El modelo híbrido de educar

Exclusión en las escuelas de CABA

 

 

Las escuelas secundarias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han recibido, en las semanas previas a las vacaciones de invierno, un documento titulado “Lineamientos Curriculares para la implementación del Modelo Híbrido en el nivel Secundario”.

Este guarda relación con la utilización de la tecnología para la semipresencialidad, aplicada a los procesos de aprendizaje.

“El Modelo Hibrido —según dicho documento— refiere a una propuesta pedagógica que se enriquece a partir de la combinación de estrategias, de enseñanza presencial y virtual, que se conforma en sí mismo, como una metodología de enseñanza, aprendizaje y evaluación”.

Dicha experiencia se aplicaría solo al 30 % de los alumnxs de los  4° y 5° años de las escuelas medias de la Ciudad y  —enfatiza el documento— “favorece la inclusión”, entre otros aspectos.

No son nuevas este tipo de propuestas que el Ministerio de Educación de la Ciudad envía a sus escuelas, en general, hábilmente diseñadas para lograr un fuerte impacto comunicacional, pero con escaso contenido pedagógico e institucional.

El “modelo híbrido” presupone, al igual que las inscripciones online para la matriculación escolar, para el acceso a los comedores y a las becas, la existencia de equipamiento tecnológico suficiente en las comunidades.

El Ministerio de Educación porteño conoce que buena parte de sus alumnxs, sobre todo, en las zonas de alta vulnerabilidad social, la única herramienta de la que disponen para trabajar virtualmente, es un celular, y que, en algunos casos, lo comparten con la familia.

Aun así, las autoridades educativas insisten en promover un uso indiscriminado de las tecnologías, para todos los servicios que ofrece y para todas las familias por igual, desconociendo los contextos diversos, existentes.

Prefiere considerar a sus alumnxs como un todo homogéneo, cuando, en realidad, la desigualdad existente entre niñxs y jóvenes que habitan la geografía porteña es cada vez más alarmante, y creemos que las formas de gestionar la educación en la ciudad podrían tener algo que ver con dichas situaciones.

Hasta la fecha, no se conocen acciones que incluyan, por ejemplo, el reparto de computadoras del Ministerio de  Educación a todxs sus alumnxs ni extensiones de wifi suficientes, como para generalizar la utilización masiva de tecnologías en programas educativos, como es el caso del “modelo híbrido”.

La educación moderna, vigente aún en la ciudad, forma parte de un proyecto colectivo de Nación que, a la vez, requiere de sus alumnxs, la presencia directa y cotidiana, en las instituciones educativas.

La semipresencialidad en el nivel secundario puede funcionar como un complemento educativo de la presencialidad, pero no como una herramienta sustitutiva de esta.

Además, a la hora de implementar cambios en el sistema educativo, deberían tenerse en cuenta las capacidades de manejo autónomo que lxs jóvenes, e inclusive lxs docentes, ostentan. Contextos y autonomía resultan aspectos de suma importancia para considerar a la hora de planificar la utilización de la virtualidad en educación.

No nos extrañarían bajos niveles de autonomía, tanto en alumnxs, docentes, como en las instituciones educativas, si tomamos en cuenta la permanente vulneración de derechos de la que son objeto lxs actores de la comunidad educativa, y que ha puesto en evidencia el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a lo largo de casi 15 años de gestión ininterrumpida.

Basta citar, como ejemplos, la intervención unilateral del Gobierno de la Ciudad al Estatuto del Docente, que clausuró conquistas históricas de lxs trabajadorxs, o el desconocimiento del derecho constitucional de huelga, ya que se está premiando con dinero a quienes no hacen paros. Dinero que, por otra parte, se descuenta a quienes sí ejercen su derecho de huelga.

El destrato para con los alumnxs, en cambio, comenzó más temprano, en 2008, con la intervención del Ministerio de Educación a la reglamentación de la Ley 223/99 de Convivencia Escolar, limitando selectivamente la participación de lxs alumnxs en los Consejos de Convivencia.

La judicialización de lo que ha sido, en realidad, una ocupación pacífica de los edificios educativos, como si se tratara de un delito, e involucrando y utilizando a las familias de lxs alumnxs, como forma de evitar lo que la ministra llama “toma de escuelas” y recreando las etapas más oscuras de la historia argentina, enviando patrulleros a los domicilios de lxs alumnxs, no es un dato menor.

No dudamos de que dichas medidas y otras, como la violación de la no obligatoriedad de realizar prácticas educativas, como derecho de lxs alumnxs, según lo expresa la Ley 3.541 de la Ciudad de Buenos Aires, tienen como meta la subordinación y el disciplinamiento social, tanto de alumnxs como de docentes. Llama la atención, por cierto, la ausencia de respuestas institucionales y políticas que discutan, desde dentro o fuera de la ciudad, la existencia de tanta hegemonía, lo que lesiona cualquier pluralismo democrático.

Considerando lo expuesto, nos ha parecido que la experiencia planteada como “modelo híbrido de la educación secundaria” es, en realidad, una forma en la que el Estado neoliberal fragmenta el nivel secundario de la educación, evitando —por ahora, y bajo la excusa de la utilización de tecnologías— que un 30 % de los estudiantes concurra a la escuela, trabajando desde su casa.

A juzgar por el testimonio que nos brindan docentes con los que hemos conversado, pareciera que el Ministerio de Educación carece de un conocimiento profundo y, como consecuencia de ello, del control de su propio sistema educativo.

No conoce, o no le importa conocer, lo que ocurre en las escuelas, en las que se acumulan a diario montones de papeles, que provocan que las Direcciones Escolares, se preocupen mucho más en completar formularios solicitados por el Ministerio, que por las cuestiones pedagógicas, tema central de la educación.

En este aspecto en particular, parecería que las tecnologías, de las que tanto le gusta hablar al jefe de Gobierno, no están funcionando bien en el sistema educativo, con lo cual, sumamos un motivo más para desconfiar de la solvencia del “modelo híbrido” planteado.

Finalmente, porque estamos a favor de la utilización fundamentada y pertinente de las tecnologías virtuales como modo de complemento de la educación presencial, nos parece prioritario que la implementación del “modelo híbrido” respete, en primer lugar, lo establecido por la Ley de Educación Nacional N.º 26.206 en la materia, y que garantice el respaldo digital y de infraestructura suficiente, por escuela, para poder implementar dicho modelo.

Asimismo, y a modo de evitar la salida permanente de los mismos alumnxs del sistema presencial, debería garantizarse la alternancia obligatoria de los grupos   y de las escuelas que participan de la semipresencialidad, así como el acompañamiento permanente de la supervisión escolar.

Podemos afirmar que la implementación de este tipo de modelos, en contextos conflictivos y con las características mencionadas, no constituyen una alternativa pedagógica ni tampoco contribuyen con la inclusión educativa.

Por el contrario, generan conductas individualistas, aisladas, formadas en la soledad del trabajo fuera de la escuela, sin la posibilidad para los jóvenes estudiantes, de vincularse con sus compañerxs ni de construir sus propias subjetividades, asociadas con la vida escolar. Algo que, en cambio, permite el hecho de concurrir diariamente a la escuela o, por lo menos, de tener semanalmente un contacto presencial, significativo con esta.

 

 

 

* Raúl Moroni integra el Equipo de Apoyo Técnico Pedagógico a la Escuela Secundaria, UTE.

 

 

 

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