TRECE HISTORIAS INCÓMODAS

Virginia Feinmann formula advertencias sobre la enigmática educación sentimental

 

Aparece un salto cualitativo en la narrativa de Virginia Feinmann (Buenos Aires, 1971) respecto de su último libro, de 2018. Conserva esa escritura trabajada al detalle, el ambiente cotidiano, el escenario doméstico, la prosa acariciando lo coloquial, el remate vertiginoso. En los flamantes trece cuentos de Para que estés más cómoda, innova al avanzar en tramas esbozadas dentro de cierto naturalismo, no obstante aplicado a figurar en tanto locación de personajes que en forma casi imperceptible se van deslizando hacia el relato de enigma. Intriga envuelta en atmósferas de apariencia naif, salpicadas de brillos evocadores de la leyenda de la inocencia infantil, las historias en algún momento quiebran con sutileza ese simulacro y permiten emerger atisbos de una sórdida perversión, tal vez hecha acto.

Tal posibilidad es clave de acceso a la compuerta que lleva a profundidades donde la retina del lector es succionada hacia la revisión de todo lo actuado por los personajes, hasta ese instante. Por lo general, el recurso surge al modo de remate de cada historia, aunque no siempre. Puede emerger como indicio en cualquier parte, dando la impresión de que sigue lo previsible, pero no. En el tercer cuento de la saga, “El glorioso martirio de Santa Úrsula”, acaso el más logrado e inquietante del conjunto, un par de alumnas internas de un colegio de monjas mantienen un enfrentamiento paradojal con Sor Isabel, “la hermana más mala”, la que pega con una regla en los dedos, la que hace arrodillar sobre las baldosas gélidas. La autora se encarga de resumir la historia de la Santa quien, prometida al hijo del rey, Conan (esto no parece casualidad), defiende su pureza junto a once mil vírgenes, hasta ser martirizada a flechazos. Niñas de primaria, no se les ocurre nada mejor que hurtar de la sacristía la sagrada reliquia a fin de aplicarla sobre su propio cuerpo: la flecha del “glorioso martirio”. Descubiertas por la temible monja, el cuento perpetra un giro para describir un tenebroso ritual: “Nos puso la mano en la cabeza y nos giró hasta que quedamos arrodilladas frente a su cama, la cara contra la manta. No sé cómo hizo para girarnos así”. El martirio infantil se reitera durante semanas por la monja poseída, hasta el final vindicativo.

 

La autora, Virginia Feinmann.

 

 

 

 

 

 

 

Relato sin cabos sueltos, sucesión de momentos intensos, abarcador de un tiempo y una geografía émulas de la propia leyenda medieval, condensa las atmósferas que habrán de multiplicarse en las restantes historias, ya localizadas con creciente precisión. Un geriátrico donde una madre octogenaria alucina un embarazo, rota hacia el policial negro. Una pareja que consulta a un médico por su hijita de tres años, quien en una lámina decorativa donde luce un caballito de colores, ve que tiene pija. El diálogo entre los horrorizados progenitores y el doctor resulta desopilante, hasta hallar una solución de compromiso para ellos satisfactoria, resignada para el médico, hermética para el lector.

Vibrando en una cuerda más íntima, una pareja de vacaciones, mujer impenetrable, literalmente, experta en cómo zafar: “Ella lo quería. Lo quería más que a nadie en el mundo. Leer mientras él cocinaba. Regar las plantas mientras él miraba el partido. Estar engripada y que él le llevara un té. Se levantó y sacó el Kindle del bolso mientras Roberto empezaba a dormirse. Calculó unos buenos veinte días antes de que algo así pasara otra vez”. Un traumatismo, la historia de vida sintetizada con habilidad, el tiempo que rota, no se sabe si concluye o vuelve a empezar.

Lo que en el saber vulgar cotidiano es metáfora, Feinmann lo torna realidad efectiva a medida que descubre extravagancias miserables de las clases sociales, en especial la oligarquía y una burguesía pretenciosa de intelecto hecho valor de cambio, y así sucesivamente. La madre primeriza devoradora en medio de una fiesta de gala, la adolescente palanqueada dentro de una filmación que “va a aportar a su formación”, carne fresca para el galán maduro. En este punto, el relato  “Para que estés más cómoda en el auto”, da título al libro y opera como bisagra hacia otras historias caracterizadas por una sutil oscilación entre la fábula ética y la aventura iniciática.

Recorre prejuicios y renegaciones atravesando el entrecruzamiento de sectores sociales, donde se desarrolla la experiencia puberal hasta desembocar en los albores de la educación sentimental, siempre desatada en acontecimientos por fuera del núcleo familiar. La erotización corre por vías paralelas: el albañil depositario de la fantasía, la secretaria del padre que escribe en la pared: “Cuando el hombre come bagre todos los días, tarde o temprano quiere probar caviar”. Los gatos de la terraza vecina en sus danzas amatorias, explicadas por la mamá como forma de atraer a las ratas. Las ganas irrefrenables de hacer pis y el calorón dan cuenta de las extrañas vibraciones en la vulva. Son las señales supletorias de verdades escamoteadas por la pacatería burguesa, encarnada por madres sordas y padres distantes ante un saber sexualizado avanzando por sobre el ripio del camino de las buenas intenciones.

Con efecto opuesto a la perseverancia mistificadora de la moral social cultural, los cuentos de Virginia Feinmann en Para que estés más cómoda estallan contra la hipocresía adulta a la par que acarician la complicidad sorora. El lenguaje coloquial aproxima el recurso adversativo, simplifica la identificación lectora sin puerilizarla, sitúa experiencias dentro de coordenadas socioculturales reconocibles. Manojo de situaciones remanentes de episodios habituales, su cotidianidad cobra fuerza literaria mediante un control del lenguaje donde el eufemismo cobra cuerpo y sangre con mayor presencia que cualquier desvarío explícito. Trece historias en las que la mujer logrará encontrarse y el varón verse reflejado, poco importa si en forma directa o diferida, en una advertencia.

 

 

 

FICHA TÉCNICA

Para que estés más cómoda

Virginia Feinmann

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2024

184 páginas

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