Industrialización o Dependencia

Sólo el empleo industrial permite un programa de progreso y bienestar en una sociedad capitalista.

Desde 1975 la Argentina sufrió un proceso de desindustrialización y decadencia social. Esta es la tesis del libro La Industrialización en la Argentina del Siglo XXI – Mapa de la Industria Manufacturera – La Política Industrial: Reflexiones y Propuestas, editado por la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado de la República Argentina (UTICRA) y realizado por profesionales del Centro de Estrategias de Estado y Mercado.

Desde 1975 hubo 19 recesiones. Una cada 27 meses. El PBI per cápita creció al 0,58 % anual acumulado promedio mientras la pobreza lo hizo a una tasa anual acumulada promedio del 7,1 %. En 45 años el PBI per cápita sólo aumentó el 70 %. No llegó a duplicarse. Corea, para poner un extremo, duplicó el PBI per cápita cada 6/8 años. La industria manufacturera de transformación —la que no es agroindustria— disminuyó su participación en el PBI nacional, de 22,4 % en 1974 a 14,1 % en 2018. En el mismo período la pobreza pasó del 5 % al 33 %. De mantenerse las políticas, la tasa de pobreza seguirá ganándole a la de crecimiento.

La reducción de la industria manufacturera se tradujo en déficits comerciales no financiables y trasformó a la industria en armadora, ensambladora de partes importadas.

A fines de 2018, el empleo industrial en la manufactura ocupaba 1.590.000 trabajadores: 811.000 en “blanco”, 331.000 en “negro” y 448.000 monotributistas/autónomos (cifras INDEC). Es imperativo proteger y ampliar ese empleo.

La tesis se complementa con otra premisa. Sólo el empleo industrial permite un programa de progreso y bienestar social y cultural en una sociedad capitalista.

La conclusión es que resulta necesario reivindicar la planificación económica de largo plazo como institución fundamental en la gestión de gobierno: “El diseño del país buscado a futuro”. La ocupación productiva del territorio. La política industrial de largo plazo “diseñada profesionalmente y consensuada entre los responsables naturales: el Estado, los empresarios y los trabajadores”, con una característica esencial: “elegir “campeones” del crecimiento industrial… con el objetivo de reindustrializar para atender el mercado doméstico y exportar masiva y fluidamente, con un patrón de bienes y mercados diversificados”.

El libro realiza una radiografía de la industria manufacturera en los últimos años analizando su estructura, el empleo industrial, la evolución de la productividad, la apertura a las importaciones, las exportaciones y la ruptura de un conjunto de cadenas de valor (automotriz, químicos, abonos y fertilizantes, agroquímicos, medicamentos, bienes de capital, maquinaria agrícola, aparatos de uso doméstico y calzado) que perdieron eslabones fabriles, son fuertemente importadoras y que —afirman los autores— no usan esas importaciones para producir y exportar, sino solo para atender el mercado doméstico, tras elevadas barreras arancelarias. Se evalúa la relación económica y comercial con Brasil, en el marco del MERCOSUR.

Carlos Leyba y Miguel Cuervo son los coordinadores del equipo, integrado por Julia Cerruti, Agustina Malvarez y Matías Golman. Su libro fue presentado el miércoles pasado en un salón del Hotel Castelar, colmado por un público conformado fundamentalmente por cuadros medios sindicales.

Presentaron el libro dos sindicalistas, Agustín Amicone (UTICRA) y Juan Carlos Schmid (DRAGYBAL), el presidente de la Unión Industrial Argentina, Miguel Acevedo, y Carlos Leyba.

 

Junto con el fallecido ingeniero Orlando D’Adamo y otros economistas, Leyba fue parte del equipo que en 1973 colaboró en la confección del plan del ministro Gelbard. Es decir, del último plan económico de Perón.

Un dato relevante que vale reiterar. El libro fue editado por la Unión de Trabajadores de la Industria del Calzado de la República Argentina, que también organizó la presentación. No deja de ser un signo que, en momentos donde la mayoría de los políticos y economistas liberales —los mismos que viven desvalorizando al sindicalismo— hablan sólo de tasas de interés astronómicas y del cortísimo plazo, un sindicato reúna a un conjunto de economistas para elaborar un estudio que promueva el debate sobre la necesidad de un plan industrial de largo plazo y de planificación económica: del “diseño del país buscado a futuro”.

La presentación me hizo pensar, simbólicamente, en un reflejo de cierto ideal mítico peronista. Intelectuales, trabajadores y empresarios reunidos en torno a la reflexión sobre el largo plazo.

Pero el largo plazo se nos viene encima. Argentina está a las puertas de una nueva oportunidad histórica. El pueblo está por elegir un gobierno con un futuro Presidente cuya carta de presentación es la de ser un cuadro formado en la gestión pública.

Una política industrial sostenida con determinación desde la gestión estatal parece esencial para disminuir la pobreza y lograr el progreso social.

 

 

 

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