El camino elegido

Más padecimiento para el pueblo y menos futuro

 

Ante el fracaso del gobierno y del FMI para reencauzar la economía argentina, a partir del abandono a fines de abril de bancos y fondos de inversión, el presidente Mauricio Macri aseguró en un breve discurso que se había acordado el iban adelanto de los fondos para que ingresara en el año 2019 todo el resto del crédito concedido, aproximadamente unos 29.000 millones de dólares, y, de esa manera, asegurar el pago a los acreedores. Pero el gobierno de Cambiemos no había terminado de discutir esa posibilidad con el FMI.

Para garantizar a los acreedores que se contaría con los saldos para abonar los títulos de deuda y sus intereses dijo que no iba a trepidar en llevar adelante todos los ajustes necesarios sobre la administración.

Ese discurso de menos de dos minutos refleja el pensamiento, la intención y el profundo desconocimiento de Mauricio Macri y sus segundos en el gobierno sobre cómo funciona la economía argentina y para qué sirve la Administración Nacional. Ignorancia que es funcional a los criterios que les impone el mismo FMI a los países deudores y que propician los grandes bancos y centros financieros de la economía mundial. Como ejemplo basta ver las declaraciones en el mismo día de Alberto Ramos, director de Goldman Sachs para América Latina, que sostuvo que la Argentina debe profundizar el ajuste fiscal de manera tal que en el año 2019 no solo tenga equilibrada sus cuentas, sino incluso un leve superávit fiscal.

En primer lugar, el acuerdo con el FMI no sólo significaba el ingreso de divisas al país, sino también y fundamentalmente el apoyo de los mercados. Al no suceder ese objetivo, la frágil estabilidad del mercado argentino ni siquiera se garantiza en el corto plazo con los fondos de la primera etapa del acuerdo con el FMI, a todas luces insuficientes para cancelar las obligaciones de este año 2018.

En segundo término, la promesa de profundizar el ajuste del gasto primario para enfrentar los compromisos financieros no se cumple cuando el dólar tiene medido en pesos cada vez mayor valor, porque lo que se “ahorra” al no realizar el gasto primario contemplado en la ley de presupuesto, se abona y con creces con los intereses de la deuda. Esto es, el pago de las jubilaciones y pensiones que en la Ley de Presupuesto para este año 2018 sumaban $ 1.210.786 millones, alcanzan, en agosto de 2018, para pagar jubilaciones mínimas de $ 8.096 por mes y aquellos que no pudieron hacer los aportes por 30 años, reciben el PUAM (Pensión Universal al Adulto Mayor) de $ 6.909 por mes. Convertidos al valor del dólar del día 31 de agosto son 213 y 181 dólares respectivamente. Macri solo en dos años y medio llevó la jubilación a los mismos paupérrimos valores que en la gestión de Menem, que tardó diez años en hacerlo. Es más, lo va a superar porque los ajustes por la ley de movilidad previsional van a ser menores que el valor del dólar. Y paralelamente los intereses de la cada vez mayor deuda hacen inútiles tales sacrificios, pues hay que pagar 15.760 millones de dólares el año que viene y como el Estado recauda en pesos, debe reducir la obra pública, limitar los subsidios, bajar las remuneraciones (y echar empleados públicos) y demás gastos para poder comprar con cada vez más pesos la misma cantidad de dólares.

El tercer elemento del ajuste y solamente por el incremento del valor del dólar, genera el incumplimiento del pacto fiscal con las provincias, por un lado, frenando las transferencias a las jurisdicciones sub nacionales (sobre todo a las que no son administradas por el acuerdo político de Cambiemos) y, por otra parte, paraliza la obra pública al eliminar desde agosto de 2018 el Fondo Solidario de la Soja. Por ese Fondo se transfería a provincias y municipios el 30% de la recaudación de los derechos de exportación al poroto, aceite y harinas de soja, que el mismo gobierno de Cambiemos estima un “ahorro” de 8.500 millones de pesos para lo que resta del año y de 25.000 millones de pesos para el año 2019.

En cuarto lugar, el ajuste presupuestario para poder cumplir con el pago de los intereses de la deuda lo lleva a reducir las asignaciones familiares (por medio del decreto 702/2018 del 27 de julio de 2018), desconociendo las situaciones desfavorables de la Patagonia y de otras regiones del país en las que como estímulo se duplicaba el importe. El precio del transporte y de los combustibles, incluidos la luz y el gas, es cada vez mayor, por la dolarización de las tarifas y porque destina un porcentaje cada vez menor por mantener la partida nominal de subsidios. Finalmente reduce en un 66 por ciento desde el 1° de septiembre de 2018, el monto total pagado en concepto de reintegros (devolución de impuestos a los exportadores) que serían por unos 5.000 millones de pesos en 2018 y 29.000 millones de pesos en 2019.

El quinto elemento que el gobierno no contempla es que el paso del gradualismo al shock en materia de ajuste fiscal no resuelve el problema central que es: ¿de dónde saldrán los dólares para financiar el déficit externo del sector privado? El FMI y el gobierno de Cambiemos suponen que una política de dólar flexible es suficiente para reequilibrar el balance externo del sector privado al disminuir el déficit de turismo y, vía contracción de la producción, reducir las importaciones. Pero la elevada incertidumbre e inflación que genera la permanente devaluación del peso, terminan acelerando la fuga de capitales con lo que el déficit externo del sector privado se agrava, además de caer la inversión interna bruta fija.

La incomprensión del problema y su magnitud por parte de un gobierno que no atina a esbozar un plan de emergencia y repite un ajuste fiscal inconducente y estéril hace que, por ejemplo, los fondos de inversión sigan desprendiéndose de los títulos de deuda argentinos, algunos de los cuales (los de largo plazo, en especial) ni siquiera tienen mercado, porque no hay compradores.

El reemplazo de las LEBACs (Letras del BCRA a distintos plazos, a partir de 35 días)  por las Leliq (Letras del BCRA a 7 días) y NOBAC (Notas del BCRA a un año), que compran los bancos porque le permiten constituir efectivo mínimo (encaje) como garantía de sus depósitos, aunque son encajes remunerados, es una propuesta de salida de la “bomba de tiempo” de las LEBACs cuyo monto llegó a superar a la Base Monetaria, generada por la ineptitud del gobierno de Cambiemos. La parte que corresponde a su cambio por LETES (Letras del Tesoro de la Nación) se puede constituir en dólares o en pesos al cambio mayorista del momento de suscripción, pero al vencimiento se paga siempre totalmente en dólares, con lo que vuelve a crear deuda externa en divisas contra deuda en moneda local.

El gobierno de Cambiemos no comprende que la devaluación golpeó de lleno sobre los balances de las empresas locales, que ante las fuertes tasas de interés internas habían optado por endeudarse en parte en dólares. Tras el abrupto salto del dólar este año, la mayoría de las compañías que cotizan en la Bolsa porteña están mostrando resultados negativos, por ende, fuerte disminución en la cotización de sus acciones. Peor les va a las empresas argentinas que cotizan en la Bolsa de Nueva York, que medidas en dólares han caído en su valor hasta en un 60% en los primeros ochos meses de 2018.

También se observa un importante aumento de los cargos por incobrabilidad, producto del salto del tipo de cambio y del incremento de las tasas en pesos que impulsó el Banco Central para frenar el derrape cambiario.

Todo ese desmanejo financiero y cambiario repercute negativamente en el empleo, su remuneración, el mercado interno y con ello la producción y el conjunto de la economía real. El gobierno va a un ajuste muy fuerte en el tipo de cambio que equilibre la cuenta corriente y baje la expectativa de devaluación porque no contempla ninguna medida alternativa.

Es más, el fugaz discurso de Macri demuestra clara y palpablemente su confusión: no puede “cerrar” las cuentas de este y se compromete a un mayor ajuste fiscal en el próximo, levemente atenuado porque suspendería la reducción de la alícuota del derecho de exportación de la soja y le permitiría a las provincias no reducir el Impuesto a los Ingresos Brutos y a los Sellos, como habían acordado en el Consenso Fiscal.

En síntesis, con una depreciación de nuestra moneda del 95,6% desde el último día hábil de diciembre de 2017 al 31 de agosto de 2018, el gobierno pretende reducir el gasto público en vez de recuperar ingresos con solo restablecer la estructura de los derechos de exportación (retenciones) del gobierno anterior.  No atina ni tan siquiera a fijar un impuesto por la compra de divisas que no sean por razones de importaciones de primera necesidad, y menos cobrar un impuesto sobre los activos declarados en el exterior por residentes argentinos en el “blanqueo” de 2016 por más de 94.000 millones de dólares, todos activos acrecentados en pesos por el brutal derrape del valor del peso argentino.

Mientras los ricos fugan capitales al exterior, principales demandantes y causantes de la suba sideral de la divisa norteamericana en nuestro país, perjudicando al presente y futuro argentino, el gobierno de Macri pretende paralizar la obra, la administración y los servicios públicos, y aun así sería insuficiente porque crece más la deuda en dólares y por la repercusión negativa que esa disminución del gasto implica sobre la economía nacional y el nivel de empleo, como afirma el mismo Informe del staff report del FMI a sus Directores del 12 de julio de 2018:  “El riesgo de la dinámica propuesta por el Poder Ejecutivo Nacional reside en caer en un círculo vicioso de más ajuste y menos actividad, que demande nuevos recortes del gasto por caída de ingresos. Es que, en última instancia, el cumplimiento de la meta fiscal depende del crecimiento: la economía entró en recesión y no sabemos cuándo saldrá”.

El camino elegido por el Gobierno de Cambiemos significa más padecimiento para el pueblo y menos futuro.

El ilustre patriota americano José Gervasio de Artigas sostenía: “No venderé el rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad”. También dijo: “El pueblo es soberano y él sabrá investigar las operaciones de sus representantes”.  Y finalmente: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”.  Macri jamás lo va a entender, pero lo importante es que lo entienda el pueblo argentino.

 

 

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