USOS Y ABUSOS DEL PODER NECROFÍLICO

Los límites del intento de hacer de Nisman el Cid Campeador judicial, en un ensayo de Jorge Elbaum

 

Cuando el 18 de enero de 2015 se descubrió el cadáver de Natalio Alberto Nisman en el baño de su  departamento de Puerto Madero, se puso en movimiento la folklórica maquinaria necrofílica, lujuriosa en traficar cadáveres, celebrar de los próceres su muerte en vez del nacimiento y hasta estampar animales en peligro de extinción en el papel moneda. En la misma ola se trepó una operación política que movilizó al aparato judicial en consonancia con el mediático, la complicidad de los servicios de inteligencia y alguna fuerza de seguridad. La materialización inicial consistió en dar por sentada la hipótesis del asesinato, detrás de la cual se encolumnó en compacta masa la variopinta oposición al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Las urgencias propias —ayer como hoy— de la inminencia electoral motivan un sinnúmero de forzamientos de las evidencias, testimonios y pericias que hasta la actualidad señalan la veracidad de un suicidio.

Episodio que se reflota cada vez que el poder neoliberal pierde credibilidad argumental y de gestión, la muerte del titular de la Unidad Fiscal encargada de investigar el atentado a la DAIA-AMIA del 18 de julio de 1994, abarca un panorama histórico de casi tres décadas. Tal profundidad atraviesa las propias fronteras, lo que torna al hecho en una plataforma pret-a-porter para las más abyectas operaciones. Estos efectos son los que el sociólogo, periodista, docente, investigador y compañero en la tripulación de El Cohete a la Luna, Jorge Elbaum (Buenos Aires, 1961) explora, desarrolla, articula y sostiene mediante un potente aparato documental a lo largo de cuatrocientas treinta páginas en las que la documentación combate una a una las falacias.

 

El autor, Jorge Elbaum.

 

Prologado con un mini tratado ético a cargo de Eugenio Zaffaroni, en Efecto Nisman queda en claro cómo “el republicanismo macrista, pretendidamente ético” consolidó “un escudo simbólico” para el cual precisó refundar la figura del muerto, “reconvertir su pasado, borrar sus pliegues”. Entre estos, el autor tiene el prudente tino de jamás adentrarse en las tropelías juventonas a las que el fiscal era afecto e impregnaron el caso de un sensacionalismo capaz de enturbiar los hechos de mayor trascendencia. En la vía rigurosa Elbaum incorpora el crucial antecedente del Plan Atlanta, forjado en noviembre de 2012 a instancia de los republicanos estadounidenses a fin de “instrumentar un plan periodístico-jurídico de persecución a dirigentes políticos progresistas”. Proyecto al cual Nisman resultó funcional al “ser cooptado meticulosamente por una lógica que terminó manipulándolo hasta que lo dejaron ‘colgado de un pincel’. Los servicios le 'vendían carne podrida’, le garantizaban salvoconductos que no existían, le engañaban con nexos ilusorios e incorporaban datos al expediente del atentado”, en tanto “la derecha israelí lo tironeaba y coincidentemente sus cuentas (no declaradas) en EE.UU. se abultaban”. Procedimientos que el autor grafica como “maniobra de pinzas”, entre las cuales —no obstante— el fiscal de modo alguno se comportaba como virgen pastorcilla, a medida que su narcisismo era engrosado por la prensa corporativa.

Cada uno de estos pasos se encuentra sostenido en fuentes que incorporan testimonios periodísticos, bibliografía, documentación, registros audiovisuales, expedientes judiciales y referencias históricas. Conjunto que aleja la especulación y da lugar a una reconstrucción precisa de hechos concatenados, con epicentro en las explosiones de la sede de Pasteur 633, la anterior de la embajada de Israel en 1992, y hasta la de la fábrica militar de Río Tercero en 1995; así como los negociados, matufias, encubrimientos y oportunismos de los tan coincidentes como diversos intereses en juego. Complejo entramado donde los tribunales judiciales, servicios de informaciones internacionales y de cabotaje, conglomerados mediáticos, dirigentes políticos y aún investigadores que escarbaron en el tema merecen respectivos capítulos en el que el desbarajuste adquiere razón y orden.

Entre los distintos, simultáneos y superpuestos alcances del comprobable suicidio de Nisman, su función de “cortina de humo” en momentos en que el gobierno cambiemita socavaba sus propios cimientos, jugó un papel para nada secundario al quedar articulado, sin ir más lejos, al asunto del memorándum con Irán. En el fallido intento de convertirlo en “prócer de la justicia argentina”, se procuró reinstalar “una mirada geopolítica funcional a la ‘apertura al mundo’ requerida por el modelo neoliberal” y acorde a la demonización belicista propiciada por el Departamento de Estado norteamericano y la ultraderecha israelí. Efectos asimismo atinentes a la cocina doméstica que permitió la absolución del profeta de Anillaco, Rubén Beraja, el Fino Palacios, etc., en el juicio de encubrimiento, no menos que la entronización como funcionarios de Sergio Bergman y Claudio Avruj, o como legislador del mediático Waldo Wolff. Si no fuera porque la lisérgica intromisión de un presunto comando chavista-camporista-pitufista-cubano-narco-iraní retorna como amenaza en los desesperados discursos de campaña, quedaría en el olvido su genésis, situada en el baño de la torre Le Parc. Sin embargo es útil a fin de trazar el nivel y la dimensión de una movida más sofisticada, “destinada a instaurar un nuevo sentido común basado en un soporte cuasi esquizofrénico: ampliar casos (la propia muerte del fiscal, los mencionados cuadernos, la ruta del dinero K y –simultáneamente— esconder las estructuras que se proponía establecer. Demonizar al gobierno anterior sin debatir políticas”. Ello con el objetivo de “disimular la razón de fondo: el intento de retrotraer la economía y la cultura a un estado previo al de 1916”. Reiteración de una casuística, el Efecto Nisman, al comprobar las causas, se yergue como “punto de partida para la acumulación política de la segunda alianza neoliberal que triunfó electoralmente”, el macrismo, cuyos prolegómenos alcanzan “la dictadura genocida, una malversación de la voluntad popular llevada a cabo por el menemismo y un primer capítulo de alianza republicano-restauradora con De la Rúa”.

 

 

FICHA TÉCNICA

 

Efecto Nisman- Los usos políticos de una muerte

Jorge Elbaum

 

 

 

 

 

 

 

Buenos Aires, 2019

430 págs.

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