Aislados

Ni BRICS ni CELAC, la Argentina frente al mundo

 

Durante muchos años, la prédica de la derecha argentina fue que los gobiernos peronistas “aislaban del mundo” a la Argentina. Esa mirada interesada, estrecha o miope concebía “al mundo” como sinónimo de un rico pero breve fragmento ubicado a ambos márgenes del Atlántico Norte, hoy en etapa histórica de declive tras algunos siglos de preeminencia. El mundo cambió. ¿Qué importancia tendría relacionarse con China, el sudeste asiático, India, Rusia, los demás países latinoamericanos, africanos, árabes, musulmanes o cualquier otro? Se oculta el pequeño detalle de que son los más poblados del planeta, los de mercados más relevantes y complementarios para la Argentina y hacia donde se ha corrido hace décadas la balanza del poder económico global, con epicentro en los alrededores asiáticos del océano Pacífico, con la excepción del casino financiero que sigue operado desde Nueva York y Londres. 

Si, por ejemplo, ahora mismo se ingresa en la página digital del diario La Nación y uno apoya el cursor en la sección “El Mundo”, esta remite únicamente a Estados Unidos; hay que hurgar un poco más para leer noticias de otros lados. Ese mundo que ya fue, blanco, masculino, rubio, bienpensante, deja afuera al Sur Global que, con creciente potencia, con sus diversidades y aun cortocircuitos, está recalculando las relaciones internacionales del siglo XXI.

Cuando, en diciembre de 2023, Termileitor asumió la presidencia argentina, lo primero que hizo fue rechazar la membresía de nuestro país a los BRICS, que se había alcanzado hacia el final del mandato de Alberto Fernández. Y ahora, la actual gestión también boicotea a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, que esta semana concretó un nuevo y contundente foro de intercambio con China, como se viene haciendo desde hace una década.

La Cancillería no solo no envió al ministro Werthein a Beijing —mandó a dos cuatro de copas (un secretario y un coordinador del gabinete)—, sino que tampoco firmó la declaración final ni se sumó a la foto de rigor, no fuera cosa que en Washington encontraran a Wally.

El Foro CELAC+China era para cancilleres, pero se le dio tal importancia que, en algo inusual para el protocolo mandarín, lo inauguró el propio Presidente Xi Jinping. Y de América Latina viajaron especialmente jefes de Estado de tres importantes países: Lula da Silva de Brasil, Gabriel Boric de Chile y Gustavo Petro de Colombia, a la vez titular pro tempore del bloque. Asimismo, estuvieron más de 50 ministros de 28 países, seis organizaciones regionales, entre ellas la del Nuevo Banco de Desarrollo, el banco de los BRICS, que preside la ex mandataria brasileña Dilma Rousseff, cuya oficina está en Shanghái.

El rango presidencial que alcanzó el encuentro coincidió con —o en tal caso ocurrió por— este momento geopolítico de transición en el cual, mientras Estados Unidos busca aislar a China de América Latina con su recargada y explícita doctrina Monroe, el país asiático ni se mosquea y sigue tejiendo alianzas, desde México hasta Tierra del Fuego y desde las costas de San Pablo hasta el megapuerto peruano de Chancay.

La estrategia de la administración estadounidense, ahora conducida por Donald Trump, es mantener clavada una aguja que va desde San Salvador a Buenos Aires pasando por Quito, una línea recta si se mira el mapa, con los gobiernos títeres del salvadoreño Nayib Bukele en Centroamérica, el ecuatoriano Daniel Noboa en la zona andina (recientemente reelecto con un escandaloso fraude, según la oposición correísta, en comicios que eran clave para ese país, para la región y para Estados Unidos) y el del argentino Termileitor en el extremo sur, el caso más importante por su peso geopolítico y por los lazos gestados anteriormente con China, que buscan desandarse.

Frente a ello, algunos gobiernos soberanistas de la región procuran recrear la CELAC, que, al igual que otras instituciones que buscan la integración, no pasa por un momento edificante. Ya la anterior gestión a Petro, que le correspondió a la Presidenta de Honduras Xiomara Castro, comenzó a intentar revivir ese espacio. Pero también en Tegucigalpa, en abril de este año, la pobre delegación argentina que asistió, en ese caso junto a la de Paraguay, quiso arruinar el documento final argumentando falta de consenso, haciendo un seguidismo de décima categoría a la Casa Blanca.

La CELAC nació en México y realizó su primera reunión formal en Venezuela en 2011. Su agenda es puramente declarativa, no tiene instrumentos de acción. Y con China tiene un foro anual donde se intercambian ideas para mejorar los contactos económicos, políticos y culturales. Por la fragmentación y fragilidad latinoamericana, que le resta fuerza para ofrecer una agenda propia consensuada, los foros CELAC+China se perfilan más bien por los objetivos de largo plazo de este país, que sí tiene estrategias y una planificación muy precisas.

Pese a ello, ahora en Beijing, mientras la Argentina repitió la bochornosa escena, Lula, Petro, Boric y los cancilleres del resto de los países se llevaron a sus países, quien más, quien menos, algunos acuerdos con China que incluyen posibles inversiones en el sector de la electromovilidad o el bioetanol (sobre todo Brasil; Lula se trajo un paquete de posibles inversiones por 4.000 millones de dólares, en sectores donde la Argentina podría tallar si otra fuera la política exterior), o frutas y carnes en el caso de Chile (que solo en cerezas le vende a China por más de 2.000 millones de dólares al año) o proyectos en el marco de infraestructura por iniciativa china de la Franja y la Ruta, como alcanzaron Petro y Xi.

El gigante asiático y segunda economía mundial, en vía de ascenso, sigue dando gestos a la región, incluida la Argentina, pese a sus desplantes. A nuestro país le mantiene el swap sin cobrarle intereses y hasta acaba de incluirlo, el jueves, en el listado de países cuyos ciudadanos no tendrán que presentar visa de ingreso a su territorio desde este 1 de junio.

La opción elegida por el actual gobierno argentino, con terminales en Washington, Wall Street y Miami según el funcionario o negocio del que se trate, es atender el reclamo del secretario del Tesoro, Scott Bessent, para que la Argentina, apenas pueda, se salga del swap con China o el del nuevo jefe del Comando Sur, el almirante Alvin Holsey, de tener en Tierra del Fuego una base militar (como las que prometió reabrir Noboa en Ecuador) de cara a las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña y la OTAN, o a la Antártida. El desmantelamiento del sistema productivo fueguino anunciado esta semana, vía reducción de aranceles a productos electrónicos, puede leerse también en esa clave.

La Declaración de Beijing incluyó un Plan de Acción Conjunta 2025-2027 para más de 100 proyectos trienales de cooperación y China anunció 20 iniciativas de apoyo para el desarrollo de América Latina.

A su vez, en el marco de lo que China llama Diálogo de Civilizaciones, se anunciaron 3.500 becas gubernamentales para capacitación técnica, 500 becas para profesores de idioma mandarín y 300 plazas para especialistas en reducción de pobreza y 1.000 cupos en el programa “Puente Chino” para visitas culturales.

La próxima reunión de los BRICS ampliados, en Río de Janeiro, los días 6 y 7 de julio, también tendrá una agenda propositiva, de paz y no de guerra, de multipolaridad y no hegemonismo, de cooperación y no de imposiciones. La Argentina volverá a perdérselo.

 

 

 

--------------------------------

Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí

Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí