Yo o el caos

El poder económico hace un trabajo de pinzas mientras Massa juega el rol de administrador

 

La comunicación oficial del Frente de Todos permanece tan parcelada como lo estuvo siempre la coalición de gobierno. Y más aún desde que asumió el ministro de Economía, Sergio Massa, quien tiene a disposición a los hacedores de su propio relato. “Soy yo o el caos”, manda a decir a través del prestigioso The Economist, mientras se suceden las reuniones en el Fondo Monetario Internacional. Hasta febrero de este año, la frase que lo resumía todo era “acuerdo o caos”. El kirchnerismo que aún resiste dentro de la coalición oficial sabe que Massa es preso de su propio acuerdo (con el FMI). Con una inflación que ya se ubica en el 84% interanual a septiembre, un guarismo que no se registraba desde 1991, cabe la pregunta de si el caos no llegó hace rato.

 

 

La palabra escrita tiene su fortaleza. Pero sucede que, en ocasiones, la potencia visual nos libera de los subtítulos. Algo así podría decirse de una pieza de imágenes seleccionada por el equipo de comunicación de Massa sobre la reunión que mantuvo con los representantes del Club de París. El video arranca con un plano medio de la bandera norteamericana y le sigue otra con el logo del FMI. Después, apretones de manos protocolares dentro de una oficina cerrada y sin ventanas. Mejor no escuchar el sonido del caos. Cada cual lleva adelante su juego.

 

 

Como en el Coloquio de IDEA, donde el establishment local se vanagloria de cómo manipula las cartas en un escenario en el cual, en ocasiones, el caos del que tanto se quejan –o contribuyen a construir– es un buen negocio.

“Bajo gobiernos populares esperaron perder rentabilidad, pero en verdad ganaron. Bajo un gobierno de derecha como el macrismo –y con las políticas que se reclamaban en el Coloquio de IDEA– pronosticaron ganar más, pero en verdad sus ganancias fueron menores. Los resultados de 2022 son más que abultados: se registra una mejora de rentabilidad en dólares entre 50 y 60% en relación a 2021 para una muestra compuesta por distintos casos tales como Arcor, Aluar, Ledesma, La Anónima, Ternium o PAE”, sostuvo el último informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

Claramente, al poder económico local no le gusta ceder nunca nada.

 

 

 

Las penas son de nosotros

Apenas iniciado el Coloquio de IDEA, los integrantes del establishment dejaron en claro quiénes deberían ser los sujetos históricos designados para ceder algo. “La baja de la inflación será muy costosa para la población”, manifestó Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical y accionista en América TV. Antes de tamaña premonición había ponderado el ajuste fiscal llevado adelante por Massa.

El Frente de Todos posee la particularidad de preanunciar sus propios anuncios. Sucedió con la guerra contra la inflación, adelantada una semana antes de su ¿inicio?, lapso temporal aprovechado por las grandes empresas del supermercadismo para remarcar precios y abultar sus rentabilidades. Ahora, desde el gobierno dejan correr el rumor de que se vendrá un plan de estabilización con la característica central de apuntar a un congelamiento de precios. Quien llevó la voz de ese supuesto plan fue Antonio Aracre, titular de Syngenta hasta fin de año, previo a su salto a la política.

El empresario, uno de los mayores defensores de Martín Guzmán, Matías Kulfas y ahora Sergio Massa, afirma que mantiene un diálogo fluido con el actual ministro y que si él tuviera que tomar la decisión de lanzar el plan de estabilización, que desde el Banco Central califican por estas horas como rumor, sería a partir de un decreto que congele precios y los retrotraiga hasta el 1º de octubre, sumado a un congelamiento de costos y salarios aunque con una previa recomposición vía sumas fijas.

El preanuncio del inicio de la guerra contra la inflación no tuvo buenos resultados. Los fideicomisos del aceite y es trigo se volvieron obsoletos frente a la escalada de precios, mientras que el programa Precios Cuidados se convirtió en un meme de sí mismo. Las empresas que participan de este programa, que supo ser exitoso hasta 2015 como instrumento para instalar valores de referencia y un mecanismo de control popular, son las mismas que lo boicotearon sistemáticamente en el último tiempo.

“La inflación no afloja y, a pesar de mostrar una leve tendencia a la desaceleración, el piso para los últimos meses del año difícilmente baje del 6,5%. La situación es realmente compleja y con una inflación núcleo que corre al 7,4% y en alimentos al 7,2%, el problema se evidencia estructural”, sostuvo un informe de EcoGo, que estimó para el cierre del año una inflación interanual del 101,9%. Durante octubre, las principales marcas del supermercadismo ya enviaron listas con aumentos promedio del 7%.

El precio de los alimentos sube más fuerte que el resto de los bienes, por ende los más afectados por la inflación son los sectores que no llegan a cubrir con sus ingresos una canasta básica alimentaria. Este universo de 4 millones de personas, sumado a las 13 millones que están bajo la línea de pobreza, entiende mejor que nadie la hipocresía que anida detrás de la idea “ceder para crecer”.

De la distribución del ingreso ya no habla nadie. El secretario de Industria José Ignacio de Mendiguren sostuvo que el lema del Coloquio de IDEA debería ser “crecer primero para luego ceder”. Los que deberían ceder aparecen siempre como sujeto tácito. ¿Quiénes deberían ceder?

 

 

 

El BID sabe

Durante su viaje por Washington, Massa volvió a ratificar que llegarán al país 700 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo. Durante una disertación pronunció un concepto bastante interesante al afirmar que los créditos destinados a obras de infraestructura no deberían ser considerados déficit fiscal por los organismos multilaterales. En realidad, ningún tipo de erogación del Estado nacional debería ser considerada como un gasto ni déficit per se. La Asignación Universal por Hijo, los subsidios energéticos o al transporte, la obra pública y las jubilaciones, ¿no son una inversión? La discusión no puede ser meramente por un asiento contable.

Pero el BID le contestó a Massa ante de que él se diera cuenta. En la comunicación oficial sobre el préstamo aprobado, el organismo que hace días despidió a Clever-Carone sostuvo: “El préstamo ofrecerá apoyo presupuestario mientras se implementan reformas para reducir el déficit fiscal”. ¿Cuáles serán esas reformas de las que habla el BID? Mientras tanto, Kristalina Georgieva avisó que será inflexible con los términos planteados en el acuerdo firmado por Guzmán y ahora ejecutado por Massa.

“Somos plenamente conscientes de que, no sólo en la Argentina, en muchos países, hay presiones de la población que van en contra de lo que es mejor para la gente. Presiones para aumentar el gasto cuando no es asequible y cuando alimenta la inflación”, sostuvo la número uno del organismo. Al FMI, claramente, no le interesa el conjunto de la población, por eso su acuerdo carece de anclas antiinflacionarias. El FMI está más cerca de ser el caos. Cada cual juega su juego y construye su relato.

 

 

A todo o nada

Los que seguro no quieren ceder nada son los sojeros, que siguen sentados sobre 14 millones de toneladas luego de haber vendido otras 13 millones a 200 pesos por dólar. Las cerealeras nucleadas en la CIARA-CEC junto a los grandes jugadores del sector –los mismos que se beneficiaron con el primer dólar soja– van por más y anticipan que no venderán a menos que les garanticen otra devaluación quirúrgica con un tipo de cambio diferencial ubicado en los 225 pesos.

Para meter presión y seguir en la lógica extorsiva bien descripta por Máximo Kirchner, el sector utilizó al consultor Pablo Andreani a través de una nota en el diario Clarín. Andreani, que suele trabajar con la CIARA-CEC, sostuvo que los productores están sentados sobre 7.840 millones de dólares en soja y que sólo venderían si reciben una actualización del beneficio que les cedió Massa.

De manera eufemística, Gustavo Idígoras, titular de la CIARA-CEC explicó que el sector se había quedado “sin nafta para octubre”. El Banco Central ya sabe que en octubre las cerealeras liquidarán U$D 1.100 millones, otros 1.000 millones para noviembre, mientras que en diciembre serían 800 millones.

El poder económico hace un trabajo de pinzas, mientras Massa juega el rol de administrador del caos.

 

 

 

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