CON LA IDEA FIJA

Fondos especulativos y grandes compañías apuestan por la devaluación

 

Los funcionarios del gabinete económico repiten que quienes pretenden dolarizarse a través del contado con liquidación (CCL) son los fondos especulativos que ingresaron en 2018, cuando Luis Caputo rearmó la bicicleta financiera con los llamados Bote para frenar la corrida cambiaria de entonces. Esos fondos (Templeton, Pimco, Fidelity, entre otros), que pujan por llevarse más de 7.000 millones de dólares, son monitoreados como mínimo desde abril. Pero hasta septiembre pudieron operar como quisieron.

Podría pensarse en la escena de la película Corazón valiente, cuando William Wallace le pide a los suyos aguantar y aguantar hasta que grita ¡ahora! para defenderse del ataque de la caballería enemiga. Ese mismo grito para intentar frenar la salida de dólares vía el CCL de los Fondos No Residentes llegó recién el 15 de septiembre. La caballería ya había pasado. La brecha con el tipo de cambio oficial superaba el 100 por ciento.

Transcurrido un mes desde el primer paquete de medidas lanzado por el Banco Central, el diagnóstico del gobierno es el mismo: que esos fondos internacionales siguen presionando al dólar a través de los inversores locales y los Agentes de Liquidación y Compensación nucleados en Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA).

“Creyeron en el mercado, que con tener perfiles market friendly en la Comisión Nacional de Valores o el Banco Central la cosa iba a funcionar. Pero el mercado es el mercado. No hay motivos para que esté ocurriendo esta situación. Se cerró el programa financiero, se alejaron los vencimientos, hay 11.000 millones de dólares de superávit comercial y así y todo se te fueron 3.000 millones de las reservas. Algo no salió bien”, dijo un ex funcionario del gabinete de CFK.

¿Quién controla entonces lo que hacen los Agentes de Liquidación y Compensación (ALyC) nucleados en BYMA?

Es octubre de 2017. El mercado celebraba la victoria electoral de medio término de Cambiemos, sin advertir –por acción u omisión–que a los pocos meses se clausuraría el acceso al mercado voluntario de crédito y que nuevamente la Argentina recurriría al FMI para pedirle un salvavidas de plomo de 44.000 millones de dólares, al mismo tiempo que Caputo armaba los Botes.

"Lo interesante es no asociar solamente al mercado con la especulación sino con el lugar donde se canalizan los ahorros que luego se derivan a desarrollos productivos. Es la unión del sector público con el privado. Lo que el mercado celebra (con la victoria de Cambiemos en las elecciones de medio término) es la intención de pensar a largo plazo”.

Quien realizaba este análisis alentador sobre el mercado financiero en pleno auge cambiemita era Mónica Erpen, por entonces directora del Instituto Argentino de Mercado de Capitales, entidad que se convertiría en sociedad anónima para integrarse a BYMA, las sociedades de bolsa que hoy canalizan la fuga de divisas. La reflexión podría quedar en el anecdotario de los tantos furcios proclamados por los hombres y mujeres del mercado si no fuera porque Erpen ocupa hoy la vicepresidencia de la CNV. A su vez, Ramiro Tosi, subsecretario de Financiamiento, también tiene su carnet de pertenencia en BYMA. Algunxs lobxs controlando el gallinero.

“¿En serio creímos que la solución era ser market friendly? Si no organizamos a los reguladores y no los coordinamos, estos tipos que son pesados se te cagan de risa”, agregó el ex funcionario consultado por este periodista.

–Si el diagnóstico es que los fondos especulativos se siguen dolarizando vía los agentes de bolsa locales, ¿van a regular más por ese lado? –consultó El Cohete dentro del equipo económico el jueves pasado.

–Es una opción. Es una situación compleja. Hay que ir paso a paso.

El viernes, durante su disertación en el Coloquio de IDEA, Martín Guzmán adelantó que habrá “un cambio de dirección en cuanto a la política de controles de capital para el CCL”, pero en el sentido de ampliar la oferta dentro de ese segmento.

“Control tras control, el mercado CCL se ha ido achicando y se volvió más volátil. ¿Nos importa que haya un mercado de transacciones financieras de pesos contra dólares? La respuesta es que sí. Si es un mercado chiquito es muy volátil y afecta a las expectativas. Vamos a facilitar esas operatorias”, explicó el ministro de Economía.

 

 

Martín Guzmán. Foto: coloquio IDEA.

 

 

 

Expectativas devaluadas

El jueves el dólar contado con liquidación llegó a cotizar en 172 pesos y cerró la jornada en 168,6 pesos. El viernes, en 168,46. La brecha con el tipo de cambio oficial es del 117 por ciento.

“Con el control de capitales, a los fondos internacionales les prohibiste operar con CCL, también cortaste el acceso a los dólares para pagar deuda. Entonces los fondos locales dijeron ‘los próximos somos nosotros’. Hoy generaste un corralito en pesos para los fondos no residentes”, argumentó Marina Dal Poggetto de la consultora Eco Go. “Hay más pesos de los que se quieren tener, esa es la corrida real. Con esta brecha no hay mecanismos que funcionen”, agregó la economista.

Dentro de este escenario hay quienes sostienen que las empresas del establishment atesoran dólares (es decir que hay billetes verdes, pero no estarían en las arcas del BCRA) a la espera de una devaluación.

“Las existencias líquidas en dólares representan hoy el 20 por ciento de los activos de las empresas. Es decir, están esperando el colapso cambiario para terminar de cerrar el ciclo de la valorización financiera que consiguieron con el macrismo”, sintetizó a este periodista un ex funcionario del Mecon.

La brecha del tipo de cambio oficial con sus otras versiones continúa creciendo. El establishment habla abiertamente de sus expectativas de devaluación. Son los que promueven la desconfianza y horadan la imagen gubernamental, como demostraron durante el Coloquio de IDEA. Para este sector una devaluación sería la licuación de lo que llaman el costo laboral, parte del pliego de condiciones que siempre exhibe la UIA, entre otros.

De los 250 socios de IDEA que respondieron la encuesta anual realizada por D’Alessio Irol, el 80 por ciento respondió que cree que el dólar aumentará. Es decir que esperan una devaluación o apuestan a ella.

En el medio de este complejo escenario, la liquidación de divisas del agro sigue sin aparecer, al menos en la cuantía insinuada o prometida luego de los incentivos ofrecidos. El martes se liquidaron 130 millones de dólares pero el miércoles fueron apenas 30 millones –según lo que pudo visualizar el BCRA en sus pizarras–, aunque desde el sector aclararon que en realidad habían sido 69 millones de dólares. El jueves fueron 65 y el viernes 90. “Tres empanadas”, diría el célebre personaje de Esperando la carroza.

“El tema de mayores restricciones no tiene sentido. A esta altura, para generar ese shock de confianza que todos reclaman habría que generar la devaluación que ya es inevitable en el marco de un gran acuerdo con los formadores de precios, empresarios, el campo y la política. Y en el marco de ese gran acuerdo apostar a contener el impacto sobre los sectores más vulnerables. Parte de la contención de los precios se daría por la misma recesión. De esta manera podría garantizarse el ingreso de divisas del campo. Este valor de 170 pesos el tipo de cambio paralelo no es de equilibrio. Tranquilamente podría ubicarse en los 140 pesos y ahí mismo, como señal de confianza, se deberían ir desarmando las restricciones”, explicó Agustín D’Attellis, director de AD Consultores.

 

 

Gruñidos y emoticones

En 2008, en pleno conflicto político con el sector agropecuario, cada vez que Cristina Fernández de Kirchner hablaba por cadena nacional los medios de comunicación hegemónicos porteños partían la pantalla en cuatro para difundir los exabruptos e insultos hacia la mandataria. Incluso enviaban cámaras hacia el lugar donde estuvieran los popes de la Mesa de Enlace para replicar las respuestas de los ruralistas en vivo y directo.

En el Coloquio de IDEA sucedió algo similar. Mientras Alberto Fernández daba su discurso, les empresaries les mostraban sus dientes a través de una plataforma virtual. La pandemia logró que el pasilleo característico de este tipo de encuentros, donde predominaba la exacerbación de los off the record, quedara totalmente blanqueado.

No sucedió lo mismo con Horacio Rodríguez Larreta. Durante su disertación del viernes, lxs empresarixs estuvieron en mute. ¿Se dieron cuenta de que habían quedado muy expuestos? ¿O fue un aval tácito a quien podrían considerar su próximo candidato presidencial? Cuando terminó de hablar, quienes habían maltratado al Presidente aplaudieron al jefe de gobierno porteño.

 

 

Emoticones para Rodríguez Larreta. Foto: coloquio IDEA.

 

 

Resultó paradigmático lo de Miguel Blanco, director del Swiss Medical Group. “Sostener que la intervención de la burocracia estatal puede agregar competencia en un sector tan dinámico como las telecomunicaciones es ignorar los efectos negativos de 70 años de intervencionismo estatal en sectores como la energía", le espetaba al Presidente en vivo y en directo.

Con Rodríguez Larreta, fueron todos emoticones: “Muy buen mensaje de HRL. Necesitamos eso: un diagnóstico compartido, un diálogo serio, una planificación a largo plazo, consensos que superen los términos de un mandato”.

Blanco también es presidente del Foro de Convergencia Empresarial. En marzo, cuando todavía no se había implementado el primer aislamiento social, reclamó la intervención estatal pero para que le bajasen impuestos a su sector y se avanzase sobre un recorte del gasto público. “Lo que vemos es que la frazada corta siempre se soluciona con el aumento de impuestos al sector privado y no hay indicios de que el gasto publico improductivo se reduzca. El sector público no ajusta en ninguna de sus tres instancias (nacional, provincial y municipios)”, reclamaba este vocero del establishment.

Otro que saludó al jefe de gobierno porteño fue José Antonio Aranda, empresario arrocero y accionista del Grupo Clarín. El establishment juega sus fichas en distintos frentes y en simultáneo, siempre con una IDEA fija: la reducción del gasto público, la seguridad jurídica y la baja de impuestos, todo en nombre de la República.

Eduardo Pablo Braun es primo de Marcos Peña Braun e hijo de Pablo Braun, uno de los dueños de Austral que negoció con la última dictadura militar la venta de la empresa. Además de ser consultor en liderazgo es director en Aeropuertos Argentina 2000, el Grupo Supervielle y formó parte de la gestión de Rodríguez Larreta.

“Hemos deseado tanto ese bienestar para todos que nos hemos comido los ahorros, la inversión y a las empresas, que son las creadoras de prosperidad”, sostuvo Braun en una de sus intervenciones durante el Coloquio de IDEA. Vale aclarar que la búsqueda de “ese bienestar para todos” fue tildada de populismo. “La seguridad jurídica no es algo que sea de derecha o izquierda, es algo que afecta a todos. Bueno, en Argentina ‘todos’ no sé si es una parte solamente”, sostuvo, jocosa, la abogada Delia Ferreira Rubio.

Eduardo Pablo es el mismo Braun que festejó desde sus redes sociales a los anticuarentena, replicó los mensajes de Macri sobre las protestas y les dijo “impresentables” a los funcionarios del gobierno nacional. Discusión de IDEAS, le dicen.

 

 

 

En otro de los paneles, coordinado por el periodista de Clarín Fernando González, le preguntaron a Hernán Lacunza y Martín Redrado qué pensaban sobre el eterno regreso del “pacto de la Moncloa” (SIC de González), en alusión al encuentro entre empresarios, sindicatos, organizaciones sociales y el gobierno de hace dos semanas. La respuesta del último ministro de Economía de Macri fue interesante. Sostuvo que los distintos sectores deberían sentarse en esa mesa más predispuestos a ceder que a reclamar algo.

“Queremos generar más trabajo pero los sindicatos no quieren que se cambien las reglas de juego; queremos que haya más exportaciones pero un sector productivo no quiere competir con la Unión Europea; y queremos bajar los impuestos pero sin reducir el gasto público porque los políticos nos aferramos a determinados niveles de gasto”, respondió Lacunza.

Los verdaderos dueños de las empresas del establishment siguen sin aparecer por el Coloquio. Pero hablan a través de sus lobistas.

 

 

El Fondo es el Fondo

Tras la visita del staff del Fondo al país se realizó en Washington la reunión anual de otoño conjunta con el Banco Mundial. Durante una conferencia de prensa la preguntaron a Kristalina Georgieva por las “dificultades excepcionales” por las que atraviesa la Argentina. Su respuesta fue contundente:

“Argentina enfrenta desafíos dramáticos. El país está en una profunda recesión, las condiciones sociales están empeorando, los desbalances económicos aumentan, hay un divorcio entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio en las sombras. Entonces el país está en un punto donde a partir de la finalización de la misión la principal prioridad debe estar en lograr la credibilidad y construir una agenda económica comprensiva, que balancee el sostenimiento de la economía y apoye a las personas en estos momentos difíciles, asegurando la estabilidad macroeconómica. Y el principal objetivo para el país es sin duda tener esa guía de ruta para saber cuál será su dirección y cómo se llegará. Tenemos la determinación política de sacar al país de lo que han sido sus crisis cíclicas”.

“Creo que el Fondo está esperando que el ajuste venga por el lado de la devaluación. Hoy no van a pedir de manera abierta un ajuste nominal de salarios, jubilaciones o el presupuesto como en 2001. La clave para no caer en una devaluación es generar una masa crítica de 4.000 millones de dólares extras que ingresen en las reservas del BCRA de aquí a fin de año”, indicó uno de los funcionarios que participó del canje de deuda de 2010.

Para D'Attellis, la visión de un FMI friendly también podría ser un error de diagnóstico.

“El gobierno pretende que el FMI, tomándose de la complicidad que tuvo con el gobierno anterior, ceda algo de terreno. Pero conociendo al Fondo y los lineamientos que rigen su conducta, lo veo difícil. Es cierto que por el lado del gasto no van a pedir mucho ajuste. De todas maneras, el déficit del 4,5 por ciento pensado para la recuperación del próximo año es poco y ahí creo que el Fondo juega un rol. Y en cuanto a las reformas estructurales que reclaman, sí, esa será siempre su agenda”, concluyó el economista.

En noviembre regresará una nueva misión del organismo, ya con la lupa puesta sobre la hoja de ruta que deberá negociar con el gobierno. Todavía queda mucho octubre por delante.

 

 

 

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