NI LOCAS NI MUERTAS

Presentación de Nosotras en libertad, un libro de las ex presas políticas de Devoto

 

En Córdoba, el jueves 4 de noviembre, se realizó en el Salón de Usos Múltiples de la UEPC la segunda presentación del nuevo libro –en formato digital, gratuito y de libre acceso– con la Intersindical de Mujeres de Córdoba, colectiva constituida por delegadas de las diferentes centrales de trabajadores. Fue un hecho trascendente hacerlo ante otra colectiva de mujeres, hoy militantes sindicales.

El libro fue elaborado por doscientas ex presas políticas que estuvimos en la Cárcel de Devoto. Calculamos que entre 1974 y 1983 pasaron por ese penal entre 1.200 y 1.400 mujeres, que permanecimos detenidas entre cinco y siete años, aunque hubo casos que estuvieron diez años presas.

En 1976, los militares destinaron a Devoto como lugar de detención de presas políticas mujeres. Fuimos trasladadas allí, provenientes de diferentes provincias, cárceles, campos de concentración o situaciones similares, como las de quienes fuimos trasladas desde la Unidad Penitenciaria 1 (UP1) a finales de ese año. El objetivo de los genocidas era mostrar una “cárcel vidriera” que permitiera desmentir las denuncias sobre los centros clandestinos de detención y las desapariciones forzadas. Y a su vez aplicar sobre nosotras un plan de exterminio lento pero efectivo. En lo moral, político, psíquico y físico. Mediante sanciones, hostigamiento y condiciones indignas de vida. “De acá saldrán locas o muertas”, vociferaba el jefe de seguridad de la cárcel.

 

“Porque abrieron cauces en la militancia”, dice el reconocimiento que recibió la Intersindical de Mujeres Córdoba.

 

Nos propusimos resistir juntas. Fue en Devoto donde empezamos a tejer una trama de hermandad y solidaridad que hemos sabido mantener hasta hoy. Esa unidad fue forjada en la convivencia diaria, en el compartir penas y alegrías. En construir un economato, donde poníamos en común lo poco que podíamos tener. Las que recibían visitas, paquetes, dinero, hacían un “pozo” para repartir entre todas, particularmente atendiendo primero a las que tenían problemas de salud, o no recibían cajas o visitas. También compartíamos las historias personales, las pérdidas sufridas, porque todas tuvimos algún ser querido asesinado o desaparecido. Como también las alegrías, las cartas, las visitas. Las discusiones, el intercambio de ideas, el debate cotidiano. Compartíamos saberes como la historia, la política, el arte, las manualidades. Actividades que hacíamos a escondidas para no ser sancionadas. Nos decían “cuando salgan no van a servir para nada”.

Por mucho tiempo “no pensamos que íbamos a llegar hasta aquí, que íbamos a vivir tanto tiempo. En los ‘70 nuestra militancia fue intensa. Después nos rodeó la muerte y la cárcel de la dictadura, que nosotras resistimos. Justamente por eso, nos aferramos a la vida y vivimos hasta el límite”. “Nos pusimos los 30.000 al hombro y los trajimos a los días de la vida en democracia”. “Salimos, sobrevivimos y no estábamos locas, no estábamos muertas. Nosotras salimos y de esa experiencia hicimos vida. Mucha vida”.

 

 

Reconstruir la vida

Cuando recuperamos la libertad, nos pusimos a reconstruir la vida, la familia, tuvimos hijos, trabajamos, estudiamos. Rearmamos las relaciones familiares, vecinales, laborales. Porque desde siempre tuvimos clara la “responsabilidad del después”. Entonces decidimos escribir lo que pasó.

Así fue que entre las cosas que hicimos juntas, en 2006, concluimos el libro Nosotras, presas políticas, donde relatamos la experiencia en la cárcel. Incluimos debates, análisis políticos, testimonios, cartas, poemas, dibujos. Decidimos escribir porque somos la memoria de las que salieron y ya no están.

 

Hilda Bustos, junto a algunas compañeras de la Intersindical.

 

Muchas de nosotras, en distintos momentos, testimoniamos en los juicios. Ante la CONADEP, organismos nacionales e internacionales y en los Juicios por la Verdad, cuando regían las leyes de impunidad. También en los juicios por delitos de lesa humanidad que aún siguen en distintos lugares del país.

Salimos, sobrevivimos y nos dimos cuenta de que nuestros ideales seguían intactos. Que había mucho por hacer, y muchos derechos por conquistar. Desde el lugar que nos tocó, seguimos sembrando vida, inculcando valores de unidad, de solidaridad. Algunas desde el llano, militando en el territorio, en lo gremial, haciendo docencia, otras han sido o son legisladoras, secretarias generales, decanas, siempre ganando espacios como mujeres.

Después de casi 40 años, decidimos juntarnos en Buenos Aires, esta vez por propia voluntad, y nos encontramos en junio de 2019 en el hotel Bauen. Acudimos unas 300 y nos reencontramos entre risas, llantos, abrazos prolongados, ansiosas por querer saber todo de todas. Así fue cobrando fuerza la idea de contar una vez más, por nosotras mismas, qué hicimos después de la cárcel.

 

 

En plena pandemia

Con este convencimiento, tres de nosotras lanzaron la convocatoria. Haríamos un nuevo libro en formato digital, gratuito y de libre acceso. Para que pueda ser leído por todas y todos, en particular por las y los jóvenes. Ese libro sería un legado, porque creemos que se lo debemos a nuestros hijos e hijas, a nuestros nietos y nietas. A los compañeros y compañeras que ya no están. Muchas veces nos han pedido que contemos lo vivido y siempre lo hemos hecho, sólo que esta vez lo hicimos de manera colectiva.

En marzo del 2020, decididas y con el libro en marcha, el mundo se sobrecogió con la pandemia, que impuso nuevas condiciones de vida, de cuidado, de comunicación. Decididas como estábamos nos citábamos por zoom, por meets; volaron los mails, saturamos las llamadas y los mensajes de whatsapp.

Hicimos listas para que nadie quedara afuera. Convocamos a las cercanas y a las que viven en países lejanos. Se formó el grupo de “promotoras”, unas 20 compañeras de diferentes lugares y procedencia política que harían contactos, contarían la idea, orientarían y convencerían a las futuras escritoras.

 

Hilda Bustos, junto a algunas compañeras de la Intersindical.

 

 

La fragua

En octubre de 2020, teníamos más de 200 textos, audios, fotos, videos que había que organizar dentro del libro tratando de elaborar un relato coherente. ¿Cómo hacerlo? Así surgió el grupo de las “escribas”, compañeras que leerían cada texto con absoluto amor y respeto, con la consigna de no intervenir en los escritos. Más que nada para solicitar alguna aclaración, proponer un título, mejorar alguna idea.

El grupo “contexto” elaboró un marco histórico para ubicar la época y los antecedentes de la política local, nacional o internacional. Pensando en los destinatarios que no vivieron los hechos, o en algún extranjero que no conociera la historia, para que pudiera ubicar los relatos en los acontecimientos históricos.

También seleccionaron citas, aclararon siglas y términos propios del lenguaje colectivo que manejamos las mujeres ex presas. En tanto que el grupo “audiovisuales” vio cientos de fotografías, mejoró la calidad, escuchó audios y vio los videos que se incluyeron. Se hizo un relevamiento para difundir qué libros leíamos, qué películas veíamos, qué música escuchábamos, y recrear mejor la época.

Cuando tuvimos todo eso, comprendimos que necesitaríamos fondos para sostener el libro en la web. Como siempre, autónomas e independientes, juntamos dinero en un pozo común de acuerdo con las posibilidades de cada una para de ese modo hacer frente a los gastos que se iban a presentar. Es así que surge el grupo “monedero” para ocuparse de recolectar, pagar y rendir cuentas.

A fines de 2020, pensamos que debíamos acudir a técnicos y artistas que interpretaran nuestras ideas y ayudaran con el arte y la tecnología. Recurrimos a especialistas en diseño web, a la artista que creó las figuras en plastilina y a una correctora. Queríamos que nuestro libro fuera hermoso estéticamente, que se pudiera leer entrando por diferentes lugares. Que pudiera ser recorrido de acuerdo a intereses, a temáticas como el feminismo, el sindicalismo, la política, el arte.

 

Juntas para la foto de cierre.

 

 

 

Itinerarios

A la vez, seguimos pensando cómo organizar el libro por dentro. Cómo ubicar y agrupar las distintas experiencias. Por tema era muy difícil, porque en los relatos aparece lo político, lo gremial, los trabajos en derechos humanos, la docencia, los hijos, las dificultades y los logros. Entonces, fue creciendo la idea de hacerlo por regiones y así surgieron los itinerarios: “Por el mundo” para las que viven en otros países, “Navegando el Paraná”, para las litoraleñas, “Entre Sierras, Valles y ríos” para las cordobesas, “Andes, Pampa y Patagonia” para las que viven de norte al sur del país, cerca de los andes, las del “puerto” para las de Capital Federal y las “bonaerenses” para la provincia de Buenos Aires. Y también apareció la idea de invitar a Teresa Parodi, Marian Farías Gómez y Verónica Concomí a presentar los itinerarios. Por fin, teníamos el libro y había que empezar a presentarlo. Primero lo hicimos en Tecnópolis y después en cada lugar, en cada rincón donde pudiéramos llegar.

Para concluir decimos: “Este libro colectivo es una invitación a emprender un viaje imaginario para visitarnos. Para llegar a nuestras casas –allí donde la historia nos hizo anidar– ustedes podrán recorrer diferentes itinerarios por nuestro país o por el exterior, serán guiados por estas mujeres que se nos parecen. Ellas caminan con jóvenes que podrían ser nuestras hijas y nietas. Con cada relato les proponemos reflexionar sobre la vida y la militancia de ayer y de hoy. Acá estanos otra vez juntas. Otra vez nosotras, nosotras en libertad”.

 

 

* Artículo publicado en PrensaRed, la agencia de noticias del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren). La autora es ex presa política y testiga en juicio de lesa humanidad.
** Fotos: gentileza Leticia Raggiotti.

 

Descargar el libro aquí.

 

 

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