Flaca asamblea agraria

Contradicciones y bravuconadas de un sector que sólo aparenta ser homogéneo

 

El martes pasado se realizó una asamblea a la que asistieron unos 300 productores agropecuarios en Villa Constitución, a la vera de la Ruta Nacional 9. Convocados por Federación Agraria Argentina (FAA), contó con la presencia –en el acoplado montado como escenario– de integrantes de la Mesa de Enlace. Tomaron la palabra referentes de distintas filiales de la FAA, quienes no ahorraron críticas hacia los dirigentes nacionales, evidenciando contradicciones de un sector que se presenta como homogéneo, sin serlo.

El presidente de la FAA, Carlos Achetoni, expresó el núcleo del reclamo, dirigido al gobierno nacional: Amenazante, advirtió: “Les damos hasta el lunes de la semana que viene para que respondan efectiva y positivamente suspender los embargos, juicios y procesos de pagos de anticipo de Ganancias y todo el proceso que tienen de pasivos en el banco”. Aclaró que eso “es lo que queremos en primera instancia” y anunció: “Si no tenemos respuesta, desde hoy nos declaramos en alerta y movilización”. Agregó que, para adelante, era necesario ir “programando asambleas para ir definiendo el momento en el que vamos a movilizar al Congreso y a la Casa de Gobierno para exigir que dejen de arrodillarnos pagando impuestos, pagando retenciones y para que unifiquemos la paridad cambiaria para que hablemos todos un mismo idioma”.

 

 

 

Bravo muchachito

Envalentonado por los aplausos dijo: “¡Ma qué dólar soja! (…) Nosotros con el vino, ¡¿qué es lo que nos beneficiamos?!” Y enumeró: “Con la ciruela tampoco, con el maíz tampoco. El que tiene un tambo, ¿en qué se benefició? Le encarecieron los insumos. La ganadería lo mismo”. Desde abajo del escenario, alguien gritó: “¡Los arriendos nos aumentaron!”. Otro sumó: “¡Los criaderos de cerdos!”. Achetoni asintió y repitió lo que le apuntaban. “Los arriendos se fueron… porque se fija en quintales de soja. Y se lo dijimos… que iba a pasar esto”, indicó. El problema principal de la FAA es representar a los pequeños y medianos productores y estar en comunión con la Sociedad Rural Argentina (SRA), entidad que representa a los grandes propietarios de tierra que fijan el alquiler desorbitante que sus afiliados padecen.

 

 

 

Carlos Achetoni, presidente Federación Agraria Argentina.

 

 

Como si se tratara de un castigo lo que el gobierno brindó y ellos gustosamente aceptaron, el presidente de FAA dijo: “Nosotros no generamos la distorsión, nosotros no generamos el dólar soja, pero lo tuvimos que soportar”. Luego agradeció a los demás presidentes de las entidades de la Mesa de Enlace por el acompañamiento y a los productores y dirigentes de diversas filiales del país. A continuación renegó de las retenciones, expresando que no solamente se aplicaron en la Pampa húmeda, sino también en las economías regionales. “Cuando pagamos un 5% de retenciones, o un 4,5% el vino, para el efecto sobre el producto es el mismo que en la soja. Y les explico por qué: la retención la paga el producto final que sale del puerto: lo paga la botella, el corcho, la etiqueta, la cápsula y lo que lleva adentro. Y a veces, tiene algún valor. Pero al productor primario, que es el que entrega la uva, le significa lo mismo que si le hacen la retención de soja. Es como si fuera un 33%”, dijo.

Achetoni advirtió a los representantes del pueblo que se movilizarán para que legislen para el sector: “Les digo a los legisladores presentes, a los que nos están viendo, que los vamos a ir a visitar. Porque esta Argentina, con un campo que representa el 70% de los aportes, los va a ir a interpelar y a pedirles que generemos las políticas públicas que estamos necesitando para salir de esta tremenda crisis”. Frente a una tribuna a la que no le importaba la verdad de sus enunciados, añadió que “los países vecinos no tienen inflación, no tienen retenciones, no tienen dualidad cambiaria y no tienen el índice de pobreza penoso y vergonzoso que tenemos en la Argentina”. Con tono enérgico de payador brabucón, señaló: “¡Quiero interpelarlos!” “¡Vergüenza les tiene que dar a los que nos gobiernan y al arco opositor!” “¡Si no quieren abrir al Congreso a patadas vayamos y abrámoslo para pedir por las políticas que hacen falta!”.

 

 

 

 

 

La altura suficiente

El primer orador de la asamblea fue el anfitrión, el titular de la filial Empalme-Villa Constitución de la FAA, Valentín Agostini. “En esta zona ya vamos cuatro de sequía. Las herramientas que nos dan no nos alcanzan”, protestó el joven. “Cuatro años donde los productores intentan reinventarse para no desaparecer. Pero cada vez los productores se van extinguiendo, cada vez deciden abandonar las pocas tierras que tienen, que fueron heredadas de sus abuelos, de sus padres, y deciden mudarse a la ciudad”. Sin sonrojarse, planteó su propuesta: “Devolverles a todos aquellos productores que hayan vendido hasta 1.000 toneladas de soja –que hayan tenido tres años de emergencia–, las retenciones de acá a dos años atrás”. Un Estado para ellos.

Gustavo Tettamanti, presidente de la filial de la FAA de Bigand (Santa Fe), dijo que la zona era el epicentro de cuatro campañas perdidas. “Nosotros somos generaciones de generaciones que lo único que sabemos es trabajar. No sabemos ir al Conurbano a pedir un plan, no sabemos hacer otra cosa. ¡Queremos laburar, muchachos!”, lanzó, y se ganó así el aplauso de los dirigentes de la Mesa de Enlace que estaban en el acoplado-escenario escuchando a cada orador. Tettamanti recordó a sus antepasados que participaron del Grito de Alcorta y pidió crédito a tasa cero para comprar insumos: “Queremos una ley de arrendamiento de una vez por todas. Porque acá –todos los gobernantes lo saben porque son cifras oficiales–, el 70% de la superficie que se trabaja es arrendada. Nosotros trabajamos el campo de otros y pagamos alquiler en quintales fijos. ¿Y qué hacen los políticos? ¿Dejan que siga la cosa, que se siga concentrando y vayan desapareciendo productores con este modelo? ¿Seguimos favoreciendo el monocultivo sojero?”, azuzó.

 

 

Gustavo Tettamanti, presidente de la filial Bigand (Santa Fe) de la FAA.

 

 

 

“Nosotros los productores queremos producir en forma diversificada. Queremos tener animales, queremos rotar, queremos sembrar maíz, pero nos obligan con esos contratos leoninos de quintales de soja a producir mal, para beneficios de otros y no para los que laburamos el campo”, continuó Tettamanti. Esta vez los aplausos partieron desde abajo y desde arriba; los dirigentes de la Mesa de Enlace también aplaudieron. “Queremos una ley de emergencia de verdad. Porque como dije de la ley de arrendamiento, que los dueños del campo sean socios en las buenas y también sean socios en las malas. Trabajar en porcentaje una ley de arrendamiento y una ley de emergencia; que el gobierno, con toda la plata que se lleva del sector, (haga) que vuelva cuando el sector lo necesita”, dijo. Una ley de arrendamiento sería una protección para pequeños y medianos productores, pero la contradicción de los federados es creer que ese pedido puede ser impulsado por la Mesa de Enlace, aliados a los grandes tenedores de la tierra, representados en la Sociedad Rural.

Sebastián Forte, miembro de la filial de FAA de General Pico, La Pampa, se mostró agradecido por la posibilidad de hablar y de que en la asamblea se escuche a los productores. Como productor familiar, dijo trabajar en forma mixta. “Hacemos ganadería. Si bien ahora se recompuso el valor de la carne, en los últimos tiempos fue malo. Y peor aún, es que nuestro principal cliente –y con todo el dolor del mundo–, el mercado interno… tenemos a más de la mitad de la Argentina pobre y no nos podemos mirar el ombligo. Eso también lo tenemos que ver”, indicó. “Las retenciones –mientras estén– tienen que ser segmentadas”, opinó. Y así se ganó un “no” rotundo de los asistentes. “Yo escuché a todo el mundo, pido respeto para que me escuchen”, espetó, sin mucho éxito. “Porque los productores… acá la soja, el maíz, el girasol, o lo hacemos los productores o lo hacen los pools de siembra. Y los pools de siembra pagan la misma retención que pago yo con 150 hectáreas”, dijo ofuscado, y arrancó algunos aplausos. Mientras Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural, miraba desde el escenario a la nada misma.

 

 

Sebastián Forte, integrante de la filial de General Pico (La Pampa), de la FAA.

 

 

 

Viendo que no había conquistado del todo al público, Forte no pudo dejar de caer en la oración que todo el sector sabe de memoria: “El kirchnerismo es el mal”, dijo, y los conquistó. “Yo soy consciente de que el kirchnerismo es el certificado de defunción de los pequeños productores. Hace 18 años que viene queriendo matar a los productores”, predicó, abandonando la idea de que los pools de siembra eran el problema central, para presentar otro enemigo que prendiera más entre los presentes.

Posteriormente, advirtió al sector político opositor –su aliado ideológico–, diciendo: “Nosotros no vamos a firmar un cheque en blanco para nadie. Nosotros queremos políticas claras. Este gobierno se va a ir, pero los que vengan, que empiecen a mirar a los pequeños productores, porque cuando termine otro año más de mandato vamos a quedar pocos”, estimó. “No nos peleemos entre nosotros. Combatamos al gobierno, peleemos contra las políticas que nos hacen mal, no contra un dirigente. Tengamos la altura suficiente para pegarle al gobierno y no al que tenemos al lado”, culminó.

 

 

 

 

A continuación, Achetoni les pidió disculpas a los demás integrantes de la Mesa de Enlace por los agravios recibidos por los disertantes de diversas filiales. No se podía simular la homogeneidad pretendida como si todos los presentes fueran lo mismo y persiguieran el mismo objetivo. Si bien el odio al kirchnerismo los une, la contradicción es permanente, porque el enemigo del pequeño productor es su propio aliado en la Mesa de Enlace. Difícilmente la Federación Agraria logre una ley de arrendamiento en esa unidad.

 

 

 

Antes de su cierre, Achetoni fue dando la palabra a los integrantes de la Mesa de Enlace. Nicolás Pino dijo que se nutría de las críticas. El presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), Elbio Laucirica, contó que era productor chacarero. “Alquilo campos, no tengo la suerte de cobrar alquileres”, aseguró. Luego explicó que si no se paga el precio que imponen, se los terminan alquilando a los pools de siembra. “Así es como muchas veces han venido los pools de siembra y se han perdido los productores chicos”, lamentó. Desde abajo, un productor gritó: “Las cooperativas también lo hacen”. Las cooperativas también terminan actuando como pools de siembra, y los productores los saben. Algunos califican a las cooperativas agrícolas como el “FMI local”. Pero Laucirica continuó como si no hubiese escuchado nada.

 

 

Elbio Laucirica, presidente de Coninagro.

 

 

 

Laucirica expresó, además, que “en ningún momento convalidamos el dólar soja”, como si no se tratara de un beneficio tan proporcional a una baja de retenciones. “Los cuatro estuvimos juntos y dijimos lo mismo: que iba a ser un problema con los alquileres, con el subproducto de la soja”. Por su parte, el presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Jorge Chemes, recogió el guante de la calificación de “cuatro infelices”, que había enrostrado en su contradictoria oratoria Sebastián Forte. Chemes, molesto, replicó: “Estos cuatro infelices no respondemos al capricho personal, respondemos al mandato que tenemos en cada una de nuestras entidades. Eso es mucho más serio y se llama institucionalidad. Que no compartamos metodologías de lucha no significa que no estemos totalmente de acuerdo con el objetivo que buscamos”. El objetivo que busca –como se sabe– es el fin del kirchnerismo.

 

 

 

Coherencia

Pero no todos los productores del sector son odiadores seriales del peronismo-kirchnerismo, como se vio en la asamblea. Existen voces coherentes. El Cohete a la Luna consultó al ex presidente de la Federación Agraria filial Pergamino, Sebastián Campo. En contraposición a otros discursos, manifestó que “es falso que hubo cuatro años malos. Hay algunas zonas puntuales, que pueden ser las del sur de Santa Fe, donde ya llevan sequías reiteradas. (Para) el resto –si bien hubo períodos de seca, por ejemplo, el año pasado para nosotros– fue un año normal. Este año es realmente preocupante”, señaló. Su palabra adquiere valor porque no siente desprecio por el gobierno, sino todo lo contrario. Por eso en su momento atentaron contra él, como lo contamos anteriormente.

El problema de la sequía es grave para el sector, reconoce Campo. Es algo que nadie puede negar. Planteó que “hay que visibilizar la problemática para poder conseguir herramientas que no queden en simples anuncios” y contó que “el inmobiliario me llegó con 60% de aumento y lo tengo que pagar. Tengo una cuota de un crédito que obtuve el año pasado y la tuve que pagar. No pude postergar anticipo a las ganancias. Por ahora es todo anuncio y los productores seguimos pagando”. Dijo también que “se puede tirar de la cuerda hasta mayo o junio. Vas a ver como empiezan a desaparecer pequeños productores y se va acelerar el proceso de concentración”.

Campo pensaba asistir a la asamblea, pero cuando vio las adhesiones que tuvo y percibió el tenor de la manifestación, decidió no hacerlo. Coincidió con quien escribe en que existe un mar de contradicciones del sector, y citó un ejemplo: “Se pide baja de retenciones y a la vez se critica el dólar soja 1 y dólar soja 2, que, en definitiva –y en términos conceptuales– es lo mismo que una baja de retenciones”. Y detalló “en el caso del dólar soja 1, es lo mismo decir ‘te pago el dólar a 200 pesos’ a ‘te bajo las retenciones del 33 al 11%’, o algo por el estilo. En términos reales es lo mismo. Sin embargo, se lo critica. Ahí hay una ambigüedad en el reclamo”.

Del martes 7 al viernes 10 de marzo se realizará Expoagro 2023 sobre la ruta nacional 9, en San Nicolás. El sector agropecuario tendrá ahí una buena tribuna para hacer sentir su reclamo. Porque en Villa Constitución, la flaca asamblea de productores convocada por la Federación Agraria Argentina contó con más sellos de filiales que concurrentes. Solamente hubo contradicciones y bravuconadas propias de quienes, aliados a la Sociedad Rural, sufren el síndrome del vaquero urbano: mucho sombrero y poco ganado.

 

 

 

 

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