La crisis de la política neoliberal

Los países centrales nos reservan el rol de vendedores de alimentos y materias primas

 

¿Como puede ser que exista un país llamado Argentina, que es capaz de alimentar a más de 400 millones de personas (y que exporta granos para satisfacer a esos millones), pero que solo cuenta con el 10% de esa población, un tercio de la cual  bajo la línea de pobreza?  Y encima, en barriadas enteras van a los supermercados a "pedir comida". Paralelamente, cada vez se rompen nuevas cadenas de pagos, los telegramas de despido van al mismo ritmo de los cheques voladores: 550.000 cheques  rechazados por falta de fondos en la cuenta libradora en lo que va del año, por unos 21.000 millones de pesos. No ingresan divisas genuinas, los exportadores de granos liquidan sus ventas con cuentagotas, pese a que la devaluación en los primeros ocho meses del año supera el 60%, con lo que creen, implícitamente, que el dólar va a seguir apreciándose en pesos,

Según la Consultora Elypsis, muy cercana al gobierno, tanto que Luciano Cohan fue su Subsecretario de Programación Económica hasta el 20 de junio de 2018, al gobierno de Macri le están faltando U$s 45.000 millones para cubrir todos los vencimientos hasta diciembre de 2019, suma que en medio de la vorágine cambiaria no asegura que los tenedores de títulos argentinos estén dispuestos a cambiar deuda vieja por nueva.

Agravando el cuadro, no para la sangría de la fuga de capitales, de enero de 2016 a julio de 2018 y en forma creciente, se fueron del circuito real 49.477 millones de dólares según contabiliza el Balance Cambiario del BCRA, como Formación de Activos Externos de residentes argentinos (FAE), y en el mes de julio 2018, con acuerdo firmado con el FMI un mes antes, se fugaron 3.351 millones de dólares.

Los bancos extranjeros hicieron fuertes ganancias y se fueron y el gobierno de Cambiemos lo posibilitó y lo permitió.

No se puede pensar seriamente que un gobierno pueda mantenerse mucho tiempo con tasas de interés de préstamos que supera el 100% anual, que por acuerdos firmados por este gobierno tiene las tarifas energéticas y los combustibles (que se producen en el país, que se generan en nuestro subsuelo, con mano de obra y equipos que están en la Argentina), fija en dólares las tarifas energéticas y los combustibles (que se producen en el país, que se generan en nuestro subsuelo, con mano de obra y equipos que están en la Argentina), cuando el dólar no tiene precio final.

Hoy los sectores más vulnerables van a solicitar comida a los supermercados, pero no se puede estar mucho tiempo sin comer, sin pagar la luz o el gas, o los medicamentos, máxime cuando el único horizonte que se ve es el del despido y el de engrosar el ejercito de desocupados.

Mañana —y ya se verá cuán cercano es ese mañana—, el reclamo se convertirá en exigencia y la respuesta no será que no hay presupuesto porque lo acordado con el FMI no lo permite. Y si no se cumple con el FMI, cada vez que se realice la revisión de los compromisos asumidos por el Gobierno de Cambiemos, el Directorio del “Fondo” no va a otorgar la cuota de U$s 3.000 millones, esa sola señal hará que el dólar se vuelva a disparar, perjudicando aún más el poder adquisitivo de la población, en un círculo perverso que siempre termina mal.

El presupuesto de la Administración Nacional de este año 2018 era de $ 2.783.156 millones, que a un tipo de cambio de $ 18,30, que era lo presupuestado, significan unos U$s 150.440 millones, si extrapolamos esos números, por más ajuste que hagan, por más economías que realicen no alcanzan a pagar los U$S 25.700 millones que les faltan para “cerrar” financieramente este año, según los datos dados a conocer por la Consultora Elypsis. E igual pasa para los 12 meses del año 2019, por más ajuste que hagan no pueden alcanzar la suma que se debe pagar.

El drenaje de divisas persiste por las licitaciones y ventas del BCRA (con parte de la plata que se recibió del FMI) a lo que debe agregarse la política deliberada de colocar Letras del Tesoro Nacional (LETES) que se pueden constituir en pesos pero se pagan en dólares; y los bonos dual, que pueden pagarse en pesos o en dólares según quiera su poseedor, y que es el camino que han adoptado para desarmar las LEBACs (Letras del BCRA) que eran en pesos y configuran deuda del BCRA (deuda cuasi fiscal) que se va convirtiendo en deuda externa pública del Tesoro de la Nación (y que va a significar nuevas pérdidas de las reservas internacionales del BCRA).

El stock de LEBACs al 13 de agosto 2018 ascendía a $ 976.777 millones de pesos y con vencimientos cada 28 días, desde el martes 14 de agosto 2018, hasta fin de año.  A su vez el Gobierno deberá afrontar vencimientos de LETES por 9.801 millones de dólares y tendrá que pagar otros 5.165,8 millones de dólares entre enero y julio de 2019. (Es decir, 14.966,8 millones de dólares entre julio 2018 y julio de 2019.)

El cierre del programa financiero, aún con los dólares del FMI, depende exclusivamente de que sea posible refinanciar las LETES en dólares en el mercado (títulos de un plazo de 180-182 días), cuando el 26 de julio se licitaron LETES por 500 millones de dólares y se renovó el 80% a una tasa del 3,75% anual.  El 10 de agosto de 2018 vencían LETES por 800 millones de dólares y se renovaron solo el 53,75% (430 millones de dólares) y se fueron del sistema (tenedores de esos títulos que percibieron por ellos dólares en sus cuentas) por los 370 millones restantes y eso que la tasa fue del 4,99% anual.  Y en cambio el 22 de agosto vencieron LETES por 1.000 millones y se renovó el 91,3% (913.000 millones de dólares) pero a una tasa mayor (5,5% anual).

Esta actitud errática en medio de una crisis cambiaria nos permite pensar que existe un factor que está jugando detrás de los acontecimientos y que, por su peso, no puede ser otro que los Estados Unidos. No hubo ningún cambio económico, al revés la fuga de capitales continuó realizándose, el balance comercial fue fuertemente negativo [1], las tasas de interés por las nubes, etc. etc. y, sin embargo, 12 días más tarde se renuevan fuertemente las LETES e incluso colocan LETES en pesos.  Alguien le asegura a los que renovaron y tomaron títulos de deuda argentino, que la economía argentina resiste al menos 182 días (que es el plazo de la LETES), que el gobierno de Cambiemos continua y que se van a pagar los títulos al vencimiento, cuando la Consultora Elypsis, cercana al gobierno y de muy buena información, sostiene que faltan no menos de 45.000 millones de dólares para cubrir todos los pagos. Y ese alguien no puede ser otro que los Estados Unidos. El FMI juega como instrumental y reaseguro técnico, pero el aval político es de los Estados Unidos. Lo dice claramente su embajador en nuestro país: “El Presidente está haciendo lo que debe hacer para que la economía funcione. Estados Unidos y otras naciones están de acuerdo en que ha tomado el camino correcto. A la gente que tiene que pagar las cuentas de electricidad y de agua, y que gana un sueldo perjudicado por la inflación y la devaluación, le cuesta más aceptar los cambios porque se siente directamente afectada por ellos, pero tiene que saber que es un momento duro, pero necesario para avanzar” [2].

 

La burguesia local y el capital financiero internacional

El gobierno de Cambiemos, abandonado por el capital financiero de primera línea, huérfano de apoyo, se aferra al FMI (y a los Estados Unidos que están detrás), que  a su vez, viene a la Argentina por varias razones, desde cuestiones geopolíticas como contar con un gobierno aliado en el sur de América, seguidor de la política exterior yanqui, pero también para garantizar que los capitales que no se pudieron ir tengan los dólares suficientes para repetir la toma de ganancia e irse y luego que la deuda que queda sea pagada en activos, desde las acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, como las tierras fiscales que va a dejar el Ejército argentino en su plan de reducción de tareas, las reservas de litio, de agua, etc., etc.

Si la causa por la que se fueron los bancos y fondos que le prestaron al gobierno de Cambiemos en el inicio de su gestión es porque los Estados Unidos elevó la tasa de interés de los Bonos del Tesoro a diez años al 3% anual, basta decir que esa tasa se irá acercando al 4% anual para lo que resta del año y seguramente la superará en abril o julio del año que viene y forma parte de la puja entre la Reserva Federal y el Presidente  Donald Trump, en que teóricamente la central bancaria norteamericana prevé un recalentamiento de la economía y quiere moderarla subiendo la tasa de interés, mientras el Presidente  no quiere frenar el rimo de crecimiento.

Ya Macri y el gobierno de Cambiemos hicieron la tarea sucia, bajar los costos laborales y demás costos operativos medidos en dólares para que sean menores que en Brasil. En 2015 el costo del salario bruto para el empleador (incluye aportes previsionales y sociales totales) de un trabajador industrial estaba en 12 dólares la hora. En julio de 2018 el salario bruto en la Argentina está a menos de 8 dólares la hora y Brasil paga 9.

La burguesía local encabezada por los Rocca de Techint y los Pagani de Arcor, pretende que el gobierno de Cambiemos se desgaste hasta el final, muestra de que está “raspando la olla”. El Decreto 702/2018 del 27 de julio de 2018 reduce las asignaciones familiares y encima desconoce las situaciones desfavorables de la Patagonia y de otras regiones del país que como estímulo duplicaba el importe; el precio del transporte y de los combustibles, incluidos la luz y el gas, no cesa de aumentar. Ellos, los ricos de la Argentina, los que figuran en la revista Forbes por tener un patrimonio de más de mil millones de dólares,  siguen fugando plata, mientras se acepta que la población pague más por las tarifas, los medicamentos, los alimentos, etc. y el gobierno  no puede tan siquiera cobrarles una tasa de aeropuerto cuando viajan al exterior, menos pensar que les cobre un impuesto por comprar dólares, como pasa en Europa que tienen el euro y si un ciudadano quiere comprar dólares tiene que pagar un impuesto al cambio.

Sin embargo, y acá volvemos a pensar coincidentemente que hay un alguien detrás, aparecen unas fotocopias de un cuaderno del chofer del que fuera Secretario de Obras Púbicas en la gestión anterior, Roberto Baratta, de nombre Oscar Centeno, ex suboficial del ejército, donde habría anotado las veces que Baratta se veía con funcionarios, administradores y dueños de las principales empresas contratistas del país, donde por supuesto está el Grupo Techint presidido por Paolo Rocca, principal contratista del Estado desde hace muchos años.

El hecho se complica porque varios de los empresarios y/o empleados jerárquicos de esos empresarios reconocen haberse entrevistado con Roberto Baratta y haberle pagado con dinero y/o con divisas y/o regalos en una causa judicial compleja.

Las fotocopias de los supuestos cuadernos del chofer Oscar Centeno son funcionales a la estrategia de dominación y primarización de la economía argentina. Por un lado, ponen freno a los planes económicos alternativos que priorizan la industrialización y el fortalecimiento del mercado interno, como son, con sus diferencias,  los “14 puntos” propiciados por Techint y el modelo aplicado durante el kirchnerismo y, por otro, imponen como único y exclusivo sistema el de valorización financiera del capital con todo el daño que ha significado y significa en el país.

El mensaje es claro; que nadie se anime a enfrentar a la lógica del interés compuesto, a riesgo de ir preso y que se confisquen sus bienes, contratos y aspiraciones a manos de jueces, medios periodísticos, económicos, por lo que se debe acatar lo que Estados Unidos, sus empresas y financistas decidan. De allí que no sólo no le hayan soltado la mano a Macri, sino que lo conserven como la cara visible de un gobierno que se endeuda para pagarles y al cual el FMI sigue concediendo créditos para que los capitales que se quieran ir lo hagan, a sabiendas de que los recuperarán con creces de los activos y del trabajo argentino.

Por supuesto van a parecer los arrepentidos que, coincidentes con el Embajador Edward Prado, jurarán y perjurarán que creen en el plan económico de Macri y que todos los sacrificios son pocos para “que no nos aislemos del mundo” y otras sandeces por el estilo, encabezados por los bancos y los que explotan recursos naturales, como la energía, la minería y la producción a gran escala, acopio y exportación de productos agropecuarios, en un marco donde el dólar y Estados Unidos se fortalecen, demostrado en que entre abril y junio de 2018 ingresaron a las bolsas de valores de USA unos U$s 40.000 millones y otros U$s 8.000 millones a los fondos de renta fija, mientras en igual lapso salieron unos U$s 25.000 millones de los mercados de capitales de Europa y U$s 33.000 millones de América Latina.

Pero del otro lado está el pueblo argentino e incluso productores y comerciantes ligados al mercado nacional, quienes con sus diferencias y matices apoyan propuestas que pretenden industrializar y generar trabajo en el país, que chocan con las ambiciones del capital financiero internacional y de la lógica de subordinación que imponen los Estados Unidos en el que considera su patio trasero, donde nos reservan el destino de meros proveedores de materias primas y alimentos, e instrumentan la deuda y el acuerdo con el FMI para garantizar que nada cambie.

El gobierno de Mauricio Macri también es disciplinado por los cuadernos y la corte de arrepentidos y colaboradores. Y se ve obligado a llevar adelante medidas cada vez más antipopulares, como fueron las recientes de suspender por seis meses la baja de las retenciones para aceites y harinas de soja, que tenía una alícuota del 32 por ciento en el año 2015 y que habían hecho descender hasta el 23 % actual. También se eliminó el Fondo Solidario de la Soja, de modo que provincias y municipios no recibirán el 30 % de la recaudación de los derechos de exportación a la soja que financiaban obras públicas. (Con esta decisión, según el gobierno se deja de girar a las mismas 8.500 millones de pesos en este año 2018 y otros 26.500 millones de pesos en 2019.) Y se reduce en un 66 % el monto total pagado en concepto de reintegros (devolución de impuestos a los exportadores), que serían unos 5.000 millones de pesos en 2018 y 29.000 millones de pesos en 2019.

Es un final abierto, un gobierno desgastado por su propia concepción del mundo y por su impericia, y dos propuestas económicas que se perfilaban nítidamente como son los “14 puntos” de Roberto Lavagna y Aldo Pignanelli, y la economía kirchnerista de defensa del trabajo y del mercado interno, fuertemente cuestionadas por fotocopias de un cuaderno de un suboficial del ejército argentino con el principal efecto de darle oxigeno al gobierno de Cambiemos que destruye valor al ingresar a un proceso recesivo desindustrializador y expulsor de mano de obra, a la par que incrementa sin límite, la deuda externa.

El árbol se conoce por los frutos y al neoliberalismo retrógrado y exclusivista se lo conoce y se lo ha sufrido. Como dijo la Senadora Cristina Fernández de Kirchner, no alcanzan los medios para tapar la realidad: “Las tapas de Clarín no sirven para desayunar, ni para hacer guiso, ni para poner nafta al auto”.

 

 

[1] El total de las exportaciones de los primeros siete meses del año 2018 fueron U$s 35. 205 millones y las Importaciones fueron U$s 41.072 millones, arrojando un déficit comercial del U$S 5.867 millones, que sigue siendo un problema de consideración en las cuentas externas del país.

[2] La Gaceta de Tucumán (22/08/2018) Declaraciones del Embajador de los EEUU en la Argentina, Dr. Edward C. Prado

 

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