El sueño del Cóndor propio

Arribas armó una red de servicios sudamericanos para devolver a la AFI al mundo

 

Las visitas de Gustavo Arribas a los tribunales fueron siempre esporádicas, aunque su poder se extendía desde la sede central de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) hasta los distintos juzgados. El martes pasado se sentó ante el juez Juan Pablo Augé para ser indagado por el espionaje que sufrió Cristina Fernández de Kirchner en 2018, por entonces la principal líder opositora al gobierno de Mauricio Macri. Sin responder preguntas, la estrategia de Arribas fue ensalzar su gestión al frente de la ex Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y situarse lo más lejos posible de las áreas operativas. Sin embargo, su defensa terminó mostrando que armó redes con los servicios secretos de la región que van mucho más allá de lo que la ley de inteligencia permite.

 

 

La presentación

No eran las 9 de la mañana del martes cuando Arribas llegó al juzgado federal 2 de Lomas de Zamora. Se bajó del auto junto con su abogado Alejandro Pérez Chada y enfiló hacia la entrada de piedra del edificio de la calle Laprida. Traje azul oscuro, camisa celeste y tapabocas negro. En una mano, una botella de agua mineral y otra de alcohol en gel. En la otra, unos papeles que sirvieron para su exposición ante el juez y los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide.

Arribas habló largo rato de lo mal que había encontrado la Agencia cuando se hizo cargo por pedido de su amigo Macri. Se centró en las computadoras obsoletas y en la falta de fibra óptica. Dijo que su apuesta estuvo en la recuperación de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI) – por la cual, según determinó la actual intervención en la AFI, pasaron menos del 10 por ciento del total de los ingresantes durante la era Macri. También mencionó que creó un área de Asuntos Internos, que funcionaba bajo su órbita. Pero, sobre todo, se hizo cargo del discurso de la vuelta al mundo que tanto le gustaba al macrismo.

La vuelta al mundo del espionaje, según Arribas, tuvo tres hitos: la celebración del encuentro anual del Foro de Servicios de Inteligencia Iberoamericanos (FOSII) en Argentina, el Foro Iberamericano de Escuelas de Inteligencia (FIEI) y la creación de una red operativa entre los servicios del Cono Sur.

 

 

 

Operación Llao Llao

Su primera prueba de fuego para hacer pie en el mundo del espionaje fue en octubre de 2016. Entonces se llevó adelante el Foro de Servicios de Inteligencia Iberoamericanos (FOSII) en Cartagena, Colombia. La AFI macrista se encargó de publicitar en algunos medios que la Argentina volvía al Foro después de diez años de ausencia.

Uno de los que acompañó a Arribas fue su entonces director operacional de Contrainteligencia, Diego Dalmau Pereyra, según él mismo contó el pasado 23 de junio ante la Bicameral de Fiscalización de Organismos y Actividades de Inteligencia. Dalmau, que había llegado al cargo por designio de Silvia Majdalani, dijo que el Foro brindaba capacitación para los agentes y que uno de los temas que solía abordar era el del terrorismo. También en su exposición ante la Bicameral no escatimó críticas a su ex jefe.

Las asperezas con Dalmau llegarían más tarde. Para octubre de 2016, Arribas tenía un único objetivo en mente: quería que el próximo FOSII se hiciera en la Argentina. Fue con esa oferta y logró consenso. Hasta la declaración indagatoria de Arribas había permanecido en total secreto la realización de ese evento que significó la movilización de cuantiosos recursos económicos y de seguridad para el país.

El Foro se realizó entre el 27 y 29 de septiembre de 2017 en San Carlos de Bariloche. La fecha y el lugar están consignados en una resolución que publicó el entonces Presidente uruguayo Tabaré Vázquez al designar a su enviado. Arribas eligió para su gran evento una locación soñada: el selecto hotel Llao Llao. Cuánto salió la operación Llao Llao es parte de lo que está examinando la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), que se decidió que audite a la AFI.

 

 

Arribas organizó un foro de servicios iberoamericanos en el Llao Llao.

 

 

Un Cóndor en la época del lawfare

Arribas le contó al juez Augé que estuvo viviendo en Brasil entre 2006 y 2015. Volvió a la Argentina porque Macri lo había elegido para dirigir la AFI. Le dijo que su relación con Brasil es muy fuerte, que su esposa y una de sus hijas son brasileñas. Fue ese vínculo familiar, explicó, el que lo hizo pensar en armar una red de inteligencia. La pregunta que quedó flotando en el aire fue si su interés por el intercambio de información secreta no tendría algo que ver con las denuncias en su contra por el caso Odebrecht.

El organismo es una criatura que él mismo imaginó, de acuerdo con su declaración, y se llama Red de Inteligencia sobre Crimen Organizado y Terrorismo (RISCOT). La describió como una red operativa y dijo que la ley habilitaba a los servicios de Brasil y de la Argentina a realizar operativos conjuntos. El tema era más complicado con otros integrantes de la Red como Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, Bolivia y Colombia, que debían hacerlo a través de sus policías.

“El primer tema que sugerí y fue aprobado para el primer año fue el avance del PCC”, se sinceró Arribas en Lomas. El PCC es el Primer Comando de la Capital, una organización delictiva que surgió en las cárceles paulistas en la década de 1990. Según Arribas, el PCC logró ingresar en Paraguay y su próximo blanco es la Argentina. “Operan desde las cárceles hacia afuera”, insistió el ex Señor 5.

La AFI de Arribas tuvo un especial interés por la situación en las cárceles. De hecho, en la otra causa de espionaje que tramita en Lomas de Zamora hay un capítulo especial sobre el rol de la inteligencia en las cárceles y en el que participó el propio Servicio Penitenciario Federal (SPF). Durante la gestión de Dalmau, Cristian Suriano, entonces director de Análisis de Información del SPF, era un visitante frecuente en la AFI – contó Martín Coste, que reemplazó a Dalmau en el área de Contrainteligencia. Suriano también tenía trato con Alan Ruiz y con Jorge Sáez, quienes solían visitarlo en su cueva de la calle Varela 266.

Según publicó La Tercera de Chile, la red RISCOT tuvo su reunión inaugural en abril de 2019 en Brasil. El segundo encuentro fue en Santiago de Chile entre el 16 y el 19 de octubre del año pasado, justo cuando el país trasandino estaba en llamas. Para entonces, Dalmau Pereyra llevaba casi catorce meses destinado en Chile después de que lo hubieran sacado del área de Contrainteligencia para ponerla en manos de Coste, que terminó convirtiéndose en un feroz crítico de la gestión Arribas-Majdalani.

 

 

El espejo de la historia

La Red RISCOT funciona con reuniones plenarias, técnicas y extraordinarias. Cuenta, además, con una red cifrada y secreta de comunicación para el intercambio de información en línea, publicó La Tercera.

En estas latitudes, una coordinación de servicios de inteligencia sudamericanos remite claramente a la experiencia del Plan Cóndor, que se gestó en el Chile de Augusto Pinochet a finales de 1975. En 2016, el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 dio por probada la existencia de esa asociación ilícita regional para secuestrar, asesinar y desaparecer.

El nexo con el resto de los países que integraban el Cóndor lo tenía la entonces SIDE – actual AFI. De hecho, la Argentina llegó a conducir la Operación Cóndor durante su segundo año de vida, cuando la SIDE estaba en manos del general Carlos Enrique Laidlaw, quien llegó a la comandancia del organismo después de la caída del general Otto Paladino.

Un cable desclasificado de la CIA del 28 de julio de 1976 explica que el Cóndor se había dividido burocráticamente en dos bloques. Por un lado, Condortel, que se ocupaba de las comunicaciones entre los países que integraban la Operación. Por el otro, Condoreje, que hacía a las cuestiones de operaciones. Un reporte de esa misma agencia, fechado el 12 de agosto de 1976, define a Condortel como la red de comunicaciones creada para los fines del Cóndor. Otros documentos –recuperados por el TOF 1 en el juicio del Plan Cóndor– incluso exponen a un teniente argentino como quien instaló el sistema de comunicaciones cuando Ecuador se sumó a la coordinación represiva.

 

 

Cable de la CIA del 28 de julio de 1976.

 

 

Cable de la CIA del 8 de agosto de 1976.

 

 

 

Bajo reserva

Lo que surge de la descripción de Arribas como de la nota publicada por el medio chileno es que la AFI macrista propició una red de intercambio de información entre distintos servicios secretos de la región. Incluso el ex Señor 5 fue más allá y habló de operaciones. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) explicó que la ley de inteligencia faculta a la AFI a sostener relaciones con otras agencias, no así a intercambiar información.

El 13 de julio de 2017, las organizaciones que integran la Iniciativa Ciudadana para el Control del Sistema de Inteligencia (ICCSI) formularon un pedido de información a las autoridades de la AFI. Querían saber, por ejemplo, si había intercambios de información de inteligencia con terceros, cómo se administraban los fondos reservados, cuáles eran las reglas para la desclasificación y cómo intervenía la Agencia en las escuchas. El tráfico de información de un Estado a otro en secreto es violatorio de los derechos humanos en cuanto afecta a los derechos a la privacidad y se desconoce si esos datos pueden ser usados para vigilar o detener a una persona.

La AFI no contestaba, por lo que un mes más tarde presentaron un pronto despacho. La respuesta llegó el 28 de agosto de 2017 con firma de Rubén Areso, director de Relaciones Institucionales y Antecedentes de la AFI. Areso les decía que básicamente todo era secreto e incluso le asignaba una clasificación de seguridad a esa nota. El tema escaló hasta la Corte Suprema de Justicia, que no se pronunció. Gran parte de esas inquietudes están siendo reveladas en las causas por espionaje y por las declaraciones de agentes y ex agentes ante la Bicameral. El nombre de Areso incluso volvió a surgir en Lomas de Zamora, ya que fue él quien presentó el primer informe con el que la AFI buscaba encubrir el espionaje a Fernández de Kirchner.

 

 

 

Asuntos internos

El primer gran éxito de la gestión Arribas fue su presentación en el FOSII de Colombia. Volvió tan envalentonado que se propuso cambiar parte del organigrama de la Agencia. Era una forma de ganar influencia personal sobre los agentes de carrera que estaban a cargo de la revisión de los comportamientos al interior de la AFI.

El Señor 5 creó un área de Asuntos Internos, que dependía de él y funcionaba como paraguas para dos direcciones preexistentes: la de sumarios administrativos y la auditoría general. Primero estuvo a cargo de Asuntos Internos Roberto Real, un amigo de Arribas. A Real, con quien compartía el gusto por los partidos de fútbol, lo reemplazó Julio Becerini, que venía de trabajar en seguridad patrimonial de Siemens. Becerini, además, había sido el número dos del área de Seguridad de la AFI, que estaba a cargo del campeón de tiro Gastón Quindi Vallerga, otro compinche de Arribas.

Arribas también admitió haber firmado dos resoluciones que empoderaban al área de Jurídicos, que estaba a cargo de Juan Sebastián de Stéfano. La primera le delegaba a los directores de Jurídicos la representación de la Agencia en los tribunales. La segunda convertía a Jurídicos en una súper área por donde debía pasar cualquier hecho que pudiera tener consecuencias legales. “Debía ser informado a la Dirección Administrativa de Jurídicos y a la Dirección General”, le dijo Arribas al juez Augé.

 

 

Jurídicos en acción

En los primeros meses de la gestión Arribas, el área de Jurídicos convocó a todos los abogados de la Agencia a una reunión en la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI). No importaba si actuaban como abogados o si tenían un rol como analistas. La charla duró veinte minutos y la encabezó el Enano de Stéfano. Lo escoltaban Hernán Martiré y José Padilla, dos directivos de Jurídicos. Básicamente les dijeron a los letrados que debían mantenerlos al tanto de todo.

Esa imagen surgió de la declaración que brindó ante la Bicameral una abogada con un apellido sugestivo en ese ambiente, que revistaba en Contrainteligencia. La mujer habló en la misma sintonía de Coste, que el viernes estuvo durante más de seis horas en el juzgado de Lomas ampliando su indagatoria. Coste deberá volver el lunes porque un apagón de luz impidió que firmara el acta de su declaración. Los dos, la mujer y Coste, son nacidos y criados en la Contrainteligencia de Antonio Horacio Jaime Stiuso.

La abogada hizo un detallado panorama de cómo funcionó la Agencia durante el macrismo e incluso aportó el nombre de otro integrante de Jurídicos, que fungió como ligazón entre la ex SIDE y el fallecido juez Claudio Bonadio: Bernardo Miguens, ex empleado del juzgado federal 11, con quien ella debió negociar cada punto y cada coma de los informes que la AFI fraguó para encubrir el espionaje contra Cristina Fernández de Kirchner. Desde la Bicameral informaron que Miguens había entrado a la AFI en los primeros meses de 2016 y estaba en la estructura debajo de Padilla.

La mujer también confirmó que la AFI había duplicado su estructura de escuchas – ligada a las transcripciones de las grabaciones que se hacen en la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (DAjuDeCO). Históricamente había sido Contrainteligencia la que tenía un área de escuchas, que siguió existiendo, aunque menguada. En esa dependencia, por ejemplo, laboraba la hermana de la jueza María Eugenia Capuchetti, Cecilia, que también pasó por el Proyecto AMBA. Esa jueza es la carta en la que confía Arribas para extraer la causa de Lomas y depositarla en Comodoro Py. Dado el antecedente de Cecilia, lo más razonable sería que María Eugenia se excusara.

El macrismo superpuso a esa estructura una oficina que primero quedó bajo la órbita de Darío Biorci, el cuñado de Majdalani, y después dentro de Jurídicos en manos de Mariano Ruda Bart. Ellos eran quienes primero tenían acceso a las grabaciones, incluso las que se hicieron a los presos kirchneristas en el penal de Ezeiza y se pretendieron usar para frenar el D'Alessiogate. La agente también denunció que la AFI espió a los abogados vinculados a la causa que tramita en Dolores, aduciendo que tenían contacto con empleados desleales de la Agencia e intentó incorporar en esa maniobra al diputado Rodolfo Tailhade – también integrante de la Bicameral.

 

 

El cuñado

Para 2017, Carlos Tonelli ya llevaba más de un año en la AFI. Había recalado en la Dirección Operacional de Inteligencia Exterior, según publicó la revista Noticias. No tenía experiencia, pero sí contactos. Era, nada más y nada menos, que el cuñado de la vicepresidenta Gabriela Michetti. Eso le garantizó escalar hasta una dependencia que se creó especialmente en el afán de Macri y de Arribas por volver al mundo: la Dirección de Eventos Especiales.

 

 

Carlos Tonelli. Foto: Noticias.

 

Ese área tuvo a su cargo los preparativos para las cumbres de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de 2017 y del G20 de 2018, entre otras actividades. La agente que declaró en la Bicameral se refirió a una reunión en Bariloche, por lo que es probable que también haya intervenido en el FOSII que se hizo en el Llao Llao.

Tonelli estuvo a cargo de la confección de las fichas sobre quienes se acreditaron para cubrir o participar de las cumbres, por ende es uno de los hombres sindicados por el espionaje ilegal masivo que el macrismo desplegó. En Comodoro Py tramita una denuncia que presentó la interventora Cristina Caamaño.

Otra de las tareas de Tonelli estuvo vinculada con la apertura de una causa en Lomas de Zamora en 2017 para que la AFI pudiera disponer de medidas extremas de control y que también sirvió como el paraguas bajo el cual la AFI escondió el espionaje a Fernández de Kirchner. Según la agente que declaró en la Bicameral, la causa fue obra y gracia de Tonelli, pero debieron hacerse cargo los jefes de Contrainteligencia -- primero Dalmau y Coste, después.

El escándalo del espionaje parece no dejar a nadie de la plana mayor del PRO por salpicar.

 

 

 

 

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