Puja distributiva y elecciones

El resultado de septiembre, clave para poder gravar las ganancias extraordinarias

 

“El acuerdo se va a cerrar. Ustedes (los argentinos y argentinas) tienen 350.000 millones depositados en Estados Unidos. Pero el tema de los 20 años de plazo es más complejo por las señales que hay que dar a otros países”. Esto se lo dijo Mitsuhiro Furusawa Hawái, número dos del Fondo Monetario Internacional, a uno de los negociadores de la Argentina.

¿Qué quiso decirle? Lo obvio es que el acuerdo con el organismo está casi cerrado. De hecho, la semana que viene viajaría el secretario de Política Económica, Fernando Morra, a reunirse con los técnicos del organismo para revisar los números de sectores claves que podrían incrementar exportaciones y por ende mejorar la ecuación de las reservas para el repago de la deuda.

Lo no tan obvio sería el dato sobre la cantidad de dólares fuera del país. El FMI da por sentada la existencia de una fenomenal fuga de capitales, que no es más que una tasa de ahorro que no aparece contemplada en las cuentas nacionales. El dato, narrado a El Cohete a la Luna por un funcionario nacional, permite inferir el siguiente derrotero: hay que gravar esas ganancias en el exterior.

Otros funcionarios locales sacan un cálculo similar. Entre blanqueos, repatriaciones, compra y venta de dólares, declaradas y no declaradas, habría dentro del país 320.000 millones en moneda dura. Los dólares, dicen, están.

“Hoy los patrimonios en activos están más altos que en el mejor momento de Macri. La economía real, con sectores como la minería, la energía, el agro y la carne ganaron mucho a pesar de la caída de 10 puntos del PBI”, sostiene la fuente consultada.

¿A cuento de qué vienen ambas reflexiones? Se necesita una fuerte reforma tributaria que permita captar esos excedentes. Los altos niveles de desigualdad social no resisten más dilaciones. Pero para que eso ocurra primero habría que construir mayor poder político (de mínima). El horizonte electoral es clave.

El poder económico lo sabe. ¿Cómo se explica una inflación anualizada del 50% cuando el dólar, los salarios y las tarifas estuvieron planchados? Es pura puja distributiva donde algunos actores de la economía la levantaron con pala: Molinos Río de la Plata (Grupo Pérez Companc) obtuvo el año pasado una rentabilidad neta de 1.746 millones de pesos, mientras que Arcor (presidida por Luis Pagani) se quedó con otros 1.200 millones. Sólo en el primer trimestre de 2021, Pagani embolsó un incremento de sus ganancias del 468%. Resultados que no son para nada ficticios, mal que le pese a Daniel Funes de Rioja (ver Techint va por todo).

 

 

Hay que disciplinar

Esa puja distributiva pretende ser disciplinadora de la sociedad. El último informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre el “clima global de inversiones” sostuvo que, si bien existen grandes oportunidades de negocios en energía, minería, salud e infraestructura, también persisten las quejas por los costos laborales. Y eso que el tipo de cambio creció más que la inflación en los últimos años. Ergo, medidos en dólares, las multinaciones obtuvieron una reducción de sus costos. Pero quieren más.

A este contexto preelectoral hay que sumarle las tapas de los diarios de las últimas semanas, estimulando una disparada del dólar blue (un mercado muy chico) pero también del contado con liquidación. No hay explicación técnica para un dólar financiero a 170 pesos, sobre todo cuando el Banco Central reforzó sus reservas en los últimos meses.

Existe una manera de crecer donde se reduzca el déficit y no se produzca un ajuste económico, adelanta Alejandro Vanoli, ex titular del Banco Central: “Hay que gravar a los sectores que más están ganando en esta etapa. Hay que combatir las prácticas monopólicas”.

 

 

Devaluacionistas

Durante la última semana, en la tapa de los diarios predominó un título que se sostuvo en todas las jornadas: se dispara el blue. Lo cierto es que ningún agente económico de peso mira este indicador, que sólo sirve para generar zozobra entre la población a través de los medios de comunicación.

Son las famosas expectativas de devaluación que sí pretenden los grandes exportadores y actores financieros, entre otros. Por ejemplo, quien tiene que comprar 100.000 dólares de una sola vez difícilmente lo haga a través de una cueva, porque tendría que ingresar con 18 millones de pesos en la mano. No dan los volúmenes, reflexionan desde la city. Entonces sí recurren a dolarizarse vía MEP. Lo mismo que estarían haciendo ahora algunos grandes fondos de inversión locales luego de las últimas regulaciones del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores.

Si uno mira la inflación de los últimos cuatro años –reflexiona un funcionario que suele trabajar con los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad–, no existiría ningún atraso cambiario. Es decir, la tasa de devaluación fue mayor a la inflación.

“Los que piden un sacudón sobre el dólar son los actores que siempre ganan con las devaluaciones, los agroexportadores”, sostiene. Es decir, uno de los sectores que más ganancias obtuvieron durante la pandemia.

También presionan sobre el tipo de cambio financiero los Fondos locales. El valor del Contado con Liquidación, cerca de los 170 pesos, tampoco resistiría ningún análisis técnico. Detrás de las presiones del CCL están quienes quieren que el gobierno nacional levante las regulaciones sobre la cuenta capital. Es el establishment económico que le reclamó al ministro Martín Guzmán un acuerdo con el Fondo a cualquier costo.

El informe del Departamento de Estado norteamericano también puso el acento en las “excesivas” regulaciones. “Los controles de capital, las restricciones comerciales y los controles de precios aumentan la distorsión económica que obstaculiza el clima de inversión en el país”, puede leerse en el informe global publicado el miércoles pasado.

“El pedido de normalización de la Cuenta Capital del Balance de Pagos encubre una presión para ofertar reservas internacionales atesoradas en el Banco Central en los mercados cambiarios alternativos como el dólar contado con liquidación y viabilizar la salida de capitales. De hecho, se pronunciaron reclamos explícitos en ese sentido, advirtiendo que una ampliación de la brecha entre la cotización del dólar mayorista oficial y la del dólar contado con liquidación podría producir desequilibrios graves en la economía”, indicó el último informe de Coyuntura Económica, el equipo de investigación que coordina Roberto Feletti, ex viceministro de Economía.

 

 

Poder de fuego

El Banco Central compró 7.300 millones de dólares hasta el 16 de julio. Contra todo pronóstico, todavía sigue la liquidación de divisas del sector agroexportador. Casi la mitad de esas adquisiciones pasaron a engrosar las reservas internacionales.

Según el análisis que realizó Vanoli en el último informe de su consultora Synthesis, la autoridad monetaria recompró de manera neta deuda en moneda extranjera en torno a los 400 millones de dólares durante el primer semestre, pero fue vendedor neto en mayo y junio.

“Esta operatoria (ventas netas) reduce el precio de los tipos de cambio paralelos, reduce la base monetaria y el stock de bonos en el balance del Banco Central. También vendió bonos absorbiendo pesos y recompró esos bonos a cambio de divisas”, sostuvo.

La primera operación mencionada por Vanoli está limitada por la cantidad de títulos en el balance del Banco Central, que rondan entre los 3.000 y los 5500 millones, según se incluyan Cupones PBI y otros bonos y a qué tipo de cambio se los valúen. Este monto, si se le suman los bonos en manos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES y del Banco Nación, rondan entre los 7.000 y los 11.000 millones.

Si el volumen promedio operado en bonos para acceder al MEP o al CCL varía entre los 20 y 100 millones diarios, el Banco Central tiene poder de fuego de sobra para contener las presiones devaluatorias.

“Me da la impresión que se están guardando balas para cuando se acerquen las elecciones. Creo que estarán fijando los valores para intervenir, que suba ahora para después bajarlo. Pero donde hay que encarar cuestiones de fondo es con la inflación. En Estados Unidos están hablado de regular a los monopolios, hay mucho para hacer en materia de defensa de la competencia”, reflexiona el ex titular del Banco Central y la CNV.

 

 

Reforma tributaria de fondo

El diagnóstico es que hay sectores mucho más ricos que al inicio de la pandemia. Al mismo tiempo, la brecha de la desigualdad se amplió. La Argentina es una sociedad más desigual que hace dos años.

En este contexto, no sólo habría que hablar de inflación sino de cómo poner en caja a los formadores de precios. A pesar de que durante el primer semestre no hubo emisión y se controló el déficit, incrementaron sus rentabilidades a costa del salario de les trabajadores, vía suba de precios.

Si en el mundo se impone la idea de cobrarles –de manera permanente– más impuestos a quienes más tienen, ¿por qué no dar la misma discusión fronteras adentro? Es decir, se impone una reforma tributaria integral (y no parches). Pero también se disparan otros debates de larga data, como mejorar la infraestructura para que la renta agropecuaria no se la terminen llevando los diez jugadores que concentran el 80% de las exportaciones.

La discusión alrededor del fin de la concesión de Hidrovía SA podría ser el momento oportuno. ¿Por qué los únicos puertos para exportar los productos agropecuarios tienen que depender de las grandes cerealeras? Algunas ideas esbozadas en estas discusiones apuntan a la posibilidad de crear dársenas públicas “para que no todo termine en Cargill y aparezcan otros competidores o brokers”, narra un funcionario del gobierno que suele analizar los movimientos del mercado financiero.

“No es solo con las retenciones a la soja. También Bienes Personales o Ganancias. La Argentina está por debajo de otros países de la región en cuanto a los impuestos que se cobran a las grandes fortunas. Pero para esto se necesita construir cierto poder porque se sabe que esos capitales concentrados gozan de la pata judicial. Algunas enseñanzas de la 125 deben haber quedado como para tener una mejor muñeca a la hora de pensar una reforma tributaria de este calibre”, propone Vanoli.

El contexto electoral presente (y con miras al 2023) parece ser clave. Sobre todo, en un momento donde el Poder Económico juega a la antipolítica con candidatos outsiders que darían cuenta de un mayor corrimiento hacia la derecha.

 

 

 

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