EL GORDO Y EL GATO

La música que escuché mientras escribía

 

La semana pasada en la radio pusimos a Troilo y Piazzolla, solitos con sus bandoneones, en uno de los grandes tangos de Juan Carlos Cobián, El motivo. El tema tiene un  siglo y la versión medio. Los investigadores María Susana Azzi y Simon Collier contaron cómo llegó a la sala de grabación, cosa rara porque el bandoneón nunca fue considerado un instrumento solista y hay pocas versiones en las que aparezca sin el apoyo, al menos, del piano y el contrabajo. El Gordo y El Gato, como se decían entre ellos, lo hicieron en una pizza después de un show de homenaje a Gardel en Mar del Plata, cuando se cumplían 35 años de su muerte. Un directivo de una grabadora que los escuchó les propuso repetirlo en el estudio. Se vendió como single, en 1971, y del otro lado estaba Volver, de Gardel y Lepera. Volvé a escucharlos porque son dos joyas.

 

 

 

 

 

Hace tiempo, pasamos en la radio otra versión de El Motivo, cantado por Fiorentino con la orquesta de Alberto Mancione. en 1951. Ya habían pasado los mejores años de Fiore, pero no la emoción que podía transmitir.

 

 

 

 

Cobián es el autor de otros de los tangos más bellos y más famosos que se hayan compuesto (lo cual no siempre va junto), como La casita de mis viejos, Nostalgias, Niebla del Riachuelo y Mi refugio. Aquí podés escuchar una rara versión de Mi refugio, que Troilo grabó solo con su fueye en la arena de la playa de Mar del Plata.

 

 

 

 

En 1928, Cobián y su orquesta grabaron varios temas con Fiorentino en el estribillo, en una época en que la letra era un aporte marginal. Escuchalo, solo como curiosidad. Diez años después se encontró con Pichuco, que hizo de él uno de los más grandes cantores del tango. Para muchos el mejor [siempre excluyendo a Gardel, se entiende, que es una categoría en sí mismo].

 

 

 

 

Después de Troilo, Fiore formó su propia orquesta, dirigida por Pantaleón, con la que también dejó discos memorables.

 

 

 

 

Me fui por las ramas. Lo que intentaba era seguir con los solos de bandoneón, pero en el camino se me cruzaron estas cosas tan hermosas y que fueron muy importantes en mi vida. No encontré más dúos de Pichuco y Pantaleón, pero sí varios solos de cada uno de ellos, que también amaban a Cobián.

 

 

 

 

Y para terminar, las Tristezas de un Doble A, en una versión en un teatro de Montreal, en 1984. AA quiere decir bandoneón,  por las iniciales del creador de los mejores instrumentos, Alfred Arnold. El solo de bandoneón cubre los primeros cuatro minutos, que son alucinantes. Después Piazzolla sigue con su último quinteto: Pablo Ziegler al piano, Héctor Console en el bajo, Fernando Suárez Paz en el violín y el fiel Oscar López Ruiz en la guitarra.

 

 

El último quinteto.

 

 

 

 

 

No se puede creer lo que hacen.

Qué afortunados somos, de tener a estos monstruos en nuestro ADN cultural, si se me permite decirlo con esta pobre expresión.

 

 

 

 

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