Si el pan no alcanza, ¡circo para todos!

La disputa de la atención y la centralidad de la imaginación simbólica en tiempos del fin de un mundo

 

Ahora nada, lo de siempre: show.

Cristina lo llamo showman a Milei y Milei arranco el show. Son centros que se tiran. Cristina para darle peso propio a Milei, protagonismo y que este no se asocie con Macri y toda la banda que se le acopla. Pero en esta avanzada neoliberal, en medio de la crisis civilizatoria, la respuesta no debería ser show. Fundamentalmente, un show que solo se orienta a reactualizar la grieta (lo cual le sirve a Milei). Ambos referentes políticos de gran impacto en la sociedad comparten, además de potenciales afinidades tácticas, un mismo problema. En un momento donde el pueblo argentino quiere algo nuevo, ninguno puede decir nada. Dicen, pero no tienen nada genuinamente nuevo para decir.

Ante la crisis político-institucional, la crisis de personificaciones de los liderazgos y la crisis de la dinámica en que se venían ejerciendo estos, en plena avanzada de las nuevas derechas, las tramas colectivas y comunitarias oscilan entre este animarse a tomar las calles, que ya se va manifestando, y la parálisis en torno a no tener en claro hacia dónde ir.

Si hay respuestas cerradas, casi siempre es desde la búsqueda de la perpetuación de un pasado, de algo conocido, seguro y reconfortante (el granero del mundo o la utopía peronista en sus diferentes versiones, etc.). Pero no se contempla la necesidad de dar lugar a lo nuevo, no se asume la responsabilidad que todos tenemos de crear lo nuevo. Inclusive a sabiendas de que acá no solo está en juego el destino de nuestro país, sino también el de una posibilidad de ofrecer horizonte de época al mundo desde la formulación de una auténtica alternativa civilizatoria.

Lo dicho no puede quedar en la consigna vacía. Comparto que estamos conformando una red de redes que se llama Alternativa Civilizatoria. Nació en plena victoria de Milei. Tiene miembros de todo el país, su orientación general es hacia la superación de la grieta de la mano de integrar ciencia y espiritualidad (en clave no dogmática), política y espiritualidad (también en clave no dogmática), tradición y deconstrucción, desarrollo y cuidado ecosistémico, libertad e igualdad, integración de las realizaciones individuales y colectivas, entre otros.

Nos organizamos por temas de interés en equipos: alimentación y agroecología; espiritualidades; mitos para la liberación; integración de tradición y deconstrucción; plataformas, redes y contenidos; arte y cultura; y geopolítica y conspiracionismo. Estos son solo los primeros. Quien esté interesado mande no más a [email protected].

 

 

Tiempo de crear

Esta iniciativa que compartí es posiblemente un síntoma de muchos procesos que comienzan a darse en las tramas colectivas y comunitarias. Y es que es realmente su tiempo. Es el momento de lo colectivo y también, como decía, de la creación. Ver a la luz de lo que todo el proyecto civilizatorio occidental oculta o separa y juntar las partes e integrarlas para que nazca algo nuevo. No es bajo la guía de lo que este mundo —que cae— afirma que vamos a encontrar las respuestas para la construcción del mundo que viene. Es en lo que esta modernidad occidental atea, materialista, racionalista y fetichista niega, pero que no se encuentra ausente en las resonancias de lo social, donde encontramos los indicadores de lo que tenemos que integrar. Frente al dogmatismo medieval, la modernidad constituyo otro dogmatismo que hoy se derrumba a pedazos. Y son los pueblos mestizos del sur aquellos que tienen el potencial de afirmar una nueva propuesta civilizatoria.

Por ello este es un tiempo propicio para desafiar los límites de lo posible. Crear ese mundo donde quepan todos los mundos, a partir de un pueblo que se decide a dejar de estar partido al medio por una antinomia ideológico-cultural importada que viene desde el enfrentamiento de iluministas y romántico-conservadores (en la génesis social de la modernidad europea). Imaginemos una Argentina sin grieta, donde de alguna manera logramos encontrar los equilibrios posibles entre tradición y deconstrucción, racionalidad y espiritualidad, libertad e igualdad; y —más que abandonar las filiaciones políticas o identitarias— dejándolas en un segundo plano. Este mundo, que empiezo describir y, por lo tanto, a imaginar, no termina en estas líneas sino en todo lo que desde ahí puedas y todos podamos imaginar.

El tiempo exige crear cosas nuevas que logren conjugar simultáneamente pasado, presente y futuro. La creatividad requiere libertad de imaginación y la imaginación simbólica es objeto clave de los dispositivos del poder, como nunca antes, hacia nuestros días.

 

 

Captura de la atención y derroche de los potenciales vitales

A las estratagemas políticas y mediáticas de distracción en plena implementación de reformas neoliberales, el show al que me refería al principio, hay que sumar que la capacidad de simbolización del ser humano es capturada cada vez más por las tecnologías digitales y algorítmicas. Este tiempo de auge de las modalidades del poder especializadas en lo psíquico se caracteriza por una dinámica centrífuga que nos lleva a extraviarnos en la exterioridad (condicionando la posibilidad de nuevos diálogos creativos posibles entre nuestras profundidades psíquicas y lo que sucede en el mundo). Recuperando algunas categorías con potencialidad de Lazzarato, podemos hablar de una disputa por la atención y una orientación a transcurrir y dejar huella en la memoria feroz por parte de dichas tecnologías.

También es necesario referirse a la captura del deseo sexual, a la suscitación, apañamiento, aletargamiento y reforzamiento de ciertos estados afectivo-emocionales. Los modos de proceder de las tecnologías digitales y algorítmicas logran abordar de manera milimétrica la diversidad de facetas involucradas en los psiquismos personales desde la elaboración de perfiles supraindividuales siguiendo a Rouvroy y Berns.

Aquí podemos involucrar la cultura materialista de nuestros tiempos, inidentificable no solo desde lo analítico, sino en la compulsión por comprar cosas o ser dueño de cosas y en la exacerbación de la dimensión fisiológico-sexual de la vida por parte de la industria del entretenimiento. Esto nos orienta al derroche de nuestros potenciales vitales y, junto a ello, al impedimento de alcanzar ciertos estados afectivo-emocionales, atravesando los umbrales de la angustia; lo cual, a su vez, posibilita nuevas formas de simbolización.

Por su parte, las sustancias psicoactivas permiten un acceso, aunque no en todos los casos, a ciertos modos de experimentación a los cuales no está acostumbrado el ser humano racionalista prototípico afín al proyecto civilizatorio moderno occidental. Si bien pueden constituir una herramienta para clarificar procesos y canalizar información relevante, aportando de esa manera a los procesos de liberación cognitiva de la humanidad, constituye muchas veces una compensación afectivo lunar asociada al arquetipo de la madre propio de los apegos fisiológicos (inclusive para aquellos que la utilizan con fines creativos y fecundos).

El no derroche fisiológico-sexual y el no acudir cotidianamente a psicoactivos implica el atravesamiento de los umbrales de la angustia, lo cual posibilita nuevas individuaciones (transmutación y despliegue de mayores potenciales por parte de los seres humanos). Se destaca dentro de las retóricas argumentativas de las nuevas derechas esta orientación al sacrificio, a tocar fondo, al apocalipsis que corta con la lenta y gradual distopía. Ante un paradigma civilizatorio en crisis, el cual se orienta a huir de la angustia y el displacer, los pueblos en su mayoría se vuelcan hacia las retóricas del sacrificio. Recuperan el arquetipo de la cruz, de la muerte y resurrección, el atravesamiento de la oscuridad y el resurgir del fénix.

Si las nuevas derechas, en lugar de ser consideradas como un punto de llegada, son consideradas como una transición, una suerte de corte, de negación para un nuevo afirmar, la pregunta podría ser: ¿qué constituye aquello que podría ser afirmado? En una nota en plena contienda electoral me refería a las tres transformaciones del espíritu presentes en el Zaratustra de Nietzsche. El camello solo obedece los mandatos preestablecidos: hace lo que hay que hacer o se suele hacer. El León solo sabe romper, negar lo que existe para afirmar su propia individualidad, pero no puede crear lo nuevo. Es el espíritu del niño el que se orienta a crear lo nuevo. El adulto que logra cultivar el espíritu del niño es el que no se conforma con lo que existe, es quien no se detiene en lo que no quiere, sino que es quien va y construye lo que sí.

Luego de un momento productivo y del poder normativista, monocentrado, propio de las sociedades fordistas y disciplinarias, proliferó un momento regulador de las libertades, pluricentrado, propio de las sociedades post-fordistas (de capitalismo de plataformas hacia nuestros días) y de control. El primer esquema constituye una configuración de mayor tendencia neguentropía, es decir, hacia el orden, desde una orientación sistémico-cerrada. Mientras que las sociedades de control, auge de las modalidades del poder especializadas en lo psíquico, se orientan cada vez más hacia la entropía, es decir, hacia el desorden. En simples palabras, hoy —y cada vez más— nos dominan desde el caos. Todo es exceso y pantomima: hiperinformación y simulaciones, diría Baudrillard, con la poca bola que se le dio al extraviarse en ese fatalismo tan occidental.

Sin embargo, citando también a mi amiga Rosmarie de Trevelin: “El vacío todo lo manifiesta”. El espacio está abierto para la formulación colectiva de lo nuevo, aquello que resuena en el inconsciente colectivo como el sueño de una humanidad orientada por el amor. Lo que falta es saber qué constituye aquello que lograría conciliar, en una orientación sistémico-abierta: entropía y neguentropía, realizaciones individuales y colectivas, libertad e igualdad, racionalidad y espiritualidad, tradición y deconstrucción. Una disposición que sea institucional, pero que tenga por directriz el despliegue sinérgico de los potenciales de los seres humanos.

Este es el tiempo de crear. No es el tiempo de subirse y agitar todas las tácticas discusivas por las que buscan reactualizar la grieta (Lali, provocaciones al progresismo, al feminismo). No nos limitemos a bancar figuras. No dediquemos nuestra atención y energía a cosas que son creadas y puestas en juego para la distracción y la alimentación de molinos que no nos benefician como pueblo. Hoy, más que nunca, es tiempo de crear en resonancia colectiva y tomar caminos que no conduzcan a Roma.

 

 

 

 

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