Por haber estado, ¿héroe?

El uso erróneo del concepto

 

Un héroe o una heroína es una “persona que realiza una acción abnegada en beneficio de una causa noble” o alguien “ilustre por sus hazañas y virtudes”. Si bien en sus orígenes se trataba de un semidiós o aludía a un “jefe militar” valiente, osado, “heroico”.

Valga esta aclaración para precisar el término, ya que en muchas ocasiones se utiliza como adjetivo calificativo sin que consten cuáles habrían sido las acciones heroicas de la persona o del grupo. Por ejemplo (y siendo políticamente incorrecto), se ha hablado de las 44 víctimas de la desidia macrista, muertos en el submarino ARA San Juan, como héroes, sin que consten hazañas y virtudes. Se los ha calificado de tales simplemente por haber “estado allí”. En lo personal creo que el adjetivo no aplica, al menos precisamente. Nada de esto obsta para que se los reconozca y valore. Precisamente, por haber sido víctimas. Y que reclamemos justicia, ¡que la merecen!

Un servidor público, por ejemplo, un policía o un bombero, puede arriesgar “heroicamente” su vida en cumplimiento del deber y, en estos casos, obviamente, el adjetivo aplica, por esos tales actos, no por sus vidas, necesariamente. Es cierto que, con el paso del tiempo, es posible que algunas personas sean tenidas por “héroes/heroínas” sin que se tenga una mirada integral de otros aspectos personales: poco sabe la mayoría de la población de la vida integral de Juana Azurduy o de Manuel Dorrego, por ejemplo. Que se los considere héroes de la patria, en estos casos, no implica necesariamente que sus vidas hayan sido heroicas. Quizás sí, para estos casos “héroes de la Independencia” aplica correctamente.

Ahora bien, en estos días “villarruélicos”, resulta que en el país estamos rodeados de “héroes de Malvinas” y ¡no lo sabíamos! No cabe duda que los ha habido. Pilotos que hicieron proezas para poder cumplir una misión, soldados conscriptos víctimas no sólo del enemigo inglés (lo cual es comprensible, lamentablemente, en toda guerra), sino también de sus propios superiores militares, y que pelearon con “sangre, sudor y lágrimas”. Pero, que se califique de héroes a personas de las que nada sabemos, sino solamente que allí estuvieron, realmente me hace sospechar. 

Quiero señalar algo: los seres humanos somos complejos, y que haya habido —por ejemplo— un militar genocida, torturador y apropiador de niños, que al ir a Malvinas haya tenido acciones heroicas es algo posible. En cuyo caso, debería valorarse lo segundo y detestarse lo primero, será “héroe de Malvinas”, “genocida, asesino y torturador”. Será acreedor de una medalla por lo segundo y de cárcel efectiva y común por los primeros delitos. Es decir, la heroicidad segunda no borra los delitos primeros. Y acá mi sospecha: empiezan a aparecer por doquier “héroes de Malvinas”, lo que me hace pensar que esa tal cucarda funciona o pretende hacerlo como una suerte de blanqueador del pasado. ¡Y no lo es! Y además —¡insisto!— no constan demasiadas acciones heroicas de oficiales en Malvinas. Puede… dudo.

Un genocida puede ser un buen padre de familia, un amigo leal y hasta simpático en las tertulias. Los blancos y negros, los buenos buenísimos y malos malísimos, solo ocurrían en las viejas películas y las mentes infantiles. Pero si una persona delinque, obviamente, debe hacerse responsable de su delito y debe asumir las responsabilidades del hecho (en un lenguaje que no me convence, se suele decir que debe “pagar” por su delito). Ser un papá cariñoso no lo exime de ello; jugar con su mascota, ¡tampoco! 

Por ejemplo, para concluir, voy a suponer que un oficial del ejército tuvo acciones realmente heroicas en las Islas Malvinas. Ciertamente, es sensato calificarlo de “héroe de guerra” o “de Malvinas”, pero si ese tal, además, o antes o después, por ejemplo, no acepta la Constitución nacional, se levanta en armas contra un gobierno legítimo o comete delitos de lesa humanidad, ciertamente aquella heroicidad localizada y puntual no se ha borrado, pero de ninguna manera debería tenerse a este tal como héroe de la patria. Es sencillamente un genocida que en un momento puntual de su vida tuvo algunas acciones valorables. Que su familia tenga memoria de él/ella y sus actos es comprensible, vivo o muerto. Y hasta me parecería entendible que el 2 de abril pueda destapar una botella de sidra brindando en la cárcel efectiva.

 

 

 

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