Resistencia, lucha y victoria

La García cumple seis años

 

Pido disculpas por lo autorreferencial. Somos siempre un colectivo, creo que nunca nadie piensa solo. Ocurre que a veces hay hechos personales que irradian. En ese sentido, entre ayer y hoy se cumplen seis años de La García como hecho comunicacional, como plataforma contra la censura surgida entre el 25 y el 26 de enero de 2016. Yo también fui una de las perseguidas del aparato de persecución macrista, junto a cientos, miles de periodistas.

A veces nos cuesta ponernos en el lugar de las víctimas que somos o fuimos. Porque una no se pone debajo del paraguas del victimario pero es necesario. Y en este sexto aniversario, me pareció que estaba bien que ahora La García puede lucirse en los distintos formatos en los que transita.

Le pedí a Celeste del Bianco que me ayudara a pensar aquellos días de inicio de la persecución. Recuerdo a Víctor Hugo pensando y denunciando los hechos trágicos (siempre le agradeceré, entre otros amorosos acompañamientos, su espalda para el apoyo).

Era una tragedia haberse quedado en la misma semana sin ninguno de los tres trabajos que una tenía, sin indemnización, a la deriva. No era solamente la censura por las ideas políticas, comunicacionales, por la circulación de la palabra. Nos querían sacar de la cancha para que no circularan nuestras voces. No sólo la erosión en lo económico, el ahogo económico hacia los trabajadores de prensa.

Recuerdo a Hernán Lombardi, al que en un momento lo llamé y le dije: “Vos estás mintiendo. Estás diciendo que nosotros cobramos sueldos que no son ciertos, vos sabés que eso no es cierto”. Y él me contesta: “Esto no es personal”. Recuerdo que le hablaba por el celular mientras caminaba por la calle Oro en el departamento que alquilaba en Palermo. Yo le contesté: “Si no es personal, hacelo público”. Él contestó: “Esto es política”. A lo que contesté: “Tenés que hacerlo públicamente, aclarar que lo que vos decís que cobramos (en ese momento yo estaba en 678) es mentira”. Por supuesto que nunca lo hizo. Yo llegué a mandar mi factura al programa de Jorge Lanata en Canal 13 para que viera que no era cierto el estigma que caía sobre nosotros para convertirnos en ladrones, en chorros, en chorras.

Eso fue lo cruel del aparato de persecución macrista. No solamente te sacaban de circulación o te erosionaban el poder adquisitivo como a la mayoría de los trabajadores. Siempre dije: “Yo no la pasé peor que la mayoría de los trabajadores”, pero en realidad sí la pasé peor. Cuesta asumir en primera persona desde ese rol, fue muy difícil.

A mí me reventaron el departamento. Un día entré y tenía todo el departamento dado vuelta. Arriba de la cama me dejaron el dinero que tenía en una cajita de perfumes para que entendiera que no era un robo común, y un recorte del diario Clarín que decía: “Todas esas preguntas tienen respuesta”. Nosotros vivimos la persecución.

¿Nos sobrepusimos? Sí. Pero implicó costos personales, en relaciones familiares, de reinventarnos. Y La García fue eso. Un ejercicio de reinvención frente a la censura. Por eso el logro de la plataforma. Además de que fuimos uno de los primeros medios digitales que salíamos en vivo. En esa época no existía el Facebook Live. Estaba el Facebook Mention. A nosotros nos salvó eso y empezamos a transmitir. Teníamos 2 iPhone y tres escarbadientes, esos escarbadientes tenían que ser filosos. Impusimos la estética del celular, el manos-libres para transmitir y cubrimos todas las marchas contra el neoliberalismo. Generamos junto a Martín Adorno la producción autofinanciada del documental de Milagro, construimos un medio comunicacional y eso fue gracias al trabajo colectivo de mucha gente que nos apoyó y bancó La García.

Nombro a Celeste del Bianco porque además fue una de las fundadoras de La García. A ella se le ocurrió salir por un canal de YouTube. No podíamos salir al aire. A Leo Pérez, mi socio que me ayudó. Él se encargó de toda esa estructura de la plataforma para que pudiéramos ser un medio de comunicación digital.

Celeste del Bianco me manda un texto: “Nos recuerdo sentadas en el café de la calle Florida y Tucumán, el mismo en el que nos juntábamos cada viernes para repasar la semana de A cara lavada en Radio Nacional. Eran los últimos días de diciembre de 2015 y con Cynthia y nuestro compañero en Radio Nacional repasábamos la lista de posibles salidas laborales. Recuerdo el ánimo de Cynthia ante esa lista, bloqueada. Recuerdo que pensé en YouTube como una salida alternativa, momentánea”.

La decisión fue salir desde el living de mi casa. Una puesta, la biblioteca, el escritorio, un cuaderno, la computadora. Eso fue el hecho comunicacional disruptivo. No podíamos salir desde un estudio de radio, desde un estudio de televisión. “Nos recuerdo un mes después –escribe Celeste–, en enero de 2016. Recuerdo a Juan, apenas un bebé, llorando desde la habitación. No había manera de hacer callar a ese bebé. ‘Grabemos con Juan llorando’. Y así fue”. Ese primer video fue hackeado, porque en 2019 nos hackearon el canal de YouTube. Empezaron a reproducir videos pornográficos, nos cambiaron el nombre y nunca pudimos recuperar todo ese material.

“Nos recuerdo en la Plaza de Congreso durante la primera marcha que fuimos a cubrir. Recuerdo las lágrimas de una trabajadora del Banco Central que lloraba por su despido, pero lloraba más por cómo desmantelaban su área. Recuerdo nuestros celulares que brotaban por gente despedida. Recuerdo a mis propios compañeros despedidos. Nos recuerdo –escribe Celeste– semanas después de ese primer video. Teníamos un grupo de WhatsApp con comunicadores y comunicadoras dispuestos a salir a la calle para La García. Lucía García, Luis Iamain, Silvina Rouvier, Sabrina Roth, nos ofrecían hacer el material. Todos habilitados en Facebook, que desde donde estaban salían y construíamos comunicación territorial. Recuerdo a mi compañera Silvina Rouvier con un diente roto por una bala de goma durante la represión por la reforma previsional del macrismo”. Yo estaba adentro. Silvina dice: “Yo salgo en vivo”. Tiempo después, cuando Marcelo Figueras escribe la biografía del Indio Solari le pregunta si él estaba informado de la realidad y el Indio le responde (en un texto precioso que atesoro): “Sí, estoy informado, vi la represión de la reforma previsional por el sitio de Cynthia García y vi cómo le volaban el diente a una de sus compañeras”.

Pasaron cosas preciosas. Juan el taxista: “Yo soy taxista, te llevo gratis a donde quieras para las coberturas de La García”.

“Recuerdo ardor en los ojos después de la represión en el CCK por los 357 despidos en la agencia de noticias Télam”, escribe Celeste. “Nos recuerdo y refuerzo la idea de la comunicación popular porque como dice mi compañera y amiga (que vendría a ser yo) la batalla también es comunicacional”.

La García empieza de esta manera. Empezó hace seis años, era una plataforma comunicacional contra la censura y sigue siendo una plataforma de comunicación contra la comunicación hegemónica, sigue siendo una agenda de comunicación popular.

 

 

 

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