Entre el ajuste y el abandono

El mapa de la pobreza educativa en la Ciudad de Buenos Aires

 

El proceso de dominación-imposición que el Estado porteño inició en 2008 sobre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en general, y sobre su educación pública en particular, continúa avanzando. Lo denota el desconocimiento que exhibe de la Constitución de la Ciudad, sancionada en 1996. Por ejemplo, de su artículo 23°, que determina: “La Ciudad asegura la igualdad de oportunidades y posibilidades para el acceso, permanencia, reinserción y egreso del sistema educativo”. O del artículo 29° del mismo texto constitucional, que establece que el Gobierno de la Ciudad debe instrumentar las medidas necesarias para la retención de los niños, niñas y adolescentes en el sistema educativo, lo cual también está siendo violentado.

El Ministerio de Educación porteño se encontraría, además, avanzando sobre una reforma educativa en el nivel primario de la educación, que estaría atravesando la fase de las consultas y discusiones internas. No es que nos molesten los cambios. Sin embargo, no los apoyamos cuando llegan de la mano de los intentos privatistas de la educación, de los defensores de la meritocracia y de quienes niegan la historia y las luchas populares como referencia del presente y futuro de nuestra educación y de la vida.

Tampoco nos alineamos con quienes levantan un proyecto neurocientífico para la educación, sostenido en el reduccionismo epistemológico y en una concepción biopolítica de la sociedad. Ni nos seducen los cambios que responden a lógicas mercantiles y empresariales como conquistadoras de las subjetividades de docentes y alumnxs.

Por el contrario, creemos en la escuela pública y en el Estado republicano como protagonista principal de la política, promotor del desarrollo económico y garante de la justicia social y de la inclusión educativa. Aceptamos las nuevas propuestas que se expresan e integran en proyectos colectivos de trabajo.

Conocemos que la política educativa del neoliberalismo en la jurisdicción se ha sostenido a partir de la mercantilización de buena parte de los servicios que históricamente han estado a cargo del Estado. El discurso de la ministra de Educación alude permanentemente a una inclusión que en los hechos no es otra cosa que la profundización de las desigualdades existentes, y a la aceptación de una diversidad sui generis, cada vez más desintegrada y también desigual.

 

 

 

Mercantilización y meritocracia

El mapa de la pobreza educativa en la Ciudad de Buenos Aires es el resultado de la aplicación de políticas educativas neoliberales, que pueden resumirse en el intento de mercantilizar y/o privatizar la educación pública. Para ello se utilizan estructuras de nivel dispuestas para la selección (y segmentación educativa) de niñxs y jóvenes. En idéntico sentido, se consolida el modelo meritocrático entre desiguales con la intención de convertir a los más vulnerables y desafortunados en una masa obediente y homogénea.

Las políticas neoliberales en educación se caracterizan, asimismo, por el reduccionismo epistemológico e histórico y por una concepción más biologicista que científica y/o política de la sociedad. Todo ello a partir de la colonización de las subjetividades de los alumnxs, en beneficio del “aquí y ahora” del individuo como tiempo a vivir, en espacios y sociedades determinadas por las lógicas mercadotécnicas y sustentadas por el capital financiero neocolonial.

El mapa de la pobreza educativa coincide espacialmente, en su mayor parte, con la zona sur de la Ciudad. Barrios donde la pobreza extrema y la falta de soluciones habitacionales han impactado históricamente, pero que se ven perjudicados por la falta de políticas de recuperación sustentables del gobierno porteño. Se genera así una zona sur educativa pobre, con mayores carencias y desigualdades estructurales respecto a las que ya tenía, que impactan y agravan los contextos sociales en los que viven lxs alumnxs que concurren a las escuelas.

Según el Censo 2020, en el sur de la Ciudad –integrado por las comunas 1, 4, 8, y 9– conviven 828.607 personas. Es un número significativo, si consideramos que la Ciudad tiene un total de 3.120.612 habitantes. A dichas comunas, que han crecido demográficamente, corresponden los Distritos Escolares 4, 5, 13, 19, 20, y 21, conjunto que a la vez constituye la Región 5° de la educación secundaria. Se trata de los barrios de Constitución, San Telmo, Montserrat, La Boca, Barracas, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Soldati, Villa Riachuelo, Villa Lugano, Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda. No podemos omitir al Barrio Padre Mujica de Retiro, de la Comuna 1, con aproximadamente 40.000 personas residentes.

Como puede observarse, en una muy importante franja del sur de la Ciudad, las escuelas reciben niñxs y jóvenes que pertenecen a familias en las que las carencias económicas y la vulnerabilidad social resultan un lugar común, con un importante porcentaje que reside en barrios y asentamientos poblacionales.

Por tomar un ejemplo, según el Censo 2020, la Comuna 8 (Villa Lugano, Villa Soldati, Villa Riachuelo) tiene 204.842 habitantes, población que viene creciendo significativamente. Allí residen más de 56.000 niñas, niños y adolescentes. Es la jurisdicción que presenta la mayor cantidad de población residente en barrios carenciados (villas) y asentamientos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y configura, además, una de las jurisdicciones donde se registran las mayores carencias en términos de educación pública.

Desde 2011, diferentes sectores que se ocupan del relevamiento de este tipo de problemas, como organismos públicos vinculados al cuidado de la niñez y la adolescencia y sindicatos docentes, advierten sobre las limitaciones del sistema educativo porteño, que se encuentran vigentes y que, incluso, se han reproducido.

Nos referimos a la falta de presupuesto educativo en general, ya sea para la construcción de escuelas suficientes en todos los niveles, para cargos docentes, viandas, para evitar la disminución y atraso del pago de los subsidios a las Asociaciones Cooperadoras o para resolver la falta de cursos, a fin de evitar un fenómeno común, como es la sobrepoblación. Por entonces comenzaba a notarse el descenso que la inversión en educación, que se experimentó desde 2007 con la asunción de Mauricio Macri como jefe de Gobierno.

La Comuna 8 es una jurisdicción que traduce sus limitaciones presupuestarias para la educación en altas tasas de sobre edad, abandono y repitencia escolar de los jóvenes, y donde los déficits indicados se multiplican de manera alarmante. En las condiciones descriptas y con las restricciones educativas que enfrentan, son demasiados lxs alumnxs que no se encuentran en condiciones de aprender y promocionar sus estudios o los que directamente no asisten a la escuela. Sobre todo en el nivel secundario, en el que la edad de lxs jóvenes favorece su empleabilidad como mano de obra a bajo costo.

Dentro de la misma comuna, pero en el área de la Educación Especial, existen niñxs y jóvenes con diferentes discapacidades que son trasladados a considerable distancia de sus hogares para cursar sus estudios, lo que demuestra claramente la falta de establecimientos para esta modalidad, que se asocia a la falta de escuelas en general.

Tomando en cuenta el descenso continuo de la inversión educativa a lo largo del período 2015-2023, cabe proyectar una acentuación en el deterioro de la educación pública. Como ejemplo, contamos con datos que revelan que, en dicho período, la inversión real por alumno ha caído 22%, los subsidios a las cooperadoras escolares descendieron 30.2 % y las becas estudiantiles, 16,6%.

 

 

 

Virtualización de los vínculos

La virtualización absoluta del vínculo con la comunidad, con la excusa de estar a la altura de la innovación tecnológica, elude la relación directa y participativa entre el Ministerio de Educación y las familias de lxs alumnxs, con la finalidad de poner distancia, fragmentar y dispersar a la comunidad educativa. La totalidad de las comunicaciones (matriculación de alumnxs, inscripción a becas, comedores, concursos, etc.) se realiza únicamente online.

Cabe recordar que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, no les proporciona equipos de informática a sus alumnxs, ni extiende las zonas de wi-fi lo suficiente como para que puedan conectarse. Algo que dejó una buena cantidad de jóvenes fuera de la semi-presencialidad durante la pandemia, cuando se registraron altas tasas de abandono escolar, y que continúa causando el mismo problema, ya que no todxs lxs habitantes disponen de dispositivos electrónicos como para operar en todas sus tramitaciones cotidianas.

La Ciudad atiende online o, sencillamente, no atiende. Este panorama obliga a redoblar el esfuerzo cotidiano de lxs alumnxs y sus familias, de lxs docentes en el aula y en la conducción de las escuelas, y también de lxs supervisorxs, porque al contrario de lo esperado con la apelación a la cultura digital, las escuelas se encuentran tapadas de papeles que circulan desde el Ministerio de Educación.

En las actuales circunstancias, resulta anecdótico mencionar que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no sólo no cumple en general con lo dispuesto en la Constitución de la Ciudad. Tampoco lo hace con la Ley Nacional de Educación (2006) ni con la abundante legislación porteña en materia de protección de niñxs y adolescentes.

Resulta por lo menos extraño que haya comunas que se integran en un mapa de la pobreza educativa en la Ciudad de Buenos Aires y que dicha situación se manifieste en una de las ciudades más ricas y de mayor PBI per cápita de Latinoamérica.

Y llama la atención que sea justamente su jefe de Gobierno, el mismo que se postula para ser el próximo Presidente de los argentinos, quien niega a amplios sectores de la población una educación de calidad, sometiendo el área educativa pública de su gestión a un ajuste permanente y consolidando un abandono escolar en beneficio de lógicas mercantiles y empresariales, fieles gendarmes del poder económico concentrado.

 

 

 

 

 

 

*El autor es supervisor de Educación Media. Pertenece al Grupo Rescate – UTE.

 

 

 

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