Asesinado frente a sus hijos

Cinco policías de Neuquén imputados por el homicidio calificado de Robinson Gatica Quintriqueo

 

La policía de Neuquén tuvo la oportunidad de evitar el procedimiento en el interior de una vivienda familiar en Villa La Angostura durante el cual dio muerte a un hombre de 32 años, con dos de sus hijxs presentes en el lugar. La esposa y la madre de la víctima fatal brindaron precisiones sobre la actuación de la policía local, incluidos los cincos efectivos imputados por el homicidio de Robinson Gatica Quintriqueo, ocurrido el 20 de julio. Ambas aseguraron que los policías usaron armas contra el hombre en presencia de una niña de 12 años, mientras su hijito de 5 estaba en el piso superior, poniendo en riesgo su vida con el rebote de los disparos.

El titular de la única comisaría de la localidad parece haber armado personalmente la escena del crimen que le entregó al fiscal del caso esa mañana, de acuerdo a la reconstrucción provisoria de los hechos que pudimos hacer con testimonios propios y fuentes con acceso al legajo. El Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial local no determinó la causa de la muerte, lo que no satisfizo ni a la fiscalía ni a la querella, por lo que ya se pidieron informes complementarios.

Los efectivos Erwin Alejandro Mora, Alejandro Bravo, Luis Darío González, Víctor Hugo Muñoz y David Ezequiel Cuevas están imputados por los cargos de homicidio calificado. Todos cumplen detención domiciliaria; Muñoz en San Martín de los Andes, Cuevas en Neuquén y los restantes en Villa La Angostura. Cristian Pettorosso representa a Muñoz, en tanto que Rubén Alejandro Casas a los otro cuatro policías. Paola Chumuy, esposa de la víctima, y Lidia Quintriqueo, su madre, se constituyeron como querellantes a través de Luis Virgilio Sánchez, vicepresidente de la Asociación Gremial de Abogadxs de la República Argentina, y de la abogada Lorena Miani.

 

 

Los policías imputados en audiencia penal.

 

 

 

 

Muerte accidental de un anarquista

La autopsia preliminar de este caso conecta directamente con la obra del dramaturgo italiano Darío Fo, basada en el caso real de un militante anarquista que supuestamente se suicidó tirándose por la ventana de una comisaría.

Al día siguiente del homicidio, Gabriel Omar Jerez, médico forense, firmó el informe preliminar enviado a Adrián De Lillo, titular de la Unidad Fiscal con asiento en Villa La Angostura. El informe no identificó la causal de la muerte, aunque planteó que fue violenta. Constató lesiones por armas de fuego y de posta de goma en varios lugares del cuerpo, pero ninguna podría haber sido causal de muerte, según se afirmó allí. Sí confirmó que Robinson recibió, por lo menos, dos descargas del escopetero: una a las piernas, por la espalda desde arriba, y otra a la altura de la ingle izquierda, lo que revela algo de las condiciones del sometimiento físico del joven. No tuvo falla cardíaca. En cambio, los dos pulmones presentaban líquidos, por lo cual Jerez indicó la posibilidad de muerte por asfixia.

Si bien el informe planteó un cuadro compatible con muerte violenta, la asoció a derivaciones del supuesto consumo de cocaína de la víctima, citando las declaraciones de su esposa y madre y elementos externos al cuerpo sin vida, objeto de la pericia científica. Basándose en ese informe, la defensa de Muñoz pidió su excarcelación, la que fue rechazada por el juez de Garantías, Eulogio Nazareno. Por su parte, De Lillo solicitó la intervención de tres especialistas del Cuerpo Médico Forense para hacer un análisis complementario al dictamen de Jerez.

La querella planteó su disconformidad por sus imprecisiones y conjeturas. En audiencia, Sánchez planteó la necesidad de determinar si la lesión y hundimiento en la base del cráneo tienen relación con la maniobra que le produjo la asfixia, entre otras numerosas dudas.

 

 

Robinson tenía 32 años.

 

 

 

 

Escena armada

Mientras amortiguan el golpe inicial del crimen, los familiares y testigos que estuvieron durante la mañana del procedimiento policial reconstruyen paulatinamente esas pocas horas fatales. De acuerdo a esas fuentes, un escenario provisorio posible de los hechos es el siguiente:

  • Un hermano de Robinson llamó a la Comisaria 28, pidiendo ayuda por su hermano, que se encontraba exaltado en otra vivienda lindera;
  • Acudieron seis efectivos en dos móviles que estaban de guardia. Aunque supuestamente se trataba de un caso de violencia de género, solamente iba una mujer agente y no se avisó a las autoridades competentes ante la segura presencia de niñxs;
  • Con la policía fuera de la vivienda familiar, después de forcejear un rato, Paola le quitó a su pareja un pequeño cuchillo con el que podía autolesionarse o accidentalmente hacerlo a otrxs, ya que jamás los amenazó;
  • Al salir, Paola le dijo a los policías que permanecían con las armas empuñadas: “Ya está. Déjenlo que rompa todo”, después de que ella misma ya había resuelto el problema que originó la llamada de ayuda;
  • Uno del grupo voló la traba de la puerta de un disparo. Los cinco varones ingresaron a la vivienda donde estaban Robinson y dxs de sus hijxs, la mayor a la vista de los efectivos. Al menos, 47 puntos fueron alcanzados por la munición antitumulto. Sin embargo, la pericia de Gendarmería sólo pudo constatar siete vainas servidas, de las cuales una era de plomo. Fuentes de la familia aseguran que la propia policía sacó las vainas usadas hasta del colchón de la cama que estaba en la planta baja.
  • El grupo primero llamó al comisario Néstor Catalán y la mujer policía fue a buscarlo a su domicilio. En tanto, llamó al destacamento de Bomberos, el que a su vez avisó al hospital local, refiriéndose a una supuesta víctima de arma blanca;
  • Minutos después de las 7 del miércoles 20 de julio, llegó al lugar la ambulancia con un médico, un enfermero, un camillero y el chofer, todos convencidos de que buscaban un herido de arma blanca. Robinson estaba sin vida. Intentaron reanimarlo. La familia documentó en video ese momento. Lo vieron totalmente golpeado, con moretones por todo el cuerpo. La policía insistió en llevar el cuerpo al hospital cuando todavía no habían avisado al fiscal de turno. La policía también insistió con que trasladaran el cuerpo en ambulancia, cuando debió hacérselo en el móvil policial.
  • La familia dejó la vivienda y se trasladó al hospital. El comisario Catalán se quedó en el lugar, llamó a De Lillo y desalojó a los moradores que quedaron en la casa de Lidia. No queda claro si la mujer policía permaneció allí todo el tiempo ni si usó o no el arma reglamentaria que portaba, al menos en esta reconstrucción provisoria. En tanto, De Lillo llegó al lugar, la policía limpió manchas de sangre, levantó las vainas servidas, eligió y ubicó las pocas que encontró Gendarmería, entre otras maniobras que surgen del relato de los testigos.

 

 

Lidia Quintriqueo, madre de la víctima. Foto: Manke Producciones.

 

 

 

 

Fuga hacia adelante

El informe forense y la defensa unificada de cuatro policías anticiparon una línea de aparente irregularidad –y tal vez hasta de algún delito–, que puede haber permitido o facilitado la destrucción o enmascaramiento de pruebas. El forense Jerez informó que el cuerpo sin vida fue trasladado sin los resguardos establecidos por protocolo. El defensor Casas recogió ese guante y pidió el registro de las cámaras de seguridad del hospital. Al parecer, se pretende comprometer al equipo de salud por las condiciones del traslado.

Nada de ello modifica la autoría material de los cinco imputados. La familia alcanzó a ver a Robinson agonizante, boca abajo con las manos esposadas por la espalda.

 

 

 

 

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