Crisis del capitalismo y lawfare

Las advertencias de China y Rusia en el Foro de Davos

 

El Foro Económico Mundial, conformado por organizaciones y personalidades que representan al 1% más rico de la población del planeta, realizó por estos días su conferencia anual para discutir los problemas que aquejan al mundo. Según la narrativa del Foro, el capitalismo global está en crisis. Sus deficiencias estructurales y la pandemia apuran los tiempos de una protesta social que estalla en diversas partes del mundo bajo la forma de un populismo destructivo. Para salir de esta crisis hay que “resetear” al capitalismo, redefiniendo al mundo como una corporación global regida por el principio de maximizar ganancias aplicando masivamente las tecnologías de una cuarta Revolución Industrial que ya está en marcha. Estas tecnologías (inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, nanotecnología, computación quántica, etc.) intersectan a los espacios físico, biológico y digital, y convierten a los individuos, a sus acciones y a sus pensamientos en “ecosistemas” que son fuente de ilimitada “creación de valor”. Al mismo tiempo, estas tecnologías hacen posible una nueva forma de gobernabilidad [1].

Los Presidentes de China y de Rusia aprovecharon la conferencia del Foro para advertir sobre las peligrosas similitudes entre el momento actual y las circunstancias que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. Según esta perspectiva, la búsqueda de hegemonía mundial en un contexto asolado por la pandemia, las desigualdades económicas y sociales y la fragilidad de la economía y las finanzas globales puede derivar en el desborde militar de conflictos geopolíticos, arriesgando así la superviviencia de la humanidad.

El Presidente Vladímir Putin advirtió sobre el impacto de las tecnologías de la cuarta Revolución Industrial en el mercado de trabajo y las instituciones al crear una creciente polarización social y al otorgar a “los gigantes tecnológicos modernos, especialmente las corporaciones digitales (…) un rol cada vez más preponderante en la vida de las sociedades (…) compitiendo de facto con los Estados”. “La sociedad se está preguntando si este monopolio responde a los intereses públicos (…) y dónde está el límite entre el éxito de estas corporaciones tecnológicas y los intentos de manejar a la sociedad de acuerdo a sus propios intereses, reemplazando de un modo autoritario a las instituciones democráticas legítimas y usurpando o restringiendo el derecho natural de la población a decidir por sí misma cómo vivir, qué elegir y qué ideas y posiciones expresar libremente. Hemos visto recientemente todos estos fenómenos en los Estados Unidos y todos ustedes entienden de lo que estoy hablando”, destacó.

Putin aprovecho la ocasión para poner el dedo en la llaga de una crisis que encuentra su máxima expresión en el centro del capitalismo mundial. Las elecciones norteamericanas han expuesto con crudeza las operaciones y enfrentamientos entre facciones del Estado en las Sombras dentro del propio territorio norteamericano, mientras aumenta brutalmente la concentración del poder en manos de un pequeño grupo de monopolios tecnológicos que pujan por controlar al planeta.

 

Juicio político a Trump

Los demócratas norteamericanos iniciaron esta semana en el Congreso el segundo juicio político a un Donald Trump que ya ha dejado el gobierno y es ahora un simple ciudadano. No existen precedentes de un caso semejante ni regulaciones claras, por lo que es difícil que logren sumar los votos necesarios para condenar al ex Presidente, cuyos dichos pueden además ser amparados por el derecho a la libre expresión. Se lo acusa de “incitar a la insurrección (…) haciendo falsas denuncias de un fraude electoral que le habría costado la elección del 2020 (…) incitando a sus seguidores a desafiar el recuento de votos en el Consejo Electoral, amenazando la integridad del sistema democrático y la transición pacífica del gobierno” (zerohedge.com.25 1 2021).

El 6 de noviembre, ante una multitud reunida para apoyarlo, Trump definió los casos donde según él hubo fraude electoral y sostuvo que los medios y las redes sociales eran “el peor problema que tiene el país” porque “suprimen el pensamiento y la palabra y se han transformado en el enemigo del pueblo”. También instó al Vicepresidente a devolver a los Estados la posibilidad de contar los votos legítimos e invitó a sus partidarios a manifestarse pacíficamente ante el Congreso para “impedir el robo” (aljazeera.com 11 1 2021).

Mientras hablaba, una turba se desplazó hacia el Congreso causando destrozos de distinta índole e interrumpiendo el conteo de votos. Los videos tomados durante la lamentable invasión muestran a un conjunto de personajes estrafalarios, muchos disfrazados, tomándose selfies con miembros de la policía del Capitolio, algunos de los cuales también aparecen abriendo puertas para que entre la turba. El impacto de los videos fue inmediato.

 

 

Mientras Joe Biden alertaba al país sobre una “insurrección” y la necesidad de adoptar legislación especial contra el Terrorismo Doméstico, dirigentes demócratas equiparaban los hechos con el atentado a las Torres Gemelas en 2001 y pedían echar del Congreso a los legisladores republicanos que habían denunciado el fraude electoral. En paralelo, y sin ser afectados por el tumulto en el Congreso, los activos se apreciaban raudamente en el mercado financiero, llevando a un conocido financista a comentar con sorna que podía ser un día terrible para la democracia pero decididamente no lo era para el capitalismo (bbc.com, forbes.com y thestreet.com 7 1 2021).

En los días subsiguientes los medios, las redes sociales y los organismos de inteligencia anoticiaron al país sobre la posibilidad de un golpe armado trumpista para impedir la inauguración de Biden. Uno de cada cuatro detenidos durante los incidentes del Congreso habría sido miembro de las Fuerzas Armadas, y las autoridades militares, temiendo infiltraciones, suspendieron a la guardia nacional que debía proteger la inauguración de la gestión Biden e iniciaron una investigación sobre los antecedentes de los efectivos. En paralelo los medios exigían más control por parte de las redes sociales sobre la discusión política y sobre los partidarios de Trump. En los días subsiguientes y actuando coordinadamente, las corporaciones tecnológicas bloquearon miles de cuentas y cerraron plataformas digitales con miles de usuarios trumpistas (entre otros: Glenn Greenwald, zerohedge.com 8, 18 y 23 1 2021 y 8 2 2021; Matt Taibbi, zerohedge.com 18 y 22 1 2021).

Paradójicamente, algunos hechos significativos desaparecieron del radar de las noticias: entre ellos la presencia destacada en los disturbios en el Congreso de un conocido activista de BLM (Black Lives Matters), el movimiento que lideró las manifestaciones anti raciales que estallaron luego del asesinato de George Floyd. Tampoco se dio importancia a la participación activa en los disturbios de conocidos informantes del FBI. Uno de ellos habría sido recientemente miembro de esta institución (theintercept.com 14 1 2021; zerohedge.com 9 2 2021).

 

 

Elecciones cuestionadas y lawfare

Los tumultos asestaron un golpe de gracia a las demandas de Trump. Durante la campaña electoral el magnate había señalado que los demócratas preparaban un fraude, advirtiendo al mismo tiempo que llegado el caso haría valer el apoyo de una Corte Suprema reforzada por su reciente designación de una jueza republicana.

Ningún juez hizo lugar a los recursos presentados por el equipo legal de Trump luego de las elecciones. Al decir del senador Rand Paul, “ninguna autoridad judicial analizó la evidencia presentada, que fue rechazada en la enorme mayoría de los casos aludiendo a argumentos de índole procesal” (zerohedge.com 24 1 2021). Según Paul, los indicios de fraude habrían sido múltiples y variados: desde secretarios que cambiaron las leyes vulnerando la Constitución estatal hasta la alteración de las boletas enviadas por correo y la manipulación del conteo y procesamiento de datos, hechos por equipos que fueron rechazados en diciembre del 2019 por prominentes legisladores demócratas por considerar que eran pasibles de ser manipulados (msn.com 13 11 2020; zerohedge.com 1, 14 y 24 12 2020, 4 1 2021).

A poco del cierre de las elecciones Trump clamaba que “existió un esfuerzo coordinado para decidir quién era el ganador aunque aun no había terminado el recuento de votos en los estados principales”. En un informe reciente los protagonistas de ese “esfuerzo coordinado” aseveraron que Trump tenía razón y que hubo una “campaña en las sombras” para instalar inmediatamente ante la opinión publica el triunfo de Biden. Un grupo de dirigentes demócratas y republicanos sumados a poderosos empresarios articularon –en paralelo a las demostraciones anti raciales desatadas por el crimen de Floyd en mayo del 2020– una auto titulada “conspiración” que, cruzando líneas ideológicas y nutriéndose también en las organizaciones vecinales y de base, intentaron evitar “una elección tan calamitosa que sus resultados no fuesen claros”. Se organizo así un esfuerzo que “suena como un sueño paranoico: una bien financiada organización de personajes poderosos ubicados en distintos sectores económicos e ideológicos y trabajando todos juntos para influir en la percepción, cambiar las reglas y la legislación, y orientar la cobertura de los medios y el control del flujo de información”. El informe concluye que con estas acciones los protagonistas “no estaban haciendo un fraude electoral sino fortificando a las elecciones (…) el público tiene que comprender la fragilidad del sistema con el objetivo de asegurar que la democracia perdurara en América” (The Secret History of the Shadow Campaign That Saved the 2020 Election, times.com 4 2 2021).

Por esas coincidencias de la vida, esta “campaña en las sombras” se articuló en paralelo al desarrollo de ejercicios de simulación (war games) impulsados por el TIP (Transition Integrity Program) a mediados del año pasado. También parece nutrirse con la información recogida durante estos ejercicios por el TIP, una organización liderada por dirigentes provenientes por un lado de la Open Society Foundation de George Soros –institución vinculada a las “revoluciones de colores” en distintos países– y, por el otro lado, con un grupo de dirigentes de corporaciones tecnológicas activamente involucrados en una campaña para establecer “estructuras de gobernanza compartidas” entre empresarios y líderes norteamericanos y chinos, y orientadas hacia la utilización de la inteligencia artificial.

 

 

Inflación y lawfare en vísperas electorales

Esta semana se conoció que la inflación creció 4% en el mes de enero, catapultada por el crecimiento de los alimentos (4,8%) y de otros rubros, entre ellos comunicaciones. Proyectados anualmente, estos índices dan un crecimiento de la inflación general y de alimentos (38,5% y 42,3% respectivamente) muy superiores a la inflación anual del 29% proyectada en el presupuesto del 2021. Este último es la piedra angular que el Ministro de Economía utiliza para calcular la evolución de las variables que “tranquilizaran a la macroeconomía”.

Con casi la mitad de la población viviendo en la pobreza y en la indigencia, la inflación será el principal instrumento político de desestabilización del gobierno en las elecciones de medio término. El gobierno ha dicho que los salarios le ganarán a la inflación en el 2021 y esta promesa ha sido reafirmada esta semana en reuniones con los sindicatos. El Ministro de Economía tendrá pues que utilizar toda su capacidad persuasiva para bajar la inflación del tope al que ya ha llegado y lograr que los grandes empresarios no incurran en próximas subas especulativas.

Esta semana muchos de ellos, provenientes de distintos sectores de la economía, se reunieron con el gobierno a fin de iniciar la dinámica de conversaciones que culminarán con un Acuerdo de Precios y Salarios. De estas reuniones quedó en claro que nadie se hace responsable por una presión inflacionaria que continúa sin control a pesar de que la economía sigue muy apagada, no hay presión sindical y –por diversas razones circunstanciales– el tipo de cambio está relativamente contenido. Ahora los empresarios se entusiasman públicamente con el objetivo de “acordar expectativas para una macroeconomía tranquila”. Veremos si este entusiasmo se transforma en acciones concretas que trasciendan el eterno reclamo por los impuestos que deben pagar. Tal vez el ministro pueda convencer a un conocido formador de precios de que acate el decreto que impone límites a las tarifas que cobra por sus servicios. Recientemente ha violado las disposiciones del decreto, desafiando al gobierno abiertamente.

Algo muy importante ocurrió sin embargo esta semana: varias organizaciones sociales han decidido colaborar activamente con el gobierno para controlar el cumplimiento de los precios máximos, los precios cuidados y los acuerdos de precios especiales para ciertos cortes de carne. Sería importante que otros movimientos sociales, ONGs y organizaciones barriales se sumen al esfuerzo, contribuyendo a conformar una fuerza colectiva que, de existir, logrará cambios significativos en la relación de fuerzas entre los formadores de precios, el gobierno y el resto de la sociedad.

Entramos en un periodo electoral y la mafia enquistada en la prensa y el sistema judicial se afana por provocar caos. Mientras el periodismo de guerra incita al “campo” a una nueva rebelión ante la posibilidad de retenciones a las exportaciones, Comodoro Py absorbe finalmente las causas sobre el espionaje ilegal del macrismo y la Corte Suprema reafirma la prisión ilegal de Milagro Salas. El lawfare y la mafia que opera en las instituciones del país están, como la inflación, estrechamente relacionadas con los monopolios y seguirán reproduciéndose al infinito hasta tanto la ciudadanía no ejerza su fuerza colectiva para ponerle fin. Empecemos pues por exigir la reforma judicial prometida y la libertad de todos los presos políticos.

[1] K. Schwab. Shaping the Future of the Fourth Industrial Revolution, Penguin, 2018; The Fourth Industrial Revolution, Penguin, 2017.

 

 

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