"Imposible sin Cristina"

Entrevista a Gabriela Rivadaneira luego de la condecoración Juana Azurduy

 

Cuando la presentan, dicen que puede ser candidata a presidenta de Ecuador. Con 35 años, Gabriela Rivadeneira ya fue gobernadora de su provincia y durante el gobierno de Rafael Correa encabezó la lista de asambleístas nacionales con 3,5 millones de votos. Fue la asambleísta más votada de la historia, la más joven y la primera mujer que presidió la Asamblea Nacional.

Acaba de pasar por la Argentina. Aquí recibió la condecoración Juana Azurduy en el Senado. Y tuvo una gira imparable que incluyó a Milagro Sala, Cristina y el movimiento feminista. Estas son algunas claves de su muy fresca mirada política. El caso de Julián Assange, como parte de un acuerdo entre Ecuador y el Fondo Monetario Internacional a punto de cerrarse. Y el proceso electoral en la región. Rivadeneira mira los datos. Observa las encuestas que puntean Correa, Evo y Cristina. Y dice que eso es un dato. Que no hablan de los torpes dirigentes de la derecha. Que esas encuestas están diciendo que los viejos líderes progresistas deben estar presentes en la disputa electoral: son las figuras aún necesarias para contrarrestar a la derecha.

—Hoy hablaste de anclar la pelea regional en la lucha de clases pero con una clave en el movimiento de mujeres. ¿Cómo lo pensás?

—Reivindicar en este momento el feminismo es volver al debate de despatriarcalizar. Somos sociedades absolutamente patriarcales, clientelares, con altos rasgos adultocéntricos y masculinos. Eso evitó que las mujeres nos demos cuenta sobre el rol que tenemos. Mujeres que no tienen seguridad social o que por serlo no tienen acceso a la tierra ni a la propiedad. Hay un tema estructural que debemos romper. Por eso me parece importantísimo el rebrote del movimiento feminista en este momento. No es una moda, no es el aborto solamente, que es un montón y sigue matando mujeres pobres en nuestros países. Pero digo: hay que hablar de feminismo como proceso de cambio en la correlación de fuerza hombre-mujer dentro de la sociedad.

—¿Qué sucede en Ecuador?

—No es muy fuerte aún, pero a raíz de lo que pasa en la Argentina empiezan a darse estos brotes en la región. Hay uno en Ecuador, especialmente en Quito. Que me parece importante porque hay movilizaciones espectaculares y alrededor empezamos a hablar del feminicidio y desapariciones de chicas, ejes relacionados con el tema de derechos humanos. Pero la agenda todavía no se mete con el debate de fondo. Nos están pasando tantas cosas en nuestros pueblos que estamos concentrados en el debate de la política económica y el desarrollo que nos está afectando fuerte. Pero estos brotes tienen que tomar el debate de fondo. Hay compañeras nuestras que están militando en la calle y la tarea desde la organización es entrar a esos espacios a debatir sobre el sistema.

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Rivadeneira estuvo en el Centro Cultural de la Cooperación. Repasó la persecución a los lideres progresistas y la situación de Ecuador en espejo con la Argentina. Profundo proceso de desinstitucionalización del Estado, un gobierno que acaba de condonar la deuda de los 200 grupos económicos más fuertes del país por un total de 4.500 millones de dólares, mientras pequeñas y medianas empresas anuncian la quiebra y los empresarios reclaman reducir los salarios a la mitad para mantener las plazas de trabajo. Es en ese contexto que ella también lee lo que sucedió con Julián Assange.

Alicia Castro dijo en estos días que el presidente Lenin Moreno decidió retirar la protección porque Assange publicó datos sobre las cuentas off shore de la familia de Moreno.

 

 

Rivadeneira interpreta, en cambio, que el retiro de la protección fue parte del acuerdo con el FMI por 10.000 millones de dólares que está cerrando Moreno, con una entrega pautada en lo inmediato de 3.500 millones. El acuerdo implicó un compromiso de tres puntos: paquetazos, Venezuela y Assange.

En el CCC se metió en la agenda electoral como parte de las discusiones de la región. Frente a la discusión de moderados/no moderados, ella dice no moderados. Y frente a la discusión, con o sin Cristina, ella dice con Cristina.

—¿Por qué?

—Volvemos a la idea del sistema. Nuestros pueblos han vivido colonizaciones permanentes que implementaron una forma de relación política muy jerarquizada. Y eso no puedes romperlo de la noche a la mañana. Está claro: no quisiéramos basarnos en figuras, sino en procesos, en ideas y demás. Pero no es así nuestra realidad. Venimos de un proceso con esas figuras. Lo digo viendo nuestros países. Si vas a la papeleta y ves un conocido, tu compadre, tu amigo, vas a votarlo independientemente de lo que propone. Por eso es importante el cambio de la matriz cultural. Cuando dejó el país, Correa aceptó que faltó trabajar ese cambio de matriz. Hoy es imposible pensar un kirchnerismo sin Kirchner, un correísmo sin Correa. Es aún más complejo ahora cuando la derecha vuelve a sus exponentes tradicionales. Y esos exponentes no necesariamente van a ser contrarrestados con nuevos exponentes de izquierda. Nos fascinaría que fuera así por la renovación política, pero no es la realidad. Por eso, si vamos con apuestas nuevas vamos a perder frente a las figuras tradicionales que la gente votó durante 20 o 30 años. Hoy es indispensable la participación electoral, la intervención electoral de los cuadros que contrarrestan a las figuras tradicionales de la política de derecha, que ellos estén presentes en la disputa electoral.

—Hablas de Cristina.

—Para nosotros es fundamental la participación de Cristina. Porque si no es Cristina, es mucho más complejo. Es el debate de Bolivia: sino son Evo y Álvaro, es complejo que se gane este espacio. Si no es Lula, no gana Hadad. Y en Brasil tuvimos dos resultados. Primero, que Lula es Lula. Y que no necesariamente los votos de Lula se endosan a quien elija como candidato. Y luego, que Hadad no era Lula en su radicalismo, sino un poco más ligth, más moderado. Y que tampoco sirvió para un proceso electoral.

—Frente a un Bolsonaro que se presentó completamente exacerbado, nada moderado.

—Hay lecciones que aprender de ese proceso para lo que viene.

—Dijiste que el resultado electoral de Argentina es estratégico para la región.

—Ahora tenemos tres procesos importantes. La Argentina, Bolivia y Uruguay. Tal vez Uruguay no sea pensado como fundamental porque tiene otra forma cultural de comprender el tema electoral. Pero Bolivia y la Argentina son fundamentales porque en la lógica de fin de ciclo progresista —con el progresismo que ha perdido en las urnas—, mantener la presidencia de Evo ya sería un muy buen paso. Pero si logramos ganar en la Argentina, pondríamos un contrapeso muy fuerte a Brasil. Y obviamente sostener países que están disputando el todo por el todo como Venezuela. La Argentina tiene un rol fundamental. Estos días conversé con compañeros y compañeras y dije: Entiendo la disputa interna, el debate, pero hay que comprender lo que Cristina significa en este momento para frenar el fin de ciclo progresista y poder reconstruir una fuerza electoral. Cuando nuestros países ven que en otro gana determinada figura, importa. Son corrientes electorales. Nos ha pasado. Así llegó el progresismo y así está llegando el neoliberalismo. Son corrientes electorales que dependen unas de otras.

—¿Qué te dice que la corriente puede cambiar?

—Primero, los exponentes de derecha han sido torpes. Macri, Moreno en Ecuador. Para la gente es más evidente que hay un tema de afectación de las grandes bases populares. Y esas grandes mayorías empiezan a rebelarse. Es decir, no ha sido sólo por mérito propio sino porque pusieron a exponentes así. Guaidó en Venezuela. Gente que no tiene ningún tipo de espalda política, ni puede soportar lo que está pasando con los pueblos. Pero además, que Cristina, Evo y Rafael estén encabezando y punteando las listas de preferencias es muy importante. Sino fuera así, estaríamos hablando de otra cosa, pasaríamos directo al lado de la resistencia en la calle y la resistencia social. Pero creemos que tenemos la posibilidad de disputa real cuando cuadros que han sido tan cuestionados, maltratados y venidos a menos, son los que hoy están punteando. Y eso habla de una conciencia de pueblo que hay que analizar.

—Estuviste con Cristina. Recibiste la condecoración Juana Azurduy en el Senado. Viste a Milagro Sala. ¿Qué viste y qué te llevas?

—Me voy fuerte. Motivada porque a veces nos encerramos tanto en nuestras propias realidades, y cuando venimos y vemos a compañeros que están presos con una firmeza y voluntad absoluta para seguir luchando, decís: nuestra única tarea es seguir luchando. Alrededor de la condecoración, pude mantener una agenda sobre derechos humanos, el lawfare y persecución política. Arrancamos en Jujuy con la cárcel de mujeres con las dirigentes de la Tupac, el pabellón de hombres y Milagro en la domiciliaria que es una cárcel pero donde puede ser lo que es, un volcán, un torrente que no para. Estuve con las Abuelas festejando el encuentro de la nieta 129, un momento especial. Con Hebe. Estuve con la compañera Cristina en una conversación magnífica, siempre de aprendizaje y retroalimentación. Con Máximo y Axel. Y una visita al compañero Amado Boudou, con quien tengo una relación de amistad muy fuerte, como dije en el Senado. Allí dije eso. Que estuve en esa misma sala cuando él era vicepresidente y presidente del Senado y yo era presidenta de la Asamblea Nacional. Y dije que me alegré de estar ahí porque sé que voy a volver a estar en ese espacio con Amado desde la libertad. Y me voy con eso: lo que estamos pasando es una realidad que tiene que ser afrontada desde la región y con integración sino nos quedamos en luchas aisladas que no van a ningún lado.

 

 

 

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