La orgía de derechos

Guerra santa contra la casta, último capítulo de letanías antiperonistas

 

A principios del 2016, cuando los entusiastas de Cambiemos creían que todo era posible e imaginaban un futuro venturoso conformado de una larga sucesión de gobiernos de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal –la por entonces Gobernadora Coraje–, el titular de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de Capital Federal (UTHGRA), Dante Camaño explicaba con fastidio que el kirchnerismo había propiciado “una orgía de derechos”.

En una performance asombrosa, aún para el generoso estándar del titular del sindicato que cuenta con más de un tercio de sus trabajadores no registrados, Camaño agregó: “Somos un gremio de trabajo, no queremos ni subsidios ni que el Estado intervenga”. Fue una extraña declaración de principios. En efecto, teniendo en cuenta que en cualquiera de los países que nuestra derecha considera serios, la intervención del Estado explica la parte del león del PBI, no hay forma de evitar que “no se meta en la economía”. Lo que sí puede debatirse es cómo lo hace y, sobre todo, a quién favorece. Eliminar subsidios, como por ejemplo los referidos a la energía, no sólo afecta la estructura de costos de los restaurantes que, justamente, dan trabajo a los afiliados del gremio que Camaño supo dirigir, sino que atenta contra el bolsillo de clientes y trabajadores.

Muchos años antes, cuando a partir del primer gobierno de Juan Domingo Perón los asalariados empezaron a gozar del turismo de masas a través de las vacaciones pagas (derecho que hasta ese momento sólo tenían los empleados de comercio), de los hoteles sindicales y las colonias de vacaciones, muchos indignados políticos y empresariales denunciaron la iniciativa por considerarla inviable: pagarles a los empleados por ir a la playa era una fantasía que nos llevaría a la ruina.

Mis abuelos, que tenían una casa de veraneo en Mar del Plata, vivieron en carne propia el nuevo paradigma. Mi abuela aclaraba que no estaba en contra de que “esa gente” se fuera de vacaciones, pero la indignaba que su destino fuera justamente la ciudad que ella había elegido. Lo cierto es que la decisión de Perón que tanto indignó a empresarios y políticos (y también a mi abuela) no sólo no empobreció a nadie, sino que impulsó una nueva industria, que se consolidaría como una sólida rama de nuestra economía.

Como ocurrió con el primer peronismo, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner fueron criticados tanto por sus iniciativas económicas “insostenibles” como por su estilo confrontativo. Quienes apoyaron con ahínco el bombardeo a la Plaza de Mayo y el golpe de Estado de 1955 consideraban que Perón era un tirano dictador.

 

 

Del mismo modo, quienes denunciaron el terrible autoritarismo de CFK a partir de nimiedades como la frase “sólo hay que tenerle temor a Dios y a mí, un poquito”, pronunciada en un acto oficial allá por el 2012, lograron metabolizar sin grandes dificultades la violencia explícita del gobierno de Cambiemos hacia enemigos imaginarios. Como escribí en esta misma columna: “El paradigma del enemigo interior que acecha a la vuelta de la esquina volvió a teñir las políticas de Seguridad. Muchos fueron los episodios que reflejaron ese nuevo paradigma. En 2017, Nicolás Lucero fue detenido y encarcelado por escribir un tuit contra Mauricio Macri, que retomaba una conocida canción de cancha (“Macri te vamos a matar, no te va a salvar ni la Federal”). Patricia Bullrich, la Ministra Pum Pum, lo denunció por ‘intimidación’ al entonces Presidente (...) Pero el caso paradigmático fue el de Santiago Maldonado, desaparecido durante un operativo de Gendarmería, el 1° de agosto de 2017, en el Pu Lof en Resistencia de Cushamen. Apenas desapareció, tanto el gobierno de Cambiemos como los medios afines nos alertaron sobre la existencia de una hasta ese momento desconocida guerrilla, Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), que ponía en peligro nada menos que la integridad territorial de nuestro país”. La familia y los amigos de Santiago Maldonado siguen exigiendo el esclarecimiento de su muerte.

Más acá en el tiempo, esas mismas almas de cristal que temblaban como hojas en otoño ante cada comentario de CFK han logrado asimilar sin dificultad aparente el discurso violento de Javier Milei, quien blandiendo una motosierra promete terminar con “los zurdos de mierda” y “ponerle la tapa al ataúd del kirchnerismo”.

 

@somoscorta

"Nosotros le vamos a poner la tapa al ataúd del kirchnerismo" Javier Milei dijo que le debe "el 99% del logro" a su hermana Karina y afirmó: "A pesar de todos los inconvenientes y trastornos que fuimos teniendo, hoy estamos disputando ser la primera fuerza nacional".

♬ sonido original - Corta 🏆

 

 

Es más, alcanza con mirar la desopilante serie de entrevistas que le han hecho Luis Majul, Pablo Rossi y Jonatan Viale para comprobar que una parte de los periodistas serios se ha transformado en asesores de comunicación del candidato de La Libertad Avanza.

 

 

En definitiva, la “tiranía” de Perón, la dictadura “narco chavista” de CFK y la guerra santa contra “la casta” de La Libertad Avanza no son otra cosa que letanías antiperonistas (hoy, circunstancialmente, antikirchnerista). Lo que se definirá este domingo a través de las urnas no tiene que ver con formas rudas o estilos más o menos autoritarios sino con modelos políticos opuestos. Como lo explicó con una claridad encomiable Dante Camaño, de lo que discutimos los argentinos es de seguir adelante o de intentar frenar la tan detestada orgía de derechos.

 

 

 

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