¡Una de piratas!

Lo que está en juego son los tesoros de la imaginación

The Crimson Pirate o El pirata carmesí o El pirata rojo o El temible burlón. Con estos y otros títulos más se llega en internet a El pirata hidalgo. Así se la conoció aquí.

Se filmó en el año 1952 y es una de las que se conocen como "de aventuras". En este caso es más aún, es "una de piratas".

Un Burt Lancaster muy joven hace las delicias de las muchachas con un cuerpo flexible y musculoso, capaz de todas las acrobacias sin stunt master que lo reemplace en las escenas de mayor riesgo.

El mismo Burt que trabajaría en películas como Atlantic City y en una maravilla como Il Gattopardo bajo las indicaciones del meticuloso Luchino Visconti.

El pequeño pero rotundo Nick Cravat asume el papel de compañero de correrías con el que el capitán Vall enloquece a la tropa del Gobernador. Ambos piratas (no confundir con bucaneros ni corsarios) se montan en una historia muy clásica, sostenidos por algunos otros actores con buen oficio como Torin Tatcher y el inolvidable Christopher Lee. Se trata, entonces, de una aventura para "nuestro héroe", "su fiel amigo" y "la muchacha" enamoradiza.

Dirigió Robert Siodmak (de quien no he visto ningún otro film) y la Warner produjo e hizo una gran diferencia entre el costo de producción y la astronómica cifra que brindaron las taquillas de todo el mundo.

La acción transcurre en algún momento del siglo XVIII. Esto a pesar de que la música parece inspirada en los dibujos animados de la época.

En aguas caribeñas, el capitán Vall captura un navío inglés en el que marcha un cortesano, un barón cercano al rey, con la misión de desbaratar una revuelta popular cuyo animador principal se hace llamar El Libre. Además de Su Excelencia el barco transporta un cargamento de armas y municiones destinado a pertrechar las fuerzas del Gobernador.

El capitán Vall hace un acuerdo con el Barón Gruda por el cual se compromete a entregarle a El Libre a cambio de 50.000 florines. Pero llega el amor, el invencible amor, y todo cambia. El capitán Vall se enamora de Consuelo, la hija de El Libre, y comienza allí a tomar prisa el final. De todas maneras hay tiempo para que el capitán Vall sentencie: "Toda la vida he visto cómo la injusticia y el deshonor se amparaban en supuestos afanes morales". Son las dos líneas más importantes del guión. ¿Dirán lo mismo las copias en otros idiomas?

Con el único objetivo de rescatar a Consuelo, el capitán Vall se hace cargo de la revuelta y toma en cuenta las propuestas del profesor Prudence. Así, entonces, con la ayuda del pueblo imaginan y crean todo tipo de armas. Hasta un globo aerostático donde llevan nitroglicerina con la que bombardean el barco donde Gruda pretende escapar con Consuelo como rehén. Vall lo acorrala y...

¿Ya imaginan el final? A mí me gustan las películas que terminan bonito y esta termina así, bonito. Bueno, en realidad no lo sé. Siempre que me dispuse a verla me dormí en ese momento. Esto me invita a verla nuevamente. Igual la recomiendo. Total va a formar parte, quiera yo o no, de los tesoros con los que juega mi imaginación.

 

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