Yo, Lino

Dos mentiras puestas en contexto y la insoportable levedad de un cínico

 

La entrevista a Lino Barañao del periodista Diego Sehinkman en el diario La Nación del 24 de marzo, se podría titular La balsa: el ex ministro de ciencia no dedica una sola palabra a otra cosa que no sea salvarse a sí mismo del naufragio. La síntesis del chapoteo puede parafrasearse en una oración: el sector de ciencia y tecnología es una catástrofe, pero si Yo, Lino, no me hubiera aferrado a mi cargo, todo sería peor.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial esta matriz de argumentación se conoce como colaboracionismo. Se ha estudiado en profundidad y la motivación última es la captura de beneficios personales a cambio de obedecer órdenes que infligen distintos niveles de daño social, dependiendo del cargo del colaboracionista. Como en este caso hablamos de un ministro, la consecuencia del colaboracionismo es daño masivo sectorial.

Me interesa aquí analizar dos mentiras y ponerlas en contexto.


Primera mentira

¿De cuánto es el presupuesto para ciencia sobre el PIB hoy?— pregunta el periodista.

—Estamos quizás en un 0,6— responde el ministro.

No se inquiete lector/a, no nos vamos a concentrar en la mentira sobre el bendito porcentaje del PIB, que es la excusa. Hay algo más interesante, incluso revelador. Para chequear el número que el ex ministro arroja al boleo —dice, quizás— podemos pensar que alcanza con ingresar al Sistema Integrado de Indicadores del ex Ministerio de Ciencia y Tecnología y acceder a los Anuarios estadísticos. Sorpresa: la colección está completa entre 2001 y 2015. Para el período 2016-2018 no existen datos. Es decir, Barañao cumplió con la publicación de los datos estadísticos hasta 2015, pero dejó de publicarlos a partir de 2016. ¿Por qué? En los corredores del ex Ministerio retumba la respuesta: imposible disfrazar el desastre con numerología, mejor ocultarlo.

Como epílogo, digamos que en la planilla el porcentaje del PIB que figura invertido en ciencia y tecnología es 0,63% para 2015. Fuimos a ver qué dice la agencia iberoamericana de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología y encontramos que estima 0,61% para 2015 y 0,53% para 2016. Conociendo la caída libre del área en los presupuestos nacionales 2017, 2018, 2019, es fácil inferir que actualmente la inversión está bastante por debajo de ese 0,53%.

Por supuesto, invitamos a Jorge Aguado, el verdadero jefe, a refutarnos.


Segunda mentira

En un escenario hipotético, ¿volvería a ser ministro de Cristina?

—Mirá, yo creo que no porque hay algo que nunca conté. Durante todo 2015 resistí un intento de La Cámpora de disolver el Ministerio. Había un proyecto que fue presentado por Wado de Pedro para crear una secretaría que asumía todas las funciones del Ministerio. ¿Por qué? Porque La Cámpora no tenía entrada a mi Ministerio.

Y agrega un poco más adelante: "El radicalismo denunció la existencia de este proyecto, había intención de desmantelar el Ministerio de Ciencia y Tecnología aun en la gestión de Cristina” (itálicas nuestras).

Dejando de lado que, en año un electoral como era 2015 el entonces ministro haya tomado como válido un argumento de la oposición, Yo, Lino se refiere al proyecto de ley de creación del Instituto Nacional de Investigación para el Desarrollo, presentado al Congreso a comienzos de 2015. Muchos apoyamos el proyecto porque comprendimos que el sector se encontraba en expansión y a través del Instituto podrían ampliarse las capacidades para enfrentar una agenda de problemas propios de país en desarrollo.

Interpretar que la creación de un Instituto Nacional podría impactar de forma negativa en el Ministerio es idéntico a pensar que la mera existencia del INTI o el INTA, para tomar dos institutos nacionales históricos, perjudicaban a sus respectivos Ministerios –Industria y Agricultura–, o al propio Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, se desempeñaba por esos días como subsecretario de Barañao y, en un tweet, explica: Traté de explicarle en 2015 que el proyecto del Instituto no era contra el Ministerio y no hubo forma. Muy triste todo.

 

 

En todo caso, queda para otra ocasión discutir la percepción que tenían en ese momento referentes del sector, sobre la existencia de un problema con el ministro, no con el Ministerio. Por esa razón, el candidato a ministro de ciencia de Daniel Scioli no iba a ser Barañao. Se había llegado a una evaluación compartida: la expansión y diversificación del sector le quedaba grande a Barañao, que había iniciado un proceso de encapsulamiento del Ministerio, como reflejo de autopreservación, lo que derivó en el hecho paradójico de que Barañao se haya transformado en la pesada herencia de Yo, Lino. Es decir, nunca nadie pensó que el Ministerio sobraba. Esta creación del gobierno de CFK es la marca de un proyecto de país y la decisión política del kirchnerismo siempre se orientó a su fortalecimiento.

Por estas razones, los únicos responsables de que el Ministerio de Ciencia y Tecnología haya dejado de existir son Macri y Barañao.


La profundidad de la ciénaga

Una selección breve  de las contorsiones discursivas del personaje puede ayudar a sondear a cuánto cotiza su coherencia:

  • En octubre de 2016, cuando ya era claro que el macrismo había iniciado el desmantelamiento de las actividades de Innovación mas Desarrollo (I+D), Barañao explicó en la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados que el problema era “de rebalse, porque los investigadores no se van”. Y agregó: “Como hemos creado condiciones adecuadas, ya tienen 30 años, familia, y dicen: ‘¿Ahora me tengo que ir?’. ‘Si tengo todo acá’. ‘Tengo laboratorio, sigo trabajando’. Eso es tremendamente nocivo”.
    No hacen falta comentarios.
  • En diciembre de 2016, explicó: "No hay ningún país que con un 30 por ciento de pobreza esté aumentando el número de investigadores, como lo está haciendo la Argentina”. El anacronismo de la frase es menor al lado de la estupidez que se recorta bajo el spot de una modesta pregunta: ¿cuál fue el nivel de pobreza heredado por el kirchnerismo? Seguro que estaba por encima del 55%, no importa cómo se mida. Si en 2003 se hubiera aplicado este postulado del Barañao post-garrocha nunca se habría llegado a tener un Ministerio de ciencia y tecnología.
  • Portavoz de la lluvia de inversiones, días más tarde prometió desde el exterior: "lo que tenemos ahora, en contraste con el gobierno anterior, es más interés de grupos inversores para invertir en tecnología en Argentina” (The Worldfolio, 12/12/2016). ¿Qué quiere decir que grupos inversores tienen interés en invertir en tecnología local? ¿Que se proponen abrir laboratorios de Innovación más Desarrollo en el país? ¿Que se proponen financiar proyectos locales? Nunca lo sabremos, nunca más mencionó el asunto.
  • En 2017, ya rodeado de un nivel de escombros muy visible, sostuvo: “Hay miles de doctores que lo único que quieren es el empleo fijo del Conicet”.

Retrospectivamente, es claro que la ambición personal explica la mutación de Barañao . A cambio de perpetuar choferes, aviones y otros asuntos que ya conoceremos, aceptó girar 180° y ser agente y pantalla de la destrucción del sector. Lo que compró el macrismo fue el capital simbólico que Barañao acumuló como ministro de ciencia del kirchnerismo. Parte de la comunidad científica, lamentablemente, compró ese buzón.

Hoy la realidad del sector de Ciencia y Tecnología es muy grave. Institutos y universidades sin fondos para pagar servicios o insumos básicos para la actividad cotidiana; migración de jóvenes investigadorxs; subsidios paralizados; proyectos estratégicos en desmantelamiento y la Embajada entrando como la humedad a todos los rincones.

Barañao deberá rendir cuentas.

 

 

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