El negocio de la inestabilidad

Los que juegan a ganar o ganar, porque saben que permanecerán

 

El mercado es esa entelequia que sirve para esconder al poder real detrás del anonimato de una pantalla. Cuando aparece en escena, se habla –en el fondo– de un puñado de personas que saben manipular el sistema financiero local y, por ende, condicionar las políticas públicas. Su especialidad es jugar a la inestabilidad permanente.

Un operador de Wall Street que visita asiduamente la Argentina suele decir que el mercado local es una suerte de club de amigos, algo así como un Rotary donde escuchan sólo lo que quieren oír. Por eso en los últimos meses compraron los informes más pesimistas, mientras que en el período Cambiemos se les hacía agua la boca si leían aquellos que les hablasen del recorte del gasto público.

Tan club de amigos sería el mercado local que sus integrantes son capaces de comprar pescado podrido si coincide con sus afinidades. Confiaron en Mauricio Macri, embelesados por los cantos de sirena liberales, aunque sabían que todo podía salir mal. Bajo esta lógica, también podría describirse la actitud de muchos empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA) que, hundidos por las políticas de Cambiemos, serían capaces de seguir “suicidándose” con el voto, según la lectura que hace este analista privilegiado.

La descripción de este comportamiento podría ser anecdótica, pero tanto el operador de Wall Street, como un actual funcionario del área económica y un consultor privado coinciden en remarcar que cuanto peores sean los titulares en los diarios, mejor para ellos. Porque, aunque parezca que pierden plata, nunca lo hacen.

“Los BlackRock, Templeton, PIMCO entraron con el macrismo, sabiendo que la cosa podía salir mal. Pero el 8 por ciento de interés que les ofrecieron… en ese riesgo, ahí estaba el negocio. Después se hacen los ofendidos y piden reformas estructurales para que mejore el valor de los bonos, pero se quejan para aparentar”, sostiene un consultor.

“Ni los narcotraficantes se endeudan al 8 por ciento”, afirma otra persona del mundo de las finanzas, avezado en el área de las consultorías.

Hoy, el precio de los bonos que ingresaron en la reestructuración que llevó adelante el ministro de Economía, Martín Guzmán, ronda los 37 dólares, cuando llegaron a valer 56 dólares. ¿Esto quiere decir que sus carteras valen menos? Puede ser. “Pero con que hayan cobrado dos veces al 8 por ciento, ya hicieron el negocio”, sintetiza otro de los consultados por El Cohete a la Luna.

 

Apuestas

En Corrientes se sabía que la reelección de Gustavo Valdés estaba asegurada. No se esperaba ninguna sorpresa en términos de resultado electoral. No así el atentado contra el legislador provincial Miguel Arias. Tras la confirmación del escrutinio provincial, al día siguiente, las acciones de las empresas cotizantes en la Bolsa de Buenos Aires se dispararon. En todo agosto, subieron más del 25 por ciento promedio.

El mercado se envalentonó con una extrapolación ficticia de aquella elección provincial como preludio de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de este domingo. “Celebraron la victoria de la oposición”, sostiene el inversor de Wall Street.

¿Existe un acompañamiento ideológico entre la victoria de la Unión Cívica Radical en Corrientes y lo que piensa el establishment local? Según la interpretación de este “lobo”, no se trataría de ideología (aunque se le parece), sino la aparición en escena de un discurso que podría calzar mejor con sus expectativas de ganancias. Si gana la oposición al Frente de Todos –interpreta la fuente– cobraría más fuerza el discurso de la ortodoxia económica. Parece todo muy lineal, aunque no lo es.

 

 

La victoria de Valdés en Corrientes entusiasmó a la ortodoxia económica.

 

 

En 2016, Hillary Clinton era mucho más pro establishment que Bernie Sanders y mejor vista que Donald Trump. En ocasión de la cumbre de primavera del FMI de aquel año, el JP Morgan organizó una reunión para 500 inversores, donde estaban los fondos más grandes. La jefa de Global Research del banco, Joyce Chang, preguntó –como era costumbre– quién ganaría las elecciones en los Estados Unidos y cuál era la mejor economía emergente del momento. A la primera pregunta, los inversionistas respondieron en un 95 por ciento que la ganadora sería Clinton. Y en la segunda, un 80 por ciento sostuvo que la Argentina era la mejor economía emergente. En dos años de gestión, Macri chocó la calesita. Para algunos, ese fue (y es) el verdadero negocio.

Las acciones de las principales empresas que cotizan en bolsa valen un tercio en comparación con su cotización de 2017. Durante agosto subieron porque el mercado apostó en contra del gobierno con la expectativa de que cuando les toque vender, hagan una gran diferencia.

El negocio es generar un clima de incertidumbre. No les importan los niveles de pobreza, ni los planes sociales, ni siquiera un plan económico de largo plazo que genere crecimiento y una distribución más o menos equitativa. Como tampoco les importaron los muertos tras el estallido social de diciembre de 2001.

¿Y quiénes están detrás de generar esas expectativas fatalistas? Respuesta: muchos ex funcionarios que fueron parte de la debacle macrista.

Hacia fines de la década de 1990, Santiago Bausili era vicepresidente del JP Morgan de Nueva York, Pablo Quirno era su gerente y el genio de las finanzas, Luis “Toto” Caputo, era jefe de Trading. Luego de 15 años, se reencontraron en la Secretaría de Finanzas de Cambiemos: Caputo fue secretario y luego ministro y Bausili su segundo, mientras que Quirno fue su jefe de Gabinete. Llegaron para pagarle a los fondos buitres en efectivo, operación que es investigada en el juzgado de Sebastián Casanello porque la hicieron con algunos bancos en los que habían trabajado hasta minutos antes de asumir (véase “Se fugaron un PBI”).

“¿Saben dónde están ahora estos ex funcionarios?”, preguntó de manera retórica el diputado Rodolfo Tailhade durante la última reunión de la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa.

“Bausili y Caputo crearon Anker Latinoamérica S.A. El tercer socio de la consultora es Flavio Caputo, concuñado de José María Torello. Quirno anda canchereando en Twitter, mientras su hijo creó Ventus Capital Partners junto a Horacio Reyser, otro de la mafia argentina que le llevó a Macri el negocio del memorándum con Qatar. Todos haciendo negocios con la información que se llevaron del Estado”, agregó el legislador.

Esa gran puerta giratoria, que la Oficina Anticorrupción pretende controlar a partir de la creación del “Sistema de Monitoreo de Actividades Privadas Anteriores y Posteriores al Ejercicio de la Función Pública”, es el sistema de corrupción empresarial que fue clave para la cooptación del Estado que hizo Cambiemos. Y estos podrían ser los mismos actores detrás del clima de inestabilidad económica del cual pretenden beneficiarse.

 

 

Realidad, ¿mata especulación?

“En las últimas 72 horas, el gobierno recibió mejor información de la que venía teniendo. Eso modificó el clima”, analizó un funcionario del área económica. Era miércoles pre PASO y las acciones bursátiles empezaban a recortar su crecimiento.

El círculo de la inestabilidad apunta a los bonos, acciones y también a los ahorristas que salen asustados a comprar dólares.

“El blue es sólo para la tapa de los diarios”. Es casi una frase hecha, pero que sirve para meter ruido. Los volúmenes operados son insignificantes y a veces los cueveros sostienen que, a pesar de la inexistencia de operaciones, aun así el valor sube.

Hay un negocio detrás de esa inestabilidad, que es sustentado por los mismos consultores y economistas de la city que pululan por los medios de comunicación porteños y les venden sus reportes a los grandes inversores. Sería el pescado podrido del que gustan comprar, por más que sepan cuán putrefacto es. Nuevamente, un lobo de Wall Street, un funcionario del área económica y un consultor local coinciden en el diagnóstico.

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) reforzó sus reservas en los últimos meses porque era cantado que, llegado el primer turno electoral, iba a tener que contener la corrida cambiaria. El viernes pasado, la autoridad monetaria concluyó con la venta de 845 millones de dólares de reservas en las últimas doce jornadas, que llegarían a los 973 millones si se agregan las intervenciones para controlar los “dólares financieros”, según publicó el economista Amilcar Collante. “Es insostenible seguir así hasta la elección general”, afirma el también columnista televisivo.

Es el juego del huevo o la gallina o la profecía autocumplida. El BCRA se robusteció para hacer frente a la corrida cambiaria que es impulsada por los mismos que ahora dicen que es insostenible que el BCRA se haga cargo de controlar la fuga.

 

 

El BCRA reforzó sus reservas anticipándose a la cantada corrida cambiaria preelectoral.

 

 

Después de las PASO será el turno de discutir el Presupuesto 2022. Seguramente, esos mismos analistas y personajes del mercado machacarán con la necesidad del déficit cero, el recorte de subsidios –Guzmán hablará de un esquema macroprudencial–, mientras el gobierno tratará de concluir el acuerdo con el FMI.

Si bien en su reciente auditoría, el comité de expertos independientes del Fondo recomendó que los planes del organismo deben atender el crecimiento de los países y sus dificultades sociales, en un reporte previo habló de la necesidad de reformas estructurales en la Argentina. Para el establishment, este es el canto de sirena que quieren oír.

“Se necesita un plan macroeconómico estructural creíble y sólido, que pueda ser apoyado por la comunidad internacional para mejorar la posición externa de la Argentina en el mediano plazo. Las políticas deben equilibrar cuidadosamente la necesidad de apoyar la recuperación y fortalecer la estabilidad interna y externa. Una consolidación fiscal favorable al crecimiento, combinada con políticas monetarias prudentes, es esencial para mantener un fuerte superávit comercial, reconstruir las reservas internacionales, recuperar el acceso a los mercados y garantizar la sostenibilidad de la deuda”, puede leerse en el reporte del organismo.

Para lograr todo esto, indica el FMI, “se requerirán reformas estructurales para impulsar la capacidad exportadora de la Argentina y fomentar la inversión extranjera directa; y será necesaria una reducción gradual de los controles a los movimientos de capital y la baja de impuestos a la exportación”.

El Fondo ya no parece pedir déficit cero –al menos, de manera directa en sus reportes–, pero la clave pasará por ver la fortaleza del gobierno para no sucumbir a las reformas estructurales que el poder real local solicita. Sólo basta detenerse en el debate por la eliminación de la indemnización.

Con la autopercepción de hablar en nombre del poder real, el lobo del Wall Street que dialogó con El Cohete cierra la conversación con una frase tajante. “Esto no es un negocio de suma cero”, lanza y advierte: “El mercado nunca se termina”.

Algunas respuestas comenzarán a darse en las próximas horas.

 

 

 

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