sonríe complacida cuando le preguntan por su candidatura a diputada junto a Javier Milei:

 

 

 

 

 

 

En definitiva, Yofre no escribió que ella puso la bomba, sino que cayó con otros tras la delación de un torturado secuestrado por un comando militar; Obarrio lo repitió a su modo, pero terminó por admitir la falta de información y que había “que investigar”, mientras que Villarruel se ataja con la aclaración de que “es de suponer que sabía”, luego de haber relatado que quienes entraron al edificio vecino a poner la bomba fueron dos hombres.

Como reclamó Wado: ni una prueba contra su madre, de la que nadie habló, sino hasta que él pasó a ser conocido.

En 2020, un medio de Mercedes publicó: “La historia que pocos conocen de Lucila Adela Révora, madre de Eduardo de Pedro”, firmada por Martín Iñera, quien repitió la imputación del delito y agregó que “activistas de La Cámpora editaron Wikipedia eliminando cualquier referencia a estos hechos, personalmente me tomé el trabajo de restaurar la información censurada y poner los artículos bajo vigilancia de otros editores de Wikipedia para evitar nuevas censuras”. Así es como repiten, repiten para que algo quede.

 

 

 

 

Wado repitió la palabra “memoria”, durante el acto en el que agradeció a las Fuerzas Armadas el trasladado de papeles, fotos y videos en 9.518 cajas que, en hilera, se extenderían por 20 kilómetros. Allí puntualizó: “Vamos a seguir convocando al Ejército a recuperar esa lógica de planificación y coordinación junto con la sociedad civil para pensar en una Argentina que funcione, con trabajo, industria, empleo y libertad”. También agradeció a quienes “pusieron el cuerpo y el corazón para preservar la memoria” y destacó el rol del Ejército en la pandemia y en la ayuda a los inundados de La Plata” (en 2013).

 

 

 

El recuerdo de los vecinos

En 2016, el vecindario se congregó ante la casa donde vieron por última vez a Lucila y Carlos. Allí recordaron la jornada del 11 de octubre de 1978, a Lucila embarazada de ocho meses, cubriendo a Wado en la bañera, durante el tiroteo luego del cual se llevaron los cuerpos de la pareja (hoy se sabe que fue al cercano Olimpo). También Wado fue secuestrado, hasta que sus parientes en Mercedes pudieron recuperarlo, gracias un vecino vinculado al general Guillermo Suárez Mason, jefe del I Cuerpo de Ejército.

 

En el acto de hace seis años, la hermana de Lucila, Silvia Révora, resumió el móvil de aquellas luchas: “Una patria justa, solidaria e independiente en lo económico”.

 

 

 

 

 

 

El 20 de diciembre de 2001, durante la represión, Wado de Pedro fue secuestrado, picaneado y amenazado de muerte hasta que el patrullero en el que lo llevaban chocó. Pidió auxilio y, cuando llegó una ambulancia, con ayuda del médico y miembros del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), zafó.

Veinte años después, otra vez estuvo rodeado de uniformados. ¿Cuántas palabras serían necesarias para subrayar la diferencia?

 

“El mito es la última verdad de la historia.

Lo demás es efímero periodismo”.

Jorge Luis Borges

 

 

 

 

 

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