Un horizonte gris

La resolución de la crisis política exige expandir el consumo interno

 

El domingo pasado, Sergio Massa difundió la adopción de medidas para contener los efectos de la devaluación sobre los ingresos:

  • Para los trabajadores del sector público y privado que cobren hasta 400.000 pesos netos, se otorgará una suma fija no remunerativa de 60.000 pesos en dos cuotas de 30.000 durante septiembre y octubre. Las microempresas obtendrán una deducción del 100% y las pequeñas empresas del 50% de lo que paguen en concepto de cargas patronales.
  • Se redefinió el bono para jubilaciones y pensiones mínimas que se otorgaría en septiembre, octubre y noviembre, elevándose de 27.000 a 37.000 pesos. La jubilación mínima en septiembre pasará a ubicarse en 124.460 pesos, lo que representa una tasa de aumento interanual del 138%.
  • Se habilitó una línea de crédito por parte de ANSES para acceder a préstamos de hasta 400.000 pesos, que se devuelve en 24, 36 o 48 cuotas. Las cuotas no pueden exceder el 30% del ingreso mensual y comienzan a deducirse una vez transcurridos los tres meses desde la toma del préstamo.
  • Se otorgará un refuerzo para trabajadores domésticos de 25.000 pesos en dos cuotas mensuales, proporcional a las horas trabajadas. El Estado reembolsa el 50% del refuerzo cuando los empleadores reciban ingresos mensuales inferiores a los dos millones de pesos.
  • Para los usuarios de la tarjeta Alimentar se destinará otro refuerzo en dos cuotas mensuales. Las familias que tengan un hijo recibirán 10.000 pesos, las que tengan dos 17.000, y las que tengan tres 23.000. Finalizada la vigencia de los refuerzos, se incrementará en un 30% el monto de la tarjeta.

Además, se suman al paquete una serie de compensaciones dirigidas a la oferta, que no viene al caso enumerar. El pago de la suma fija en los municipios y las provincias se mantiene, al cierre de esta edición, en la incertidumbre. Los gobernadores aducen que no disponen de fondos para afrontarlo. Las provincias que confirmaron que lo pagarán son La Rioja, Mendoza, Chubut y Santiago del Estero.

Más allá de los vaivenes que se presentan, se trata de un hecho de política económica sumamente importante, pues es el que definirá la magnitud del impacto final que alcance la devaluación de hace dos semanas sobre el alicaído nivel de vida argentino. Las propias cifras que se desprenden de los anuncios indican montos modestos. Por caso, se prevé que la inflación entre agosto y septiembre va a oscilar en torno a los 10 puntos porcentuales. Difícilmente una cuota de 30.000 pesos equivalga a esa proporción de una parte importante de los salarios de trabajadores registrados.

Para algunos analistas, este conjunto de elementos constituye una aproximación a un acuerdo de precios y salarios. Es una interpretación un tanto pretenciosa, porque no se trata de ninguna acción que altere significativamente la situación de quienes reciben sus beneficios, ni pretende serlo. Simplemente es una compensación parcial para mitigar el agravamiento del problema que representa el empobrecimiento persistente de la población argentina.

 

Profundizar la crisis

Es notable que en el transcurso de la campaña posterior a las PASO hayan surgido expresiones que convergen con la dolarización que pregona Javier Milei. Particularmente Carlos Melconian, ungido por la elocuente Patricia Bullrich como su eventual ministro de Economía, desmereció la posibilidad práctica de adoptar como medio de circulación la moneda estadounidense, pero en cambio se propone institucionalizar el bimonetarismo y establecer un mercado de capitales en dólares, según explicó al diario La Nación.

Melconian es uno de los tantos que piensan que la solución a los problemas del país consiste en explicar que nos encontramos ante una situación grave (por si no estaban al tanto), que se resuelve mediante el recorte del gasto público y el restablecimiento de la “confianza”, que en este discurso es poco más que una fuerza mística.

Veleidades de este tipo fueron también repetidas por Ricardo Arriazu durante la Expo EFI (Economía, Finanzas e Inversiones), que tuvo lugar el 30 de agosto en La Rural. Arriazu cree que el año próximo ofrece oportunidades por la mejora del panorama en el sector externo, pero que debido a la falta de confianza que el país despierta en las empresas se corre el riesgo de que la misma no se aproveche.

Bimonetizar la economía es una idea filo-cavallista que requeriría, al igual que la dolarización, la disponibilidad de un dinero que la Argentina no crea, para alimentar su propia circulación mercantil. En un plazo no muy extenso, dadas las condiciones presentes, amenaza con acabar en una crisis del sector externo totalmente gratuita, que profundizaría aún más la crisis política.

Por otra parte, todos sus partidarios se proponen recortar el gasto público, es decir limitar la asistencia social y degradar aún más las remuneraciones estatales, disminuyendo a su vez el plantel de personal. Esta agresión directa a una porción de la sociedad acompañaría al necesario debilitamiento de los trabajadores en la actividad privada, producto de las dificultades para encontrar trabajo en condiciones aceptables, todo lo cual resulta de la debilidad de la representación política.

Las tensiones inflacionarias y las presiones sobre el nivel de actividad se incrementarían en la medida en que haya que administrar las divisas para prolongar la pervivencia de una configuración macroeconómica que parte de la premisa disfuncional de depender de una moneda que no sea de origen nacional. Es decir que el nivel de vida empeoraría, y la resolución de las dificultades que caracterizan a este contexto económico y social permanecería aletargada.

 

Oportunidad que da la naturaleza

El 4 de julio, la Organización Mundial de Meteorología publicó aseveró que El Niño ya no es un pronóstico, sino que se constataron las condiciones que le dan lugar a este patrón climático. El mismo se produce por un calentamiento en la superficie en el centro y el este del Océano Pacífico, que tiene lugar en lapsos que van desde los dos a los siete años y duran entre nueve y doce meses. La última vez que se lo observó fue en 2016.

La WMO resalta que la emergencia del Niño “prepara un escenario de posibles alzas en las temperaturas globales y comportamientos climáticos disruptivos”. Entre los eventos que suele producir se enumeran un incremento de las lluvias en partes de Sudamérica, el sur de Estados Unidos, partes de África y Asia central. En contraste, suceden sequías en Australia, Indonesia, sectores del sur asiático, Centroamérica y en el norte de Sudáfrica.

La revista The Economist informa que los meteorólogos pronostican que este Niño será tan severo como el de 2016, que desde entonces fue el año más caluroso del que se tenga registro. Una marca que puede superarse este año o el próximo. Un dato que aporta el semanario es que en Perú, en las proximidades del puerto de Pisco, se encontraron especies de pescado que usualmente no abundan en esa zona. Pero la anchoveta peruana, que es la especie que buscan los barcos, escasea. La anchoveta se utiliza para preparar harina de pescado, que a su vez es insumo en las granjas de pescado y empresas ganaderas. La baja producción impulsará los costos mundiales de varios alimentos.

No existen evidencias precisas sobre los efectos que trae aparejados El Niño para la economía mundial, en vista de que algunos pueden ser favorables. Lo que sí es una conclusión consensuada es que afecta a los países pobres, debido al impuso que tiene sobre los precios de la comida. Uno de los efectos beneficiosos para la economía mundial que puede tener lugar es justamente la reversión de la sequía en la Argentina, con la cual cuentan las proyecciones de balanza comercial para el próximo año.

De aquí proviene la presunta oportunidad que la naturaleza le brinda a la Argentina en lo que respecta a sus exportaciones. Sin embargo, si en el mercado mundial se suceden alzas en los precios de los productos de exportación, se corre el riesgo de que se generen presiones inflacionarias internas por la falta de desacople entre precios locales e internacionales. Y, más importante, capitalizar estos hechos consiste en recomponer el nivel de vida. De nada sirve tener un flujo de ingresos favorable en el sector externo para dejar el país tal como está.

Otro hecho importante es la disminución en la producción de barriles de petróleo por parte de los países integrantes de la OPEC+ –descendió a sus niveles más bajos desde octubre de 2021–, que en conjunto con recortes en la producción de Rusia elevó el precio del barril Brent, que establece la referencia mundial para el precio del barril de crudo. De entre los 75 y 80 dólares en junio, pasó a posicionarse entre los 80 y los 85 dólares para agosto.

 

Un salario castigado para el aire acondicionado

Las tensiones en el precio de los alimentos y del petróleo, en conjunto con las relacionadas a la temperatura, son hechos sobre los cuales la dirigencia política nacional no parece tomar conciencia. Si una parte significativa de la misma se propone avanzar en el ahondamiento de la pobreza, justificándose con la superstición de que “debemos inspirar confianza”, la otra no atina a formular objetivos y diagnósticos prácticos, concretos, que le permitan gravitar como fuerza política.

Tal es la debilidad de lo que podemos definir como el elemento político nacional, que responde a la finalidad de fortalecer y hacer crecer a la nación, en términos económicos, sociales y políticos, frente al que únicamente tiende a conservar un estado de declinación continuo. Dada la configuración de las alternativas políticas actuales, con independencia de lo que resulte en la próxima elección –en la cual la apuesta de máxima es que una victoria de Sergio Massa evite que asciendan opciones peores–, el problema permanece, porque no hay una elaboración de propuestas mejores.

Lo que justamente permite concluir que en los años venideros, que van a estar acompañados de alimentos y energía más cara, con un salario castigado como para además tener que usar con más frecuencia el aire acondicionado, será necesario tomar conciencia de los problemas que atañen a la organización política y a la economía nacional, con la finalidad de arribar a la salida de la crisis, que requiere la expansión del consumo interno, y de que la pugna por sostener el nivel de vida se transforme en una por mejorarlo.

 

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