Una simple herramienta

El capital humano es la cosificación del sujeto, despojado de emociones, principios y valores

 

La semana previa a la asunción del Presidente Javier Milei, la prensa hegemónica de la Argentina publicó con grandes titulares el desempeño de nuestros alumnos de 15 años en las primeras pruebas internacionales PISA, (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) realizadas con posterioridad a la pandemia.

Dichas evaluaciones, promovidas y elaboradas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tomadas en escuelas argentinas y por docentes dispuestos para tal fin, tienen por objeto evaluar la formación de los alumnos cuando llegan al final de la educación básica, hacia los 15 años, en las “áreas de lectura, matemáticas y competencias científicas”.

Entre otros detalles, se publicó el tradicional “ranking de países”, en el que la Argentina ocupó el lugar 61° entre los 81 países que participaron de la prueba en 2023.

Es extraño que la OCDE no entienda las diferencias existentes entre las 81 naciones que figuran en el ranking. Por ejemplo, no todas sufren, como la Argentina, las consecuencias del endeudamiento colonial solicitado por su ex Presidente Mauricio Macri, y de las recetas de pobreza y hambre impuestas por un organismo multilateral de crédito (y cobranza) como es el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En cambio, hay un dato clave que permite considerar superior a la prueba tomada en 2023, y es que se llevó a cabo después de la pandemia de Covid-19, que impactó negativamente en todos los sistemas educativos del mundo. La prueba 2018 se había llevado a cabo en condiciones absolutamente normales.

Además, quedó claramente demostrado, sobre todo para aquellas voces que criticaron durante el auge del Covid-19 la supuesta falta de libertad por el cierre de escuelas y la cuarentena, que dichas medidas fueron resultado de la necesaria protección que recibió la ciudadanía por parte del Estado, y que no provocaron –como el neoliberalismo esperaba y pregonaba– un deterioro de la educación diferente o peor que la del resto de los países que tomaron similares medidas. La paridad de resultados entre PISA 2018, sin pandemia, y PISA 2023, posterior a la pandemia, demostró la importancia del desempeño del Estado, en la protección de sus ciudadanxs.

Claro que no pueden decir lo mismo los familiares de las 51 personas, entre docentes y auxiliares docentes, fallecidas en la Ciudad de Buenos Aires por ser obligadas a ir a trabajar en escuelas abiertas, sin contar con las dosis necesarias de vacunas y cuando el contagio era común entre la población.

 

Qué son las evaluaciones PISA

Las evaluaciones PISA constituyen una de las acciones visibles que la economía de mercado pone a disposición de la sociedad para recabar información y recomendar soluciones a aplicar, a los fines de garantizar que las escuelas de los países miembros de la OCDE o sus asociados ratifiquen o rectifiquen el rumbo de su educación, en función de lo que sugieren las teorías del capital humano, más vinculadas a los procesos de producción y al capital financiero global.

Dicha tarea se lleva adelante en marcos privatizadores de la educación, que se encuentran inscriptos en el modelo económico neofordista, aquel que reduce al Estado a su mínima expresión y otorga al mercado el poder de decidir sobre la vida de las sociedades.

Dicho modelo promueve la privatización de la educación y puja por el control privado y hegemónico de las fuentes de conocimiento, desde la educación básica en las escuelas hasta la educación superior universitaria y no universitaria.

Del mismo modo, propone una fuerza de trabajo permeable a los cambios en el sistema productivo, con escasa cualificación de la mano de obra, reducida a la demanda de empleos temporarios con contratos laborales baratos o sueldos regidos por el valor que el mercado disponga, sin convenciones colectivas ni vacaciones pagas, aguinaldos e indemnizaciones. Dichas capacidades deben formar parte de los planes y programas de estudio de las escuelas del mundo. Para ello, la OCDE ha dispuesto las pruebas PISA.

Días atrás, el Presidente Javier Milei proclamaba que “el Estado argentino es la principal causa del empobrecimiento de los argentinos”. Posteriormente anunciaba la disolución del Ministerio de Educación, reducido a una Secretaría que junto con las de Desarrollo Social y Trabajo han pasado a constituir el “Ministerio de Capital Humano”.

El llamado capital humano es otra de las herramientas que impone el neoliberalismo. Se trata de un concepto que refiere al valor económico o de producción procedente de la formación y experiencias de la fuerza de trabajo. La teoría económica utiliza el concepto para estimar el valor productivo y económico que proporcionan las habilidades y competencias de lxs trabajadorxs para lograr un máximo rendimiento, eficiencia y rentabilidad de los procesos de producción, así como una mayor productividad, concepto que se introduce como base para condicionar la evolución de los salarios.

La gestión del capital humano alude a la inversión de las empresas para la mejora de habilidades, destrezas y aptitudes que lxs trabajadorxs traen de la escuela, algunas de las cuales deben adquirirse durante el proceso educativo. Porque forman parte del componente ideológico de la economía de mercado, las teorías del capital humano proponen la privatización de la educación, ya que los ámbitos privados resultan más accesibles a su penetración que las escuelas públicas. Podría ser en este nuevo ministerio, creado por el gobierno de La Libertad Avanza, donde se planificarán las estrategias privatistas del sistema educativo argentino.

El capital humano es, en definitiva, la cosificación del sujeto, entregado por completo a su trabajo, despojado de emociones, principios y valores. Un individuo que no reclama, que es dócil al mandato de sus patrones, que realiza cuanta tarea le proponen y que cobra un salario, dependiendo del nivel de productividad que puede aportar. El sujeto cosificado es entendido por las teorías del capital humano como una herramienta humana y activa del capital, en el marco del proceso productivo de la economía de las naciones.

Coincidentemente, los países que más invierten en capital humano son los mismos que puntean los rankings de PISA: Singapur, República de Corea, Hong Kong, Taiwán, Japón, Canadá, entre otros.

Acordamos que, en marcos de globalización, el saber y la inteligencia aparecen igualmente como una fuente de poder de alta calidad, y como el ingrediente más importante para dotar a la fuerza de trabajo a elegir. El conocimiento, la formación de capacidades, han pasado de ser un complemento del poder económico, y de la fuerza de trabajo, a ser su propia esencia, la clave para el poder y las ideas económicas dominantes.

Sin embargo, aquellos “analistas simbólicos” de los que nos hablaba hace años un ministro de Trabajo de Estados Unidos no son los recursos que PISA está buscando con sus evaluaciones. Tampoco lo es que dichas pruebas persiguen como meta la formación de los recursos humanos, que darán la batalla por el conocimiento.

Lo que necesita la OCDE, a partir de sus evaluaciones estandarizadas y descontextualizadas, son alumnxs que dominen niveles básicos en lecto-escritura, cálculo, redacción e interpretación de textos, así como competencias críticas y de abstracción mínimas, que acerquen a los jóvenes al mundo de las ciencias. Dichas competencias constituyen la base de lo que las teorías del capital humano están necesitando para la fuerza de trabajo presente y futura.

Nos parece importante dejar en claro que, a pesar de las consideraciones expuestas, los temas que PISA plantea deben igualmente trabajarse en las aulas, conocerse, comprenderse, porque forman parte del proceso educativo. No se trata de contenidos exclusivos, que ocupan el pedestal del conocimiento, pero son temas básicos para la comprensión de saberes más complejos, como son las capacidades de abstracción y de pensamiento crítico.

Nuestra educación tiene una identidad definida, como es su carácter gratuito, obligatorio y laico, financiado por el Estado. Dichos aspectos se encuentran nuevamente en peligro, cuestionados por un neoliberalismo privatizador que llega en esta oportunidad con su propio ministerio, el del capital humano, otra de las patas que los marcos privatizadores de la educación ponen en acción. Frente a ello, educación pública y ascenso social son la mejor respuesta.

 

 

 

 

* El autor es docente e integra el Grupo de Apoyo al nivel secundario de UTE-CTERA.

 

 

 

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