La guerra fria tecnológica

Washington prioriza los aspectos tecnológicos como el espacio de mayor confrontación con Beijing.

La República Popular China ha decidido reemplazar la totalidad de las computadoras, los sistemas operativos, las aplicaciones de software y el cableado de fibra óptica utilizado por las oficinas gubernamentales. La directiva conocida como 3-5-2 incluye la infraestructura informática de las fuerzas armadas y supone el abandono de las plataformas ofrecidas por Windows, el buscador Google y la totalidad del software no programado localmente. La resolución incluye el reemplazo del 30 % de las computadoras y el software para el año 2020, un 50 % en 2021 y el 20 % restante para 2022.  Este desacoplamiento implicará la sustitución de 30 millones de componentes de hardware y un esfuerzo equiparable a  2 millones de horas de  programación en los próximos 3 años.

Por su parte, la nueva plataforma de seguridad difundida por Washington en enero último señala a China y Rusia como sus rivales estratégicos y prioriza los aspectos tecnológicos como el espacio de mayor confrontación con Beijing. Las 5 dimensiones centrales en las que se expresa dicha disputa son:

  • La infraestructura de cable por fibra óptica y/o los satélites.
  • El hardware, específicamente ligado a los procesadores de datos y soportes físicos de almacenamiento
  • Las patentes de interconexión de datos 5 G, nuevos sistemas operativos y/o aplicaciones
  • La utilización de los flujos de datos disponibles tanto para la inteligencia artificial (IA) como para el espionaje geopolítico.
  • El acceso y la transferencia de conocimiento que requiere la formación de recursos humanos capaces de lidiar con la frontera del conocimiento, la innovación tecnológica y productiva.

En relación con  la infraestructura de interconexión de datos,  el gobierno chino decidió las últimas semanas relanzar el cableado de fibra óptica submarina desplegado en el Océano Pacífico. En la actualidad existen 378 cables interoceánicos con una longitud que supera varias vueltas al globo terrestre, medidos con relación a la circunferencia del paralelo del Ecuador. El 20 % de ese recorrido fue desplegado por empresas de Beijing y un tercio del total por Washington. Sólo el 1 % de los intercambios se realizan a través de satélites, dado el verificado impacto negativo de la radiación solar. Una de las corporaciones que participa en el cableado es Unicom, empresa estatal de telecomunicaciones china que se encuentra desplegando sus conexiones en una gran cantidad de islas ubicadas en los alrededores del continente australiano. Esta interconexión, que incluía como socios a Google y a Facebook, ha sido suspendida por una orden del Departamento de Justicia de los Estados Unidos. El subterfugio difundido por Washington para justificar la prohibición de la alianza con las empresas chinas se vincula con la supuesta utilización de una nueva tecnología de monitoreo incluida en los cables de telecomunicaciones submarinos (con sensores denominados SMART) que podrían utilizarse tanto para detectar movimientos de submarinos como para procesamiento de inteligencia artificial (IA). Sus defensores de la Fuerza de Tarea Conjunta (JTF), compuesto por tres agencias de las Naciones Unidas (la Comisión Oceanográfica Intergubernamental, la Unión Internacional de Telecomunicaciones y la Organización Meteorológica Mundial) coinciden en que los datos proporcionados por la tecnología Smart permitirán advertir en forma anticipada eventos sísmicos --como tsunamis-- y relevar los efectos del cambio climático. La segunda dimensión,  relativa a la directiva 3-5-2, supone una pérdida de 1000 millones de dólares para los proveedores prioritarios de hardware a las oficinas gubernamentales chinas como HP, Samsung, Dell, Intel y Sony.

 

Proporción de patentes en el territorio del 5 G

El tercer eje de la disputa iniciada por Trump contra Xi Jinping remite a la distribución de las patentes de nuevas formas de interconexión conocidas como 5 G (o internet de las cosas) que permitirá el acople de múltiples dispositivos: no sólo teléfonos y ordenadores sino drones, equipos industriales, vehículos terrestres, dispositivos médicos implantados, cámaras de video e infraestructura hogareña. En ese plano las dos empresas chinas Huawei y ZTE acumulan el 40 % de las patentes de la próxima generación de interconexión. Esto le parece desesperante al Departamento de Estado que solo posee el 8 % de las patentes aprobadas. La tecnología 5 G proveerá ventajas competitivas estratégicas al conglomerado BAT (Baidu, Alibaba y Tencent) que disputarán espacios globalizados con Google y Amazon.

El cuarto aspecto se relaciona con las tres anteriores dado que el flujo de información es un capital crecientemente monetizable para su utilización en investigación de mercado  y, al mismo tiempo, apto para el espionaje y la denominada inteligencia competitiva. El tránsito de datos gubernamentales y estratégicos se encuentra hoy a disposición de empresas como Google y Microsoft (y sus correos Gmail y Hotmail) potencialmente disponible, además, para su utilización por parte del Department of Homeland Security. Se presume que la inteligencia artificial (IA) será el centro de la actividad productiva y comercial en las próximas décadas al posibilitar la anticipación de demandas, los gustos, las expectativas de los diferentes segmentos poblacionales y el marketing personalizado.

El último eje, el que viabiliza el acceso a la transferencia de conocimiento, se relaciona tanto con la fuga de cerebros como con la capacitación e interacción de los investigadores quienes son los verdaderos generadores de innovaciones. Recientemente Estados Unidos rechazó las  visas para académicos y estudiantes avanzados de computación cuántica, provenientes de China. La medida fue tomada como réplica, según informaron las autoridades, en repudio a la ley de propiedad intelectual de Beijing y sus políticas industriales.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional difundida en enero pasado por Washington considera a China su máximo rival estratégico. Y dispone un programa para evitar que Beijing expanda sus vínculos a los territorios que el Departamento de Estado considera de influencia propia. América Latina es parte de lo que Trump reclama como un patio trasero que debe someterse al unilateralismo del hemisferio occidental, espacio al que se le debe impedir vincularse con el gigante asiático. La frontera de la tecnología, la producción y el conocimiento han reconfigurado la interacción global. La cooperación multilateral respetuosa de la soberanía aparece como una necesidad estratégica de quienes quieren ser parte de un mundo integrado y justo. Washington no parece opinar lo mismo.

 

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