Caricatura mata injusticia

Tercera audiencia del juicio Pibes Villeros

 

La audiencia se retrasa como en los días anteriores. Tras el anuncio de restringir el acceso al público e impedir el acceso de la prensa, se percibe cierta resignación entre periodistas y asistentes. El de ayer fue quizá el último día de juicio público y todos saben que estará dedicado a la lectura de un requerimiento absurdo, con hechos espeluznantes, pero en formato soporífero con citas a fojas y artículos. Pero la resignación se explica por la constatación de que la maquinaria sigue su curso.

 


Una vez adentro, tras los cacheos, la mayor expectativa está puesta en la llegada de los imputados. La puerta se abre al lado de la tarima en la que se ubican jueces y secretarios, frente al público. Como en un teatro.

 

 

Y por supuesto la llegada de Milagro es la que más inquietud genera, pues es de quien se puede aguardar lo inesperado.

 

 

Esta vez llega con un papel A4 con un retrato apenas caricaturesco de la presidenta del tribunal, María Alejandra Tolaba. El papel dice: "Jueza Tolaba: reprobada".

 

 

Milagro le agregó a mano el mismo guarismo que le espetó en la primera audiencia: el 3,75 con el que fue calificada en los exámenes para acceder al puesto de jueza penal, cargo al que de todos modos accedió vía administrativa como subrogante, decisión del Tribunal Superior de Justicia encabezado por Titina Falcone.

 

 

Blande el papel a los cuatro vientos con la determinación de lo que esa imagen sintetiza: la representación de lo que la justicia trata de ignorar. Lo que las 200 páginas del requerimiento procuran eludir: que este juicio es la imposición del virrey provincial, y que nadie quiere estar ahí, empezando por la jueza Tolaba.

 

 

Tolaba además de su retrato con el 3,75, tiene que escuchar intermitentemente un megáfono ubicado a 50 metros de la sala, con una canción.

 

 

Tras dos años y medio de descalabro, el carácter absurdo del juicio fortalece moralmente a imputados y defensas. También desnuda el aislamiento y la deriva de Morales & Co. Una audiencia bastó para encender las alarmas y promover un juicio secreto. La Santa Inquisición supo tener bases más sólidas y duraderas.

 

 

La letanía del requerimiento fue redactada a fines de 2016, cuando los desprevenidos soñaban, aun triunfalistas, con una pax moraliana. Ahora parece un hit pasado de moda. Uno que sonó demasiado para poder ser un clásico.

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