¿Una gran jugada?

La designación de Pichetto para vicepresidente generó euforia en Cambiemos, analistas y mercados

 

La designación de Pichetto como candidato a vicepresidente hace unas semanas generó euforia en los políticos de Cambiemos, los analistas y los mercados.

En el primer caso era previsible. No es esperable que ministros o legisladores oficialistas expresaran desagrado o declararan que mejor con los peronistas ni a la esquina o se quejaran de poner de vice a quien votó desde la emergencia y la pesificación asimétrica hasta la anulación de los aumentos de tarifas y la prohibición de despidos, pasando por el tratado con Irán, la 125, las expropiaciones de Aerolíneas e YPF, el fin de las AFJP o la reforma del Consejo de la Magistratura, entre otras leyes cuyo cuestionamiento hace a la esencia del macrismo. Hasta los radicales, que querían ese puesto, tuvieron que decir no solo que no estaban indignados, sino que les daba felicidad y hasta que era una idea de ellos.

Los analistas que siguen la línea del oficialismo, tuvieron en la suba de los bonos y acciones argentinas y la leve baja del dólar un apoyo de “aquellos que realmente importan”: los mercados, y, con eso, una razón para justificar la valoración de la designación como una decisión correcta o, aun, magistral.

Me cuesta verla tan genial. Como en política los contrafácticos no sirven mucho, será el resultado electoral el que dará el veredicto. Hasta tanto, se puede conjeturar.

Pichetto es una persona respetuosa y correcta en el trato personal. Lo destaco porque es una cualidad que no abunda. Y sin soslayar disenso con muchas de sus ideas, no es lindo verlo al lado de Macri. Dicho esto, veamos qué le aporta a Cambiamos.

Nadie puede negar su capacidad y experiencia en la gestión de los asuntos más importantes que pasaron por el Congreso en los últimos veinte años. Primero como diputado y luego como senador, está allí desde principios de los '90. Luego de que Gioja fuera electo gobernador, condujo el bloque del justicialismo en el Senado, que es el mayoritario desde 1983 y constituye un lugar de poder.

El rol de líder parlamentario de bloques oficialistas no le permitió desarrollarse como un político con ideario propio ni mostrarse creador de una visión distintiva de la Argentina. No digo que no tenga ideas, sino que su rol fue otro. Que fue defender las ideas del Ejecutivo, y lo hizo bien cuando fue oficialismo. Tal vez esa situación lo llevó desde la asunción de Macri a expresar ideas un poco chocantes, como las vinculadas a los inmigrantes o la crítica al seguidismo de lo “políticamente correcto” como un límite a la actividad del Estado, y así construir un perfil personal. Sin embargo, es indiscutido que no aporta votos propios.

Tampoco se destacó como armador, fuera de las mayorías parlamentarias. Su armado fue Alternativa Federal, que intentó construir como el peronismo no kirchnerista durante casi tres años, tejiendo una red de gobernadores cuyos intereses gestionaba desde el Senado y de, algún modo, intermediando con el Ejecutivo. Esa construcción primero no cuajó cuando muchos gobernadores advirtieron que la líder electoral seguía siendo CFK. Luego sufrió una implosión. Hoy se reconstruye en Lavagna, Urtubey, Camaño, Barrionuevo y el socialismo santafecino, y aspira a 10 % del electorado. Tal vez más. Pero no está Pichetto.

Queda el aporte a la gobernabilidad. Algunos explican que Macri, que venía en picada, tenía que hacer algo. Algo raro. La fórmula Fernández-Fernández había cambiado el escenario. Macri hizo algo raro. El aumento de los papeles en las bolsas y mercados post nominación obliga a pensar si el gobierno de Macri es visto por “aquellos que importan” como un equipo tan ineficiente que la incorporación de un político especializado en gestión parlamentaria (y, perdón, peronista) le aportó un aire tan fuerte de gobernabilidad. No sorprende que se vea al “mejor equipo de los últimos 50 años” como muy ineficiente, pero cuesta pensar que el ingreso de solo un peronista asegure gobernabilidad y gestión. ¿No estarán sobrevalorando al Peronismo los mercados?

¿Qué es entonces el aporte de “gobernabilidad”? ¿Diálogo con los gobernadores y votos en el Senado? Que haya sido el gestor de sus intereses no conlleva que sea imprescindible. Ningún gobernador le negará jamás el diálogo y la negociación a un Presidente. ¿El apoyo encubierto de Schiaretti en las elecciones? Macri tiene diálogo directo. ¿Cuál es la magia que descubrieron los mercados? Tal vez esa magia se descubra si se estudia cuánto y de quién fue el dinero que apareció comprador de papeles argentinos. Si fue una reacción de los “racionales, infalibles y transparentes” mercados, o el resultado de la mezcla de una situación objetiva como lo es el bajo valor de las acciones y bonos, con la oportunidad de financistas y amigos ligados a Cambiemos que lograron valorizar sus activos financieros y mejorar la posición electoral de “su” gobierno. El ideal de mezclar el deber con el placer. Según escuché, el volumen movido excede la capacidad de operación local, lo que descartaría esta tesis.

En estas tres semanas se vio al candidato a vice aprovechando al máximo su tiempo. Intentando transformarse ya en un actor relevante en el gobierno, interpelando las gestiones ministeriales, señalando ineficiencias, reuniendo a los cuadros de origen peronista que ya estaban en el gobierno y hasta incorporando el ritual de la Marcha.

Pero en los últimos días retrocede varios casilleros y Cambiemos le baja el precio a la jugada maestra. El cierre de listas no fue bueno. Hizo acordar una anécdota que se contaba hace años. En un distrito del interior cerraban listas. Una línea interna minoritaria había mandado a un cuasi prócer a negociar con la mayoritaria, con ciertas expectativas de colocar varios candidatos. El negociador llega del cierre, de madrugada, la militancia esperándolo. Se sienta, prende un cigarrillo, deja pasar unos instantes eternos y a la tercera pitada informa: “Nos cagaron, entro yo solo”.

Siguiendo con el aporte a la gobernabilidad, el viernes 20/6 Bonelli en Clarín le atribuyó haber dicho que, si él fuera Mauricio, ya le hubiera pedido la renuncia a Lopetegui por el apagón. Por cierto, un consejo razonable. Pichetto negó haberlo dicho, aunque parece una frase de su estilo. Cuando el ex procurador Balbín, con razón, no quiso firmar un dictamen que asegurara a los senadores que el pago a los holdouts blindaría de juicios a la Argentina, Pichetto, luego de gestionar el voto afirmativo aun sin esa firma, públicamente le aconsejó a Macri que le pidiera la renuncia. Balbín recién fue renunciado por Macri cuando, con corrección y dignidad, elaboraba un informe crítico para el Ejecutivo sobre la deuda de “Correo Argentino S.A.” con el Estado.

La incorporación del ultraderechista Asseff a la lista oficialista para dejar sin partido a Espert es difícil de explicar en términos de ética republicana. Cambiemos muestra la hilacha. Si Espert finalmente no tiene partido con el que presentarse, habrá sido una jugada de pícaros. Si igual logra mantener la candidatura, un pequeño papelón.

Que no se vea el aporte de gobernabilidad, no quita que hayan incorporado un cuadro importante. Pero un cuadro que rompe la pureza y la coherencia del discurso oficialista. Más aún, de las ideas esenciales del gobierno de Macri: que el peronismo es la causa de todos los males desde aquel 17 de octubre y, especialmente, los últimos tres gobiernos en el siglo XXI. Pichetto votó y defendió todos los proyectos cuya crítica constituyen la razón de ser del macrismo. Y esa es la actuación que lo define como político. Puede verse como mérito de gobernabilidad votar alguna que otra medida en disidencia. Tragarse algún sapito. Pero no pueden ser todos sapitos durante doce años. Hay alguna confusión. La coherencia es un bien que no siempre es tenido en cuenta, pero que el electorado lo percibe y valora.

Queda pensar en la gobernabilidad post elecciones, si a pesar de la ineficiencia y la horrorosa situación social, Macri reelige (dios no lo permita). Si continúa esta espantosa gestión y se profundizan sus resultados, ¿cuál será la actitud del vicepresidente?

 

 

 

 

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