La ausencia de los Presidentes Xi Jinping y Vladimir Putin –dos de los cinco países fundadores de los BRICS, junto con Brasil, la India y Sudáfrica– en la XVII Cumbre de Jefes de Estado, los días 6 y 7 de julio, dio lugar a que muchos analistas consideraran que esta sería una cumbre intrascendente. Nada más errado. En un contexto en el que Estados Unidos tiene un gobierno autoritario y contrario al multilateralismo y al respeto por la institucionalidad de la gobernanza global, los BRICS se configuran como un grupo de países con un posicionamiento geopolítico y económico internacional que busca hacerle frente.
En particular las intervenciones del Presidente Lula, anfitrión de la cumbre, se enmarcaron en el lema “Fortalecimiento de la cooperación del Sur Global para una gobernanza más inclusiva y sostenible” de la Cumbre BRICS 2025. Tanto estas como la declaración final confrontaron el proyecto de Donald Trump por mantener el dominio unilateral a cualquier precio. El Presidente Lula no se hizo problemas en encargarle al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) la creación de una moneda comercial que evite el uso del dólar.
Son estos los factores que motivaron que, dos días después de culminada la cumbre de los BRICS, un furibundo Trump le impusiera a Brasil un arancel del 50% a sus importaciones, vigente a partir del 1 de agosto. La justificación de Trump fue su inconformidad con el “trato vergonzoso” que se le da al ex Presidente Jair Bolsonaro, al estar siendo investigado por la Justicia brasileña por intentar dar un golpe de Estado en enero de 2023. Además, según Trump, Estados Unidos tiene déficit comercial con Brasil, lo que es absolutamente falso. La grosera injerencia de Trump en la institucionalidad de la República Federativa de Brasil ha generado un sentimiento nacionalista de defensa de la soberanía del país por parte de la mayoría de los sectores políticos y empresariales brasileños, inclusive de aquellos que se verían perjudicados, “porque la soberanía de Brasil es innegociable”.
El temor de Trump a los BRICS
Pocos días antes de la Cumbre de los BRICS, el Presidente estadounidense ya había extraído su chaveta arancelaria y amenazó con una tasa del 10% a aquellos países que se aproximaran a sus posiciones. Esta amenaza de Trump fue el primer auspicio publicitario a los socios de dicha organización, ya que los gobiernos ajenos a ella debían prestar especial atención al evento, para ajustar las tuercas de su acercamiento o rechazo a los acuerdos de la organización, en función de sus intereses con el gobierno estadounidense.
La tasa de 10% de aranceles representó una rebaja a la anunciada meses atrás cuando Trump amenazó con imponer una del 100% a todos los países que osaran alejarse del dólar para realizar sus transacciones internacionales. Entonces Trump dijo que con esa amenaza los BRICS estarían muertos. Pero ello no ocurrió. Por el contrario, los BRICS y el NDB siguen concitando el interés de los países del Sur Global y sumando nuevos países. En su décimo aniversario, el NDB ha incorporado a Colombia y a Uzbekistán como nuevos socios, con lo que ahora cuenta con 11 miembros: los cinco fundadores (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) más los Emiratos Árabes Unidos, Bangladesh, Egipto y Argelia, incorporados posteriormente.
Haciendo caso omiso a las amenazas de Trump, tanto el Presidente Lula da Silva como la presidenta del NDB, Dilma Rousseff, mencionaron el uso de monedas nacionales en el comercio internacional al señalar los riesgos que los países emergentes enfrentan cuando dependen excesivamente del dólar en su financiamiento externo. El proceso de desdolarización del comercio es una realidad y, si bien es un proceso lento, es irreversible. China, Rusia, India, Arabia Saudita y otros países no sólo diversifican sus reservas y se desprenden de los títulos de la deuda estadounidense, sino que promueven el uso de sus propias monedas en su comercio bilateral. Este tipo de acuerdos ha tenido lugar entre Rusia y China –donde el 90% de su comercio se realiza en rublos o yuanes–, entre Rusia e India y entre Rusia e Irán. Otro ejemplo reciente es el acuerdo firmado entre los Emiratos Árabes Unidos e India, que le permite al último pagar en rupias el petróleo del primero. Asimismo, Arabia Saudita ha aceptado recibir yuanes por sus exportaciones de petróleo a China.
Otros evitan el uso del dólar vía el trueque. Es el caso entre Irán y Tailandia, que intercambian alimentos por petróleo. O el de Pakistán, que ha autorizado el trueque con Irán, Afganistán y Rusia. China está construyendo un aeropuerto de última generación en Irán, que se pagará con petróleo. El uso de monedas locales ha tenido lugar también en algunas asociaciones de países. En la Comunidad de Estados Independientes (CEI), conformada por doce países, la mayoría de ellos miembros de la ex Unión Soviética, la proporción de monedas nacionales en los pagos entre países de la CEI registra el 85%. Asimismo, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), agrupación regional que aglutina a 700 millones de habitantes, anunció en septiembre de 2023 un plan para desdolarizar su comercio transfronterizo.
Lo nuevo en los BRICS
La ausencia de Xi Jinping, quien durante los últimos doce años participó en todas las cumbres, podría atribuirse a que China podría estar buscando evitar que esta agrupación sea percibida como una asociación de países bajo su égida y así proyectar la imagen de un liderazgo compartido. Además, el líder chino se había reunido con Lula en Brasil durante el G20, en noviembre de 2024, y en Beijing durante el IV Foro CELAC-China, en mayo de este año.
En esta XVII Cumbre, los nuevos socios plenos (Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán) participaron por primera vez en la Declaración de la Cumbre. Asimismo, estuvieron presentes, en calidad de invitados, líderes latinoamericanos: los Presidentes Yamandú Orsi de Uruguay y Gabriel Boric de Chile, además de Juan Ramón de la Fuente, secretario de Relaciones Exteriores de México, y el embajador de Colombia en Brasil. El Presidente Petro suspendió su participación días antes por la escalada de tensiones con Estados Unidos a partir de sus declaraciones sobre supuestas injerencias extranjeras en su contra, además de la renuncia de su canciller Laura Sarabia.
Otro hecho importante fue la participación del denominado Consejo Popular/Civil, creado a partir de las discusiones del Foro Civil realizado en julio de 2024 en Rusia y refrendado por los jefes de Estado en la Declaración de Kazán. A partir de entonces, cada país miembro inició el proceso de formación de su propio Consejo. Su coordinación ha adquirido relevancia al haber hecho posible que, por primera vez, en la Cumbre de Río de Janeiro, representantes de las organizaciones sociales presentaran a los jefes de Estado de los BRICS un documento con recomendaciones de carácter oficial.
En cuanto a la Declaración, consensuada por los diez miembros plenos, esta reafirmó básicamente lo definido en cumbres anteriores. Salvo que en esta oportunidad se anexaron tres documentos fundamentales: una Declaración Marco de los Líderes del BRICS sobre Financiamiento Climático, otra sobre la Gobernanza Global de la Inteligencia Artificial y el lanzamiento de la Alianza del BRICS para la Eliminación de las Enfermedades Determinadas Socialmente.
Los BRICS condenaron en su declaración las sanciones económicas unilaterales y sanciones secundarias por sus implicancias negativas de largo alcance para los derechos humanos, al desarrollo, la salud y la seguridad alimentaria, que afectan de manera desproporcional a los pobres. En contraposición a la política de Trump, quien propone crear una organización paralela a la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la cual se ha retirado —al igual que Javier Milei—, la Declaración de los BRICS reafirma su compromiso con el fortalecimiento de la gobernanza global de la salud, prioriza la cooperación y la solidaridad internacionales y resalta el papel de la OMS como autoridad orientadora y coordinadora del trabajo internacional en salud en el ámbito del sistema de las Naciones Unidas.
En su declaración, los líderes de los BRICS condenaron los ataques militares contra Irán iniciados el pasado 13 de junio y los consideraron como una violación del derecho internacional y de la Carta de las Naciones Unidas, pero no mencionaron a los autores: Israel y Estados Unidos. Además, expresaron su preocupación por “los ataques deliberados contra infraestructura civil e instalaciones nucleares pacíficas bajo plenas salvaguardias de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), en violación al derecho internacional y resoluciones pertinentes de dicha agencia”. La declaración señala que “las salvaguardias y la seguridad nuclear deben ser siempre respetadas, inclusive en conflictos armados, para proteger a las personas y al medioambiente”.
Con respecto al tema de Palestina, a la Declaración de Río de Janeiro le faltó contundencia con relación al genocidio cometido contra la población palestina por Israel con la complicidad de Estados Unidos. Solo expresaron su “profunda preocupación” con la situación del territorio palestino ocupado, y también por la reanudación de ataques continuos contra Gaza y la obstrucción de ayuda humanitaria en ese territorio. Sin embargo, sí condenaron todas las violaciones a los derechos internacionales humanitarios, al uso del hambre como arma de guerra y a la militarización de la ayuda humanitaria. Expresaron también la legitimidad e importancia de unificar Cisjordania y la Franja de Gaza bajo la autoridad palestina y reafirmaron el derecho del pueblo palestino a su autodeterminación, incluido el derecho a un Estado independiente de Palestina.
Toda vez que las posiciones de los miembros de los BRICS con respecto a la guerra entre Rusia y la OTAN en territorio ucraniano no son coincidentes, la declaración simplemente recuerda las posiciones nacionales expresadas en foros como el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Los costos del protagonismo de Lula
Los discursos de Lula en su calidad de anfitrión de la cumbre de los BRICS fueron tajantes. Con el multilateralismo bajo ataque, señaló: “Nuestra autonomía se ve nuevamente amenazada. Avances logrados con esfuerzo, como los regímenes climáticos y comerciales, están bajo asecho. Tras la peor crisis sanitaria en décadas, el sistema de salud mundial es blanco de ataques sin precedentes. Requisitos absurdos de propiedad intelectual siguen restringiendo el acceso a los medicamentos. El derecho internacional se ha convertido en letra muerta, junto con la resolución pacífica de disputas. Nos enfrentamos a un número sin precedentes de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial. La reciente decisión de la OTAN impulsa la carrera armamentística. Es más fácil asignar el 5% del PIB al gasto militar que el 0,7% prometido a la ayuda oficial al desarrollo. Esto pone de manifiesto que los recursos para implementar la Agenda 2030 existen, pero no están disponibles debido a la falta de prioridad política. Siempre es más fácil invertir en la guerra que en la paz”.
Señaló también que las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU reproducen un escenario cuyo desenlace todos conocemos: pérdida de credibilidad y parálisis. Últimamente, ni siquiera se le consulta antes de iniciar una acción militar. “Se reciclan viejas maniobras retóricas para justificar intervenciones ilegales. Añadió que la instrumentalización de la labor del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) pone en peligro la reputación de un organismo fundamental para la paz. El miedo a una catástrofe nuclear ha vuelto a la vida cotidiana”.
Asimismo, Lula dijo que había un “plan Marshall inverso”, en el que las economías emergentes y en desarrollo financian al mundo más desarrollado. Además, manifestó que la justicia tributaria y el combate a la evasión fiscal son fundamentales para consolidar estrategias de crecimiento inclusivas y sustentables, propias del siglo XXI. Entre otros, dijo que el bloque de los BRICS está trabajando por sistemas de pago transfronterizos más rápidos, baratos y seguros que incentivarán los flujos de comercio y servicios.
Pero el costo de describir en voz alta la realidad no es gratuito y Trump le ha impuesto el castigo que, por el momento lo favorece políticamente. Lula le ha dicho que si no hay negociaciones se aplicará la ley de reciprocidad aprobada en el Congreso por unanimidad en abril, la que empezará a ser reglamentada el lunes. También le ha dicho a Trump que fue elegido para ser Presidente de Estados Unidos y no para ser sheriff del mundo, además de que en Brasil mandan los brasileños.
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