Incubando frío

Se desacelera la actividad económica y crece el déficit comercial

 

En las horas que transcurren se desliza la posibilidad de que se produzca alguna novedad al respecto de las negociaciones que la Argentina mantiene con el FMI. Esta eventualidad se deslizó al principio de la semana en diferentes medios de comunicación, sin información concreta que exceda la posibilidad de que se concrete el adelanto de desembolsos y la postergación de pagos. Esta se hallaría contrapesada por la reticencia que mantienen los funcionarios del Ministerio de Economía a efectuar una devaluación abrupta del tipo de cambio y ahondar la contracción del gasto público.

El 26 de junio, Gabriel Rubinstein, el viceministro de la cartera que conduce el precandidato Sergio Massa, sostuvo que los diálogos estaban avanzando significativamente, y que posiblemente se conociesen novedades en esos días. Sin embargo, lo más relevante que se supo desde entonces no fue un cambio en las condiciones de desenvolvimiento del programa de Facilidades Extendidas para la Argentina, sino el pago que se le realizó al Fondo recurriendo a yuanes y DEG, equivalente a 2.680 millones de dólares.

Producto de esto, la caída de las reservas internacionales totalizó los 5.075 millones de dólares, y quedó el volumen total en 27.926 millones. Al 17 de julio, se valuaban en 25.849 millones. Cuando comenzó el año, ascendían a 44.608 millones. Para el gobierno resulta imposible acumular dólares por la situación del sector externo, que condujo al país a quedar atenazado por la sequía y los pagos al FMI, careciendo además de reservas para mitigar los impactos de todos estos factores.

Por ahora el Fondo permitió que se utilizaran medios de pago alternativos al dólar, cuyo uso el gobierno limita a lo impostergable. Mantuvo el juego de conceder algunas condiciones para que la Argentina pudiese cancelar vencimientos, lo que de cualquier manera hubiese sido inevitable. Pero hasta el momento no mostró disposición a colaborar como prestamista para contener la debacle de la economía nacional, que es lo que se pretendía originalmente con la búsqueda de “fondos frescos”. Conociendo esto, y revisando los datos más recientes de la economía nacional, podemos extraer conclusiones sobre la evolución próxima de la economía.

 

 

Desaceleración

El Índice de Precios al Consumidor (IPC) volvió a mostrar una desaceleración en junio, incrementándose a un 6 % con respecto a su nivel de mayo.  En ese mes, su incremento fue del 7,8 %. La variación con respecto a junio de 2022 es del 115,6 %, y acumula desde diciembre un aumento del 50,7 %.

El menor incremento se explica, principalmente, porque el rubro más influyente en el nivel general, alimentos y bebidas, aumentó un 4,1 %, mientras que en mayo había aumentado un 5,8 %. Con la excepción de bebidas alcohólicas y tabaco, y prendas de vestir y calzado, la mayor parte de los rubros tuvieron incrementos superiores al del nivel general.

Esto no quita que el aminoramiento en los aumentos de precios haya sido transversal. De las doce categorías de bienes y servicios que conforman el IPC, solamente dos se incrementaron más que en mayo. El resto mantuvo variaciones menores a las de ese mes. Es la cantidad más reducida de rubros con los que ocurre esto desde febrero. Como se señaló en una edición anterior, en ese mes llegaron a ser tres. Por lo que se puede afirmar que finalmente tiene lugar la desaceleración de los precios.

 

 

Sin embargo, el Índice de Precios Internos Mayorista (IPIM), asociado a los costos de producción y adquisición de productos para la venta minorista, aumentó en junio a una tasa del 7,5 % frente a mayo. En abril su incremento comenzó a acelerarse, mientras que el del IPC comenzó a descender. Esto indica que posiblemente las presiones inflacionarias no se hayan disipado por completo.

 

 

La caída de los precios en el IPC estuvo asociada a un incremento casi nimio de las carnes en este mes (0,9 %) y reducciones en los precios de las frutas y las verduras (3 % y 5,9 % en sus respectivos índices). En conjunto, con este cambio en los precios, también amainó la variación de la Canasta Básica Alimentaria, que fue del 5,2 % con respecto a mayo, y la de la Canasta Básica Total, que cayó al 6,7 %.

 

 

Visos recesivos y déficit comercial

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) volvió a mostrar una contracción en mayo, del 0,1 % frente a abril y del 5,5 % en comparación con el mismo mes de 2022. Al igual que en mayo, la disminución obedece principalmente al efecto de la actividad agropecuaria, que cayó en un 43,8 % en términos interanuales e incidió en el EMAE, lo que le restó a su variación 5,8 puntos porcentuales.

Como resultado, la actividad económica ya acumula una caída del 1,3 % en el año. Un hecho que se suele remarcar en este espacio es que, aún sin el efecto del agro sobre la estimación del nivel de actividad, los datos indican que está en ciernes una disminución de la tasa de crecimiento, con propensión a tornarse una contracción general de la economía si continúa deteriorándose el poder adquisitivo de los trabajadores.

Se lo puede observar con más claridad recurriendo al Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI). Este acumuló en mayo una tasa de variación para todo el año del 2,2 %, el más bajo que se vio hasta ahora. La ralentización de la tasa de crecimiento comenzó en marzo, aunque ya en febrero esta exhibió un valor modesto. Con la excepción de enero, que en 2022 resultó en una caía de este indicador, la tasa de variación es inferior a las observaciones de todos los meses de dicho año.

 

 

A pesar de esta trayectoria con visos recesivos que mantiene la economía argentina, el saldo comercial continúa empeorando. En junio, las exportaciones alcanzaron un valor de 5.450 millones de dólares y las importaciones ascendieron a 7.177 millones, lo que dio como resultado un déficit de 1.727.

La caída de las exportaciones equivale al 35,4 % de su valor en junio de 2022. Las importaciones disminuyeron también, pero solamente en un 17,2 %. En el total del semestre, la caída de las exportaciones asciende al 24,5 % frente a lo acumulado en la primera mitad del año anterior. El de las importaciones, al 8,5 %.

 

 

Nada auspicioso

El déficit comercial de junio es el más abultado del año, lo que da lugar a inferir que el modesto crecimiento que todavía mantienen algunos sectores empieza a encontrar limitaciones. Por ahora, no se presentó ningún factor que habilite a esperar una mejora significativa de la economía, por los límites que emergen en el comercio exterior. El proceso de declinación de la tasa de inflación no puede sostenerse en la medida en que la recuperación resultante de los salarios dé lugar a un incremento del déficit comercial, principalmente cuando, como se vio, las reservas internacionales con las que cuenta el gobierno están comprometidas.

Las condiciones de la economía indican que el nivel de vida de la población va a empeorar. A la larga, la incidencia de este resultado en la situación de la sociedad argentina dependerá de lo que se produzca con la tasa de crecimiento de la economía y de las acciones que se emprendan para mejorar el estado de la población nacional.  En relación con esto, se mantiene depositada una expectativa de mejora por las modificaciones en la producción de energía y la minería, algo de lo que El Cohete ya dio cuenta. Se espera que el incremento del saldo comercial permita mejorar la capacidad de pago al FMI, mientras se mantiene una tasa de crecimiento del 4,5 % del PBI a partir de 2025.

La mejora de este estado de cosas, no obstante, no conduce a una modificación en el sistema de precios que originó las tasas de inflación actuales. Más allá de las críticas que esta perspectiva suscite como proyecto para la nación en el mediano plazo, en lo inmediato, el esquema de retenciones y la devaluación constante provocan que los avances del salario en términos reales sean frágiles. Basta con que se produzca una situación adversa en el plano internacional o en la economía propia para que se ponga en entredicho. La desaceleración reciente del IPC en sí misma significa que el nivel de precios se estabiliza, no que se modifique la relación entre precios y salarios. Eso es tarea de la política. Mientras tanto, la economía argentina sigue incubando frío.

 

 

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