PUDRE MÁS EL MIEDO QUE LA MUERTE

El único miedo que debería importar a funcionaries y legisladores es aquel al repudio del pueblo que los votó

 

El viernes, la actual Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo: “Cuando no nos pueden parar ni en el Senado ni en la Cámara de Diputados, se van a los juzgados. Porque ojo, que nadie se engañe: el famoso lawfare no es solamente para estigmatizar a los dirigentes populares. Es para disciplinar a los políticos, para que nadie se anime a hacer lo que tiene que hacer".

"Les digo a todos y a todas  —siguió—: aquellos que tengan miedo, o que no se animan, por favor, hay otras ocupaciones además de ser ministros, ministras, legisladores, legisladoras. Vayan a buscar otro laburo. Necesitamos gente que los sillones que ocupe como ministro, ministra, legislador o legisladora, sea para representar los intereses del pueblo”.

Lo que expresó durante el acto del Frente de Todos ardió como un reguero de pólvora y miel para quienes participan en la actividad política. Pólvora para quienes se sienten aludidos – y me animo a decir que son más de los que pensamos. Miel para buena parte de la militancia que ve reflejadas en esas frases parte de su impotencia.

Vamos a llamar las cosas por su nombre. El Frente de Todos es el sello político que nuclea al peronismo unido, luego de peleas intestinas y divisiones que, entre otras cosas, fueron causa directa de la derrota electoral del 2015. Derrota que para buena parte de la población argentina significó cuatros años terribles de pobreza, tarifazos, endeudamiento sin limites y cercenamiento de derechos y garantías. La reunificación del peronismo bajo el sello de Frente de Todos fue percibida por amplios sectores de la sociedad como una opción posible y esperanzadora.

Tanto fue así, que, en las elecciones del 27 de octubre de 2019, el Frente de Todos ganó en primera vuelta las elecciones presidenciales. Y también gano las gobernaciones de muchas provincias de la Argentina, entre ellas la siempre crucial provincia de Buenos Aires. En pocas palabras el Frente de Todos, desde la óptica de la política en su faz meramente agonal –esto es, la política como la búsqueda y conservación del poder— demostró ser una herramienta eficaz.

Por esas cuestiones de la vida, pude ver de cerca el arduo proceso de construcción del Frente de Todos. No fue sencillo y al principio primaban las desconfianzas por sobre la idea de reconstruir la unidad del peronismo. El 18 de mayo de 2019, CFK anuncio una decisión que impactaría drásticamente en la política argentina. Hizo público que ella no sería la candidata a Presidenta, sino que sería Alberto Fernández el candidato y que ella lo acompañaría en la formula como Vice.

El peso especifico de esa decisión se evidenció de modo feroz. En lo personal, me impactó lo que produjo puertas adentro del peronismo. Y como quienes “vendían” acuerdos imposibles con el peronismo dividido debieron cambiar su posición. Algunos plegándose a la estrategia de unidad que ofrecía el Frente de Todos. Y otros retirándose definitivamente. A todos nos dolió —supongo— que Miguel Ángel Pichetto, histórico condottiero del peronismo, sincerase su posición, mas cercana a las lógicas del poder, y decidiese aceptar la candidatura como Vicepresidente de Mauricio Macri.

Lo que vino después lo recordamos bastante bien. Incluyendo el brote de furia del Macri, cuyos efectos económicos aun padecemos. Las encuestas pagas y mentirosas. La cara demudada de los periodistas. Y la noche tan bella del 27 de octubre. Quien escribe esta nota es de los tantos y tantas que lloramos de alivio esa noche de multitudes celebrando.

La alegría no se opacó con la designación del gabinete. Todos entendimos que, al ser un frente de unidad, era lógico un cierto “parcelamiento” de la gestión.

Diciembre, enero, febrero y de pronto la pandemia… que más que un mes determinado, es un largo periodo de tiempo en el que todos, aun hoy, vivimos en peligro. Fue entonces cuando surgieron los ruidos en la faz arquitectónica de la política. Aquella que describe cómo se ejerce el poder y sobre todo para qué se lo ejerce.

Sería mas sencillo decir que las diferencias sobre la faz arquitectónica se produjeron entre los dirigentes que conformaban el Frente de Todos. Pero hay que reconocerles a todos los dirigentes que actuaron con una madurez digna de respeto. Al menos en lo que refiere a la comunicación entre ellos. Claro está, “valientes del off”, “fuentes cercanas” y un cierto periodismo telepático –que habla de los que se hablo en reuniones de dos, en las que no estuvieron— informaban de malestares entre los dirigentes. Mi perspectiva respecto al tema indica que algunos malestares eran por completo imaginarios, mas fruto del deseo de circulo rojo y otros derivados de la mala costumbre de políticos y voceros de darles la razón a los interlocutores de turno. Y no descarto la hipótesis de quienes hablan sin tener mucha idea de lo que están diciendo, de lo que les parece, sin haber leído ni una línea al respecto.

Sin descartar las diferencias de visiones que pueden existir entre los dirigentes, diríase que han encontrado una forma de sobrellevarlas en un modo civilizado y resolverlas hasta donde pueden.

Más me preocupan los casi invisibilizados conflictos entre quienes apoyan y votan al Frente de Todos y algunos de sus dirigentes. Digo casi invisibilizados, porque encuentran registro en la cobertura mediática, pero siempre signados como un reflejo de las diferencias entre dirigentes y no como manifestaciones auténticas de ciudadanos que expresan su disconformidad con aspecto de la gestión. Las personas tienen ideas propias, y motivaciones propias. Hay quienes conciben al peronismo como un grupo de zombies que carecen de voluntad e inteligencia autónoma. Cuando los leo o los escucho, siempre pienso que quienes así opinan no pasaron ni dos días en una unidad básica. Porque si hay algo que hizo siempre el peronismo fue empoderar a los ciudadanos. El famoso bastón de mando que todo peronista lleva en la mochila y que sacamos a relucir en la primera oportunidad… aun cuando se trate de una reunión de consorcio.

Es claro que la presidencia de Alberto Fernández cuenta con apoyo de un amplio sector de la sociedad. Me divierte ver ciertas encuestas que miden cosas inverosímiles para que el resultado resulte desfavorable al actual gobierno.

No me resultan divertidas las cientos de operaciones que los hombres y mujeres de la oposición –y sus testaferros— inventan, difunden e incluso denuncian. En la semana que pasó una periodista escribió sobre el gobierno, haciendo referencia a un presunto ministerio de gestión menstrual. Idea inexistente, claro está. Pero sí señalo que burlarse de la gestión menstrual indica a todas luces no haber pasado nunca por trabajos cuyas condiciones impiden que las mujeres tengan los mínimos elementos para garantizar su salud e higiene personal durante su período.

Ni qué decir de la operación tremenda que llevan adelante contra la vacuna rusa en la Argentina. Desde la política exterior, hay embajadas y lobbistas que trabajan activamente para que no se adquieran productos de Rusia y China. Desde muchos lugares cuentan anécdotas similares. Antes trabajaban para que Argentina comprara sus productos. Ahora lo hacen para que no compren los productos de Rusia y China.

Las vacunas para el Covid-19 no quedaron exentas de esta dinámica y hay una fuerte oposición a que la Argentina adquiera la vacuna rusa. Y también un lobby inmensamente fuerte para que adquiera la vacuna elaborada por Pfizer. En efecto, la Argentina estuvo en tratativas para adquirirla. Las tratativas fracasaron porque, como dijo expresamente el Ministro de Salud, desde Pfizer “pidieron algunas condiciones que no estaban dadas en la legislación para entregar sus vacunas contra el coronavirus”.

Pero como las artes del lobby incluyen malas artes, fracasadas las tratativas con Pfizer los periódicos argentinos tradujeron mal los dichos del Presidente ruso, respecto a que aún no se había colocado la vacuna porque aún no había terminado la etapa de prueba en mayores de 60 años. Y lo tradujeron como que la vacuna no podía ser aplicada a los mayores de 60 años. De nada sirvió aclararlo. Tanto no sirvió, que rápidamente la legisladora Graciela Ocaña realizo una denuncia contra el ministro de Salud. Sorprendente rapidez para quien hace años no ha dado explicación sobre los aportantes ilegales para su campaña.

Dentro de las condiciones que provocaron el fracaso de las tratativas con Pfizer, estuvo presente la fecha de entrega, que Pfizer difería para el segundo trimestre del 2021. Para Argentina, como los países de la región, vacunar a una parte importante de la población antes que regrese el frio es crucial, sobre todo de cara a evitar una nueva ola de la enfermedad. Europa muestra con claridad lo letal que puede llegar a ser.

Priorizar la entrega temprana de una vacuna es parte de defender el interés nacional. Las consecuencias quedan a la vista. Siempre hay un lobbista o un opositor de tres al cuarto dispuesto a denunciar a quien lo haga, sin preguntar demasiado.

Vale el ejemplo para explicar a qué se refería la Vicepresidenta. Los funcionarios públicos están sujetos a presiones. Algunas son las propias de su cargo y otras no lo son. Sucede que los 12 años de gobierno dejaron en amplios sectores una enseñanza imborrable y bastante tétrica. Los funcionarios que tomar decisiones que de algún modo colisionan con los intereses del círculo rojo, están expuestos a denuncias y persecuciones judiciales. Y añado, a veces de nada sirve que tengan defensas, porque con el Poder Judicial que existe en la Argentina, la inocencia o la culpabilidad es más fruto de momentos políticos que de razones jurídicas. Así como el mismo juez que calificó de delito una política económica como era la venta de dólar futuro en el año 2015, permitió luego el pago de esos contratos. Claro, la venta de dólar futuro perjudicaba a los especuladores. Su pago beneficiaba a los que habían especulado. Entre los que se encontraban, curiosamente, funcionarios del gobierno que validó esa denuncia.

Escribo esto y no dejo de pensar el lado atroz del disciplinamiento al que los poderes económicos someten a los funcionarios. Lo vi con claridad en el caso de Héctor Timerman. No ceder a dicho disciplinamiento le costó la vida. Esto no es una metáfora.

Todos los días nos enteramos de funcionarios que demoran la firma de decisiones importantes. No porque sean malas personas, sino porque tienen miedo. Miedo de la persecución judicial que imaginan. Miedo del fusilamiento mediático contra el que no se pueden defender.

Tiene la razón la vicepresidenta. Si temen las cosas, que siempre dentro de la ley deben hacer, tal vez sea mejor que busquen un trabajo menos expuesto a esos riesgos. Porque hay algo que nunca consideran en su escala de miedos: el miedo al pueblo que les dio un voto de confianza para que hagan ciertas cosas. Deberían tenerle miedo al repudio de un pueblo que hace apenas un año los aplaudió esperanzado y que hoy sigue necesitando que firmen y actúen sin temor.

Lo digo hablnado de funcionarios y también de legisladores. Recuerdo con bastante pena los argumentos que, en privado, exponían algunos diputados y senadores para no votar el aporte extraordinario a las grandes fortunas. Pienso en los argumentos irreproducibles por vergonzosos, por los cuales algunos no acompañan la iniciativa de la ley de interrupción legal del embarazo.

A todos solo quiero decirle una frase que yo aprendí de Héctor Timerman y que él había aprendido de su padre Jacobo Timerman, en épocas donde el riesgo no era el escarnio público, sino la propia vida: Pudre mas el miedo que la muerte.

 

 

 

 

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