Más allá del ¿feminismo? liberal

Un feminismo del 99% se presenta como articulación internacional contra el neoliberalismo

 

Hace un año, el 27 de enero de 2018, The Guardian publicó un artículo firmado por varias investigadoras feministas residentes en Estados Unidos. El texto se tituló “We need a feminism for the 99%. That's why women will strike this year”. Este texto, que en LatFem tradujimos y publicamos con una velocidad asombrosa como “Necesitamos un feminismo para el 99%. Por eso las mujeres haremos huelga este año”, se convirtió en una pieza fundamental para los feminismos interseccionales, internacionalistas y anticapitalistas que crecen en España, el Conosur, Italia, Alemania, Wallmapu, India, Francia, Inglaterra, México, Colombia, y también en Estados Unidos, entre otros países y regiones.

El texto retoma una idea que ya había sido elaborada por Nancy Fraser y que dio la vuelta al mundo luego de que las mujeres, lesbianas, travestis, trans y otrxs sujetxs oprimidos por diversas razones, le dieran la bienvenida a Trump el 21 de enero de 2017. Aquel texto, que manifestaba que el movimiento feminista internacionalista que promovían estaba inspirado en el Ni Una Menos de Argentina, se denominó “Beyond Lean-In: For a Feminism of the 99% and a Militant International Strike on March”, y como su nombre lo indica, llamaba a una huelga internacional.

Ahora, para el 8 de marzo de este año, en coincidencia con el Día Internacional de la mujer trabajadora, reorganizado como Paro Internacional Feminista, se publica en forma simultánea en varios países y en 13 idiomas Manifiesto para un feminismo del 99%, escrito por la italiana Cinzia Arruza, la estadounidense Nancy Fraser y la profesora de historia de Asia Oriental y activista por los derechos palestinos Tithi Bhattacharya. En la Argentina lo edita el sello de ensayos y teoría Rara Avis.

 

Las autoras: Tithi Bhattacharya, Nancy Fraser, Cinzia Arruzza

 

El libro está estructurado en un un manifiesto, 11 tesis y un posfacio. El texto, de lectura rápida y ágil, es un instrumento muy pertinente en el momento histórico argentino por varias razones.

En primer lugar, porque discute el neoliberalismo y dentro suyo al feminismo liberal, aquel que lava la cara o pinta de rosa las políticas de exclusión y ajuste, como lo hemos visto en el G20, con la falsa premisa de la “igualdad de oportunidades”. La escasa pero existente alusión a los derechos de las mujeres en el discurso pronunciado el 1° de marzo por Mauricio Macri en la apertura de las sesiones del Congreso nacional podría ser otro de los ejemplos estrella de este tipo de preocupación liberal por la igualdad en el terreno de los géneros. ¿Puede llamarse feminismo a ese discurso que se centra en la igualdad de oportunidades (por ejemplo Macri se refirió a la “crianza compartida”) o en la victimización de niñas, niños y mujeres producida por los abusos sexuales (otra de las pocas menciones a la agenda de género) si no se cuestiona la estructura de dominación que sostiene al capitalismo, varones sobre mujeres e identidades feminizadas, blancos sobre negros, blancos sobre indígenas, adultos contra niños, humanidad sobre animales y naturaleza, y así?  

 

¿Feminismo? liberal:Fabiana Túñez (titular del Instituto Nacional de las Mujeres), Macri y Juliana Awada.

 

El feminismo del 99% que plantean las autoras es la alternativa anticapitalista al feminismo liberal y corporativo (el del 1%) que en las últimas décadas consiguió escalar hasta los más altos puestos y “romper el techo de cristal”. Otra representante de este feminismo de las ricas y centrado en los problemas puramente mujeriles (de las mujeres cis heterosexuales) y de las mujeres ya incluidas en el sistema podría ser, según las autoras, Hillary Clinton. Un feminismo liberal que cambia la posición de la mujer, pero no cambia el tablero de juego.

Y en segundo lugar, la lectura de este manifiesto es atinada en un momento en el que en todo el país se están desarrollando asambleas feministas de construcción de la huelga internacional con una decidida posición antineoliberal, anticapitalista y antimacrista. El planteo del 99% fortalece la perspectiva interseccional, se posiciona directamente como parte del transfeminismo y defiende los derechos y perspectivas de lxs trabajadorxs sexuales. Esta perspectiva resulta urgente porque en la región, junto con la avanzada antiderechos que en la Argentina luego de la negativa a la legalización del aborto se sintió vigorizada, emergió también embravecido un escueto pero existente movimiento de rechazo de la participación de las personas trans en el feminismo como sujetos políticos centrales, tan centrales como las mujeres.

Las grietas dentro del feminismo son profundas, el piso es de cristal. Frente a los renacidos suprematismos germinados en el pánico moral, y en la legitimidad que le otorga a las posiciones segregacionistas el triunfo del fascismo bolsonarista en Brasil, un feminismo transversal e incluyente, resulta necesario. Llámese del 99% o feminismo popular, se trata de una posición política donde migrantes, indígenas, disidentes corporales, trabajadorxs, travestis, trans, no-binaries y todas aquellas identidades que son marginadas del sistema se proyectan como oposición a las políticas de expoliación de derechos, sensibilidades y deseos que produce el sistema capitalista, especialmente en su fase neoliberal.

En exclusiva para El Cohete a la luna presentamos el manifiesto por el 99%, que comienza con una dedicatoria:

(...)

a las huelguistas polacas y argentinas, que abren nuevos caminos hoy.

 

Encrucijada

A principios del 2018, la directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, le dijo al mundo que “estaríamos mucho mejor si la mitad de los países y las empresas estuviera dirigida por mujeres, y la mitad de los hogares, por hombres”, y que “no deberíamos darnos por satisfechas hasta no alcanzar ese objetivo”. Sandberg, una de las principales exponentes del feminismo corporativo, ya se había ganado una reputación (y una buena cantidad de dinero) apremiando a gerentes mujeres a “ir adelante” y hacerse un lugar en las comisiones directivas de las empresas. Ella, que había sido jefa de personal de Larry Summers, que fuera el secretario de Tesoro de los Estados Unidos responsable por la desregulación de Wall Street, no tenía ningún reparo en aconsejar a las mujeres que el éxito ganado a fuerza de tenacidad en el mundo empresarial era el verdadero camino hacia la equidad de género.

Casi al mismo tiempo, una “huelga feminista” militante paralizó a España. Con la participación de más de cinco millones de manifestantes, las organizadoras de este paro de 24 horas exigían “una sociedad libre de opresión sexista, explotación y violencia”, y llamaban “a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo que nos quiere dóciles, sumisas y calladas”. Mientras el sol se ponía sobre Madrid y Barcelona, las feministas en huelga le anunciaban al mundo: “El 8 de marzo nos cruzamos de brazos, interrumpimos toda actividad productiva y reproductiva”. Declaraban que ellas ya no aceptarían “estar sometidas a peores condiciones laborales, ni cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo”.

Estas dos voces representan caminos opuestos para el movimiento feminista. Por un lado, Sandberg y las de su calaña ven al feminismo como la mucama del capitalismo. Ellas quieren un mundo en el que la tarea de liderar la explotación laboral y la opresión social se reparta de forma equitativa, dentro de la clase dirigente, entre hombres y mujeres. Se trata de una notable visión de una igualdad de oportunidades en la dominación: una que, en nombre del feminismo, les pide a las personas que se muestren agradecidas de que sea una mujer, y no un hombre, quien aplasta sus sindicatos, manda un dron a matar a sus padres, o encierra a sus hijos en una jaula en la frontera. En marcado contraste con el feminismo liberal de Sandberg, las organizadoras de la huelga feminista insistían en cambio en terminar con el capitalismo: terminar con el sistema que produce al jefe, genera las fronteras nacionales y manufactura los drones que las protegen.

Estas dos visiones del feminismo nos ponen frente a una encrucijada; el camino que elijamos tendrá consecuencias de extraordinaria importancia para la humanidad. Uno de ellos conduce hacia un planeta abrasado, donde la vida humana se ha hundido en una miseria tal que es casi irreconocible, si no se ha vuelto ya del todo imposible. El otro camino apunta hacia ese tipo de mundo que siempre ha sido parte de los sueños más exaltados de la humanidad; un mundo justo, en el que la riqueza y los recursos naturales se comparten entre todxs, y donde la igualdad y la libertad son premisas en lugar de aspiraciones.

El contraste no podría ser más pronunciado. Pero lo que hace que la elección sea urgente para nosotras hoy es la ausencia de toda vía intermedia viable. Esta falta de alternativas se la debemos al neoliberalismo, esa forma del capitalismo, particularmente predatoria y financiera, que en los últimos cuarenta años ha dominado el mundo. Ha envenenado la atmósfera, ha burlado toda pretensión de un régimen democrático, ha forzado nuestras capacidades sociales hasta su límite y ha empeorado las condiciones de vida de la gran mayoría de la población; así, esta iteración del capitalismo ha redoblado las apuestas para la misma lucha social, transformando los sobrios esfuerzos por ganar reformas modestas en verdaderas batallas campales, en las que lo que se juega es la supervivencia. Bajo semejantes condiciones, el tiempo para la neutralidad ha quedado en el pasado, y las feministas debemos tomar posición: ¿seguiremos buscando la igualdad de oportunidades en la dominación mientras el planeta arde? ¿O nos atreveremos a reimaginar la justicia de género en una forma anticapitalista, de modo que apunte más allá de la crisis actual, que nos guíe hacia una nueva sociedad?

Este manifiesto es un alegato por el segundo camino, un rumbo que creemos tan necesario como factible. Un feminismo anticapitalista se ha vuelto pensable, hoy, en parte por el derrumbe mundial de la credibilidad de las élites políticas. Las bajas alcanzan no solo a los partidos de centroizquierda y centroderecha que habían apoyado al neoliberalismo (y que ahora son apenas vestigios repudiables de lo que alguna vez fueron), sino también a las aliadas corporativas del feminismo, al estilo de Sandberg, cuyo barniz “progresista” ha perdido su brillo. El feminismo liberal encontró su perdición en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, cuando la tan promocionada candidatura de Hillary Clinton no logró entusiasmar a las mujeres votantes. Este fracaso se debió a una muy buena razón: Clinton personificaba la creciente desconexión entre el ascenso a cargos altos de mujeres de élite y la mejoría en las vidas de la amplia mayoría.

 

 

Debemos tomar la derrota de Clinton como una llamada de atención. Al exponer la bancarrota del feminismo liberal, ha creado al mismo tiempo la oportunidad para desafiarlo desde la izquierda. Hoy, en el vacío creado por la decadencia del liberalismo, tenemos la chance de construir otro feminismo: un feminismo con una definición diferente de qué cuenta como una cuestión feminista, con otra orientación de clase, y con un ethos diferente, un ethos radical y transformador.

Este manifiesto es nuestro intento de promover ese otro feminismo. No lo escribimos para bosquejar una utopía imaginaria; lo escribimos para trazar el camino que debemos recorrer si queremos llegar a una sociedad justa. Nos proponemos explicar por qué las feministas deberíamos elegir el camino de los paros feministas, por qué debemos unirnos con otros movimientos anticapitalistas y antisistémicos, por qué nuestro movimiento tiene que convertirse en un feminismo para el 99%. Necesitamos asociarnos con militantes antirracistas, ambientalistas, con activistas que luchan por los derechos migrantes y de lxs trabajadorxs; solo así podrá el feminismo estar a la altura del desafío de nuestros tiempos. Solo rechazando el dogma del “ir adelante”, solo rehusándonos a aceptar el feminismo del 1%, puede nuestro feminismo llegar a convertirse en un faro de esperanza para todxs lxs demás.

Lo que nos da el valor necesario para embarcarnos en este proyecto es la nueva ola de feminismo activista y militante. Este activismo no tiene nada que ver con el feminismo corporativo, que tan nefasto se ha mostrado para las mujeres trabajadoras y cuya credibilidad hoy cae en picada; tampoco con ese “feminismo del microcrédito” que alega estar “empoderando” a las mujeres del sur global por medio de pequeñas sumas de dinero. Por el contrario, son las huelgas internacionales feministas y de mujeres que se sucedieron en los años 2017 y 2018 lo que nos da esperanzas. Estos paros, y los movimientos cada vez más organizados que crecen en torno a ellos, son lo que primero inspiró –y hoy encarna– la idea de un feminismo para el 99%.

 

1 Lean in, literalmente “inclinarse” o “apoyarse”, es el nombre de la organización sin fines de lucro que fundó Sandberg en 2013 (ver leanin.org), así como el título de su libro del mismo año, que se convirtió en un best seller y que se tradujo al español como Vayamos adelante. Las mujeres, el trabajo y la voluntad de liderar. [N. de la T.]

2 El “Manifiesto 8M” puede leerse en hacialahuelgafeminista.org.

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