Informática en tiempos de Milei

Sueldos a la baja y proliferación de experiencias cooperativas

 

Frente a la creencia generalizada que define al sector como natural generador de empleos bien remunerados y oportunidades de crecimiento exponencial basadas en la pericia y creatividad individuales, los informes anuales del Observatorio de Trabajo Informático dibujan la pintura opuesta.

El último, que acaba de ser publicado, ilustra sobre la situación durante el primer año de gobierno anarcocapitalista. Los salarios pagados, cuya mediana nunca fue lo fabulosa que se imaginaba, continuaron la retracción en términos reales que ya es una constante en el rubro. La incipiente negociación colectiva sólo pudo incidir sobre el universo sindicalizado. Las grandes empresas históricamente han procurado reemplazarla por acuerdos individuales, que satisfacen uno de cada tres reclamos.

Las cifras reales relativizan la optimista insistencia de Sergio Massa, cuando el sector se definía como un ámbito dinámico al que le faltaba personal con la preparación suficiente para explotar la creatividad natural. El ministro de Economía y luego candidato presidencial se propuso formar 70.000 programadores en un año, pero omitió considerar que la irrupción del sector no implicó un cambio de paradigma en la relación entre patronales y trabajadores que define al conjunto de la economía, o en la inserción de la Argentina desde la periferia mundial.

De no corregirse ambas variables, el incremento de inversión pública en la formación de talento humano representaría una nueva transferencia de recursos del Estado a los capitales privados del rubro, que reúnen la mayor cantidad de trabajadores y disfrutan de exenciones impositivas facilitadas por el macrismo.

 

Sueldos a la baja

De acuerdo al informe del OTI, que cruzó diversas fuentes de datos para su cálculo, en 2024 los empleos de la industria informática en relación de dependencia constituyeron la modalidad de trabajo más extendida, explicando 7,1 por cada diez puestos del sector. Muy lejos le sigue el cuentapropismo, con 28,2%. El universo de los freelancers es siempre difícil de medir, pero se estima en alrededor de 30.000.

El total de asalariados suma los 158.510 de software y servicios informáticos (SSI) y 10.124 de hardware. De ese modo, el rubro debería más que duplicar su volumen actual para absorber los puestos de trabajo destruidos en el conjunto de la economía por el hábito de descomer que se aceleró en los primeros doce meses de gobierno de Javier Milei.

El valor de los salarios estuvo lejos de los números imaginados. Sólo un 17,3% se ubicó en el intervalo de entre dos y cuatro millones de pesos. La remuneración media para quienes trabajaban en SSI apenas superó el millón, mientras que en el desarrollo de hardware alcanzó 876.765. Dentro de este último grupo de actividades, la caída en los puestos de trabajo en la fabricación de equipos acompañó la tendencia del llamado mercado laboral y quedó en -6,58% respecto del comienzo de 2024.

Con esos registros, software y hardware sumaron 6.628 nuevos puestos ocupados entre el principio y el cierre de ese año, pero el sector continuó una serie descendente en materia salarial, que –como informó El Cohete– el OTI ya había plasmado en su informe sobre el último cuarto del mandato de Alberto Fernández.

 

Fuente: elaboración del Observatorio de Trabajo Informático, en base a datos del Sistema Integrado Previsional Argentino e INDEC.

 

 

Desde la incomodidad de su casa

El Observatorio de Trabajo Informático señala como factores de la pérdida del poder adquisitivo de los sueldos a aquellos que determinaron el mismo resultado para el conjunto de la clase trabajadora: una suba del costo de vida mayor a los incrementos salariales, el retroceso en las remuneraciones como ancla inflacionaria y el añadido de la inflación en dólares.

Sin embargo, una característica singular del sector añade otra poda adicional para sus trabajadores: el trabajo domiciliario, que realizan 6,62 de cada diez empleados en relación de dependencia.

Las modalidades hogareña o híbrida no sólo atentan contra el bienestar de quienes las llevan a cabo, sino que incluyen entre sus costos el pago de los servicios utilizados en horas laborales, con facturas sujetas a los tarifazos que obsequia periódicamente el ministro Luis Caputo. Para las patronales, la prescindencia de una sede física representa, en cambio, un sustancial ahorro.

 

Fuerza colectiva

En ese cuadro de situación incide la falta de instancias de reclamo colectivo. La Asociación Gremial de Computación, de la que depende el Observatorio de Trabajo Informático, busca romper la resistencia de las grandes empresas del sector, que históricamente prefieren la negociación individual.

El informe del Observatorio sobre 2024 cita un estudio de la consultora privada Michael Page, que en septiembre de ese año destacó que el 51% de los y las profesionales manifestaba descontento respecto de su salario, el 40% nunca había intentado negociarlo y sólo un tercio de quienes sí lo hicieron obtuvieron mejoras.

Para los asalariados que trabajan bajo el convenio que consiguió homologar en 2023, la Asociación Gremial acaba de anunciar que acordó un incremento de 6%, en tramos iguales en julio, agosto y septiembre. De ese modo, el salario mínimo de los informáticos que cuentan con protección sindical rozará el millón y medio de pesos, casi un 50% por encima de la mediana general de remuneraciones.

 

La constante transferencia

Además de la pendiente salarial, el estudio del OTI refleja otras constantes:

  • La alta masculinización del sector, pese al rol que cupo a las mujeres en los pasos iniciales de la informática, tanto en la Argentina como a nivel internacional;
  • La preeminencia de la formación universitaria como nivel de estudios, que persiste pese a que las patronales no siempre lo recompensan;
  • La mayor incidencia de la franja etaria de entre 20 y 35 años; y
  • La alta concentración geográfica de actividades que, en gran medida, trabajan con insumos y procesos intangibles: casi el 70% de los trabajadores del sector residen en el área metropolitana de Buenos Aires.

No es la única forma de concentración. Una decena de empresas reúnen al 37% de los trabajadores y trabajadoras que se desempeñan bajo la ley 27.506, que desde junio de 2019 amplió los beneficios fiscales a las firmas más grandes, trocando la exigencia de inversión en investigación y desarrollo por la más laxa de capacitación del personal.

La normativa reemplazó a la Ley de Promoción de la Industria del Software, sancionada en 2004 para impulsar al entonces incipiente rubro. Sus principales trazos habían surgido de un debate previo entre representantes gubernamentales, empresariales y del mundo académico. El plazo previsto era de una década.

Pese a que la ley vigente descarta explícitamente el secreto fiscal, las cuantías sobre las exenciones impositivas otorgadas y los beneficiarios que las disfrutaron no fueron especificadas cuando la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) requirió al Ministerio de Economía el acceso a esa información.

La reticencia expuesta por el gobierno de Alberto Fernández continuó en el de Milei. El estudio del Observatorio encontró otro obstáculo: desde noviembre de 2023 no se publica la información de la mediana de remuneraciones de acuerdo al nomenclador de Clasificación de Actividades Económicas. Por ello, el Observatorio debió basar sus estimaciones salariales en otras fuentes.

Con salarios a la baja en términos reales y transferencia de recursos del sector público al capital consolidado y concentrado, la exportación de servicios informáticos creció un 25% en términos interanuales para el primer trimestre de este año. De ese modo se recuperó de la retracción previa, y anotó un registro superior a 2023. El riesgo, sin embargo, es que no fructifique en un entramado productivo local y se afiance como una forma intangible de extractivismo.

 

Exportaciones de servicios basados en conocimiento, por rubro. Fuente: Desarrollo e Internacionalización Productiva (DESIP-UBA), julio de 2025.

 

 

Opción cooperativa

Un aspecto novedoso en el informe del Observatorio para 2024 es la proliferación de experiencias de organización cooperativa en el sector informático. Su crecimiento corre a contramano de la retracción que –como informó El Cohete– en el último lustro evidenció la recuperación obrera de empresas, que se organiza bajo esa forma de administración.

De acuerdo a los datos recabados por el Observatorio, en similar periodo de tiempo las cooperativas vinculadas al rubro informático pasaron de las 59 existentes en 2021 a las 150 relevadas en 2024. Su cantidad de trabajadores se estima superior ya al medio millar. En el bienio inicial de ese periodo tuvo especial gravitación el Ministerio de Desarrollo Productivo, bajo cuya órbita se había colocado a la Secretaría de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa.

El modo cooperativo de organización evidencia en sus planteles menor índice de rotación que el global de la industria del ramo: su 3,7% contrastó en 2023 con el 21% del conjunto nacional del sector. A su vez, la deserción cooperativa se estimó ese año en 1,6% y los despidos en 0,36%. En el global empresario de la actividad, durante el último lustro ambos índices nacionales nunca fueron inferiores a 12% y 2%, respectivamente.

 

Gráfico: Cámara de la Industria Argentina del Software, abril de 2025.

 

 

En la ciudad de Buenos Aires, la rotación de trabajadores en el rubro informático alcanzó el 24,6% durante el primer semestre de 2024 y, según datos oficiales, aumentó más de cuatro puntos respecto a la segunda mitad del año anterior.

El caso porteño es buena medida comparativa, porque el distrito concentraba para entonces 101.870 trabajadores y 3.571 empresas, el 68,3% y 65% de los totales del país, respectivamente. Sobre el número de empleos registrados en todos los rubros de la actividad privada, el peso de la informática es del 6%, mientras a nivel nacional representa menos de la mitad.

La cabeza de Goliat también se alimenta de caracteres digitales.

 

 

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