Los últimos serán los primeros

El balotaje al servicio del poder económico

 

El 19 de noviembre último, la ciudadanía eligió a Javier Milei como Presidente de lxs argentinxs. El candidato de La Libertad Avanza logró que lo votara el 55,69 % del padrón. Para Sergio Massa, candidato de Unión por la Patria, quedó el 44,30 % restante. La diferencia entre el ganador y el perdedor fue de 11,41 puntos. Concurrieron a votar el 76,32 % de las personas habilitadas del padrón, lo que reafirma la voluntad de la sociedad de sostener la democracia como la mejor forma de gobierno posible.

Alarma la sola idea de pensar que, por lo menos, los votantes de La Libertad Avanza han preferido la presencia de una extrema derecha para gobernar, poco adepta al sistema democrático y enrolada en la peor versión de la ortodoxia económica.

Una buena parte de nuestra juventud, decepcionada por el desempeño de la dirigencia política, que también gobernó durante los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, desde los inicios de la pospandemia acompañó al ahora Presidente electo.

El 35,5 % de pobreza y el 8 % de indigencia, sumados al endeudamiento extremo con el FMI por 47.000 millones de dólares que dejara el gobierno de Macri obraron como ancla para un gobierno de Alberto Fernández, que no se caracterizó por la toma de decisiones políticas a la hora de la resolución de dichos problemas.

Con anterioridad al balotaje, el 22 de octubre pasado y por simple mayoría, había sido elegido Sergio Massa como Presidente de la Nación, quien le sacó seis puntos de diferencia al segundo, Javier Milei, y 13 a Patricia Bullrich, la candidata del ahora fragmentado Juntos por el Cambio.

Sin embargo, dicha elección debió ratificarse en un balotaje, por no haber obtenido el ganador un 45 % de los votos ni una diferencia de 10 puntos con el segundo.

A una semana del balotaje, observamos sorprendidos que en el gabinete del nuevo Presidente, aparecen nombres vinculados al ex Presidente Macri, como lo son Luis Caputo y Patricia Bullrich, recordados por la deuda a 100 años tomada por el primero y por su vocación irremediable de reprimir a los trabajadores, la segunda.

Un Macri retirado y sin votos para poder competir en 2023 sería, según las apariencias, ungido por el Presidente libertario como parte de su círculo de amigos, lo que revela su permeabilidad a las influencias políticas con el sector de la casta de Juntos por el Cambio, con la que, ahora, pareciera ser que no tiene diferencias. Esto demuestra, una vez más, que para el neoliberalismo vale aquello de “la unión hace la fuerza” y que también se puede mentir en las campañas políticas.

El hecho que el balotaje revierta los resultados de una elección de primera vuelta, disponiendo que lxs perdedorexs sean finalmente consagrados en el equipo de los ganadores llamó mucho nuestra atención.

Semejante situación, que deja heridos y desilusionados en el campo libertario, denota, claramente, la impunidad del poder económico, la omnipotencia de la prensa hegemónica a su servicio, las exiguas capacidades del gobierno saliente para enfrentar los desafíos y las fallas en la construcción y difusión de los procesos de preservación de la memoria y la historia de los argentinos, aun teniendo en cuenta lo difícil que resulta competir con la hegemonía de una prensa manipuladora de la subjetividad de millones de ciudadanos.

El escenario que describimos nos obliga a discutir un punto que nos parece que la dirigencia del campo nacional y popular no está terminando de comprender. El diseño institucional electoral argentino, a partir de la reforma constitucional de 1994 y con la vigencia del balotaje, se resume en que el peronismo o gana en primera vuelta o pierde en el balotaje. Solamente con Perón en 1973 y con Cristina Fernández de Kirchner, sobre todo en 2011, se pudo ganar ampliamente y en primera vuelta. En los balotajes, el peronismo ha perdido las dos elecciones disputadas, en 2015 y en 2023.

 

 

Por qué el balotaje

El balotaje o segunda vuelta electoral es una institución del derecho electoral francés surgida en 1832. Básicamente, se trata de un dispositivo que consiste en la implementación de una segunda vuelta electoral, limitada a los candidatos que más votos hayan obtenido en la primera vuelta. Así, son los dos primeros elegidos quienes compiten nuevamente, luego de no haber obtenido, ninguno, un mínimo de votos preestablecido.

La finalidad del balotaje fue, en sus orígenes europeos, la de dotar al ganador de una fuerte consistencia ética, de mayor representatividad y legitimidad política, a partir de la unión entre partidos y/o facciones políticas, que se supone que tienen, por lo menos, algún tipo de afinidad.

En cada país, se puede organizar esta segunda vuelta de diferentes maneras y no en todos los casos la cuestión de la ética y la moral implican necesariamente lo mismo. Tanto es así que, en casos como el argentino, acaba de triunfar una representatividad legitimada solo en la cultura del odio visceral que lxs votantes de La Libertad Avanza sienten y promueven contra el peronismo y contra la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Nuestra Constitución nacional, sancionada por la Ley N.º 13.262 de 1948 y derogada por el golpe cívico militar de 1955, más conocida como “la Constitución del 49”, decía en su artículo 82º que el Presidente y el Vicepresidente serían elegidos por la “simple pluralidad de sufragios”.

En 1972, luego de 18 años de proscripción del peronismo y en el marco de una situación económica y política caótica, provocada por los sucesivos gobiernos de facto, los reclamos de la juventud, los sindicatos y una sociedad que pedían por la democracia y la justicia social, el gobierno del general Alejandro Lanusse, en nombre de la llamada Revolución Argentina, debió convocar a elecciones, para lo cual se vio obligado a dar por finalizada la proscripción del peronismo, no sin imponer como condición que Juan D. Perón no podía ser el candidato del Partido Justicialista ni de nada.

Quizá, la limitación más importante que impuso dicha dictadura fue dictada en 1972, con otro decreto que creaba el Estatuto Fundamental Temporario, Ley N.º 19.862, que establecía por primera vez el balotaje en la Argentina.

Como vemos, en nuestro país, el balotaje es una institución generada por la dictadura cívico-militar, es un recurso de minorías, de poderes fácticos que ostentan el poder real como intento de limitación a los posibles triunfos electorales de las mayorías populares.

Será muy difícil, para el peronismo, en el futuro, ganar elecciones donde compitan tres tercios y se termine yendo al balotaje. Debe tenerse en cuenta, además, que la pérdida de una relevante porción del voto popular, sumado a que la globalización ha limitado el poder del otrora poderoso Estado-Nación, hoy vulnerable a los ataques del capital financiero internacional, suman fuertes escollos a una victoria, aun revirtiendo algunos de los flancos muy débiles que deja el gobierno que se está retirando.

En definitiva, y a pesar de la lejanía temporal y fáctica que impone la derrota, como para emitir propuestas, se debería pensar seriamente en restaurar el voto por mayoría simple de sufragios, tal como establecía la Constitución de 1949.

El campo nacional y popular ha perdido claramente la “batalla cultural”, la que, a pesar de todo, seguirá librándose en cada acción, en las vidas y ocupaciones de quienes se han comprometido por generaciones con el peronismo y sus aliados reales y potenciales, pero que ahora, además, deberán trabajar para la recuperación de los humildes y las juventudes, lamentablemente perdidas.

 

 

 

* Raúl Moroni es docente de Historia, ex director de Educación Media y Técnica de CABA. Integra el Grupo de Apoyo Técnico Pedagógico al Nivel Secundario, UTE CTRA.

 

 

 

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