LA DISTOPÍA MÁS REALISTA

Memoria de proyección histórica y erotismo literario en la novela póstuma de Almudena Grandes

 

“Mis lectores y lectoras, que me conocen muy bien, saben que son muy importantes para mí. Siempre que me preguntan por ellos respondo lo mismo, que son mi libertad, porque gracias a su apoyo yo puedo escribir los libros que quiero escribir yo, y no los que los demás esperan que escriba. También saben que la escritura es mi vida, y nunca lo ha sido tanto, ni tan intensamente como ahora”.

Y vaya si lo sabía Almudena Grandes (Madrid, 1960-2021) al redactar el párrafo anterior, incluido en un artículo de tono intimista, titulado “Tirar una valla” para el diario El País. Cincuenta días después moría, arrasada por un cáncer “que es una enfermedad como cualquier otra, desde luego un aprendizaje, pero nunca una maldición, ni una vergüenza, ni un castigo”. Practicante de la libertad, combatiente de prejuicios, desmitificadora del sentido común, en su libro póstumo Todo va a mejorar, una vez más hizo en forma magistral lo que quiso, contra lo que se esperaba de ella. Quienes pretendían literatura cachonda en la serie de Las edades de Lulú (1989) que la catapultó a la fama, o aquellos ávidos de narrativa política como El corazón helado (2007) y las cinco novelas de la saga Episodios de una guerra interminable (entre 2010 y 2020), habrán de encontrar en esta distopía pandémica múltiples atractivos provenientes de ambas fuentes, junto a un lenguaje siempre experimental dentro de tramas yuxtapuestas.

 

 

La autora, Almudena Grandes.

 

 

La crítica urgente ha caracterizado Todo va a mejorar bajo el rótulo de novela coral. Admonición reduccionista, si bien conserva la cáscara aplicada desde la tragedia griega a la épica rusa, pasando por los Episodios nacionales de su admirado Benito Pérez Galdós (1843-1920), el reticulado desenvuelto en esta oportunidad entrelaza mediante jergas individuales aquello que a la multitud de personajes les sucede con lo que son testigos, protagonistas o víctimas. “Entre todos los personajes que existen, mis favoritos son los supervivientes, y no voy a defraudarme a mi misma, mucho menos a mis propios protagonistas”, es la clave provista por la propia Almudena en el artículo de despedida.

No se trata de un relato sobre la pandemia de la Covid-19 en forma estricta. Más bien toma esa tragedia mundial como escenario y soporte de una ficción tan realista, cuyos reflejos permiten identificar trazos atendibles en distintas latitudes para diferentes gobiernos y poblaciones. Por lo general, execrables. En ciertos momentos, el panorama presentado bien puede guardar parangones para el lector rioplatense con lo que podría haber ocurrido bajo un gobierno macrista. Una pregnancia tan poderosa como para que Grandes interrumpiera el último eslabón de sus Episodios… para sumirse en una reflexión de amplitud ideológica premonitoria. Mejor lo desarrolla su compañero de vida, el poeta y ensayista Luis García Montero (Granada, 1958), a la sazón encargado de encuadrar sobre los apuntes originales el último capítulo inconcluso. En el cierre del libro, éste último sintetiza el espíritu de Todo va a mejorar como la tensión establecida “entre la libertad y los cuidados”, el enfrentamiento entre “la ley del más fuerte, en la línea marcada por el neoliberalismo, o de diluir los cuidados en la represión y el borrado de la conciencia individual, en la línea de las dictaduras, o de apostar por el difícil empeño de equilibrar los deseos particulares con el respeto a la convivencia”, dentro de “un territorio literario en el que conviven pasado y futuro”.

 

 

 

 

Todo va a mejorar convive con la enfermedad de la autora, sin impregnarla. El dolor social rebasa al del cuerpo despojándose del de la escritora para que la memoria histórica se haga cargo del de los personajes. La policía y otras fuerzas de seguridad pasan a ser comandadas por los patovicas que guardaban el ingreso a las discotecas, para humillación de los otrora agentes profesionales. El control ciudadano queda en manos de una caterva de psicólogos orientadores del bien y el mal para cada individuo. Como no podía ser de otra manera, el Estado es comandado por los CEOs y la política se restringe a estrategias de mercadotecnia embadurnada de muecas impostadas y una felicidad de plástico. El absurdo deja de serlo, aproximándose hasta confundirse con una realidad factible dentro de la meritoracia dirigida. Tan cerca y tan lejos, estremece. Aún la resistencia, capaz de ascender desde los márgenes, ya sea dentro de una pastelería de delicatessen o de la guerrilla del Frente Polisario tomando el poder en Marruecos.

Es la reconocida excelencia de la escritura de Almudena Grandes la que torna factible, palpable realidad al universo distópico. Se universaliza tanto en el regodeo erótico que marca la identidad de los personajes como en las referencias geográficas e históricas españolas, extensivas a un orbe marcado por la peste; por múltiples, diversas pestes. Las que siguen estando.

 

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Todo va a mejorar

Almudena Grandes

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2022

504 páginas

 

 

 

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