La prehistoria de Orletti

Eduardo Ambrosio Giachino fue jefe de inteligencia del “OT 18” que operó en el CCD del barrio de Floresta

 

Cuando los militares tomaron el poder en 1976, el agente civil Eduardo Ambrosio Giachino, de 37 años, llevaba varios meses sin cobrar el sueldo por su trabajo en el Departamento de Operaciones Tácticas de la Dirección III de la Secretaría de Inteligencia del Estado. El organismo había suspendido a Giachino en julio de 1975, cuando un juez lo había imputado en una causa por encubrir el robo de un auto. Oficialmente, la SIDE lo había apartado de sus funciones como encargado de Departamento hasta que se aclarara su situación. Sin embargo, en la práctica, sus jefes le habían permitido seguir sus tareas. Y no sólo eso: en marzo de 1976, Giachino fue incorporado a un grupo operativo que acababa de crearse, el “OT 18” (sigla de Operaciones Tácticas 1.8), el mismo que un par de meses después comenzaría a operar en el centro clandestino de detención Automotores Orletti, en el barrio porteño de Floresta. Giachino fue designado como “coordinador informativo” entre su Departamento y el OT 18, y luego como jefe de inteligencia del OT 18.

La identidad de Giachino, ya fallecido, se desconocía hasta ahora. Acaba de ser revelada por el hallazgo en el archivo de la ex SIDE de un sumario administrativo que el organismo le instruyó entre 1975 y 1977, mientras avanzaba la causa judicial en su contra por el robo del auto. El documento no sólo ofrece detalles sobre las funciones, la trayectoria y la inserción orgánica de Giachino en el dispositivo represivo de la SIDE sino además información valiosa para la Justicia. Refuerza la hipótesis de que, en los meses previos a instalarse en Orletti, el OT 18 ya había comenzado a operar desde otra base. El sumario ya está en poder del juez Daniel Rafecas, que investiga los crímenes de Orletti y que sostiene que la base previa (o simultánea) funcionaba en una casa en la misma manzana que Orletti, recientemente identificada como Centro Clandestino de Detención.

 

 

Del archivo a la causa

El hallazgo del sumario a Giachino resultó del relevamiento del archivo de la ex SIDE iniciado por la Agencia Federal de Inteligencia en julio de 2021, cuando la interventora Cristina Caamaño lanzó una mesa conjunta con organismos de derechos humanos, el Archivo Nacional de la Memoria y el Archivo General de la Nación para analizar 250.000 fichas de antecedentes reunidas por la SIDE durante la dictadura, así como otros tipos de documentos correspondientes a ese período. La iniciativa de Caamaño volvió a dar impulso al trabajo del equipo técnico de archivistas que había comenzado a investigar los documentos de la SIDE en 2020. Esta semana, la AFI anunció la digitalización de las fichas para facilitar su aporte a causas judiciales.

La participación de los organismos en la mesa de relevamiento −el Centro de Estudios Legales y Sociales, Memoria Abierta y Abuelas de Plaza de Mayo− fue clave para encontrar el sumario. Los organismos conocen bien la causa Orletti porque son querellantes. A fines del año pasado, presentaron un informe a la AFI sobre la investigación judicial, que sirvió para orientar la pesquisa del equipo que trabaja en el archivo de la ex SIDE. Se planificaron rutas de búsqueda contextual y así fue como hace un par de meses pudo rescatarse el documento.

Se lo enviaron al juez federal Daniel Rafecas, que lo recibió como una “mina de oro”, según Caamaño. En el juzgado destacan que es el primer documento que menciona la fecha de creación de la OT 18, marzo de 1976, un dato que hasta ahora sólo había aparecido en testimonios. Se sabe que el taller mecánico Orletti, uno de los centros clandestinos que participó en el Plan Cóndor y por el que pasaron más de 300 víctimas, comenzó a funcionar como base de la SIDE en mayo de 1976, aunque su contrato de locación se firmó en junio. Diversos testimonios han mencionado que, antes de esa fecha, el grupo de Orletti venía operando en otra base ubicada en la calle Bacacay.

Durante años se pensó que la dirección era Bacacay 4232, pero un documento desclasificado por Estados Unidos reveló que la casa estaba en Bacacay 3570, a la vuelta de Orletti. El cable de la inteligencia estadounidense mencionaba que allí operaba “el grupo de [Aníbal] Gordon”.

El inmueble pudo identificarse en 2020, cuando las descripciones de tres víctimas coincidieron con la de la compradora de la casa en 1977. La información que surge del sumario a Giachino apuntala la idea de una continuidad entre Bacacay y Orletti, con el funcionamiento del OT 18 como hilo conductor. “Mismos perpetradores, mismas autoridades de la SIDE a cargo”, dicen en el juzgado, donde preparan un nuevo pedido de documentación a la AFI en base a las puntas que abrió el sumario a Giachino.

 

La puerta al sótano de la casa de Bacacay. Foto: Juzgado Federal 3.

 

 

 

 

Un hombre discreto

Eduardo Ambrosio Giachino ingresó a la SIDE en 1961, a sus 22 años, durante el gobierno de Arturo Frondizi. Para 1975, luego de cinco años consecutivos calificado con 10 en su legajo de concepto, había alcanzado el puesto de encargado del Departamento de Operaciones Tácticas y del Área Confidencial de su Central de Operaciones. En eso estaba cuando fue acusado de encubrir el robo de un Fiat 128, episodio que originó el sumario interno hallado en la ex SIDE.

En julio de 1975, un hombre denunció a la policía que había visto en un taller mecánico porteño el Fiat que le habían robado a mano armada unos días antes, en San Fernando. Los dueños del taller declararon que el auto había sido llevado por dos amigos suyos que trabajaban en la SIDE, junto a un tercer desconocido. Las averiguaciones policiales llevaron hasta Giachino y otros dos agentes de su Departamento, que fueron llamados a declarar. Avalados por su jefe directo, el vicecomodoro Néstor Guillamondegui –quien murió antes de llegar a juicio por los crímenes de Orletti–, los tres dieron la misma versión. Dijeron que el Fiat era un encargo de un “confidente” de Giachino que le había pedido como favor que acarreara el auto hasta un taller porque estaba averiado. Negaron conocer el origen del auto.

Los otros dos agentes fueron absueltos, pero a Giachino le imputaron encubrimiento por no haber aportado ningún dato sobre su confidente. Con autorización de la SIDE, se amparó en la ley secreta de inteligencia para resguardar la identidad de su fuente durante el juicio. Lo absolvieron en primera instancia, pero el fallo fue apelado y en octubre de 1976 lo condenaron a un año y seis meses de cárcel en suspenso. El trámite judicial continuó hasta mediados de 1977, cuando la Corte Suprema desestimó un recurso de Giachino. Durante todo el proceso, la SIDE instruyó el sumario interno sobre el caso. De allí surge que Giachino quedó en situación formal de “suspensión de empleo” y sin cobrar salario, aunque siguió trabajando en el Departamento por decisión de Guillamondegui.

Mientras duró la causa judicial, Giachino declaró varias veces ante los instructores de la SIDE. Apoyado por sus jefes, defendió el secreto sobre la identidad de su fuente e insistió en que él no trabajaba con vulgares “soplones” vinculados a la delincuencia común sino con “confidentes” que cumplían misiones “especiales” y que integraban “una red con la cual se estaba trabajando en estrechos lazos de reciprocidad frente al enemigo común y en defensa de la Seguridad Nacional”. Giachino se vanagloriaba además de su trayectoria en la calle: “Merecí felicitaciones de toda índole por haber realizado todo tipo de procedimientos clandestinos, sin omitir ninguno y (por) haber gozado íntegramente de la confianza de mis superiores, en situaciones y actitudes harto difíciles y comprometedoras”.

 

 

 

Con el sello del OT 18

En uno de sus descargos, de mayo de 1977, Giachino anexó un detalle de todas sus tareas en el Departamento de Operaciones Tácticas, luego Departamento A.III.1 durante el proceso judicial. “Con fecha marzo '76 figuro en una lista de ‘pases’ para un grupo de A.C. [Acción Clandestina] recientemente creado, denominado OT ’18’. Solicito a la Jefatura del Departamento continuar prestando servicios como Encargado del mismo, lo que me es concedido”. Tres meses después, lo designaron como “‘coordinador informativo’ entre OT ’18’ y A.III.1, sirviendo de enlace entre ambos órganos”. Agrega el propio Giachino: “Cuando el grupo OT ’18’ pasa a depender orgánicamente del Departamento A.III.1 se me designa ‘jefe de inteligencia’ del mismo, con la misión de procesar la información recibida y obtener inteligencia primaria operativa”. En otras palabras, Giachino procesaba la información de inteligencia obtenida en los interrogatorios en Orletti para producir nuevas “caídas” de militantes.

El sumario también incluye algunas fojas de conceptos de su legajo. En 1976, Giachino fue calificado por Gastón Camot, nombre de cobertura de Marcos Calmón, jefe del OT 18, y José Peñaloza, nombre de cobertura de Guillamondegui. Eran los mismos oficiales que habían calificado a varios operativos de Orletti, según se determinó en la causa. En los conceptos de Giachino figura además una felicitación de noviembre de 1976 por un operativo bautizado “Oro”, realizado por personal del Departamento A.III.1. En una investigación judicial sobre el ex agente Miguel Ángel Furci, por los crímenes de Orletti, se ha mencionado una posible vinculación entre ese operativo y el botín de varios millones de dólares que la SIDE obtuvo al secuestrar al militante uruguayo Adalberto Soba en septiembre de 1976.

Más adelante, Giachino menciona un episodio recurrente en sumarios y legajos de represores. En agosto de 1976 tuvieron que llevarlo al servicio médico de la SIDE porque “la ‘extrema tensión nerviosa’ motivó un desequilibrio emocional”. Lo derivaron de urgencia al servicio de psiquiatría del Hospital Militar, y luego de evaluarlo le dieron un mes de licencia por enfermedad grave. “No obstante −deja asentado Giachino−, durante ese lapso concurro esporádicamente a efectuar trabajos en la Base”. Cuando dice “base” no parece referirse al edificio central de la SIDE en la calle 25 de mayo sino a la base del OT 18, es decir, Automotores Orletti.

Del sumario no surgen datos acerca de si Giachino tuvo o no contacto con los secuestrados de Orletti, aunque la información disponible sugiere que su tarea habría sido procesar información. Luego de su alta psiquiátrica, siguió como jefe de inteligencia del OT 18 hasta la disolución del grupo a fines de 1976. Cuando la SIDE desarmó el OT 18, a Giachino lo mandaron por un tiempo a su casa hasta que se definiera su situación judicial.

 

 

 

Personal de entera confianza

En mayo de 1977, luego de que la Corte dejara firme su sentencia por encubrimiento, Giachino pidió a la SIDE que lo mantuvieran en funciones a pesar de su condena penal. Dos meses después, el organismo dispuso ampliar el sumario interno para investigar por qué Giachino había seguido operando a pesar de su suspensión preventiva por el episodio del auto.

El encargado de explicarlo fue el vicecomodoro Guillamondegui, que para ese momento ya había dejado su puesto: “Es conveniente se recuerde la situación de fuerte conmoción política y sobre todo subversiva por la que atravesaba el país en ese período. En la ejecución de los operativos el agente Giachino jugaba un rol importante especialmente como nexo con los confidentes, razón por la cual no se lo inactivó de acuerdo a la prescripción reglamentaria por estimar que estaba plenamente justificado que siguiera operando en un momento difícil de la lucha contra las bandas de delincuentes subversivos, en circunstancias en que era imprescindible sumar personal de entera confianza y no restárselo a los efectivos empeñados en la lucha contra la guerrilla”.

La instrucción del sumario a Giachino terminó en octubre de 1977 con la firma de uno de los tres subsecretarios de la SIDE, el coronel Roberto Terrile, sólo por debajo del general Otto Paladino en el organigrama, quien concluyó que Giachino no sólo había obrado bien al proteger la identidad de su “confidente” en pos de la “Seguridad Nacional” sino que además merecía una compensación por la condena penal. Terrile recomendaba pagarle los meses de sueldo que no había cobrado y destacaba “el excelente concepto que ha sabido ganarse ante sus superiores especialmente en los momentos álgidos de la lucha contra la subversión”. También exculpaba a Guillamondegui por no haber informado a sus superiores sobre la decisión de que Giachino siguiera operando aun suspendido.

En noviembre de 1977, la SIDE dio por finalizada la suspensión preventiva de Giachino, ordenó el pago retroactivo de su salario y lo declaró en plena actividad. Un detalle típico coronaba el sumario: en las últimas fojas con la resolución final, Giachino ya no aparece con su verdadero nombre, que había quedado escrachado en la Justicia. En cambio, lo llaman “Roberto Soto”.

A partir de entonces, casi nada se sabe de él, al menos por ahora. En diciembre de 1982 fue destinado a la embajada argentina en España, según consta en el archivo histórico de Cancillería. En algún momento de la democracia, tuvo una empresa de comercio al por mayor de pescados y mariscos en Madrid. Murió el 18 de agosto de 2004, en el anonimato, como manda la SIDE.

 

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