Álbum de familia republicana

El acto opositor agroganadero del 9 de Julio en imágenes que lo dicen todo

 

El Cohete a la Luna brinda parte del registro fotográfico realizado por los propios manifestantes del acto de productores autoconvocados, simpatizantes de Juntos por el Cambio enmascarados en Campo + Ciudad y representantes de las patronales agroganaderas que se reunieron en San Nicolás el pasado 9 de julio. El álbum exhibe las contradicciones y confusiones de la proclama opositora de los “Ciudadanos por la República” –tal como los denominaba la bandera argentina cruzada de punta a punta en el escenario– que en 2008 formaron parte de los piquetes de la abundancia contra las retenciones móviles y que en 2021 manifiestan que el derecho a la propiedad no está garantizado. Sin embargo, una fotografía aérea muestra una suerte de gran concesionaria a cielo abierto, repleta de camionetas de alta gama, lo que indica que su propiedad privada está más que intacta.

 

 

 

 

 

Roland Barthes nos enseñó en su libro La cámara lúcida que “la fotografía pertenece a aquella clase de objetos laminares de los que no podemos separar dos láminas sin destruirlos: el cristal y el paisaje y, por qué no: el Bien y el Mal, el deseo y su objeto: dualidades que podemos concebir pero no percibir” (Barthes, 1989: 31). Una fotografía puede despertar diferentes emociones que dependerán del ojo que las mira. En ese texto, el semiólogo francés desarrolló dos conceptos interesantes: punctum y studium. El punctum está dado por la emotividad, aquello que provoca una respuesta en el observador. No se busca, es una punzada fuerte que se da de manera azarosa. Es del orden del amor o del odio, pero no del “me gusta” o “no me gusta”. En definitiva, el punctum es lo que se ve, pero que el fotógrafo no vio en el momento de capturar la imagen.

En la siguiente fotografía puede verse un odio naturalizado que el fotógrafo no percibió cuando la tomó. Al estar consustanciado con el sector opositor que esgrime esas consignas, reivindica el mensaje de que la Vicepresidenta “debe estar presa ya”. Al mismo tiempo que pidieron que se respete la Constitución, pretenden que los derechos constitucionales solamente rijan para algunos. Para otros, nada mejor que se presuma que son culpables.

 

 

 

 

Con respecto al studium, Barthes indica que es la atracción que el espectador siente por la imagen: “me gusta”, “no me gusta”. Está relacionado con el saber propio y la cultura del individuo, y remite a la información que el observador posee sobre un determinado campo del conocimiento. Las siguientes fotografías sugieren que el observador decidió capturar ese odio explícito con su ojo mecánico y natural que mira el orden que cree que debe reinar. Una mujer con un barbijo que dice “qué gobierno de mierda” golpetea un redoblante con cartel colgante que exige: “Cristina presa ya”. En otra toma fotográfica, la misma persona sostiene la Constitución de la Nación argentina. Todo es posible en la confusión y la mezcla.

 

 

 

No faltaron las consignas contra la corrupción, que solamente mencionan para inculpar al gobierno (siempre que sea peronista, se sabe). Una fotografía muestra a una mujer con una pancarta que acusa: “Robaron las vakunas. Robaron las vidas de nuestros abuelos y padres”, jugando con la letra k para denostar a todo lo que sea kirchnerismo. Y para quedar en varios casilleros adelante de la líder del disparate Elisa Carrió, no podía faltar la pancarta de: “Argentina libre. Fuera el Terrorismo Castro Chavista Kirchnerista”.

 

 

El desprecio a la política era evidente. Una mujer sostiene un cartel en el que se lee: “No a los superpoderes! Jamás!!!”. En la misma fotografía, otra mujer, con una pancarta que dice: “Basta. Respeten la Constitución”, lleva colgado sobre su cuerpo un cartel que expresa “Cristina presa ya”. El respeto a la Constitución y los llamados al diálogo se lleva a patadas con la exigencia sin fundamentos de que la Vicepresidenta debe estar presa. En el álbum de la familia republicana todas las contradicciones son posibles. Otra fotografía muestra a dos personas sosteniendo un cartel que cruza por debajo del escenario de punta a punta y reza: “Ojo, políticos. Si vinieron a San Nicolás, vinieron a escuchar”. Patricia les hizo caso, y montada a caballo, solamente desfiló.

 

 

 

 

En el escenario, unos niños con guardapolvos eran parte de la escena que reclamaba que las escuelas estén abiertas. Allí también montaron valijas para aludir que la salida es irse del país si el gobierno está en manos del peronismo. Las pancartas que aparecían debajo del escenario reforzaban esos sentidos. Una mujer de Río Tercero portaba una que expresaba: “No quiero que mis hijos se vayan del país por un puñado de corruptos que nos gobiernan”. Otra invocaba una frase de Domingo Faustino Sarmiento: “Todos los problemas son problemas de educación”. Otro manifestante sostenía una que decía: “Basta de aulas vacías”.

 

 

 

 

Para el sector agrícola ganadero opositor al peronismo, invocar a Sarmiento es una especie de reivindicación, porque –desde su ignorancia–, ellos creen que Sarmiento ha sido uno de los suyos. Se les puede parecer bastante aquel Sarmiento que planteaba “civilización o barbarie”, que conforma el pensamiento más representativo de la clase dominante. Sarmiento les brindó una herramienta ideológica poderosa para hegemonizar al resto del país, especialmente a la clase media. Su concepción permitió legitimar ese orden semicolonial. Si nosotros somos bárbaros y la civilización está en Europa, para civilizarse, hay que europeizarse. Y para hacerlo, hay que desnacionalizarse. Existió el Sarmiento que justificó el exterminio del indio y del gaucho y que realizó una brutal discriminación racial. Pero también existió un Sarmiento –que ignora el sector que hace pancarta una de sus frases– que fue hostigado por el mitrismo oligárquico.

Es el Sarmiento que enfrentó como Presidente (1868 y 1874) a la oligarquía argentina. Como escribió Norberto Galasso, “la atacó con dureza por pretender frenar el progreso y perpetuar el status de país pastor”. Lo que Sarmiento llamó “las políticas de las vacas”. Sus expresiones estaban fundadas, luego de su decisión política en materia agropecuaria de promover la multiplicación de pequeños productores. Impulsó proyectos de leyes agrarias que fueron derrotadas por la resistencia del sector. Galasso recuerda que Sarmiento, en una oportunidad, había dicho: “¿Cuál es el secreto de la riqueza de Nicolás Anchorena? Acumular tierras gracias a las influencias políticas. ¿Por qué Juan Bautista Peña ocupa tan altos puestos pese a sus pocas luces? Porque las vacas dirigen la política argentina”. En otra oportunidad habló de “una aristocracia con olor a bosta”. Años después, en el periódico El Censor, lanzó una crítica hacia los hacendados. “No quieren saber nada de derechos, ni impuestos a la hacienda. Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, los Unzué, los Pereyra, los Luro, los Duggan, los Cano, los Leloir y a todos los millonarios que pasan su vida mirando como paren las vacas”. No hubo pancartas en el acto con estas frases de Sarmiento. El problema del país no ha sido el peronismo sino la oligarquía, como lo señaló en su momento el Financial Times y que El Cohete publicó el 27 de diciembre de 2020.

 

 

 

 

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