El poema conjetural del FMI

El destino sudamericano al que Macri condena a la Argentina

 

Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana; aquí mis pasos
Tejen su incalculable laberinto.

El panorama económico argentino es claro y tajante como el Poema Conjetural de Jorge Luis Borges que le hace decir a Narciso Laprida: “Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca con jinetes, con belfos y con lanzas”. Sin embargo el gobierno de Cambiemos intenta esconder, sin capacidad de evadir y con su ya proverbial impericia, ese destino sudamericano.

El gobierno de Cambiemos apostó a una alianza espuria con el capital financiero internacional, que hizo una fuerte y sideral diferencia y se fue, comprando dólares de salida a $ 20,20 un 25 de abril de 2018 y días subsiguientes. El gobierno huérfano de apoyo se aferra al FMI y lo único que consigue es alargar su agonía, el padecimiento de nuestro pueblo y la generación de riqueza y fuga a una minoría, mientras el FMI como mero instrumento técnico de sus mandantes, avanza con su plan de primarización de la economía argentina, donde solo subsistirán algunos enclaves industriales y siempre y cuando no compitan con los países centrales; lo demás —trabajo, recursos naturales, patrimonio, activos públicos y privados— se ofrecerá en pago de una deuda externa que se acrecienta al solo efecto de hacerse cada vez mayor y de esa manera conseguir sin mucho esfuerzo que se cumpla con ese fin.

En 1984, cuando el Ministro Bernardo Grinspun se oponía a que el Estado Argentino acepte y legitime la deuda heredada durante la dictadura militar sin investigarla antes, el FMI, los bancos acreedores y los grandes deudores del país se pusieron de acuerdo y le prometieron al Presidente Alfonsín una “lluvia de inversiones” si reconocía el total de la deuda. Techint (Roberto Rocca en persona) puso a cargo de esa política a Juan Vital Sourrouille, un teórico que dirigía la revista de esa empresa, Bimestre Económico. El resultado no pudo ser otro que el que fue: no solo no invirtieron un dólar, sino que continuaron fugando capitales y el FMI prestaba y continuaba prestando, hasta que no hubo capacidad ni tan siquiera de pagar los intereses de la deuda y el 6 de febrero de 1989, el por ese entonces Presidente del Banco Central, José Luis Machinea, sostuvo que no había reservas internacionales de libre disponibilidad para seguir vendiendo dólares a quienes los pudieran comprar. Ese día el tipo de cambio oficial era de 17,62 australes.  En abril de ese año, cuando asumió el ministerio de economía Juan Carlos Pugliese, el dólar pasó los 100 australes. Siguió su derrotero alcista y el 9 de julio de 1989, ante el adelantamiento de la entrega del mando presidencial, el dólar se fijó en 650 australes.  El 1° de abril de 1991 el tipo de cambio determinado por el plan de Convertibilidad fue de 10.000 australes por un dólar, en un poco más de dos años de 17,62 a 10.000 por dólar. La hiperinflación es hija de la hiperdevaluación de nuestra moneda.

Salvando la distancia, la situación se repite: el gobierno venía endeudándose en divisas para cubrir el déficit fiscal que es en pesos, a razón de U$S 35.000 millones por año, con la autorización de la mayoría de los bloques supuestamente opositores (salvo el kirchnerismo y la izquierda), de manera tal que la Deuda Externa Pública al 31 de marzo de 2018 era de U$s 331.481 millones (cuando al 31 de diciembre de 2015 fue de U$S 222.703 millones). A ese aumento de U$S 108.778 millones, deben sumarse los 15.000 millones del FMI del 22 de junio de 2018 y unos U$S 6.600 millones de nuevas deudas (LETES y otros). De modo que la deuda al 31 de agosto de 2018 se acrecienta en U$S 130.378 millones y asciende a U$S 352.481 millones

Además se sigue incrementando por el crédito trimestral de U$S 3.000 millones del FMI, incluso por el solicitado adelantamiento de los fondos completando los U$S 50.000 millones acordados, dentro del mandato de Mauricio Macri, más las LETES — Letras del Tesoro de la Nación que se pueden comprar en pesos y en títulos, pero pagan amortizaciones e intereses en dólares y se emiten en reemplazo de las LEBACs (Letras del BCRA que eran en pesos). Se sigue acrecentando por la simple razón que el gobierno solo puede pagar los intereses y amortizaciones. La Argentina de Cambiemos toma deuda, pero no tiene capacidad genuina de repago.

Por ende el FMI va a prestar hasta que las reservas de libre disponibilidad se agoten, entonces va a pedir que el pago sea en especies (Vaca Muerta con YPF, Pan American Energy y Techint incluidas; las reservas de litio; de agua potable; las acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS; etc. etc.).  El FMI avala el plan de gobierno de Macri porque es  funcional a su estrategia  de apropiación de activos, porque después del año 2019, vienen los años 2020, 2021 y demás y no hay ni habrá capacidad genuina de nuestro comercio exterior para generar divisas  y pagar con superávit. La tasa interna de retorno de Vaca Muerta podrá pagar intereses del 7% anual o más en dólares cuando sea mayoritariamente extranjera.

Luego de la dictadura, la alianza entre los grupos económicos locales, el FMI y los acreedores estaba acordada por la necesidad de legitimar la deuda externa y que la pague el Estado Argentino con las privatizaciones. Ahora, en cambio, el FMI y sus mandantes vienen por Techint, por Pescarmona, por Bulgheroni, por Madanes,  y solo aceptan sumisión incondicional, socios menores y no en todos los casos.

 

El mundo industrial es para pocos

La Argentina es uno de los 26 países del mundo que tiene industria automotriz porque es socia de Brasil. No puede exportar autos a Europa porque en Europa sobra capacidad instalada de autos, y las fábricas alemanas están fundiendo a las francesas. La manufactura de origen industrial es un mundo sobreofertado y en deflación. Incluso en alimentos y es la pelea de fondo entre Estados Unidos, China, la Unión Europea y cuanto proyecto industrial subsista.

El comercio internacional se hace a través de grandes Cadenas Globales de Valor. Menos del 30 % de las exportaciones de la Argentina ingresan en esas cadenas y lo hacen como mero proveedor de alimentos, donde el 60,9 % de las exportaciones argentinas se divide tan solo en cinco productos primarios con bajo valor agregado. La mitad de las principales 30 exportadoras argentinas son cerealeras o aceiteras, cinco son automotrices con las limitaciones referidas, dos son petroleras, dos son químicas, y las tres restantes de distintos rubros.

Nuestra burguesía se dio cuenta muy tarde que detrás de los globos amarillos y el discurso simplón de los jóvenes de Cambiemos, de la aventura financiera de acordar con grandes bancos y fondos concediéndole todo tipo de libertades y facultades, terminaría muy mal y rápidamente y, sobre todo, que las nuevas condiciones impuestas por el FMI tienen como objetivo preparar el terreno para quedarse con sus activos más valiosos.

Que detrás de dejarles sacar divisas de la Argentina para destinarlas a los mercados internacionales (donde son esos mercados quienes direccionan y reciclan esas divisas), está el sabor amargo: se van a quedar con su mercado cautivo, mercado argentino en el que invirtieron solo lo suficiente para mantenerse, pero no pueden competir en el mercado mundial.

También se debe haber dado cuenta que el dólar no tiene techo, o que en todo caso son los grandes operadores financieros y el FMI quienes determinan directa o indirectamente su valor. Esto permitirá que le paguen por sus empresas (total o parcialmente) lo que el FMI y sus mandantes consideren que valen, con un dólar recontra alto.

El Laprida de Borges piensa:

Al fin he descubierto
la recóndita clave de mis años,
la suerte de Francisco de Laprida,
la letra que faltaba, la perfecta
forma que supo Dios desde el principio. 

 

 

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