Los condicionamientos de la deuda

La mochila de plomo que el FMI y sus aliados locales cargan sobre la Argentina

 

¿Cómo puede endeudarse un país que en este siglo acumula un superávit comercial (las exportaciones superan a las importaciones) en 175.000 millones de dólares, que hizo un exitoso canje de deuda vieja por deuda nueva en los años 2005 y 2010 que representó una quita de capital en el orden del 66% y que extendió los plazos de pagos? Que desde 2016 no hizo ninguna obra importante, ni mejoró la infraestructura, sino que deterioró aún más la red ferroviaria, vial, hídrica, energética. Como los números de la ejecución del presupuesto desde ese 2016 lo demuestran, el gasto de capital desciende bruscamente a la mitad de lo que fue durante el período 2003-2015, para seguir descendiendo y ser en 2020 y en los primeros cinco meses de 2021, la mitad de lo que fue en 2016 (en torno al 1,2% del PIB).

Sin embargo, la deuda no sólo se acrecienta en más de 100.000 millones de dólares, sino que la exigibilidad es perentoria, esencialmente los 32.200 millones de DEG (Derechos Especiales de Giro) [i], unos aproximadamente 45.400 millones de dólares tomados con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el gobierno de Cambiemos, cuyas dos primeras cuotas vencen el 30 de septiembre y el 30 de diciembre de 2021. Por su parte, al Club de París se le debe a junio de 2021 la suma de 10.800 millones de dólares (que incluye el vencimiento de capital de 2.400 millones de dólares con fecha lunes 31 de mayo de 2021).

La pregunta del ministro Martín Guzmán a Marcelo Bonelli de Clarín sobre adónde se fue esa plata tiene una respuesta obvia y cierta: se fugó.

Un informe [ii] del Banco Central de la República Argentina (BCRA) demuestra que 7.000.000 de personas físicas y jurídicas compraron 86.200 millones de dólares, pero de ellas, las cien primeras lo hicieron por 24.679 millones de dólares. Una nota de Horacio Verbitsky en El Cohete a la Luna del 24 de mayo de 2020 dio a conocer el listado de esas primeras cien empresas. Las dos primeras son Telefónica Argentina S.A. con 1.248 millones de dólares y Pampa Energía S.A. con 903,8 millones de dólares. En las dos tiene participación accionaria BlackRock y ambas no declararon ganancias en esos cuatro años para comprar esa magnitud de dólares.

Se pretende que el pueblo argentino pague a libro cerrado toda esa deuda sin recuperar la fuga de capitales, entonces se exporta una cordillera de Los Andes de granos de maíz [iii], sin importar el impacto sobre la canasta alimentaria cuando se la emplea como forraje para los animales. Por eso, se devalúa permanentemente nuestra moneda para disminuir el costo interno medido en divisas y hacer forzosamente a nuestros productos más competitivos, a costa de deprimir el salario y el nivel de actividad. Existe una relación inversamente proporcional entre el tipo de cambio y la remuneración de los trabajadores: cuando sube el dólar, el salario real se cae y con él, el consumo. Como lo demuestra hasta el cansancio la economía nacional, más del 70% de la misma es consumo global. Si el mismo desciende, el PIB no crece, por eso se descendió el 9,9% en 2020 y en el primer trimestre de 2021 sólo se recupera el 2,5% del PIB porque el consumo cayó 0,7%.

 

 

El rol del FMI

La deuda externa es un fuerte condicionante. El trasfondo de la toma del crédito con el FMI no fue sólo que no derrape en pueblada el gobierno de Mauricio Macri y en financiar la fuga de capitales (endeudar para fugar), sino dejar atado al país a lo que se denomina una “mochila de plomo”. Se deben aceptar las recomendaciones del FMI, que básicamente son:

  1. Reducir el gasto público a como dé lugar, sin contemplar la pandemia de Covid-19;
  2. Devaluar nuestra moneda para abaratar en divisas la economía nacional, sus activos y trabajo, favoreciendo su extranjerización;
  3. Desregular y privatizar.

Cuando la Argentina no acuerda con el FMI, crece, distribuye mejor el ingreso y hace importantes e imprescindibles obras públicas. Cuando inicia conversaciones con el FMI, se reduce el gasto público, desciende el PIB y aumenta la pobreza y la desigualdad social, en una caída sin fin.

Antes de que la Argentina se incorporara al FMI, con recursos generados por las exportaciones durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Juan Perón impulsó la industrialización del país. Gracias al fin de la guerra, logró avanzar tecnológicamente y ponerse a la par de los países desarrollados, incorporando a ingenieros, técnicos, científicos y empresarios de los países derrotados que tenían un alto nivel de conocimiento y experiencia. También empleó las acreencias que se tenía sobre Gran Bretaña, a la que nuestro país asistió en alimentos durante la guerra y, a cambio de esas deudas, le compró los ferrocarriles y los teléfonos de la que eran propietarios.

Se diseñó un Primer Plan Quinquenal que permitió, en 1946, constituir Gas del Estado, Centrales Eléctricas del Estado y Combustibles Vegetales y Derivados. Durante 1947 se fusionaron Centrales Eléctricas del Estado y la Dirección General de Irrigación para dar nacimiento a Agua y Energía Eléctrica, reemplazando la energía termoeléctrica por la hidráulica. Para ello se construyeron diques con sus respectivas centrales hidroeléctricas como el Escaba en Tucumán, el Nihuil en Mendoza, Los Quiroga en Santiago del Estero y seis diques con usinas en Córdoba, seis en Catamarca, cuatro en Río Negro y tres en Mendoza, usinas térmicas en Mar del Plata, Mendoza, Río Negro y Tucumán. En 1943 la Argentina tenía una potencia instalada en centrales de 45.000 kilovatios, pasando en 1952 a producir 350.000 kilovatios.

Además de los ferrocarriles y los teléfonos, se nacionalizaron las usinas eléctricas, las empresas de gas, los puertos con sus elevadores, las plantas de servicios sanitarios, los seguros y los silos de campaña. Así surgieron nuevas empresas estatales: la Empresa Nacional de Energía y Yacimientos Carboníferos Fiscales. También se nacionalizaron las empresas alemanas que fueron la base del grupo Dirección Nacional de Industrias del Estado (DINIE) y el transporte urbano de pasajeros de la Ciudad de Buenos Aires.

Se descubrió petróleo en Neuquén, Salta, Tierra del Fuego y Mendoza. Se puso en funcionamiento la destilería de La Plata. Compró buques petroleros, renovó y amplió la marina mercante a 1.200.000 toneladas por año. Creó Aerolíneas Argentinas e hizo el Aeropuerto internacional de Ezeiza, en su momento, uno de los mayores del mundo.

La situación cambió desfavorablemente para nuestro país con la instrumentación del Plan Marshall, que hizo disminuir los precios agrícolas en los mercados internacionales, a lo que se sumó la sequía de 1952. Es en ese marco que se presentó y se trató de ejecutar el Segundo Plan Quinquenal, que tenía varios objetivos: aumento de la producción agraria en detrimento de la industria; reducción de las importaciones; reducción de la intervención estatal en la economía; apertura a los capitales extranjeros y aumento de la productividad del trabajo, entre otros. Tratar de cumplir ese plan desprestigió al gobierno ante su pueblo y esa situación fue utilizada por el poder económico para su derrocamiento.

Tras el golpe militar y la imposición de un nuevo gobierno de facto asesorado por el economista Raúl Prébisch, se adoptaron clásicas recetas de ajuste del gasto público y de devaluación de nuestra moneda, que incluyó la incorporación y el primer acuerdo de la Argentina con el FMI.

Luego de ese primer acuerdo de 1956, en forma permanente el FMI condicionó a los gobiernos posteriores, con dos excepciones. Una fue el gobierno del doctor Arturo Illia, en el que la Argentina creció por el impulso al mercado interno y no devaluó la moneda. Durante su mandato la obra pública fue limitada por la falta de recursos fiscales que le obligó, de hecho, a la renegociación y el pago de los vencimientos heredados de las administraciones anteriores. La otra, el gobierno del doctor Néstor Kirchner, que incluso le pagó el total de lo adeudado en enero de 2006, liberándonos de su tutoría después de 50 años.

Y es en la gestión de los Kirchner (2003-2015), primero pagando solamente la deuda performing, luego el canje de títulos de deuda de 2005 y, fundamentalmente, desde el 3 de enero de 2006, cuando el entonces Presidente canceló en un solo pago la deuda que la Argentina mantenía con el Fondo Monetario Internacional por más de 9.800 millones de dólares, que se logra ejecutar un ambicioso plan de obra pública.

Entre los años 2003-2015 se ejecutaron obras públicas por el equivalente a 107.825 millones de dólares [iv], cifra que fue seis veces mayor que la realizada en el período 1990-2002 y tres veces superior al período 2016-2020.

Las importantes inversiones en el sistema energético pudieron satisfacer la mayor demanda por el crecimiento económico del período. Por ejemplo, las dos principales obras: Yacyretá (1.325 megavatios) y Atucha II, que estaban paralizadas desde hacía una década, se hicieron y se terminaron entre 2003-2015.

Se incluyó a 9.000.000 de argentinos en la red de agua potable y cloacas: 17.000 km de cañerías de agua; 22.000 km de cañerías de cloacas; 2.500 obras hídricas en todo el país y 2.300.000 hectáreas recuperadas.

Se repavimentaron rutas y se hicieron nuevas: 2.677 kilómetros de autovías y autopistas; 5.846 kilómetros de rutas pavimentadas; 677 obras de puentes nuevos construidos y 36.211 km de obras de mejoras (entre ellas, la ampliación de la Avenida General Paz).

Los Planes Federales de Vivienda y el Plan PRO.CRE.AR brindaron solución a 8.500.000 de personas y entregaron 457.002 viviendas.

Se construyeron 1.965 escuelas, lo que benefició a 817.000 alumnos. Se ejecutaron 230 obras en las universidades y se crearon 9 nuevas.

Se construyeron 188 obras en hospitales y centros de salud. Se crearon 3 Centros Públicos de Diagnóstico y Tratamiento por Medicina Nuclear.

Se ejecutó el Plan Más Cerca, Más Municipio, Mejor País, con 8.107 obras en ejecución en 1.682 municipios de todo el país.

Los Satélites ARSAT 1 y 2 y el Proyecto de Lanzadores Nacionales Tronador II en materia de telecomunicaciones. Se construyeron 35.000 kilómetros de fibra óptica, que permitieron incorporar a todo el país a la red. En relación con la Televisión Digital Abierta se construyeron 86 antenas digitales y se entregaron 1.572.519 decodificadores.

Se pusieron en valor iglesias, catedrales, teatros, cines y se creó el Centro Cultural Kirchner.

Y se crecía y se distribuía el ingreso en forma más que proporcional que ese fuerte incremento del producto, como lo corroboran los datos del INDEC bajo la dirección de Jorge Todesca.

Los acuerdos implícitos con el FMI y el Club de París [v], en cambio, generan un ajuste de las cuentas públicas, que es evidente de menor a mayor en la gestión de Alberto Fernández. Por ejemplo, en los primeros cinco meses de 2021, en los grandes números del presupuesto ejecutado de la Administración Nacional a mayo de 2021, se observa:

1) Los ingresos fiscales fueron superiores a lo presupuestado en la ley 27.591, empujados por la inflación (por la recaudación de los gravámenes ligados al mercado interno: IVA, Débito y Crédito bancario, Combustibles, Internos, etcétera) y el incremento en la recaudación de los derechos de exportación (retenciones) ante la devaluación de nuestra moneda que fue del 61,4% en el período 10 de diciembre de 2019 al 31 de mayo de 2021, en que el dólar fijado por el Banco de la Nación Argentina tipo vendedor pasó de $62,25 a $100,50. Y por el fuerte incremento en los precios en dólares en los mercados internacionales de la soja, del maíz y de los demás granos y productos del país en el período, más el fuerte volumen exportado.

2) Hay una reducción generalizada en el gasto público. El ajuste fue mayor en el pago de las prestaciones de la seguridad social, en las remuneraciones del personal (se trata de 338.060 agentes, de los cuales 325.617 son planta permanente y más de la mitad de ese número pertenecen a las fuerzas armadas y de seguridad) y en los intereses de la deuda (tanto en pesos como en divisas).

3) Si bien el gasto de capital aumenta levemente con respecto al año pasado, en que representó el 3,92% del gasto total de la Administración Nacional, en cambio, el acumulado a mayo 2021 es del 6,01% y sigue siendo menor a lo presupuestado (que es del 10,04% del gasto para todo el año 2021) y representa sólo el 23,66% del presupuesto para 2021, con lo que se convierte en variable de ajuste del gasto.

 

 

Resultado fiscal 2003-2020 [vi]

 

Fuente: Secretaría de Hacienda de la Nación 2020 y Cuenta de Inversión 2003-2019.

 

 

 

Sin destino

La Argentina es un país rico en recursos y en su población, que puede y tiene que capacitarse más. Debe crecer en base a su mercado interno. No tiene destino si se integra al mercado internacional vendiendo alimentos y materias primas que genera riqueza a una minoría, a costa de la mayoría de la población.

 

 

 

[i] DEG nace de una canasta de moneda de los países miembros del FMI, aproximadamente de un valor de 1,41 dólares por unidad.
[ii] “Informe de Mercado de Cambios, Deuda y Formación de Activos Externos 2015-2019”, Banco Central de la República Argentina, mayo de 2020.
[iii] En 2020 se declararon exportaciones de maíz por 37 millones de toneladas y este 2021 ascendería a 40 millones de toneladas.
[iv] En pesos, convertido a dólares al tipo de cambio promedio del BCRA.
[v] El Club de París es un conjunto de países acreedores creado en 1956 para que los Estados más solventes financien problemas de las naciones endeudadas. Actualmente los países miembros son: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Holanda, Inglaterra, Rusia, Suecia y Suiza.
[vi] Presupuesto ejecutado por devengado (Cuenta Inversión) 2003-2019 y 2020 base caja - Secretaría de Hacienda de la Nación. Inversión Financiera de 2014 incluye operatoria de títulos públicos, compra de acciones YPF a Repsol (Igual en Energía). A partir de 2004 el gasto de capital supera al pago por los intereses de la deuda. En 2010 y 2013 llega a ser el doble. Y a partir de 2017, los intereses de la deuda superan el gasto de capital.

 

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