USURA, TARIFAZO Y GEOPOLÍTICA

La usura disciplina a la sociedad fomentando el canibalismo social y la autodestrucción individual

 

La usura alude a una práctica social de endeudamiento predatorio donde la acumulación sin límites de bienes y/o dinero por parte de un individuo tiene como correlato la expoliación y destrucción total del otro. Este tipo de relación existe desde los orígenes del tiempo. Su capacidad destructiva del tejido social explica su coexistencia con la condena moral y el rechazo colectivo. Esta condena social se ha expresado tempranamente en protestas populares que, iniciadas originalmente en la Mesopotamia 2300 años antes de Cristo, derivaron en periódicas cancelaciones de cierto tipo de deudas. El rechazo social a la usura también encontró expresión a lo largo del tiempo en los diversos intentos de prohibirla o de imponer límites a los intereses de las deudas contraídas entre individuos y entre estos y las élites que gobernaban sociedades muy distintas, con diferentes relaciones de producción y distintas formas de Estado.

Asimismo, la condena moral de la usura y su rechazo social también aparece en los textos más antiguos de las grandes religiones: desde los Vedas de la Antigua India a los textos antiguos del Budismo, del Judaísmo, del Cristianismo y posteriormente del Islam. También aparece en escritos filosóficos (Platón y Aristóteles, entre otros) y en diversos códigos legales  (en la ley de las 12 Tablas de los romanos y en el derecho medieval), en escritos literarios y en las regulaciones impuestas por distintos gobiernos en varias regiones del planeta. Hoy, sin embargo, el endeudamiento sin limites a través de tasas de interés abusivas, capitalización de intereses y crecimiento exponencial de la deuda originalmente contraída, constituyen el eje en torno al cual se acumula poder y riqueza en el mundo, un eje invisible transformado en algo natural que no admite discusión.

En esta fase de expansión del capitalismo monopólico global, los planes de Ajuste del FMI constituyen un verdadero caballo de Troya que penetra la estructura productiva de los países de la periferia y los ata al círculo perverso e interminable de la usura.

 

 

Este gobierno se abrazó al FMI buscando aggiornar la estructura productiva argentina a una coyuntura económica internacional dominada por el avance geopolítico de los Estados Unidos. La magnitud de los recortes al gasto y la inversión impuestos por el “déficit cero” del Plan de Ajuste, conjuntamente con la política monetaria, buscan provocar en tiempo récord una recesión profunda acompañada de devaluación permanente. No hay nada en el Plan de Ajuste que permita reactivar la economía, ni en el corto ni en el mediano, ni en el largo plazo. Por el contrario: todas las políticas están dirigidas a direccionar la mayor cantidad de recursos que el país tiene, o que pueda tener en el futuro, hacia el pago de una deuda cuyos intereses crecen exponencialmente. Más aún, en la medida en que el Ajuste propuesto provoca una recesión profunda e interminable, afecta negativamente la posibilidad de recaudar impuestos y no puede solucionar el problema del déficit fiscal primario, como pretenden tanto el FMI como Macri y su gobierno. El ajuste tampoco genera los recursos necesarios para el pago de los intereses y vencimientos de la deuda externa ya contraída. Esta deuda deviene insostenible y engendra constantemente la necesidad de mayor endeudamiento. Este es el principio que rige a la usura: el flagelo que ha castigado a la humanidad desde la aparición del interés compuesto 2.300 años antes de Cristo.

 

Usura e intervención del Estado en la economía

El dólar aplanado por el torniquete monetario y cambiario impuesto por el FMI ha consagrado un veranito sin mayores sobresaltos financieros pero atravesado por un terremoto que destruye a la producción industrial, a la construcción y al comercio. Así, mientras el dólar sigue cercano al piso impuesto por el FMI a sus fluctuaciones, la producción industrial y la construcción cayeron en diciembre 14.7% y 20.5% respectivamente. A lo largo de 2018 se perdieron más de 100.000 puestos de trabajo registrado y el salario real promedio cayó un 13%. Hoy 13 millones de argentinos son pobres y uno de cada dos chicos vive en hogares pobres. De este modo, mientras por un lado reina la especulación financiera por el otro se destruye el aparato productivo y el mercado de trabajo.

El gobierno pretende haber puesto punto final al flagelo estatista del populismo K restaurando la libertad de mercado y destrabando la creatividad y el emprendimiento individual. Este relato intenta ocultar una brutal intervención del Estado en la economía con el objetivo de imponer reglas del juego económico que consolidan el abuso de la posición dominante de ciertas fracciones del capital e imponen el endeudamiento creciente y sin límite de vastos sectores de la población.

Hoy está en juego la esencia del contrato social sobre el que se ha basado la civilización occidental: la preeminencia del Interés General de la sociedad por encima de los intereses sectoriales en pugna. El Estado Argentino no ha desaparecido como algunos creen, ni ha sido sustituido por el mercado. Por el contrario, interviene en la economía para consolidar y reproducir el abuso de la posición dominante de ciertos sectores cuyos intereses son la antítesis del Interés General de la sociedad y se reproducen con la usura. Esto emerge a la luz en dos áreas de importancia crucial para la economía y para la población argentina: la energía y las finanzas. En ambos casos el abuso de posición dominante garantizado por las políticas de este gobierno deriva en el cobro de intereses y tarifas que son de carácter predatorio, exceden cualquier posibilidad de pago y conducen a mayor endeudamiento.

En el sector financiero, el FMI y su apéndice, el BCRA, han logrado imponer tasas de interés que giran actualmente en torno al 50%. Estas impiden cualquier inversión productiva o refinanciación de deuda y condenan al quebranto a las empresas y a los individuos endeudados. Estas tasas de usura alientan la especulación financiera, de la que participan en primer lugar los bancos y entidades financieras y aquellos individuos y sectores empresarios de gran poder económico que están dolarizados y/o tienen acceso al crédito externo. Así, como en tiempos del Terrorismo de Estado y de la Convertibilidad, la usura reina en las finanzas. Pero a diferencia de épocas pasadas, hoy la usura penetra a velocidad inédita en la estructura productiva y en el tejido social. A través de distintos mecanismos, somete a vastos sectores de la población y especialmente a los sectores mas vulnerables, al endeudamiento sin limites con el objetivo de complementar magros ingresos y salarios que no alcanzan para vivir. Mas aun, la usura penetra en las barriadas y asentamientos de los mas pobres entre los pobres, y a través de los prestamistas locales integra a estos sectores vulnerables al círculo perverso y concéntrico, del que no hay salida aparente. Generalmente vinculados al narcotráfico, estos prestamistas disponen de dinero en efectivo, la llave de acceso a su posición dominante. Este endeudamiento sin fin cumple además una función de importancia crucial: al instilar el veneno de la desesperanza prepara el terreno para la apatía, la fragmentación social y la violencia de los unos contra los otros. Así disciplina a la sociedad fomentando el canibalismo social y la autodestrucción individual.

 

 

Mientras esto ocurre en el campo de las finanzas, el tarifazo reproduce en el corazón de la economía la estrategia del endeudamiento sin límites. Para terminar con la supuesta irracionalidad de las tarifas subsidiadas durante los gobiernos K, este gobierno ha transformado a la energía en el campo de importancia estratégica para que un puñado de grandes corporaciones absorban masivamente los ingresos de la población, el excedente económico y la riqueza acumulada en el país. Los precios de las tarifas y de los combustibles afectan directamente todo lo que se produce y consume en las sociedades modernas. Controlar la producción de energía y dolarizar sus precios implica apropiarse de la gallina y de los huevos de oro que produce. Esto ha derivado en un tarifazo constante y sin limites. En tres años del gobierno de Macri el precio de la electricidad creció 3.624%, y el del gas 2.401%.

Así el tarifazo inunda a la estructura productiva, golpea a las empresas y a la población, y genera nuevo endeudamiento a fin de afrontar un costo mensual que no puede ser solventado con salarios, ingresos y rentabilidad cada vez mas deteriorados. El pago en cuotas de tarifas cada vez mas onerosas y el crecimiento exponencial de los intereses de esta deuda acumulada hacen del tarifazo un vehículo del endeudamiento financiero de los sectores mas vulnerables de la población.

Por otra parte, la energía se ha transformado en el escenario privilegiado de una interna furiosa entre las grandes empresas productoras de petróleo y gas convencional y no convencional, que buscan aumentar su cuota de poder económico. Esta pelea por el predominio ha estado centrada en la búsqueda de una mayor tajada de los subsidios otorgados por el Estado para incentivar la producción en el área de Vaca Muerta, la segunda reserva mundial de gas no convencional. Esta disputa involucra a empresas de Macri, sus amigos y entenados, así como también a otras multinacionales de origen local como Techint y a grandes capitales extranjeros y se suma a las tensiones y conflictos existentes entre el reducido número de empresas que controlan el transporte y la distribución de energía y buscan transferir a los usuarios el costo de la producción de energía y recargos adicionales y compensatorios de la inflación y la devaluación.

 

Paolo Rocca y Macri: altri tempi

 

En este caleidoscopio de tensiones se ha insertado el FMI buscando ajustar los subsidios a nivel de la producción de energía, para llegar al hipotético e imposible déficit cero. Esto ha intensificado los conflictos entre las grandes corporaciones que producen energía y entre el poderoso grupo Techint –principal beneficiario hasta ahora de los subsidios— y el propio gobierno. Este incidente, sumado a la saga de los gloriosos cuadernos de la corrupción empresaria, apunta a la existencia de una operación destinada a barajar y dar de nuevo dentro de la histórica patria contratista en un área de importancia estratégica a nivel mundial.

 

Usura y geopolítica

Las guerras, el saqueo económico y la usura han sido utilizados a lo largo del tiempo como mecanismos de apropiación de riqueza, dinero y poder por diversas sociedades con diferentes relaciones de producción y regímenes políticos distintos. Hoy, sin embargo, estos fenómenos han adquirido una intensidad y una capacidad destructiva inéditas en la historia de la humanidad. La búsqueda de control geopolítico por parte de los Estados Unidos, país que lidera la expansión del capitalismo monopólico global, ha generado tensiones y conflictos a lo ancho y a lo largo del planeta con su secuela de guerras locales permanentes, países inviables, cambio climático, agotamiento de recursos naturales no renovables y permanente amenaza de extinción de la vida humana en el planeta.

En los últimos tiempos, se ha intensificado la militarización de la política económica norteamericana a fin de impulsar la usura y la desestabilización de las monedas en aquellos países a los que, por motivos diferentes, se intenta controlar. En este sentido, Venezuela constituye un caso extremo que expone como las sanciones económicas derivan en usura y corrupción y preparan el terreno para un cambio de régimen político. Como en el caso de Irak y Libia en el pasado, estas sanciones económicas han derivado en la destrucción de la economía y del tejido social venezolano (informe del Comisionado Especial (rapporteur) de Naciones Unidas para Venezuela (independent.co.uk 26.1 2019, declaraciones del Secretario de Estado norteamericano state.gov 19 10 2018) abonando el terreno que hizo posible la desestabilización política actual. El objetivo último de esta aventura ha sido, como en el caso de Irak y Libia el control norteamericano sobre las reservas de petróleo venezolano. (www.youtube.com/watch?time_continue=6&v=eWTCB0ueqXk, y zerohedge.com. 28 1 2019) Hoy, gracias al boom descontrolado del fracking, los Estados Unidos son el principal productor mundial de petróleo. Sin embargo, sus reservas solo alcanzan al 10% de las de Venezuela.(upi.com. 31 7 2018 ;.worldatlas.com 8 1 2019).

 

 

De este modo en un escenario mundial caracterizado por la paulatina extinción de los recursos energéticos no renovables del planeta y la consiguiente intensificación de conflictos geopolíticos por el control de las reservas conocidas, el tarifazo adquiere una nueva dimensión.

Por un lado, vuelve visible el rol de la energía y las finanzas como áreas de importancia central para la producción y el consumo en una sociedad. Por el otro lado ilumina el rol del Estado en la determinación de las reglas del juego económico, y por ende en la posibilidad de cambio de las relaciones de fuerza que imperan en la economía. Por último, permite empezar a correr el velo que oculta el rol que cumple la usura en la destrucción de la estructura productiva, en el estancamiento económico y la dependencia geopolítica, en la exclusión social y en la propia viabilidad del país

En este contexto global y en vísperas de elecciones, se impone en nuestro país la necesidad de un debate público sobre los problemas que nos han sumergido en la catástrofe actual, incluidos aquellos que vienen de lejos. Este debate debe iluminar el carácter predatorio del endeudamiento y del tarifazo actual y sus consecuencias para el conjunto de la sociedad. Debe además plantear una alternativa superadora basada en un desarrollo industrial y agropecuario integrado, con fuerte intervención del Estado en la economía con el fin de eliminar el control monopólico en áreas de importancia estratégica, integrar las cadenas de valor local, y asimilar a los sectores mas vulnerables de la sociedad en la estructura productiva y en el mercado de consumo.

Los conflictos entre grandes fracciones del capital, y las tensiones  geopolíticas que dominan el escenario internacional no cierran la posibilidad de un cambio radical en la relación de fuerzas interna. Por el contrario, abren nuevos horizontes posibles a condición de acumular fuerza desde abajo hacia arriba y de plasmar dicha fuerza en un frente amplio que con conciencia de lo que esta en juego, multiplique la organización y la movilización de todos los sectores sociales que sufren el acoso y la usura del ajuste actual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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