El choclo

Seguimos mezclando a París con Puente Alsina, cuando hay que ver la realidad y distinguirla de nuestros deseos

Enrique Santos Discépolo le pone letra al Choclo de Ángel Villoldo y en una de sus estrofas dice: “Carancanfunfa se hizo al mar con su bandera y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina”. Y nos sigue pasando lo mismo. Confundimos la situación actual con la que queremos o deseamos y la realidad es testaruda, es lo que es y solo se la puede cambiar si se la conoce (de verdad) y se ven los medios para cambiarla.

Nuestra burguesía nacional encabezada por José Ber Gelbard fue diezmada junto al pueblo argentino a mediados de la década de 1970, después de haber alcanzado su máximo punto de expresión y de poder con las puebladas provinciales y el gobierno de Cámpora y el mismo Gelbard de ministro y planificador.  Desde el “Rodrigazo” en adelante se implantó el modelo de valorización financiera del capital, que salvo la honorable gestión de Bernardo Grinspun, primer ministro de economía de Alfonsín, se logró revertir recién con el gobierno de los Kirchner.

Fue con los Kirchner que se volvió a crecer en base al mercado interno, a lo que le sumaron los estratégicos acuerdos del MERCOSUR, de la UNASUR y de la CELAC y se creció, se acrecentaron las exportaciones —sobre todo de manufacturas de origen industrial— y se redistribuyó el ingreso a favor de los trabajadores. Pero obviamente los principales capitales estaban y están en poder de la minoría beneficiada por la dictadura de Videla-Martínez de Hoz asociada al capital extranjero, fundamentalmente de los EE.UU.

Es Henry Kissinger el que le dice al almirante Cesar Guzzetti, canciller de facto del gobierno de 1976, en una reunión en el hotel Waldorf Astoria en Nueva York: “Nuestra actitud básica es que estamos interesados en que tengan éxito. Tengo una visión a la antigua de que los amigos deben ser apoyados. Lo que no se entiende en EE.UU. es que ustedes tienen una guerra civil. Leemos sobre los problemas de los derechos humanos, pero no el contexto. Cuánto más rápido tengan éxito, mejor"[1].

Esa burguesía rentística y parasitaria del Estado que tenemos es hija de esa matanza contra lo mejor del pueblo argentino. La hazaña de los Kirchner fue hacerla menos parásita, menos rentística y más productiva, tratando de demostrar que ganaban más y aseguraban esa ganancia con la producción, con la generación de valor agregado. Y dio resultado. Por ejemplo: según Adefa (Asociación de Fabricantes de Automotores) en el año 2013 se producían 791.007 unidades y en el año 2018 se produjeron 466.649 vehículos.  Según la Cámara de Productores de Heladeras, en el año 2013 se fabricaron en el país 1.050.000 unidades y en el 2018 solo 417.200.  Y la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland en el año 2013 dice que se despachaban 12.550 toneladas de cemento y en el año 2018 solo 9.870.

Y se trabajaba con casi pleno uso de la capacidad instalada y con altos niveles de empleo y de salarios. Es más, el proceso inflacionario se genera porque mayoritariamente la burguesía argentina, con mercados muy “cartelizados” donde pocas y a veces una sola gran empresa produce determinado bien (acero, aluminio, petroquímica, laboratorios, azúcar, yerba, leche y derivados, harina, aceite, etc.), ante una demanda interna sostenida prefirió aumentar los precios en lugar de aumentar la producción.

Fue peor. Nuestros principales empresarios, seducidos vaya a saber uno por qué o creyéndose capaces de reordenar la economía argentina aún más a su favor, conspiraron contra el gobierno nacional y popular. Si bien es cierto que primero lograron dividirlo y apoyaron a la auto denominada “ancha franja del medio”, viendo luego que la propaganda y el apoyo de la embajada de los EE.UU. al hijo de uno de ellos lo posicionaba mejor en el año 2015, decidieron apoyarlo abiertamente.

Y ese hijo lo único que hizo fue generar negocios para los amigos y para el capital financiero internacional, endeudándose en dólares y a corto plazo [2] para pagar jubilaciones y pensiones, sueldo de la policía y del Ejército, obra pública y contratos estatales de todo tipo, que son en pesos. El resultado no podía ser otro que el derrape cambiario del 25 de abril de 2018 por la compra en el mercado de cambio local de 1.225 millones de dólares a un precio promedio de $ 20,20, realizado básicamente por las mismas entidades que propiciaban la colocación de títulos de deuda argentinos en el exterior (JP Morgan, Morgan Stanley, HSBC, Deutsche Bank, Merill Lynch, entre otros).

Es ahí donde la burguesía que tenemos, encabezada por los Roca de Techint y los Pagani de Arcor, movió a los principales referentes de la UIA (Unión Industrial Argentina) a propiciar un plan de 14 puntos que firmado por el Frente Renovador de Sergio Massa se dio a conocer el 4 de julio de 2018. Ese plan impulsaba el crecimiento industrial y la protección del mercado interno pero los salarios medidos en dólares debían ser menores que los de Brasil, que no son las remuneraciones de Alemania ni las de EE.UU.

La respuesta inmediata fueron unas fotocopias de un cuaderno de un chofer, de nombre Oscar Centeno, que trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas que, como un calco del caso Odebrecht de Brasil, culpaba de pago de comisiones a los principales contratistas del Estado, incluido al primo Calcaterra.

Los empresarios locales terminaron de darse cuenta de que ya no tienen espacio en aquello a lo que el capital internacional cree que debe dedicarse la Argentina. Y si lo tienen, como puede ser Vaca Muerta o la producción de granos y su industrialización, también le interesa al extranjero, por lo cual quieren desplazarlos.

Lo que pasó fue vergonzoso. Nuestra burguesía dando explicaciones a la Justicia y en la mayoría de los casos reconociendo y amparándose en ser “arrepentidos”. Es más, aquel que preside Techint, Paolo Rocca, acabó echándole la culpa a dos funcionarios del grupo de toda la vida, como son Héctor Zabaleta y Luis Betnaza.

 

  

El fin del gobierno de Macri

El gobierno de Macri termina, como no podía ser de otra manera, sujetándose al FMI. Los resultados económicos, sociales y políticos demuestran que, desde el 1° de enero de 2016 al 31 de julio de 2019, se fugaron capitales por 73.170 millones de dólares [3]; los niveles de desinversión son alarmantes, perforando este año 2019 el piso del 13% del PIB (no alcanza a generar fondos para la amortización de las máquinas y equipos) y con el consumo que desciende, fruto de la desocupación y los bajos salarios [4]. El resultado de las PASO es el fiel reflejo de la situación, el 68% (sesenta y ocho por ciento) de los sufragantes votaron contra la política del gobierno de Cambiemos.

La deuda externa se acrecienta. De agosto a diciembre de 2019 se debe hacer frente a vencimientos en dólares de Letras del Tesoro de la Nación (LETES) en esa moneda, por 11.807 millones. Paralelamente, tras las elecciones PASO, la baja en el precio en divisas de nuestros títulos de deuda obligó al gobierno a rescatar BONAR dados en garantía, pagando el REPO (seguro) por 2.615 millones de dólares que, sumados a la compra persistente de divisas por parte de la población, hizo que desde el lunes 12 al jueves 22 de agosto las reservas internacionales del BCRA pasaran del equivalente de 66.390 millones a 59.790 millones de dólares. Se infiere que de libre disponibilidad debe ser en torno al 20% de esas reservas brutas (hasta hoy, pero es obvio que van a ser cada día menos ante el persistente drenaje de divisas por la compra de dólares, como lo refleja el mes de julio de 2019, en que se vendieron reservas del BCRA por 2.951 millones de dólares y el acumulado del año fue de 13.832 millones de dólares), con lo que queda claro que se depende de que se reciba el tramo de septiembre de 2019 del FMI por unos 5.421 millones [5] para poder pagar los vencimientos de las LETES. De no percibirlo, se incurre en default de hecho.

El marco descripto se agrava cuando observamos que  un 30% de los depósitos en dólares captados por el sistema financiero legal de 33.229 millones al jueves 22 de agosto de 2019, forma parte de las reservas internacionales del BCRA (al funcionar como encaje de esos depósitos), otra parte financia importaciones (y no se puede cancelar automáticamente si no se renueva el depósito a plazo), otra parte tienen productores agropecuarios y otros potenciales exportadores.

A ello debe sumarse la conversión de los depósitos a plazo fijo en dólares, que va a ir in crescendo a medida que el dólar demuestre que no tiene techo. Esto pasará por la simple razón de que se depende de ingresos de divisas que a su vez no se realizan, porque esperan que el precio en moneda nacional de la misma sea mayor.

El fin del gobierno de Cambiemos se desbarranca en la crítica situación relatada, sin poder controlar las variables económicas internas y externas y con niveles de desocupación y de pobreza que nos asemeja al desenlace del gobierno de Alfonsín o de De la Rúa. Deslegitimado y sin apoyo de ningún tipo, la única y crucial diferencia es que el FMI (y detrás los EE.UU.) por ahora no lo han abandonado.

El hecho auspicioso es que la población argentina en su más amplia mayoría rechaza el modelo de subordinación al capital financiero y al FMI.  El efecto negativo es que no se da a conocer a ciencia cierta cómo retomar el camino del crecimiento y la mejora en la redistribución del ingreso, máxime cuando se depende de recursos y de refinanciar la deuda del FMI que es el mayor representante del primer modelo.

 

 

Las enseñanzas de la Guerra Civil

La Guerra Civil Española refleja la confrontación entre los dueños de todo y los desposeídos de todo tipo, costó más de 540.000 muertos y la imposición de la dictadura franquista por 35 años. Con el apoyo de las fuerzas y pertrechos italianos de Mussolini y alemanes de Hitler, el avance de los sublevados era imparable, la República no tenía una sola dirección y hasta confrontaron violentamente entre sí anarquistas, socialistas comunistas, la izquierda republicana y la unión republicana, los nacionalistas catalanes y vascos y las centrales obreras de la UGT y de la CNT.

Por más gestos de heroísmo y solidaridad sin una férrea y reconocida dirección, ante un enemigo poderoso en lo económico, con apoyos internacionales concretos en hombres y equipos, y, sobre todo, con una sola conducción bajo el mando de Francisco Franco y todo un andamiaje cultural y religioso (un solo Dios, una sola bandera, una sola patria), tras tres años de cruenta lucha, el ejército republicano debió claudicar.

De allí la importancia de un programa común y de gente confiable que la lleve adelante. Se cuenta con la ventaja de lo mucho y bueno realizado por los gobiernos kirchneristas, que, por supuesto, la prensa del sistema critica. Pero esos hechos son fácilmente contrastables con los del gobierno de Cambiemos. Con lo sufrido por la población alcanza para ganar las elecciones, pero no para gobernar.

Gobernar es tener un plan, una férrea alianza social que lo sustente (y se debe contar con el apoyo y las inversiones de la burguesía local) y disponer de un avezado equipo convencido y consustanciado de lo que se debe hacer. De otra manera se incurre en las debilidades y contradicciones del gobierno republicano de Santiago Casares Quiroga, que fue hostigado desde su asunción a comienzos de 1936 por la Falange y que, con el apoyo del pueblo, enfrentó la sublevación del General Francisco Franco en julio de ese año, iniciándose de ese modo la guerra civil que después no pudo dirigir.

 

[1] Documentos del National Security Archive
[2] Salvo el “Bono” a 100 años
[3] En el Balance Cambiario del BCRA se denomina FAE – Formación de Activos Externos de residentes argentinos en el exterior. Obviamente nuestra burguesía se benefició de dichas compras, lo que hasta ahora no se puede saber porque el BCRA se niega a decir quienes compraron amparándose en el secreto bancario
[4] Como dice el candidato Alberto Fernández: “Lo único que generó Macri son cinco millones de pobres”.
[5] Es en DEG Derechos Especiales de Giro.

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