Xs tangueirxs brasileirxs

La musica que escuché mientras escribía

 

Hace dos semanas reprodujimos el show que Joao Gilberto y Caetano Veloso dieron en el Cine Gran Rex, que tuvo mucho éxito entre los lectores del Cohete. Luego de una pausa para homenajear al Perú en el día de su independencia, vuelvo con Caetano, en una faceta menos conocida: su relación con el tango argentino, que ha cantado en portugués y en castellano.

Hay varios del repertorio de Gardel, con letras de Alfredo Lepera y Celedonio Flores.

 

 

 

Pero también el Cambalache de Discepolín.

 

 

El hermoso Vuelvo al Sur, de Piazzolla y Pino Solanas.

 

 

El terrible Nada,  de José Damés y Horacio Sanguinetti, en una excelente traducción al portugués, que deja ver la impronta de Manzi, que no reprocha nada sino que se atormenta por sus propios yerros que arruinaron un amor que hoy añora.

 

 

Y el bolero Pecado, de Armando Pontier y Enrique Mario Francini, con letra de Carlos Bahr.

 

 

Y por último El samba y el tango, incluido en Fina Estampa, su álbum dedicado a la música de Hispanoamérica.

 

 

Contra lo que muchos creen, ese tema no es una creación de Caetano sino de Carmen Miranda, que fue una Niní Marshall cantante y danzante y lo grabó hace tres cuartos de siglo. En una entrevista de hace cinco años, Caetano dijo que "esta composición es una clara muestra de la presencia de la música porteña en el Brasil de los años '30. El samba, como baile de salón, fue muy influenciado por el tango como danza. Incluso más: el lunfardo carioca tradicional también fue toda una emulación del lunfardo de Buenos Aires. He oído mucho tango durante toda mi vida. No hay que olvidar que los tangos eran un éxito y un fenómeno de la radio en Brasil. Y he grabado tangos desde las épocas del Tropicalismo, o sea, de la segunda mitad de los años '60".

 

 

Desde las décadas de 1920 y 1930, Francisco Alves grabó varios tangos, como este Yuyo Verde, de Domingo Federico y el gran Homero Expósito, registrado en 1945, que vale como prueba de la fascinación recíproca que siempre existió entre ambos países.

 

 

O Dalva de Oliveira, que en la década del '50 grabó sus tangos con la orquesta de Francisco Canaro, que no tenía mal oído, como lo demuestran sus discos con Ada Falcón.

 

 

Más allá de Jair Bolsonaro y Maurizio Macrì, que son accidentes transitorios en la historia de cada país, Brasil y la Argentina tienen una sensibilidad y un destino compartidos, que sus artistas encarnan.

 

 

 

 

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