Macri violeta y su propio género

El barniz de parla women friendly no disimula la práctica machista

 

Mauricio Macri fue muy cómodo al cierre del Women20. Gastó 3.000 millones en la organización del G20, un tercio en Seguridad. Con un salón repleto y presencia de prensa internacional, aprovechó la ocasión para hacer propaganda de sus políticas en torno al género. Fueron 6 minutos de construcción de un relato que busca ocultar lo evidente: que las mujeres y disidencias sexuales son las más golpeadas por la crisis y que el gobierno que busca el “empoderamiento” de las mujeres dedica sólo un 0,13% del Presupuesto a reducir la brecha salarial.

El contraste de números y políticas vertidas por Macri en su discurso del miércoles 3 de octubre con las asignaciones presupuestarias y la situación de los diversos programas fue realizado por varias periodistas feministas que coinciden en destacar “el maquillaje rosa”, “el pinkwashing”, “la pintura violeta” del mandatario. En el discurso del “feminista menos pensado”, sin embargo, hay otras trampas que podemos develar.

La construcción discursiva de Macri cuando habla de género apunta a incorporar de forma instrumental el lenguaje del feminismo y la perspectiva de género, como ya venimos denunciando, dejando intocada la estructura productiva. Detengámonos en algunas frases dichas como al pasar luego de enumerar sus proezas en materia de políticas.

Macri dijo:

“Por eso nos propusimos mirar el mundo con ojos nuevos…”

Cuando Macri dice “ojos nuevos” hace alusión al concepto de “lentes violetas”. Ponerse las gafas violetas implica ver la realidad con el filtro del género, una vez que una se pone las lentes violetas puede observar la modulación del género en todas las aristas de la vida, desde las finanzas a la limpieza del hogar, el deporte, el sexo, las tareas de cuidado, la utilización del espacio público, la representación política, un largo etcétera. Pero, ¿por qué Macri no menciona el violeta aunque la mismísima chair del W20 esté enfundada en una camisa purple? El violeta es el color identificado con el feminismo, según la historia, es el color de las prendas que estaba confeccionando las obreras textiles en huelga en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York en 1911, cuando el gerente de la empresa desató el incendio y provocó la muerte de más de 140 mujeres. La gravedad del incidente provocó que se reformara la legislación laboral. Es decir, cuando se reivindica el violeta se reivindica la lucha obrera y se denuncia la explotación patronal. Por eso Macri dice “ojos” pero no se anima a “violetas”.

Y sigue:

“Cuestionando lo que por tradición parecía natural y aquello que hoy no tiene lugar en la sociedad de iguales que queremos construir”.

Macri dice que por tradición consideramos naturales las desigualdades. Por tradición las mujeres cobran menos, no acceden a roles de poder, deben ocuparse de las tareas de cuidado y domésticas, deben desear ser madres y esposas, etc. Para Macri todo eso era “natural”, era parte de la naturaleza —pero ya no— que mujeres y varones tengan un lugar asignado en la sociedad por el solo hecho de haber nacido con sexo femenino o masculino. Eso que parecía natural, un “nosotros”, que no queda claro a quiénes hace referencia, lo está “cuestionando”. Es decir, Macri y su nosotros con las políticas de género cuestiona lo que llama “tradición” (y el feminismo llama “patriarcado” o “sistema de sexo-género”). Todo ello, perimido, no tendrá lugar en la “sociedad de iguales”, donde la igualdad estará dada, aparentemente, por la igualdad entre los géneros sin hacer referencia a la clase, la etnia, la edad, la identidad autopercibida y un largo etcétera. Lo que Macri parece aceptar acá es que hasta hace 5 minutos él era parte de esa tradición conservadora y que ahora se ha rebelado porque el mundo “hoy” así lo pide.

Pero a pesar de este rapto de feminismo de la igualdad, Macri vuelve sobre la tradición. Veamos:

“En lo personal, quiero agradecerle a las cientos de mujeres valiosísimas que gracias a la política pude conocer, porque yo venía de la empresa y del fútbol sin grandes relaciones con las mujeres y la verdad que ellas me iluminaron y me hicieron valorar y sentir todas estas políticas que hoy estamos haciendo realidad”.

Hay pocas mujeres en el mundo empresarial y en el fútbol. Nadie podría echarle la culpa a Macri por eso, no hay las suficientes mujeres, pero: ¿no hay? De forma lineal Macri asume como natural una verdad de Perogrullo, que las mujeres no están en esos ámbitos. Ni critica esa ausencia ni parece molestarle. Pero no solo eso, luego dirá que las mujeres que conoció gracias a la política “lo iluminaron” y “lo hicieron sentir”. Así el feminista impensable construye una idea de la mujer muy arraigada en la tradición que segundos atrás dijo combatir: la de una feminidad pura, luminosa, sentimental, maternal.

Por último, para no seguir agobiando con un análisis del discurso de gafas ultra violetas, veamos cómo interpreta Macri la desigualdad de género:

“Hoy está claro que la única manera de lograr un desarrollo realmente inclusivo es eliminando las disparidades y digo todas las disparidades: las basadas en género, las laborales, las digitales y las financieras…”

La enumeración de disparidades da cuenta de una relación de suplementariedad entre ellas, digamos que la “disparidad de género” es una cosa y “la disparidad financiera”, o la “disparidad laboral" son otras cosas. Esta engañosa mención del género da cuenta de qué entiende por género. El género estaría asociado a las restricciones que tienen las mujeres por ser ciudadanas (dejando afuera todos los otros géneros), que se resuelven con refugios o con cupo laboral, pero el “género” iría por una autopista paralela a la del mundo financiero, por ejemplo, algo que contradice la inclusión del W20 como grupo de afinidad en el G20 como "tema transversal", según sus propias palabras.

Macri está atrapado en el léxico feminista. Para ser un líder moderno no puede ser machista, es decir no puede ser Macri. Para ser un líder moderno debe sacarse de encima a sí mismo, al menos eso debe mostrar.

 

Los números

Antes de su discurso conceptual feminista, Macri mencionó una serie de medidas tendientes a mitigar la desigualdad de género que habría desarrollado su gobierno. Repasamos una por una, en contraste con lo que vemos con la lupa feminista crítica:

La Ley de Igualdad de Oportunidades que enviamos al Congreso en marzo, que apunta a erradicar la brecha salarial e incluye licencias que permiten conciliar mejor la familia y el trabajo.

Según el último registro disponible del INDEC la desocupación femenina asciende a 10,8%, un número mayor que la registrada en 2016: 10,5%. Respecto a la Ley de Igualdad, puede leerse la propuesta del feminismo que considera que esta nueva ley encubre una Reforma Laboral que perjudica aún más las condiciones laborales de mujeres y otras identidades no hegemónicas.

También promovimos el debate por la interrupción voluntaria del embarazo (aplausos) que hizo reflexionar a muchos argentinos.

La famosa “luz verde” de Macri recogió el reclamo de las calles y de la opinión pública sin jamás pronunciarse a favor o en contra de la legalización. Si bien es cierto que “hizo reflexionar”, la ley busca otorgar derechos donde antes había desidia, no hacer reflexionar, algo muy lejano a la postura de Cambiemos: el 61% de los diputados y las diputadas del oficialismo rechazaron el proyecto que legaliza el aborto y en el Senado la vicepresidenta Gabriela Michetti llegó a festejar con un “vamos todavía” cuando ganó el voto negativo el pasado 9 de agosto.

Y hace más de un año venimos trabajando (justo ayer nos reunimos con Caro Stanley), venimos trabajando en el Plan Nacional de Prevención del Embarazo no intencional en la adolescencia (aplausos). Porque nuestra tarea tiene que ser que cada joven pueda calificar cuándo y cómo ser madre si desea serlo.

En informes periodísticos quedó demostrado que en los últimos dos años se redujo la entrega de anticonceptivos. En 2016 el ex Ministerio de Salud repartió sólo el 27% de los tratamientos de anticonceptivos hormonales que se había propuesto y solo cubrió al 37% de la población que lo necesita. En 2017 se redujo la meta de lo que esperaba repartir: pasó de 16 a 11 millones. Recién en el Presupuesto 2019 aparece una partida identificada como ‘Prevención del embarazo adolescente’ con una asignación de 489 millones de pesos.

El Congreso aprobó la Ley Brisa (aplausos), reglamentada esta semana, que repara económicamente a las hijas o hijos de víctimas de femicidios.

Se trata de una lucha histórica de la sociedad civil, que se votó en julio de este año y fue reglamentada con 3 meses de demora.

Y además dimos un paso histórico en nuestro Presupuesto, que incorpora por primera vez la perspectiva de género, comprometiendo la inversión del Estado en políticas vinculadas al empoderamiento de las mujeres para el 2019 (aplausos).

Según un análisis de la periodista Estefanía Pozzo, “del gasto total de 2019, solo un 0,13% de las partidas presupuestarias tiene un impacto específico en la disminución de las brechas de género”. Pero además el Instituto Nacional de la Mujer (INAM) fue desfinanciado en un 18%. Según la periodista Florencia Alcaraz: ”Si bien hay un 11% de aumento en términos nominales, teniendo en cuenta el promedio de inflación empleado por el propio Poder Ejecutivo en la elaboración del presupuesto (34,8%), esto implica una caída del 18% en términos reales en relación al año anterior”. Y dentro del INAM, “para el Programa Nacional de Acción contra la Violencia hacia las Mujeres, presentado con bombos y platillos en 2016, están previstos $32.099.395, es decir, una reducción en términos nominales del 36 por ciento, y una pérdida del 55 por ciento en términos reales”, según relata la periodista Mariana Carbajal.

Mauricio Macri se retiró ovacionado del CCK. Es cierto que desde que es Presidente Macri necesita mirar “con ojos nuevos”, no puede desde ese rol sostener el sexismo que lo caracteriza. El movimiento feminista local, regional y mundial condiciona su estilo político, su discurso y funciona como barrera de contención del despojo de políticas públicas de inclusión e igualdad de género a las que apunta el neoliberalismo que practica. Cuando Macri llegó al Gobierno el feminismo ya estaba ahí, por eso su “género friendly style” es como una performance de adaptación al nuevo mundo.

Las mujeres empresarias, ricas, blancas, heterosexuales, cisgénero seleccionadas por Cambiemos para asistir al evento lo vitorearon y replicaron el cantito cambiemita: “¡Sí se puede, sí se puede!” El neoliberalismo hace uso de la teoría de género como pata inclusiva de su discurso  CEOmachista pero, como hemos visto, puede desmontarse como cualquier utilería de una puesta en escena.

 

 

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