El negocio

Operación Cóndor: Henry Kissinger y la deuda externa

 

El 10 de junio de 1976 los ministros de relaciones exteriores de Estados Unidos y de la dictadura de nuestro país, Henry Kissinger como Secretario de Estado y el Vicealmirante César Guzzetti, mantuvieron una entrevista oficial en Santiago de Chile.

De lo conversado en esa entrevista los norteamericanos escribieron un detallado memorándum que --obviamente-- fue clasificado como secreto.

Ese documento fue desclasificado en agosto de 2004 y hubo entonces difusión periodística. En 2016, tuvimos oportunidad de analizarlo en el juicio a la Operación Cóndor que culminó ese año en Buenos Aires. Lo hicimos en representación de los querellantes originarios de esa causa. Nos referiremos a un par de aspectos que mantienen actualidad.

El gobierno de Estados Unidos había reconocido de inmediato a la Junta Militar surgida del golpe del 24 de marzo de 1976. La reunión entre Kissinger y Guzzetti, el 10 de junio de 1976, fue el primer encuentro formal de alto nivel entre ambos gobiernos. Guzzetti comienza buscando apoyo para la dictadura sobre dos temas:

Nuestro mayor problema es el terrorismo. Es la primera prioridad de este gobierno. Sobre este tema hay dos aspectos a solucionar: El primero conseguir la seguridad interior; El segundo resolver los más importantes urgentes problemas económicos de los próximos 6 a 12 meses. Argentina necesita que EEUU comprenda y apoye para superar los problemas en estas dos áreas”.

La dictadura argentina priorizó en la reunión la seguridad nacional, doctrina impulsada por EEUU para justificar el control ciudadano puertas adentro de cada país así como su papel de sheriff global, aún vigente en 2020. Y la vinculó directamente con los pedidos que llamó “económicos” y que fueron bien entendidos, como solicitud de préstamos. Kissinger contestó comenzando con un compromiso de apoyo político contundente a la dictadura y sus métodos:

“Que había seguido estrechamente los eventos en Argentina.”

“Deseamos que tengan éxito. Haremos lo que podamos para que lo logren. Estamos al tanto que ustedes están en un período dificultoso. Estos son tiempos extraños, cuando las actividades política, criminal y terrorista tienden a confundirse sin una clara separación. Nosotros comprendemos que ustedes tienen que establecer autoridad”.

 

A continuación Guzzetti se queja de los problemas que les “trae la prensa extranjera interpretando los acontecimientos de una manera muy peculiar. Dice que la crítica de la prensa crea problemas de confianza que afectan la ayuda económica necesaria. Pareciera que hay una campaña internacional en nuestra contra”.

Traducido: el problema era que las críticas dificultaban los préstamos.

A esto Kissinger responde:

“Comprendo que ustedes no tienen otra opción que restaurar la autoridad gubernamental. Pero está claro que la ausencia de los procedimientos normales será usado contra ustedes.”

Dicho esto en tono analítico, sin ningún matiz de crítica.

Tras la aprobación de Guzzetti, Kissinger agrega: “En el campo económico, tenemos que estar en condiciones de hacer algo. Entiendo que su ministro de finanzas estará en Washington la semana que viene”.

Guzzetti asiente, y el Subsecretario de Asuntos Latinoamericanos William Rogers, allí presente, interviene:

“Martínez de Hoz es una buena persona. Nos hemos mantenido en estrecha consulta”.

Guzzetti aprovecha y le pide a Kissinger que reciba a Martínez de Hoz, que se lo agradecería, para que tenga apoyo en sus primeros pasos. Kissingger, obsequioso, concede que lo recibiría por quince minutos, como gesto simbólico. Guzzetti agradece y agrega que esto ayudaría mucho a “nuestra imagen”.

Es obvio que la necesidad de mejorar la “imagen” y facilidades para los “primeros pasos” de Martínez de Hoz estaba directamente relacionada con los contactos para tomar deuda, que era el objetivo del viaje del Ministro de Economía. Kissinger, naturalmente buen entendedor (y también gestor), avanza entonces, y dice:

“Usaremos nuestra influencia en el sector privado para lo que puedan hacer”.

Y agregó:

“No conozco en detalle su situación financiera, pero nuestra política exterior está interesada en Argentina. Tenemos que poder usa nuestra influencia. El sector privado puede ser de gran ayuda. Lo llamaré a David Rockefeller”.

Y Rogers acotó, “sí el Chase puede ser de gran ayuda”.

La supuesta ayuda financiera de la que se conversaba fue, en realidad, el envión para un salto cualitativo del aumento de la deuda externa que adeuda nuestro país. Un negocio fomentado por la dictadura con jugosos beneficios para los Rockefeller, antiguos empleadores y amigos de Kissinger, los dueños del mencionado Chase Manhattan Bank.También, claro, para algunos otros banqueros. Y por eso mismo una pesada carga para el pueblo argentino que la sigue padeciendo.

En el escrito inicial de la querella contra la Operación Cóndor presentado en 1999, los doctores Alberto Pedroncini y David Baigún ya habían denunciado la política estadounidense de promoción de golpes de Estado dictatoriales en el Cono Sur en los años ´70, como instrumento de dominación que se expresaba explícitamente en negocios como la deuda externa. Y, textualmente, que “...ese endeudamiento se paga con la exclusión social, nueva forma de desaparición del mundo del trabajo, la salud y la cultura”. Hoy no podemos menos que señalar --20 años después-- la amarga actualidad de esas palabras.

Guzzetti continúa destacando los avances en materia de coordinación represiva, lo que en términos secretos desde noviembre de 1975 lleva el nombre de Operación Cóndor, y dijo:

--El problema terrorista es común a todo el Cono Sur. Para combatirlo estamos encarando esfuerzos conjuntos, integrados con nuestros vecinos.

-- ¿Cuales?--quiso escuchar Kissinger:

-- Todos ellos: Chile, Paraguay, Bolivia, Uruguay, Brasil --contestó Guzzetti.

El redactor del memorandum consigna que Kissinger, ante esa afirmación reaccionó “bruscamente” y contestó:

--Todo esto lo tomo como que usted me habla de actividades económicas conjuntas.

Guzzetti reiteró:

-- Sí, actividades en ambos frentes, el terrorista y el económico.

Kissinger se había dado cuenta que la conversación había derivado hacia una explicación de Guzzetti sobre la Operación Cóndor (tema en el que ---por su propia seguridad-- no quería verse involucrado en el documento).

Por eso, se hizo el desentendido y tergiversó el contenido inequívoco que su interlocutor le había dado a su afirmación. Sabía muy bien de qué se estaba hablando, pero hay que tener en cuenta que por esos meses todavía los documentos norteamericanos conocidos no mencionaban el nombre de Operación Cóndor, asociación ilícita multinacional que --en noviembre de 1975-- obviamente se había concertado como secreta. A continuación, Kissinger opina sobre el aislamiento al que pueden conducir esas políticas antiterroristas y concluye recomendando:

“Ustedes tienen que hacer un esfuerzo internacional para que sus problemas sean comprendidos. Porque si no, ustedes también serán atacados. Si hay cosas que tienen que ser hechas, deberían hacerlas rápido. Pero deberían volver rápidamente a los procedimientos normales”.

Esas palabras son las más difundidas de esa conversación. La reunión continuó largamente con otros temas.

 

 

 

  • Lo transcripto en bastardilla es traducción textual del original.

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