Sucedió en tiempos de Perón con el Pulqui, aquel proyecto aeroespacial que iba a poner a la Argentina como el primer fabricante de aviones a reacción de América Latina y el octavo del mundo. Pasó con el proyecto misilístico Cóndor en tiempos de Alfonsín, cancelado por su sucesor Saúl I de Anillaco. Ocurrió en tiempos de Cristina, Macri y Alberto Fernández, cada uno con un abordaje diferente del tema, con Atucha III. Y ahora se presenta con el radiotelescopio CART en San Juan. Cada vez que la Argentina quiso desarrollar un programa de ciencia y tecnología avanzado, y más allá de los problemas presupuestarios, las crisis económicas y otros tropiezos y discontinuidades por falta de planificación estratégica, consuetudinarios de nuestro país, el big stick estadounidense interfirió en la rueda del desarrollo nacional. El freno al CART es otra vez sopa, aunque ahora, igual que con el tema nuclear, al caldo se le añade el condimento de la geopolítica actual: la presencia de la “maligna” China en nuestro territorio.
Y se lo agrega explícitamente, sin ningún subterfugio. La misma semana que llegó el nuevo virrey de Estados Unidos a Buenos Aires, Peter Lamelas, recibido con honores por el canciller del J.P. Morgan en nuestro país, Mr. Quirno, y por el propio Presidente Milei, se dejó saber que el CART está caído. Una “fuente” consultada, cuándo no, por Infobae, lo dio por muerto. Y varios medios se hicieron eco del velatorio. En rigor, no hubo ni difícilmente vaya a haber decisión oficial escrita y firmada. Hay un contrato firmado entre Estados y eso acarrea compromisos. Más bien es probable que se siga el camino que ensayó Macri con las represas hidroeléctricas patagónicas que también tenían, y tienen, inversión china: las quiso voltear, pero como no pudo por cláusulas contractuales, las aletargó tanto que todavía hoy, varios años después de que debieran haberse terminado y alimentado mejor el sistema eléctrico argentino, siguen penando a paso de hormiga, para desgracia de los argentinos y en particular los santacruceños. Ahora los que penan son los sanjuaninos.
De acuerdo con el gobierno de San Juan, la obra, única en Sudamérica, proyectada para iniciar operaciones en 2026 y localizada en la estación astronómica Carlos Cesco, en la localidad de Barreal, departamento de Calingasta, contribuiría “al establecimiento y mantenimiento del Marco de Referencia Internacional Celeste y Terrestre. Al trabajar en conjunto con otros radiotelescopios en todo el mundo, el CART (sigla en inglés de Chinese Argentinian Radio Telescope) mejora la cobertura global de la red de observación y, al mismo tiempo, contribuye a la determinación precisa de los parámetros astro-geodésicos en el hemisferio sur. Esta labor es esencial para comprender la posición y el movimiento de objetos celestes, para la navegación satelital (GPS), así como para una amplia gama de aplicaciones terrestres, desde la navegación satelital hasta la predicción de fenómenos naturales”.
La periodista especializada Nora Bär ha comentado estos días que el CART es una mole de 1.300 toneladas, tiene una antena parabólica de 40 metros de diámetro y mide 60 metros de altura, y que los fondos para su construcción los aportó en su mayor parte China, pero que de acuerdo con algunas fuentes la provincia de San Juan también invirtió unos 15 millones de dólares.
Una excusa que se usó para detener el emprendimiento fue la paralización en la Aduana de partes enviadas por China para terminar la obra.
El miércoles 5, el decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), Jorge Castro, viajó a la ciudad de Buenos Aires y mantuvo reuniones con autoridades aduaneras para saber el estado de situación. Allí se encontró con un problema burocrático real, una mezcla de mercaderías en el contenedor que no se corresponde con las normas autorizadas de comercio exterior, pero en la UNSJ lo consideran un pretexto inaudito. Autoridades de la provincia dijeron para esta nota que “las señales (para frenar la obra) vienen creciendo desde abril, cuando demoró mucho más de lo normal la aprobación del ROECyT (Registro de Organismos y Entidades Científicas y Tecnológicas, donde se fijan los certificados de exención impositiva para la importación de bienes e insumos para el Sistema Científico y Tecnológico). La aprobación tardó tres meses, cuando lo usual son 15 días para la importación de paneles y pintura para finalizar la antena. Esos indicios fueron creciendo cuando el 22 de junio de este año, día en que se cumplían los diez años del acuerdo cuatripartito entre CAS-NAOC (Observatorios Astronómicos Nacionales de China, dependiente de la Academia de Ciencias del país asiático), el Conicet, la UNSJ y gobierno provincial de San Juan, el titular del Conicet, Daniel Salamone, no firmó la renovación”. El freno que estampó con su firma el también clonador de animales hizo que, en septiembre, cuando llegaron los contenedores, quedaran retenidos.
Desde San Juan también dijeron que “no hubo ni una sola carta, nota o posición oficial, nada, simplemente lo están dejando caer. Algunas comunicaciones informales dejaron traslucir que estarían revisando las condiciones iniciales y que ‘por ahora no’”.
Los sanjuaninos también recordaron que, en el marco de la inédita ayuda reciente financiera otorgada por Estados Unidos a la Argentina, el secretario del Tesoro y apostador serial del mercado financiero global, incluido el argentino, Scott Bessent, declaró que “no permitirían avanzar con China en la construcción de puertos, bases militares y ‘observational facilities’ creadas en la Argentina. Ahí es donde dijimos: vienen por el proyecto”. Y parece que vinieron, nomás.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 8.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 10.000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 15.000/mes al Cohete hace click aquí