La guerra de los silos

Hay que llegar a septiembre es la nueva manera para decir “hay que pasar el invierno”

 

“Nadie especula, la soja es un activo que cotiza en dólares entonces para muchos productores es un ahorro, sobre todo en una economía desquiciada. Seguramente van a empezar a vender para pagar alquileres y comprar insumos”. El empresario Gustavo Grobocopatel digita sus negocios desde Uruguay. “Lo que es mío ya lo vendí todo”, sostiene para desechar suspicacias sobre cualquier almacenamiento. Lo cierto es que el Ministerio de Agricultura estima que existen 30 millones de toneladas de soja sin vender, de las cuales 20 millones están guardadas en silobolsas y otras 10 millones fueron entregadas a exportadores y acopios pero sin fijar precio, que es otra forma de especulación. Esperan a que suba el precio o mejoren los términos de intercambio para cerrar la operatoria. En total, serían 14.000 millones de dólares.

“No van a vender nada”, reflexiona un funcionario de Agricultura. Es jueves al medio día y el contado con liquidación ronda los 315. Esa misma jornada finalizó en los 334. “Los insumos como las semillas ya los compraron, fertilizantes también. Y si quisieran comprar ahora, no hay o, mejor dicho, no venden porque no hay precios de referencia. Los dueños de los campos les están diciendo a los que alquilan que paguen los arrendamientos más adelante. Total, se abona en quintales de soja”, agrega una de las personas más escuchadas por Julián Domínguez, el titular de la cartera.

 

El gobierno está en problemas. No es una novedad. El dato del intercambio comercial de junio, con un saldo negativo de 115 millones de dólares, confirmó que los sojeros y las cerealeras dejaron de vender. La comercialización de productos primarios registró una caída en cantidades del 12%, mientras que las ventas de poroto de soja retrocedieron un 30%. También queda en evidencia cierto límite de la apuesta exportadora. Las importaciones crecieron 24 puntos porcentuales más que las ventas hacia el exterior.

La liquidación del sector agroexportador alcanza un volumen de 19.000 millones de dólares en lo que va del año. Pero el ritmo de ventas fue particularmente bajo en junio, con 3.800 millones de dólares y más lento en julio donde el promedio diario se ubica por debajo de los 160 millones, cuando las estimaciones del sector privado anticipaban un promedio diario de 250 millones.

No existe un motivo económico ni de ahorro detrás de esta decisión. Por haber retenido granos en silbolsas, los productores perdieron hasta 100 dólares de margen por tonelada entre los primeros días de julio comparado con los valores picos de junio, cuando la oleaginosa llegó a los 620 dólares la tonelada. Es decir, eligen perder dinero. Ese es su poder de fuego.

Con una brecha cambiaria que al cierre de la semana se ubicaba en el 150 por ciento, esperan una devaluación. O, mejor dicho, empujan hacia una devaluación, al igual que las empresas que apuestan por la corrida cambiaria a través del contado con liquidación. ¿Y quiénes están detrás de esta movida? Los productores están mucho más atomizados que las cerealeras. Sin embargo, el 70% de la producción de soja está concentrada en el 20% de los productores, según un trabajo sectorial realizado por el Ministerio de Economía y publicado en 2019. Y solo 10 empresas concentran el 90% de las exportaciones de porotos, aceite y harina de soja. Con estos datos, no sería muy difícil determinar quiénes juegan a la devaluación.

Por el lado financiero, la llave de esa información la tiene la CNV. El Presidente del BCRA, Miguel Angel Pesce, y Sebastián Negri, titular de la CNV, están en conversaciones para que las Alycs informen quiénes son sus beneficiarios finales.

“Es un gran disparate lo del dólar para el agro, no hay nada de eso. Es parte de una especulación tendiente a forzar el mercado de cambio restringiendo la oferta de divisas. No se evalúa ninguna medida que implique mejorarles el tipo de cambio”. La aclaración provino del Banco Central, el jueves por la tarde noche. El desconcierto es total. Lo cierto es que el gobierno evalúa alternativas para “incentivar” la liquidación de soja. Aunque hasta el viernes no existía, dentro de la coalición de gobierno, consenso sobre qué camino tomar.

 

Otro ejemplo más…

“Hay que cortarles el financiamiento”, afirman desde un sector del equipo económico. La propuesta posee cierto asidero. El Estado, desde el Banco Nación, financia a los productores en pesos y con tasas más bajas que las del mercado. “Si el financiado es un jugador grande, puede devolver los pesos y después esperar. En el primer semestre hubo buenos precios internacionales, entonces hoy tenés que muchos jugadores tienen espaldas para posponer la liquidación”, agrega un analista del mercado granario.

Para ser más explícitos, un ejemplo: al productor le cuesta 10 pesos guardar su soja pero espera ganar el doble con la devaluación (o la brecha cambiaria). Entonces no liquida. Lo dramático de este escenario es que desde el BCRA reconocen esta situación. Otro ejemplo de un Estado estúpido donde se les financia la especulación a los sojeros.

“Algo habría que hacer”, afirman desde Agricultura, Economía y el Banco Central. “No van a vender nada”, enfatiza nuevamente un funcionario cercano a Domínguez. ¿Baja de retenciones? ¿Un dólar MEP para los sojeros? El desconcierto es total.

Desde Agricultura le aseguraron a Miguel Pesce que entre julio y septiembre deberían ingresar divisas por 11.500 millones de dólares de todo el complejo agroindustrial. Esto incluye soja, maíz y sus derivados, cuyas ventas deben liquidarse a los 15 días de que sale el barco y también el resto de las exportaciones del sector que cuentan con 180 días para liquidar. Por ende, deberían ingresar dólares por ventas realizadas entre enero y marzo. Lo mismo ocurriría sobre el cierre del año, con otro potencial ingreso por 10.000 millones.

La pregunta que le trasladan a Pesce es la siguiente: ¿alcanza con un potencial ingreso de 20.000 millones de dólares al margen de toda la soja que tienen guardada? Con tamaña brecha cambiaria, una quita de retenciones sólo sería efectiva si se la llevase a cero. La contraparte es que caería la recaudación. En junio, los ingresos por derechos de exportación solamente crecieron un 11,2%, casi nada comparado con la suba del 82% en la recaudación mensual. La experiencia de bajarle retenciones al sector para “incentivar” a vender ya se realizó en 2020. Solo se les bajaron tres puntos y no liquidaron.

Ni lerdos ni perezosos, desde Confederaciones Rurales Argentina le dijeron al Gobierno que ni se gaste en anunciar una medida de incentivo si el supuesto desdoblamiento no se acerca a los 330 pesos del “dólar financiero”. Es el argumento de una extorsión.

 

 

Tiempo de descuento

Desde el gobierno, con una mirada técnica, indican que la tensión con los dólares debería mermar para principio de septiembre, que es cuando se dejaría de importar energía (en junio fueron 1900 millones y otro tanto en julio) y deberían comenzar a ingresar dólares de la nueva cosecha de soja (de los mismos que la están reteniendo). “El partido se juega a ver quién resiste más”, grafica una fuente gubernamental. Hay que llegar a septiembre es la nueva manera de decir: “Hay que pasar el invierno”.

Pero la economía no es una planilla de cálculo como pregonaban Guzmán o Juan José Aranguren en su tiempo como ministro de Energía cambiemita. No se le puede decir a una familia que necesita 106.000 pesos para no caer en la pobreza y casi 200.000 si alquila una vivienda en la ciudad de Buenos Aires que “banque” hasta septiembre.

El 7 de julio, uno de los consultores más escuchados por el gobierno nacional y el establishment afirmaba que si en 20 días no había un cambio contundente, la cosa empeoraría hasta un punto de no retorno. Luego vino el anuncio de Batakis de ajuste del gasto público y la corrida continuó. Después se tomaron medidas aisladas desde BCRA y la corrida continuó. Estaríamos en tiempo de descuento.

“Es insostenible esta dinámica. No funciona una economía con una brecha mayor al 100% y con una inflación que viaja persistente más arriba del 5% mensual. No es sostenible. Esta es por lejos la mayor crisis que afronta este gobierno. Por falta de instrumentos, incluso es peor a las corridas que tuvo Macri”, grafica Sergio Chouza, de la consultora Sarandí y la Universidad Nacional de Avellaneda.

“Tenemos espalda para bancar la parada”, elijen creer en el BCRA. Tras una primera corrida cambiaria en junio de 2020, en donde se implementó la Comunicación 7030, la autoridad monetaria intervino en el mercado único y libre de cambio con 964 millones de dólares, en octubre del 2021, tras nuevas medidas vinculadas al pago de importaciones, la entidad intervino con 425 millones y luego de la aplicada el 27 de junio de este año, pulseó con otros 746 millones. Con estos números en la mano, explican que poseen poder de fuego en sus diezmadas reservas.

Pero en lo estructural, nada cambió.

 

 

 

 

 

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